Brian compró ropa deportiva y varios adminículos más, y puso todo en un bolso nuevo que también había comprado para ello. Al salir de allí se dirigió directamente al enorme gimnasio que quedaba en el piso superior del centro comercial. Lo recibió una amable recepcionista quien le mostró los diversos planes de que disponía el centro para los usuarios de acuerdo a su disponibilidad y capacidades.—Gracias, joven, pero la verdad es que estoy de paso, así que prefiero tener una cuenta abierta para cuando desee venir —le dijo Brian con una sonrisa amable en el rostro— Así no tengo que estar pendiente de los gastos, tienen esa modalidad aquí, ¿Verdad?—Así es, Señor —dijo la chica— Pero necesita una buena referencia de algún socio o una tarjeta de crédito confiable.—Entiendo —dijo Brian, mientras buscaba en el bolso de mano que había traído extrayendo una tarjeta dorada del mismo.La chica la recibió en su mano y se quedó mirando la tarjeta como si estuviera hipnotizada, un leve temblor s
Brian y Charlotte caminaban uno junto al otro sin tomarse de las manos, pero caminaban muy juntos y sus brazos se encontraban a cada instante, haciendo que chispas de electricidad saltaran entre ambos.Conversaban en tonos bajos, hablando de las cosas que habían vivido y de los recuerdos. Y de vez en cuando ambos hacían comentarios cálidos unas veces, y a veces otros insinuantes, como un juego amoroso dónde ambos combatientes te daban al otro para ver quién ganaba.Pero la realidad era que ambos ganaban y perdían, según se quisiera ver, porque el juego no hacía sino alimentar la llama de amor y el fuego de la pasión que ambos sentían.No habían hablado sobre ello, pero tenían un acuerdo tácito de no pasar la línea del contacto físico hasta que se definieran las cosas.Por un lado, Brian no quería que ella se viera sometida a cualquier humillación, por lo que no se permitía faltarle, como mujer casada que era. Él solo deseaba resolver todos los asuntos que tenía pendientes con las pers
Esa misma noche, Brian comisionó a dos de los ejecutivos que lo acompañaban para que investigaran todo lo referente a Reginald Taylor, quería saber todo sobre él, de manera que pudiera cercarlo antes de que fuera a tratar de hacerle daño a Charlotte.Como Robert estaba con ellos cuando Brian les dio la asignación, dispuso que uno de sus agentes hiciera investigaciones de corte criminal sobre él. De manera que pudieran saber si estaba vinculado con alguien de los bajos fondos que pudiera ayudarlo en caso de que quisiera hacerle daño a Charlotte o a sus hijos.En la mañana Brian se levantó de muy buen humor, y no era para menos. Ya tenía en sus manos, prácticamente, la mayor parte de las acciones de la minera sin haber tenido que luchar mucho. La mujer que había amado toda su vida lo amaba igual o mucho más que antes. Tenía dos hijos hermosos, inteligentes y adorables.Pero sabía que le quedaba una parte dura de recorrer, en especial con el comisario Brown, pero no se iba a amilanar aho
—No te olvides que nosotros somos la autoridad aquí, Lancaster —le dijo un cada vez más rabioso agente Pete, se le notaba que se le estaba acabando la paciencia— ¡Y tú no eres nadie!—En eso podrías estar equivocado, PeteEl tono mordaz y la tranquilidad que exhibía Brian los tenía un poco desconcertados, pero tenían órdenes de su jefe, así que harían exactamente lo que esté les había ordenado: Detener a Brian Lancaster y llevarlo a la cabaña que utilizaban para cometer sus fechorías, cómo torturar a los detenidos que iba a “desaparecer”—Si estoy equivocado o no, no importa, Lancaster —dijo Pete con una risa tonta— Ya no volverás a molestar a nadie más aquí, en especial al jefe Brown y al Señor Reynolds.—Hmmm, eso quiere decir que mi suegro está metido en esto, ¿Eh? —dijo Brian en tono burlónLos dos agentes se miraron pensando que quizás habían hablado de más, pero fue solo por un momento, al fin y al cabo tenían órdenes de hacer desaparecer a Brian Lancaster.—Eso no importa, Lanc
Los conductores de los autos que circulaban por la carretera norte miraban extrañados la patrulla detenida en un lugar solitario y que, a todas luces, se veía abandonada. La mayoría simplemente se encogía de hombros, pero otros más preocupados esperaron a encontrarse con algún oficial de policía para darle la novedad.El comisario Brown estaba en su oficina como acostumbraba después del mediodía. Ya le parecía un poco raro que Pete y Joe no hubieran aparecido ni lo hubieran llamado para notificarle cómo iba la vigilancia de Lancaster. Normalmente llamaban para que otra patrulla los sustituyera mientras ellos almorzaran por allí o vinieran al comedor de la comisaría.Pero tampoco estaba muy preocupado, era posible que se hubieran quedado un poco más si veían la oportunidad de detener a Brian Lancaster. Sus instrucciones habían sido bastante precisas: Detenerlo y llevarlo a la “cabaña” que era como llamaba a una vivienda metida en una antigua hacienda abandonada que quedaba por la parte
Brian Lancaster regresó al hotel bastante satisfecho. Apenas entró en la suite, Colton, el vicepresidente se le acercó con ganas de conversar.—Señor Lancaster —le dijo con tono respetuoso— Le tengo buenas noticias, la junta de bienes aprobó la transacción de venta de las acciones sin ningún problema como habíamos previsto, aunque siempre se muestran reacios cuando se trata de compañías mineras.—Bueno, no es de extrañar, señor Colton —dijo sonriendo— Tenemos buena reputación.—Y también una terrible fama, jefe —le replicó Colton— Al menos usted, casi siempre prefieren aprobar antes que enfrentarse a usted en un litigio como el caso de las empresas Square Root.—Sí, lo recuerdo bien —sonrió— ¿Y para cuando tendrá la empresa la reunión de junta directiva y accionistas?—En un par de días, señor —Colton le mostró la invitación que le habían dirigido a Hughes, quien era la “cara oficial” de la empresa— Y limitaron la asistencia de ejecutivos nuestros, así que usted y yo asistiremos con H
Pero no todos los que miraban a la pareja con sus hijos sonreían por ello, un par de ojos inyectados en sangre, turbios por los efluvios del alcohol y una vida disipada, los miraban con rencor.Reginald Taylor despegó su cuerpo de la columna que lo medio ocultaba a la vista de los demás, y desde donde había estado viendo las conversaciones de Charlotte y Brian primero, y luego cuando llegaron los muchachos y se marcharon juntos a pasear con Brian.La torva mirada decía todo sin palabras, Reginald se debatía entre la rabia y la frustración, porque sabía que no podía hacer nada… Al menos eso creían los demás, porque el turbio carácter de Reginald siempre lo había orillado hacia lo peor.Caminó hacia la salida opuesta del centro comercial como si llevara el peso del mundo sobre los hombros. Sus pensamientos eran un torbellino de ideas que le bullían en la cabeza como un caldo espeso hirviendo y una idea se iba abriendo paso en su mente.«Me vengaré —repetía una y otra vez en su mente— El
La mayor parte del resto del paseo de Brian con Charlotte y los chicos fue del mismo tono. Charlotte, ya ni siquiera protestaba, solo trataba de disfrutar el momento y lo hacía con regocijo, porque al fin sus hijos estaban disfrutando de su padre, aunque no lo supieran.Brian le había pedido que tuviera paciencia, eso les evitaba tocar cualquier tema que Brian no quisiera mencionar aún, y ella estaba dispuesta a hacerlo, estaba dispuesta a esperar lo que Brian decidiera.Y de pronto se dio cuenta de que Brian no había dicho nada concerniente a los chicos, en particular sobre cuando revelarle que él era su padre. Eso se lo había dejado en manos de ella, porque según Brian, ella era quien tenía el plano derecho a decirle la verdad a los muchachos.Mientras estaban en la terraza de un restaurante esperando para comer, y Brian conversaba agradablemente con los chicos, ella pensaba en este asunto. No le costó mucho tomar una decisión.«Les diré la verdad a los chicos —pensó mientras sonreí