Capítulo setenta y dos
Camino al capó del carro y tomo asiento sin dejar fijar mi objetivo —hermano, ¿por qué te tardaste tanto? sé que a Sara no le gusta la velocidad porqué Elizabeth me dijo, pero ¿no la pudiste convencer? Mira que hasta el idiota de Isaac te alcanzo—observo al par de payasos sentados en el capó de sus autos.
—Sí, ¿por qué tardaste tanto en convencerla? —mi mente ignora por completo sus comentarios.
Ahora en lo que pienso es en las minorías de posibilidades de que ella este embarazada.
Es una demonio, es casi imposible la posibilidad.
Tú lo has dicho. Es casi imposible, pero eso no significa que no pueda estarlo, además, estas consciente de que te corriste dentro de ella, ¿cierto? Con ese punto te lo dejo.
Capítulo setenta y tres—Tranquila, todo estará bien, es más, ni siquiera le tomarán importancia —sobo su hombro.Después de que salí de todo ese escándalo y bullicio subí al auto lo más rápido que pude, pero una cámara tomo una fotografía de Sara en el auto.Su miedo incrementa cada vez más al pensar que la justicia pueda decir algo al respecto con nuestra relación.—¿Cómo lo sabes? —me mira fijamente con los ojos vidriosos.—Tú me amas, además, tu madre es parte de mi manada. Ella fácilmente puede decir que te ha emancipado y si no fuese asi, da el caso de que no me negaría estar contigo y si lo hiciese yo la puedo obligar con la voz de Alpha. Ahí si no me lo puede negar—aprieto su mano.&
Capítulo setenta y cuatroCamino directo a la cama y quito mis pantalones dejando lo duro que estoy a su disposición, sus manos juguetean con los bordes del pantalón bajandolo lentamente poco a poco. Mi mano ejerce presión y sube de arriba a abajo lentamente. Se inclina un poco dejándome ver su rosada intimidad y da un paso fuera de los pantalones, se vuelve a colocar tal como le indiqué y gira un poco su cabeza para mirarme por el rabillo del ojo.Me levanto y llego hasta ella, toco el exterior de sus piernas e instintivamente tira su cabeza hacia atrás, gime bajo al sentir mi mano rozando su piel, llego a sus pecho y me apego a su cuerpo dejándola sentir lo duro que estoy.—follame, wade, cogeme— habla entre suspiros.Coloco mi respiración en su cuello— oh no, todavía no —soplo su hombro y mis la
Capítulo setenta y cincoPov Sara—¡Wadeeeeeeee, protégeme! —me coloco atrás de él usándolo como escudo.—¿Por qué yo?—cruza sus brazos evitando que las albóndigas den en su cara.—Porque tú me puedes tapar mientras yo ataco—tiro de los macarrones en mi plato a Isaac que está justo al frente.Me muevo a su costado derecho y apunto directo a Elizabeth, pero antes de que la albóndiga de en su cara ella baja rápido haciendo que esta de directo a la cara de la abuela.Sonrío nerviosa y me escondo otra vez.Que no me odie, que no me odie, que no me odie.—Que mala puntería —Ricky Rincón ríe a todo pulmón y yo gruño.&nb
Capítulo setenta y seisRuedo los ojos y me pongo las cosas—Necesitamos pasar a la mansión para llevar mis cuadernos y apuntes—jalo de sus brazos y lo saco del cuarto.Bajamos las escaleras y llego hasta la puerta donde está la abuela con el abuelo agarrados de la mano—Hija, que te vaya bien, cuida al muchacho por mí y que tengan un buen viaje.Los abrazo —Igual ustedes, no esten haciendo tantas cosas no apropiadas para su edad y no se preocupen, yo cuidaré muy bien al señor Wade—ellos asienten y me dan paso para salir con él afuera. Veo el auto estacionado en la entrada y camino hasta el, Ricky Ricón abre la puerta por mí y rodea el auto rápidamente.Abrocho mi cinturón de seguridad —Solo es una hora de aquí hasta allá debido a que no hay tráfico —asie
Capítulo setenta y siete—¿Es cierto que usted es la luna del Alpha? —no muy segura asiento—Ya que lo es, usted debe mantener un bajo perfil ante todo esto, de ninguna manera será privilegiada —levanto mi mano y lo freno de golpe.—Yo no vengo aquí para tener privilegios, yo vengo aquí para estudiar y aprender de lo que más necesito, no se confunda—me cruzo de brazos mientras le doy una de mis tantas caras neutrales.—Me parece bien que lo tenga en cuenta señorita Sara, ahora, como sabrá usted debe esforzarse mucho para recuperar sus notas.Asiento—Eso nunca ha sido algún problema para mí, sé que debo poner de mi mayor esfuerzo y dedicación y todo estará bien—me levanto de la silla—si no tiene más nada que decir, me retiro. Tengo pocos minut
Capítulo setenta y ochoSuspira—Está bien—abro la puerta y la hago subir, tiro mis cosas adentro y me acomodo en el asiento, cierro la puerta y Andrews me observa desde el retrovisor.—Señorita Sara el Señor—alzo mis brazos para que no diga nada y él entiende el mensaje — aquí le manda—tomo la tarjeta y saco el celular de mi bolsillo, entro a mensajería y ahí ésta la clave.Borro el mensaje y salgo—Al centro comercial, Andrews—la prado toma marcha y rápidamente nos instalamos en la ciudad.—¿A ti te vienen a buscar al instituto? Vaya, que importante debes ser.Niego—No soy nada importante para nadie.Mentirosa.Tienes una manada que daría la vida por ti.&n
Capítulo setenta y nueveMi cuerpo se siente relajado, descansado, feliz en pocas palabras.Me levanto de la cama y entro al baño para hacer mi rutina matutina: cepillarme los dientes, bañarme y salir. Una vez hecho todo esto voy hasta el armario y me pongo lo primero que veo.Saco un collar de la estantería y me pongo el mismo reloj que he tenido estos días. Me obervo en el espejo antes de salir y busco por todo el lugar mi bolsa, tomo el móvil de la mesa de noche y lo meto al bosillo del pantalón.Mochila, mochila, mochila, ¿dónde estás? Mochila... Tareas...Busco por todas partes desordenando todo a mi paso, salgo corriendo hacia el segundo piso y entro a el despacho del señor ricachón.—¿Wade, no has visto mi bolsa?—mi voz se va apagando
Capítulo ochentaLa miro a ella y luego a él—Hola Sara, te presento a mi novio—junto mis cejas.¿Este patán no la trataba mal?Mi mirada se desvía a él y me sonríe coqueto.Ya entiendo.Observo a Julieta y niego, cómo es que después de tantas cosas que él le hizo ahora esté con ese payaso. Las niñas en ocaciones son masoquitas, o más bien, tontas.—Uno es compañía, pero dos son bultos—dejo la bandeja de comida y tomo solamente el agua.—¡Hey! —Julieta toma mi brazo y lo safo de su agarre—¿qué pasa? —sinceramente quiero decirle mil y unas palabras por hacer esa locura, pero eso a mi no me compete.Que lo descubra el