Rufus esperó en la salida del gran casino de los Murray, allí se le reunió Antony Morgan junto con dos sujetos mal encarados.—El jefe me dijo que lo ayudara, señor Reynolds —le dijo el matón con tono respetuoso. Mentalmente Rufus le agradeció la deferencia.—Sí —dijo medio nervioso— Necesitamos sentarnos en un lugar poco concurrido para trazar un plan.El mafioso le dio un nombre y Reynolds se dirigió a un modesto restaurante en las afueras, donde se sentaron y pidieron algunas bebidas.Cuando llegaron al local ocuparon una de las mesas más retiradas de la entrada, allí, en pocas palabras, Rufus Reynolds le planteó lo que necesitaba al matón de los Murray: Un secuestro.—¿Y a quién vamos a secuestrar, Míster Reynolds? —preguntó Antony mirando al caballero con curiosidad.—A mis nietos —respondió escuetamente.El matón no pudo contener la risa.—Eso es gracioso, Míster Reynolds —le dijo Antony sin dejar de sonreír con la maldad reflejada en la cara— Imagino que hay que tratar a los ch
Los tres hombres habían irrumpido en la casa amenazando a todos con sus armas. La camarera que había abierto la puerta estaba tirada en el piso porque Antony Morgan la había empujado sin ninguna compasión, a pesar de que era una señora entrada en años.El resto de la servidumbre miraban aterrorizados a los maleantes, solo Junior miraba con rabia a los sujetos, él había estado jugando en la computadora de la biblioteca cuando escuchó ruidos y salió a ver qué sucedía, entonces uno de los matones lo sujetó por el cuello con su manaza y lo inmovilizó sosteniéndolo por un brazo al mismo tiempo.Junior había patraleado para soltarse, pero el sujeto era grande y muy fuerte, por lo que le resultó un tanto sencillo retener al adolescente.Charlene había salido primero que su madre y se había topado con el otro acompañante de Antony quien acababa de subir las escaleras. Este la tomó por un brazo y la arrastró escaleras abajo en medio de sus gritos de protesta.Ese fue el escenario que presenció
Brian aceleró su auto, algo le decía que a los chicos los iban a sacar de la ciudad, por lo que tenían varias alternativas u opciones.O se dirigían a la costa, lo cual era un trayecto bastante largo y por carreteras y autopistas que podían ser fácilmente vigiladas.O podrían ir hacia la capital, lo que tampoco parecía muy prudente. Entonces solo quedaban, el camino hacia los campos, el cual era sumamente extenso y el camino hacia las montañas, en cuál era bastante peligroso.Brian se dirigió hacia el camino de las montañas, algo le decía que ese era el camino correcto. Aceleró su deportivo casi al máximo, manteniendo el control del mismo, sin tomar riesgos innecesarios.Había enviado un mensaje a Robert diciéndole hacia dónde se dirigía. Éste le contestó al poco tiempo diciéndole que ellos estaban procurando cerrar los caminos hacia el interior y hacia la capital con la policía estatal, porque no tenían muchos efectivos para cubrir todas las rutas. Robert sospechaba que estarían hac
Mientras tanto, Brian Junior había corrido entre la maleza como un venado, cuando se detuvo jadeante en medio de un par de gruesos árboles, pudo ver que el sujeto que lo seguía estaba a más de cien metros de él, y se notaba que estaba cansado por la carrera.Con una sonrisa de satisfacción dio la vuelta, pero luego la sonrisa fue sustituida por una cara de preocupación al pensar que su hermana estaba en manos de esos maleantes. Sin embargo tenía un trabajo que hacer, y siguió caminando paralelo a la carretera hasta que estuviera a suficiente distancia para salir, con cierta seguridad, para pedir ayuda.Los dos matones salieron a buscar a Junior sin armas, porque Antony les había obligado a dejarlas en la cabaña, para que no fueran a cometer la estupidez de herir al muchacho, o a matarlo. Así que solo contaban con ser más hábiles que el jovencito que les había dado el esquinazo.Se metieron por la zona donde había ingresado el joven y buscaron el rastro para saber hacia donde se había
Robert llegó en menos de cinco minutos, por lo que JD terminó con esposas en manos y pies, recostado del auto de Brian.—Creo que tendré que aprender a confiar en tus instintos —le dijo Robert, y este solo le sonrió sin dejar de abrazar a su chico.—La diferencia es que tú buscabas a unos matones, yo buscaba a un tesoro: mis hijos —le dijo con la voz llena de emoción.—Pues no fallaste —le dijo sonriendo— Y me alegro. Ya llamé al equipo para que se dirija hacia acá, pero creo que tendremos que intentar recuperar a tu hija nosotros solos, al fin y al cabo, pueden tardar más de una hora y está a punto de caer la tarde, nos queda poco menos de una hora para que oscurezca.Brian dejó de acunar a su hijo contra él para mirarlo a la cara.—Ahora cuéntanos a qué nos enfrentamos exactamente, hijo —le preguntó suavemente pero con firmeza al mismo tiempo.Junior ya estaba recuperado, aunque tenía las marcas de los dedos del matón en el rostro.—Son solo dos hombres, papá —respondió con presteza
Charlotte estaba sentada en el mueble de la sala tomando una taza de té, pero la angustia no se alejaba de su pecho.«¿Y si les pasó algo a mis niños? —pensaba con angustia— ¿O si le pasó algo a Brian?»Quería gritar y caminar de un lado al otro, pero la firmeza de su ama de llaves la mantenía sentada para que reposara. Ya la habían atendido en el hospital y le habían cogido unos puntos de sutura en la cabeza, los médicos determinaron que no había mayor daño y la enviaron a casa.Su teléfono se había partido cuando cayó al suelo y no podía llamar a Brian y eso la tenía al borde de los nervios, aunque era una mujer muy controlada y segura de sí misma, pero eran sus hijos… y el amor de su vida.Por ello, cuando escuchó las ruedas de un auto en la entrada de la casa, se paró con rapidez saliendo a la puerta para ver quien era. Cuando vio a sus hijos, caminando cada uno al lado de su padre, tomados de las manos, no pudo evitar el llanto y la risa al mismo tiempo, sus rodillas se doblaron
Brian Lancaster miraba a la hermosa mujer vestida de novia que estaba parada en la entrada de la iglesia colgada del brazo de su padre, Rufus Reynolds. Sus ojos reflejaban el amor que sentía por ella, nunca se cansaría de admirar su belleza, sus finas facciones y su dulce sonrisa.La había amado toda su vida, desde pequeños, cuando él corría por los campos y ella buscaba flores para su “jardín” infantil. Desde entonces siempre se las habían arreglado para estar juntos la mayor parte del tiempo, ella era el amor de su vida y él, el primer y único amor de la vida de ella.Y hoy era el día de su matrimonio… pero con otro hombre.¿Cómo pudo ser esto posible?Brian tenía una mirada de infinita tristeza en su rostro, mientras miraba desde la pequeña colina al lado de la iglesia, desde donde partía el camino hacia la capital, otro mundo, en el cual tendría que aprender a vivir sin ella.El corazón le latía con fuerza al mismo tiempo que las lágrimas corrían libremente por sus mejillas, mient
—¿Que nos larguemos? Pero… ¿A dónde? —Le preguntó llena de inquietud.—A cualquier lugar, mi amor —le dijo mientras la tomaba por los brazos, como queriendo convencerla y protegerla al mismo tiempo— Podemos marchar a Roseborough, allí podríamos casarnos, ¡y una vez que lo hayamos hecho ya nada no nadie podrá impedir que estemos juntos!Por un momento Charlotte no entendía por completo lo que Brian le estaba diciendo, pero luego la luz se fue abriendo paso en la mente de la atribulada jovencita y la angustia fue sustituida por una amplia sonrisa y la esperanza de la felicidad.—¿Y podríamos vivir juntos por siempre? —preguntó ahora llena de entusiasmo— Oh, Brian. ¡Eso sería un sueño cumplido para mí!Ambos se abrazaron con fuerza, y luego se miraron a los ojos y unieron sus bocas en un beso confortador, como queriendo espantar el feroz fantasma de la separación que se había cernido sobre ellos.El beso se fue tornando cada vez más intenso, más lleno de pasión y deseo. Las caricias no t