Rufus Reynolds estaba pensando a toda velocidad, haría lo que fuera necesario para salvar su parte de la empresa, en especial la de seguir siendo el Director General de la empresa minera. Se había acostumbrado tanto al poder que había ejercido los últimos años en la empresa, de manera que no concebía posible quedar fuera de la directiva de la compañía. Por ello estaba dispuesto a sacrificar casi cualquier cosa, incluso estaba pensando vender las tierras de la familia en el norte. Los Reynolds tenían grandes haciendas de ganado y cultivos, con los cuales sus antepasados habían levantado una poderosa estirpe, y no solo familiar, sino también económica.El inspector estaba haciendo entrega los certificados simbólicos de las acciones que el consorcio había comprado, ahora solo faltaba los anuncios finales y la elección de la nueva junta directiva.—Bueno, mis queridos señores —continuó diciendo el inspector de la Comisión Nacional de Valores— Una vez terminados estos procedimientos legal
Como pudo Reynolds permaneció callado y sentado muy quieto en su asiento, con la espalda rígida, como si temiera rozar, en cualquier momento, contra Brian Lancaster.Cuando terminó la reunión, Rufus Reynolds se levantó con rapidez para salir. Lo habían destituido como Director General de la empresa minera y ya no tenía nada que ver con la Junta Directiva, ahora era solo un inversionista más y la cantidad de acciones que tenía eran irrelevantes comparadas con las que poseía Brian Lancaster.Y para poner su situación mucho peor, el consorcio KLD iba a emitir una tirada de acciones adicionales, con lo que el valor de su participación en la empresa quedaría severamente reducido, aunque a la mayoría de los accionistas le agradó porque significaba solidez y mayor dinero a largo plazo.Pero cuando salía de su oficina, después de recoger todas sus cosas, se llevó una desagradable impresión. Delante de la sala de juntas su hija Charlotte y Brian se daban un beso en la boca sin importar las per
Rufus esperó en la salida del gran casino de los Murray, allí se le reunió Antony Morgan junto con dos sujetos mal encarados.—El jefe me dijo que lo ayudara, señor Reynolds —le dijo el matón con tono respetuoso. Mentalmente Rufus le agradeció la deferencia.—Sí —dijo medio nervioso— Necesitamos sentarnos en un lugar poco concurrido para trazar un plan.El mafioso le dio un nombre y Reynolds se dirigió a un modesto restaurante en las afueras, donde se sentaron y pidieron algunas bebidas.Cuando llegaron al local ocuparon una de las mesas más retiradas de la entrada, allí, en pocas palabras, Rufus Reynolds le planteó lo que necesitaba al matón de los Murray: Un secuestro.—¿Y a quién vamos a secuestrar, Míster Reynolds? —preguntó Antony mirando al caballero con curiosidad.—A mis nietos —respondió escuetamente.El matón no pudo contener la risa.—Eso es gracioso, Míster Reynolds —le dijo Antony sin dejar de sonreír con la maldad reflejada en la cara— Imagino que hay que tratar a los ch
Los tres hombres habían irrumpido en la casa amenazando a todos con sus armas. La camarera que había abierto la puerta estaba tirada en el piso porque Antony Morgan la había empujado sin ninguna compasión, a pesar de que era una señora entrada en años.El resto de la servidumbre miraban aterrorizados a los maleantes, solo Junior miraba con rabia a los sujetos, él había estado jugando en la computadora de la biblioteca cuando escuchó ruidos y salió a ver qué sucedía, entonces uno de los matones lo sujetó por el cuello con su manaza y lo inmovilizó sosteniéndolo por un brazo al mismo tiempo.Junior había patraleado para soltarse, pero el sujeto era grande y muy fuerte, por lo que le resultó un tanto sencillo retener al adolescente.Charlene había salido primero que su madre y se había topado con el otro acompañante de Antony quien acababa de subir las escaleras. Este la tomó por un brazo y la arrastró escaleras abajo en medio de sus gritos de protesta.Ese fue el escenario que presenció
Brian aceleró su auto, algo le decía que a los chicos los iban a sacar de la ciudad, por lo que tenían varias alternativas u opciones.O se dirigían a la costa, lo cual era un trayecto bastante largo y por carreteras y autopistas que podían ser fácilmente vigiladas.O podrían ir hacia la capital, lo que tampoco parecía muy prudente. Entonces solo quedaban, el camino hacia los campos, el cual era sumamente extenso y el camino hacia las montañas, en cuál era bastante peligroso.Brian se dirigió hacia el camino de las montañas, algo le decía que ese era el camino correcto. Aceleró su deportivo casi al máximo, manteniendo el control del mismo, sin tomar riesgos innecesarios.Había enviado un mensaje a Robert diciéndole hacia dónde se dirigía. Éste le contestó al poco tiempo diciéndole que ellos estaban procurando cerrar los caminos hacia el interior y hacia la capital con la policía estatal, porque no tenían muchos efectivos para cubrir todas las rutas. Robert sospechaba que estarían hac
Mientras tanto, Brian Junior había corrido entre la maleza como un venado, cuando se detuvo jadeante en medio de un par de gruesos árboles, pudo ver que el sujeto que lo seguía estaba a más de cien metros de él, y se notaba que estaba cansado por la carrera.Con una sonrisa de satisfacción dio la vuelta, pero luego la sonrisa fue sustituida por una cara de preocupación al pensar que su hermana estaba en manos de esos maleantes. Sin embargo tenía un trabajo que hacer, y siguió caminando paralelo a la carretera hasta que estuviera a suficiente distancia para salir, con cierta seguridad, para pedir ayuda.Los dos matones salieron a buscar a Junior sin armas, porque Antony les había obligado a dejarlas en la cabaña, para que no fueran a cometer la estupidez de herir al muchacho, o a matarlo. Así que solo contaban con ser más hábiles que el jovencito que les había dado el esquinazo.Se metieron por la zona donde había ingresado el joven y buscaron el rastro para saber hacia donde se había
Robert llegó en menos de cinco minutos, por lo que JD terminó con esposas en manos y pies, recostado del auto de Brian.—Creo que tendré que aprender a confiar en tus instintos —le dijo Robert, y este solo le sonrió sin dejar de abrazar a su chico.—La diferencia es que tú buscabas a unos matones, yo buscaba a un tesoro: mis hijos —le dijo con la voz llena de emoción.—Pues no fallaste —le dijo sonriendo— Y me alegro. Ya llamé al equipo para que se dirija hacia acá, pero creo que tendremos que intentar recuperar a tu hija nosotros solos, al fin y al cabo, pueden tardar más de una hora y está a punto de caer la tarde, nos queda poco menos de una hora para que oscurezca.Brian dejó de acunar a su hijo contra él para mirarlo a la cara.—Ahora cuéntanos a qué nos enfrentamos exactamente, hijo —le preguntó suavemente pero con firmeza al mismo tiempo.Junior ya estaba recuperado, aunque tenía las marcas de los dedos del matón en el rostro.—Son solo dos hombres, papá —respondió con presteza
Charlotte estaba sentada en el mueble de la sala tomando una taza de té, pero la angustia no se alejaba de su pecho.«¿Y si les pasó algo a mis niños? —pensaba con angustia— ¿O si le pasó algo a Brian?»Quería gritar y caminar de un lado al otro, pero la firmeza de su ama de llaves la mantenía sentada para que reposara. Ya la habían atendido en el hospital y le habían cogido unos puntos de sutura en la cabeza, los médicos determinaron que no había mayor daño y la enviaron a casa.Su teléfono se había partido cuando cayó al suelo y no podía llamar a Brian y eso la tenía al borde de los nervios, aunque era una mujer muy controlada y segura de sí misma, pero eran sus hijos… y el amor de su vida.Por ello, cuando escuchó las ruedas de un auto en la entrada de la casa, se paró con rapidez saliendo a la puerta para ver quien era. Cuando vio a sus hijos, caminando cada uno al lado de su padre, tomados de las manos, no pudo evitar el llanto y la risa al mismo tiempo, sus rodillas se doblaron