Cielle salió del baño al vestirse, terminaba de acomodar su peinado. Había tardado varios minutos en lograr que su cabello rebelde cediera, para hacerlo lucir más alaciado y peinarlo hacia atrás, pero al final las ondas naturales seguían sobresaliendo, este cayó por los costados de su rostro, y aunque lucía bien de aquella manera no pudo evitar gruñir frustrado. Se encontró a Idan de pie en el balcón, que al notar su presencia volteó a verlo. —Lo sabía, ese color va contigo —aseguró observando lo maravilloso que lucía aquel traje gris con pajarita oscura en él. Cielle tenía un porte muy sofisticado por eso la ropa formal hacía sobresalir esos atributos. —¿Ya nos vamos? —preguntó el abogado acomodando ligeramente sus mangas. —Sí, un auto no espera en la salida.El trayecto en auto fue silencioso. Cielle evitaba a toda costa hacer contacto visual con Idan, el cual parecía ir disfrutando de toda aquella situación. Miraba fijamente al contrario porque sabía que aquello lo ponía incóm
—¡D' La Fontaine! —exclamó con fuerza Idan haciendo al abogado y su acompañante voltear a él sorprendidos. Cielle le dedicó una mirada de enojo, se apresuró en llegar a él para de cerca hacerle un reclamo. —No me grites al llamarme, yo no soy tu mascota Evigheden —advirtió señalándolo con el dedo. —¿Dónde estabas? —preguntó entre dientes el criminal, con la mirada fija en el joven que permanecía a unos pies de distancia tras de Cielle. —¿Y eso a ti qué te importa? —se cruzó de brazos.—Estaba conmigo —contestó Fabio, acercándose con una sonrisa de labios amplia mirándolo fijamente. —¿Acabas de sonreír con los ojos abiertos? —Idan lo miró fulminante —. Si vas a mentir hazlo mejor frente a mí —advirtió acercándose a él amenazante, pero siendo detenido por el ojiazul que agarró su brazo. —Evigheden basta, ¿qué estás diciendo? —cuestionó el que aún lo sostenía, evitando el puñetazo que quería clavar en la mandíbula de Fabio. —Está mintiendo —aseguró el criminal —. Eres tan idiota q
Idan se dejó caer en el suelo, sosteniendo a Cielle que permanecía inconsciente. El rostro del abogado comenzaba sonrojarse más de lo normal y su ritmo cardíaco ascendía peligrosamente. Una persona como él no sabía que se podía tener tanto miedo, pero así era. Estaba paralizado, viendo como lentamente comenzaba a morir en sus brazos y no sabía qué hacer. —¿Qué le diste? —preguntó a Fabio, que se había arrastrado para sentarse con la espalda recostada a la pared de la glorieta. —Creo que lo olvidé —pronunció de forma chantajista. —¡Dime, maldita sea! —gritó de tal manera el criminal, que los guardias que custodiaban la zona lograron escucharlo. —¿Cosa sta succedendo qui? (¿Qué está sucediendo aquí?) —cuestionó el guardia al ver las condiciones de Fabio. —¡Cerca mio padre! (¡Busca a mi padre!) —exigió Idan. El guardia asintió y dio media vuelta para echar a correr en dirección a la mansión. —Aguanta un poco por favor —susurró mientras acariciaba el cabello de Cielle, notando lo
Después de obtener la información que deseaba, Idan se marchó dejando a Fabio en manos de los deseos de su padre. Lo que le sucedería después no era de su conocimiento y tampoco de su importancia. Él mismo se había colocado la soga al cuello, en el preciso momento en que pensó que sería una buena idea infiltrarse en una reunión de la mafia, y cometer semejante locura esperando no tener repercusiones. Debía estar demente, o peor, totalmente desesperado. Era extraño creer que venía directamente por Cielle. ¿Cómo supo que estaría allí? ¿Sería que lo seguía desde mucho antes? La idea de creer que sí era preocupante. Uno de los guardias se acercó a él y le entregó un teléfono con una fotografía, explicándole que se trataba de un tatuaje que portaba Fabio en la espalda, se le hizo inusual en ciertos aspectos. Además de eso sería la manera de identificar si alguien de los allí presentes lo había ayudado a ingresar. Llegó al salón donde unos minutos antes se estaba llevando a cabo la fi
Después del incidente con Cielle, Idan consultó a un especialista recomendado. El hombre explicó al joven que debido a un traumatismo craneal resultado del accidente en su niñez, Cielle había podido perder la memoria de sus seis años de vida anteriores. También que los recuerdos podían regresar a largo o corto plazo, o simplemente no hacerlo jamás. Cuando el criminal le explicó el suceso de la mañana, el médico comentó que a veces la propia mente bloquea los recuerdos si estos fueron demasiado traumáticos, pero que sin embargo eso no quería decir que los recuerdos no estuviesen, significaba que estaban ocultos y algunas situaciones podían hacerlos salir a la luz. El joven D' La Fontaine era un caso bastate especial mas no el único que había padecido de algo así. Aunque al saber el nombre de Fenith tuvo un recuerdo recurrente, la conmoción lo hizo perder la conciencia, y despertarse sin recordar lo que había dicho cuando recuperó parte de su memoria. Ahora lo único que sabía el joven
Cielle se sentó en uno de los muebles de la sala, Selene lo imitó instando a que continuara contándole los motivos de su molestia, pero sobre todo tratando de convencerlo de decirle a Idan la verdad. —Debes decirle todo —aseguró la amiga —. Si él sabe la verdad entonces acabará ese rencor que existe entre ustedes. —No puedo —sentenció negando fervientemente —. Durante todos estos años el odio que creció en su interior por mí, ha sido su motor impulsor. Él me culpa por la forma en la que ha tenido que vivir y eso le brinda consuelo. Si descubre la verdad entonces dejará de ser la víctima de la historia. —Por supuesto, pues villano será su padre. —¿Crees que no he pensado esa posibilidad? Desde que lo volví a ver lucho contra la idea de decirle. No quiero que enfrente a su padre, porque tengo miedo de las represalias que pueda tomar ese hombre en mi contra. Además Idan ya está hasta el cuello de ese mundo, no es como que pueda solamente dejarlo y dudo que quiera hacerlo. —Dios mío,
Cielle mordió su labio inferior conteniendo las emociones que nublaban su juicio, pidiéndole hacer un reclamo a Idan. Pidiéndole contar la verdad del porqué se marchó, pero se contuvo, y para hacerlo sus dientes se ciñeron con tal fuerza a su labio, que terminaron por cortarlo ligeramente y hacer una gota de sangre resbalar por su belfo. —Si quieres decir algo solo dilo —pronunció Idan levantándose de su silla para mirar de cerca el labio herido del abogado —. Sea lo que sea está atormentándote lo suficiente como que que llegues a estos extremos —señaló su pequeña herida. —Estoy bien, no tengo nada que decir y no me duele. —¿Seguro de que no te duele? —preguntó incrédulo y Cielle asintió en respuesta —. Vamos a comprobarlo —se acercó y lamió por sobre la herida, saboreando el metálico de aquella sangre, para luego succionar ligeramente. El abogado cerró con fuerza los ojos, soltando un pequeño quejido de dolor en respuesta. —Sí duele —confesó finalmente para que Idan se alejara.
—¿Te das cuenta de lo que eso significa verdad? —pronunció Idan con seriedad. —Sí, al parecer mis padres y por ende yo, éramos miembros de Fenith. —¿Y por qué te buscarían? —Quizás mis padres eran desertores de la organización, estaban dándoles caza y huían cuando tuvimos el accidente. Es solo una suposición. —Solo eras un niño, no habría razón para que aún vengan tras de ti. Además cuando interrogué a Fabio él dijo que te perseguían porque tú eras la clave. —¿La clave de qué? —arrugó la frente. —Si lo supiera te diría. —Maldición —resopló —, no se detendrán, volverán. —No pasa nada, mientras me seas de utilidad yo te ayudaré. Se abstuvo de decir nada más, pero aquellas palabras no le daban mucha esperanza. Tampoco quería ser la damisela en peligro de nadie, ni que su vida dependiera de la protección de Idan, menos cuando sabía que el criminal también era un enemigo. Cielle caminó hacia la puerta para marcharse, pero antes de poder salir la voz de Idan lo detuvo.