El alocado ritmo del corazón de Charlotte volvió de nuevo, y junto con él el deseo imparable que comenzaba a nublar sus sentidos de nuevo, y ahora más, porque la mano de Brian levantó un poco su vestido hasta que tocó la ardiente piel de su pierna.Por allá, en el fondo de su mente, su parte racional trataba desesperadamente de decirle que se detuviera, que detuviera a Brian, porque en cualquier momento alguien podría entrar en esa parte del jardín y los vería en tan comprometedora postura.Pero su mente obnubilada no le prestaba la menor atención, ahora solo sentía, y sentía como había querido sentir desde hacía muchísimo tiempo. Se sentía, por primera vez en muchos años, una mujer de nuevo, una mujer en la plenitud de su florecer… y lo peor era que quería seguir sintiendo.Brian tampoco estaba en sus cabales. El hecho de que la mujer que amaba estuviera allí con él, como si no hubieran pasado quince años, sino que fuera un día después de que estuvieron juntos en ese hotel, amándose
—Creo que debería llevarte hasta donde está tu padre —dijo Brian con evidentes ganas de bromear— De seguro se moriría de la impresión… Pero no lo haré, hay algunas lecciones que recibirá primero —terminó diciendo en tono misterioso.Charlotte se preguntaba a qué lecciones se refería Brian, pero no quiso preguntarle, al fin y al cabo él le había pedido que confiara en él y le había advertido de que no le diría todo por los momentos. No tenía una idea exacta de lo que pretendía, ni tampoco entendía como un simple ejecutivo podría tener tanta influencia para enfrentarse a su padre y al poder que este representaba.Entraron por la puerta ventana de la terraza hasta la pista de baile que en ese momento estaba bastante concurrida.—Me encantaría bailar contigo, amor —le dijo en voz baja, de manera que solo ella le escuchara— Pero es mejor no hacer un alboroto ahora, y tu padre es muy capaz de saltarse el protocolo y la cordialidad con los invitados.—Tienes razón —le dijo ella en el mismo t
Brian y Charlotte bailaban como si fueran una pareja de profesionales. Él había aprovechado cuando escuchó una antigua canción de la era “disco”, una que le gustaba mucho a ambos, y a pesar de que Brian no quería excederse en las provocaciones que le hacía a Rufus Reynolds, no pudo evitar este desafío.Se movían con una sincronización que le daba elegancia y hermosura al baile, y los que estaban mirándolos aplaudían a rabiar por la emoción. Al terminar, cubiertos por una capa de sudor, ambos se miraron a los ojos pues sus caras estaban separadas por menos de un palmo.Brian deseó besar los hermosos labios de Charlotte, pero lo pensó mejor, Esto ya había sido bastante provocación contra Rufus Reynolds, así que no quería que se ensañara con Charlotte, aunque por lo visto ella sabía manejar bastante bien su situación actual.Soltándose de las manos, ambos se dirigieron a las mesas en medio de silbidos y expresiones de felicitación.Cuando llegaron a la mesa, Mister Hughes los felicitó so
No menos enojada y sorprendida que su padre iba Charlotte en su auto. Después que llegó a un cruce importante redujo la velocidad y respiró hondo para relajarse.Primero, enojada porque su padre trataba de dominarla como si fuera una niña todavía, y sorprendida porque nunca se había enfrentado a él de esa manera, y mucho menos, amenazándolo.En medio de su estado de enojo un súbito ataque de risa la invadió y la hizo detenerse un rato mientras reía sola, allí en su auto. Se imaginaba la cara de su padre y lo que debería estar pensando en estos precisos instantes.Lo que no imaginaba Charlotte era que su padre, después de tragarse su enojo se puso a pensar con cuidado.«No puedo dejar que el inmundo de Brian Lancaster se acerque a mi hija —pensó entre disgustado y meditabundo— Eso lo evitaré a toda costa»Sin importarle la hora que era ya, sacó su teléfono móvil y escribió un breve mensaje:—“Mañana a primera hora en tu oficina, Brown”No le importaba lo que fuera a hacer el comisario,
El jefe de la policía se quedó mirando fijamente al empresario. Vio su rostro congestionado y el labio tembloroso, signo inequívoco de que el hombre estaba muy enojado. El comisario Brown conocía muy bien al hombre que tenía sentado delante.Sopesó con cuidado sus opciones, ya no era un hombre joven y no podía dar un paso en falso, bastaba que cometiera un error grave para quedar cesante y sin paga ni arreglo por los años servidos.Pero tampoco podía dejar de apoyar a Reynolds. Ambos compartían muchos secretos, muchos arreglos turbios que los comprometían a ambos y los obligaban a seguir siendo cómplices aunque no lo quisieran. Bastaba que uno de ellos cayera para que el otro lo siguiera casi de inmediato.—No se preocupe, Reynolds —le dijo con tono mesurado— Deje que yo me encargue del zarrapastroso ese, no crea que porque se viste elegante ahora va a quedar lejos de la justicia.Lo dijo en tono solemne, pero lo que no decía Brown era que su “justicia” no significaba necesariamente “
Para desgracia del comisario Brown, Robert Harris no era ningún tonto. Había utilizado un código de seguridad para cambiar su estatus de primer nivel a “nivel confidencial” Que era el que utilizaban los protegidos del gobierno federal. Estaba seguro de que el comisario se impresionaría al no poder averiguar quién era él, pero también tenía la seguridad de que este buscaría los medios para averiguar lo que significaba ese código de seguridad.—¿Cuándo crees que tu acérrimo enemigo pretenda echarte mano, eh? El jefe de la policía se quedó mirando fijamente al empresario. Vio su rostro congestionado y el labio tembloroso, signo inequívoco de que el hombre estaba muy enojado. El comisario Brown conocía muy bien al hombre que tenía sentado delante.La voz de Robert se alzó en medio de la elegante terraza donde descansaban en unas cómodas tumbonas después de un generoso desayuno de varios platosBrian volteó para mirar a su amigo quien tenía un sombrero Panamá sobre su cara para evitar el r
Brian y Charlotte estuvieron conversando de muchas cosas, ella le contó una buena parte de su vida y él le contó una gran parte de sus luchas, pero sin ahondar mucho en detalles, en especial, los de los últimos años, donde había alcanzado mucho éxito. Así los minutos se fueron haciendo pocos hasta que Charlotte le echó una ojeada a su reloj, porque aunque ese día no tenía porqué ir a trabajar a la empresa, tenía que ir al gimnasio y luego buscaría a sus hijos para llevarlos a sus clases particulares de canto, porque a ellos les gustaba. —Ya tengo que irme, Brian —le dijo un poco apenada— Debo pasar por el gimnasio y luego buscar a los chicos para llevarlos a sus clases en la tarde. —¿Tan rápido? —le dijo él— Pensé que te quedarías conmigo esta tarde, no sé, pensé en llevarte a pasear en auto por allí, quizás al mirador… —Oh, Brian —le dijo ella sonrojándose— Hace años que no voy por esa ruta de las montañas —hizo una breve pausa antes de continuar— Pero creo que ahora no sería buen
—Son geniales —la voz de Brian se escuchaba impregnada de orgullo y emoción, algo que no había podido sentir en años— Si no fueran mis hijos… los adoptaría sin dudar.Ahora la emoción se reflejó en el rostro de Charlotte. Le parecía casi increíble que Brian estuviera allí, con ella, mirando a sus hijos con una mirada de amor que le calentaba el corazón con hermosos sentimientos.—Pero son tuyos… al igual que yo —dijo bajando un poco la voz al final.Brian se volteó para mirarla directamente a los ojos. Ahora, las emociones anteriores se habían disipado para dar paso a un sentimiento más personal y profundo.El amor se reflejaba en la mirada de Brian Lancaster…—No había escuchado una frase más hermosa que esa en toda mi vida, Lottie, mi amor —la intensidad de su voz era fiel reflejo de lo que sentía en esos momentos.Se miraron por un largo tiempo sin decir nada con los labios, porque todo lo decían con sus miradas.Charlotte sacudió la cabeza para librarse del embrujo y la fascinaci