Hace tan solo un mes atrás, había dado la bienvenida al pequeño Asthon y ahora Olivia llegaría al mundo ese mes, lo que significaba que ambos solo se llevarían un mes más o menos. —Oliver te veo tan angustiado, este tipo de adelantos suceden, no tienes que preocuparte. Pamela también es una chica fuerte y todo ha ido en orden, solo espera y verás que ya todo habrá pasado. —El nacimiento de Olivia me tiene emocionado y a la expectativa —admitió sonriendo y algunas lágrimas escaparon. —Nosotros también estamos ansiosos por conocerla, una princesita llegará a su hogar. ¿Dices que Tomas se ha quedado con Asthon? —Sí, él y Ana, la mujer que ha venido con él. —Esos dos tienen algo y si no es así, pronto lo tendrán, se miraban tan cómplices. —Ya lo creo —sonrió. ...El doctor no tardó en presentarse y avisarles que Pamela había dado a luz a una niña sana y saludable, con el peso adecuado a pesar de que el parto se había adelantado casi tres semanas. Todos lo celebraron y pidieron ver
Ana, quién además de haber estudiado turismo era una excelente guía en todo lo que tenía que ver con la planificación de bodas, se ofreció para darle una mano a Oliver y a Pamela con todo eso. Ese día estaba con Pamela, tomando nota de todo lo que se necesitaba. —Escogí varios diseños para las tarjetas, quizá te guste alguna, me puse en contacto con un proveedor y tiene una infinidad de opciones. ¿Me dices que Oliver llamaría a un chef para la elaboración de los postres y comida? —¿También crees que es un poco exagerado? —No, no lo es. Es bueno que se ocupe de esa parte. Todo lo concerniente al arreglo, me encargaré —expresó ansiosa —. Pero una amiga que conozco y es organizadora de bodas se unirá a mí, tiene un equipo maravilloso con el que vale la pena trabajar. Si no me hubiera dedicado de lleno al turismo, sería como ella. —Supongo que ahora sí lo harás, digo con lo que sucede entre... Mejor no sigo, solo digo tonterías. —No te preocupes, en realidad Tomas y yo nos estamos c
Caroline se quedó maravillada al verla modelar ese vestido de novia que en su opinión le quedaba perfecto. Aunque todavía había una infinidad de opciones que se podía probar.—¿Acaso todos los vestidos han sido hechos para que le queden preciosos? —cuestionó la dependienta, como un cumplido. —No, para nada... Diría que solo bien —negó la aludida un poco avergonzada, y empezaba a sentir sus mejillas calientes. Sabía que todavía faltaba mucho para decidirse por uno y no arrepentirse nunca. Después de todo sería un día especial y todo tenía que salir perfecto. —Ay Pamela, no seas demasiado humilde, que la dependienta tiene toda la razón, tienes una figura tan bonita que todo lo que te pongas te sientas de maravilla... estoy segura de que mi hijo caerá redondito con solo verte. ¡Eres toda una princesa! Estaba a punto de decir otra cosa, cuando apareció Ana, se miraba un poco agitada y luego explicó que había corrido para no perderse el momento. —Lo importante es que estás aquí. —¿En
Asthon y Olivia ya se habían dormido, otra vez juntos en la cuna. Pamela los miraba desde ese ángulo y no pudo evitar sacar su teléfono para tomarles una foto a los dos, también le haría el recordatorio a Oliver para que comprara una cuna y ellos pudieran descansar más cómodos allí. —¡Bu! Dio un respingo al ser tomada por la cintura repentinamente por el aludido, ella lo miró a sus zafiros. —Oliver, pensé que todavía te estabas ocupando de todo lo de la compañía. —Pude terminarlo justo a tiempo gracias a Tomas, le comenté que tenía cosas por hacer y no tardó en ayudarme. Oye, deberíamos celebrar el hecho de que vas a trabajar con Lincoln —le dijo de forma pícara y ella se sonrojó hasta la médula. Sabía a lo que se refería. Ella se enredó a su cuello y sonrió con atrevimiento. —No me digas... Creí que iríamos a comer, incluso pensé que me llevarías a Italia. ¿No sería ese buen regalo para mí? —Se supone q
Oliver, la encontró absorta en aquella hoja caída, la levantó de inmediato y la hizo una bola de papel, antes de arrojarla en el cubo de la basura. Posterior a eso se sentó a su lado y la abrazó sobre los hombros. —¿Estás bien? Solo pudo asentir con la cabeza. —Diana solo puede pedirle perdón a Dios, es el único que podrá apiadarse de ella, por todo el daño que causó. —Lo mismo opino. Tal vez no debí hacerte entrega de esa carta, cariño. —No, no tienes que preocuparte, estoy bien. ¿Que hago de cenar? —cambió de tema, no deseando seguir por ese rumbo que no llegaría a ningún lado y por el que no valía la pena andar. —No prepares nada hoy, pediré un delivery. Ah, mis padres hace un momento me han llamado para decir que vendrán —avisó cambiándole la expresión. —¡Genial! Así cenamos todos juntos —emitió más sonriente. ...Sus suegros llegaron temprano, Caroline con la idea de ayudarla en la cocina para que no se tuviera que hacer cargo de todo sola, ya estaba cortando algunas verd
El día especial había llegado, Pamela estaba emocionada y sentía que podría ponerse a llorar a moco suelto cuando estuviera a punto de llegar a Oliver y tomar su mano. La muchacha además de ser un manojo de nervios, también era invadida por la tristeza, porque su madre no podría estar con ella de ninguna manera en ese momento tan especial, los tiempos no habían coincidido... pero se quedaba con la idea de que la mantenía viva en sus recuerdos y en su corazón. Percy maulló apareciendo en la habitación que estaba siendo ocupada por ella. Aún no llegaba el equipo que se encargaría de peinarla, arreglarla y todo lo concerniente para su preparación. Por eso durante esos minutos seguía en un estado de reflexión pensando en todo lo que pasaría de ahora en adelante. Acarició a la gatica, era bastante raro que con solo tocarla un poquito, aminoraba toda esa ansiedad que se esparcía a través de su ser. Caroline apareció pronto. Ella también necesitaba arreglarse. Ana estaba junto a los niñ
Cerdeña, Italia. Transcurría mayo, el cálido verano en familia. Pamela tenía la suficiente inspiración allí para recargarse y luego pintar un hermoso cuadro que reflejara, lo bien que se la estaba pasando durante la luna de miel. Los niños también estaban felices de estar con ella. Existía una necesidad increíble por pincelar odo lo que estaba viviendo ahí, atesorarlo para siempre dentro de sus recuerdos. Al fin podía respirar el aire marítimo y estar en Italia. Un lugar mágico y hermoso, ya tenía la galería repleta de fotografías. —Espero que te la estés pasando bien, deberías posar y dejar que te tome una fotografía con la vista de fondo. ¿Bien? —No, no creo que sea necesario Oliver. Además, mira a todas esas personas viéndonos —masculló. Oliver acarició su mejilla. —Supongo que todavía sigues siendo una chica tímida, oh vamos, solo posa para la foto —la animó. Finalmente Pamela había accedido y gustosamente capturaba el momento. Después de eso regresaron al hotel, una chic
La primera vez que había tocado el suelo italiano se sintió perdida, como si no podría nunca encajar en un lugar diferente al que había conocido, ciertamente, echó de menos lo que conocía antes de terminar encerrada en ese sanatorio, ahora volvía a tener la oportunidad de vivir, de recuperar lo que perdió en un chasquido de dedos injustamente, ella por fin divisaba los rayos de luz, miraba el amanecer y contemplaba el atardecer junto a dos personas que le brindaban protección y cariño, justo lo que idealizó en su imaginación y creyó nunca vivir. Mar, era una joven emocionada de poder estar al lado de ellos dos. La habitación que se le había presentado como suya por primera vez, al estudiarla la dejó perpleja, no había una cosa faltante en esa recámara que se volvió de ensueño. Poco a poco a lo largo de esos meses, se fue sintiendo cómoda y familiarizada con lo que tenía en su presente adornado de colores y lejos del blanco y negro que siempre lo opacó. Sabía de antemano que los día