Pamela se quedó mirando desde el exterior de la boutique, los escaparates eran muy llamativos, adornados de una forma perfecta... el vestido frente a ella le recordaba ese que Oliver le había regalado aquel día. Uno elegante, costoso y hermoso aunque siendo una chica sencilla, prefería decantarse por algo que llevara más su sello. El matrimonio falso para ella se veía distinto, cada vez que reparaba en la forma tan detallista, delicada y buena con la que Oliver la trataba. Pero no estaba segura si le importaba como mujer, las veces que estuvieron juntos resultaron ser mágicas, de otro mundo, sin embargo no era más que un hombre con necesidades y débil por la carne.Su madre le escribió que debía ser feliz y conseguir una pareja. Pero resultaba extremadamente complejo descifrar si él sentía algo por ella. —Lo siento —dijo esa voz familiar al chocar con ella, era Tomas. —Tomas. —Pamela, no esperaba encontrarte aquí. Creí que estarías en casa. ¿Cómo has estado? —quiso saber, los ojos
La joven estaba completamente indignada por su actitud, él no tenía ningún derecho de tratarla de aquella forma o de exigirle, mucho menos acusarla de algo que no era cierto. En todo caso lo de ellos era una falsedad, así que era absurdo que se portara así. Ella, al final, no le debía explicaciones. No era menester que recriminara. —¿Puedes dejar de hablarme así? No me agrada en absoluto que actúes como si yo te pertenezco. Tal vez hice mal al estar más de lo debido afuera. Pero eso que me enseñas es absurdo. No es así, créeme. —¿Quieres que no considere las pruebas? Debes estar bromeando, no soy idiota. Es evidente que esto no es una confusión, no es un error, así que no intentes hacerme ver lo contrario porque no lo vas a lograr. —Es estúpido, siempre quieres tener la razón, pero no la tienes, Oliver. En serio, te digo la verdad, además, le estás dando mucha importancia a eso —expresó rabiosa —. Y, que no se te olvide que ya estoy grandecita, para saber lo que hago y dejo de h
Oliver se sirvió el tercer vaso de whisky, era un imbécil al mostrarse así. Se supone que iba a respetar los sentimientos de Pamela, pero lo primero que hacía era portarse como un celoso. —¡Maldición! Ya no soportaba estar allí. Pensó que sería bueno visitar a sus padres y pasar la noche en su antigua habitación. Pero como eso era algo que no solía hacer, entonces sus padres no tardarían en suponer que estaba pasando por una crisis matrimonial. Sobre todo su madre se inquietaría por eso. ¡Que liado se sentía en todo eso! Descartó la idea de ir a verlos. Después de todo, sonaba como una mejor idea irse a su piso de soltero. Desistió al sentirse un poco mareado. Había tomado mucho y no era recomendable conducir así. Se evitaría un accidente al no salir. Mejor se quedaría en casa. Sumado a ello, ya era demasiado tarde para salir por ahí. Sin poder dormir y sin querer hacerlo, rugió molesto, porque estaba pensando en Pamela. —¿Por qué tuve que enamorarme de ti? —respiró frustr
Terminó agotada después de un largo día en la universidad, no iba a mentir, los días en los que no había tenido que ir fueron pacíficos y ahora que volvía a integrarse en esa rutina, comenzó a llenarse de estrés nuevamente, ni modo... en algún momento tendría que volver a la rutina.Había estado pensando en llamar a Diana y preguntar sobre el motivo por el que no fue a trabajar, no tenía idea de qué le pudo haber pasado, por eso estaba preocupada.La llamó varias veces, pero la chica no le contestó....Diana miró a la pequeña directamente a los ojos. Esta, apenas podía sostener su mirada.La mujer provocaba un miedo voraz en ella. Su memoria no podría olvidar todo el daño que esa mujer le hizo, lo que seguía permitiendo al dejarla allí como si fuera cualquier cosa. Mar, quiso liberarse de una vez por todas y escapar, al menos hacer el intento. No lo logró, fue descubierta al poco tiempo, recibiendo un castigo. —Y bien, ¿me vas a decir qué rayos es lo que has intentado hacer ahora?
Ni siquiera podía controlar su respiración de lo alterada que se puso. Maldijo cuando el teléfono se iluminó, dando el aviso de aquella llamada de parte de Pamela. Que molesta era esa joven, siempre recurriendo a ella. —Lo que faltaba —bramó antes de contestar —. ¿Pam? Ya volvía a fingir ser una dulce y buena persona. Aunque no era culpa suya que existieran tantas chicas ingenuas como Pamela. Además de eso, que se fiaban de cualquiera y tan rápido. —Sí, ¿quién si no? Te extrañé hoy, no pensé que faltarías, espero todo esté bien. Llamaba para saber. —Oh, así es. Perdona, estuve bastante agitada, digamos que son asuntos personales de los que no tienes que preocuparte, agradezco que te hayas tomado el tiempo para llamarme y preguntar si estoy bien... Sin mentir, ya perdí la cuenta de quién lo hizo la última vez. Pamela creyéndose su cuento, se sintió triste por la chica. ¿Por qué nadie más la llamaría y quería saber de ella? —Diana, no comprendo cómo es que no tienes amistades, co
Pamela caminaba con el resto de los transeúntes a través de las calles de la ciudad; no tenía un rumbo fijo pero ese día soleado era demasiado bueno para desaprovecharlo encerrada en casa, era agradable apreciar el día y no inquietarse por algún pendiente de la universidad.Si pudiera, hasta se abría ido a la playa o a algún sitio para pasarla bien. Chasqueó la lengua.Se detuvo al sentir que alguien la seguía, miró atrás, pero no había nadie. Pero sin deshacerse de ese mal presentimiento, optó por ingresar a una exposición de arte, no solo para resguardarse, sino porque captó su atención por el concepto que se manejaba. En poco apreciaba cada una de esas obras expuestas.Era como un hilo que comenzaba en la juventud y terminaba con esa pintura de dos personas envejecidas tomadas de las manos: era el recorrido de la vida. El inicio y al final resumidos en todas esas pinturas increíbles.Tuvo varios pensamientos en ese momento y el anhelo de que algún día ella se encontraría con al
—¿Puedo saber a dónde vas? Oliver solo pudo negar con la cabeza, antes de soltar una carcajada. —¿Ahora tengo que darte explicaciones sobre a dónde me dirijo? Creí que no te apegarías tanto al papel de esposa —enfatizó en esa última palabra. —Solamente hice una pregunta, de ninguna manera te estoy exigiendo que me rindas explicaciones, sabes que ni siquiera me interesa a dónde o con quién vas. Pasó de largo pero se frenó en seco otra vez cuando escuchó la voz de Oliver, sobre todo sus palabras batiendo la ira en ella. —¿De esa manera es como ahora te comportas con la persona que te ayudó? Creí que serías más agradecida después de todo. Estoy seguro de que ni siquiera tendrías para pagar el alquiler en donde estabas arrendada, aquí tienes absolutamente todo, comida, techo, ropa y aunado a eso, puedes darte tus lujos —le sacó en cara. —¿Y se supone que recibo todo eso porque quiero o no me queda de otra que aceptarlo? —lo enfrentó con la mirada, no se quedaría callada, entonces el
Temprano en la mañana de ese sábado, sacó todo lo pertinente para comenzar a pincelar sobre ese enorme cuadro la foto que la madre de Oliver le había hecho llegar. Mamá, papá y Oliver. Como le habría encantado omitirlo de la pintura, pero no podía hacer eso, sobre todo porque era para Caroline. —Solo no lo hago por eso —comentó rodando los ojos, como si él pudiera escucharla.Pero que bien se veía allí, no lo iba a negar, tan solo un adolescente en esa foto, pero ya era hermoso. Sacudió la cabeza. Ya dejaría de pesar en él, como si fuera lo más importante, de todos modos, seguía molesta....Oliver atacó el dolor de cabeza con unas pastillas, que mal se la estaba pasando por haber sido tan inconsciente, bebiendo como si no hubiera final. Con suerte la resaca se le pasaría en algunos minutos, pero lo que no podía olvidar con facilidad era haber pasado la noche con esa mujer. Maldijo, ¿cómo pudo seguir adelante? No podía decir que se había aprovechado de él, pero ella debió detene