La manera en la que Joan miraba a Cielle era bastante chantajista. El abogado sin embargo esbozaba una sonrisa de desinterés increíble, era una suerte que Joan no fuera tan bueno como Idan leyendo expresiones faciales, porque sino se habría dado cuenta en su cara la rabia que enmascaraba tras esa sonrisa. Habría visto lo tenso que estaban sus músculos faciales, y como su ojo izquierdo temblaba descontroladamente. —¿Está todo bien? —preguntó Joan tomando asiento sobre el sofá, cruzando elegantemente una pierna por sobre la otra —. Espero no haber arruinado tus planes. —Para nada, nadie es capaz de arruinar mis planes jamás —comentó despreocupado pero con un deje venenoso en su voz. —Muy bien —miró la percha que estaba a su lado —. ¿Esto es un smoking? Si no te molesta lo usaré yo, es que no cargo conmigo nada que ponerme y como tú ya no irás. —Por supuesto tómalo, no es como que lo necesitara. Ahora si me disculpas tengo que salir. Cielle salió del departamento con una expresi
Cielle miró ligeramente sorprendido a su acompañante. El abogado ya sospechaba que Micah lo había llevado con algún objetivo, pues conocía el desagrado que sentía el pelirrubio hacia él, así que jamás hubiera aceptado ayudarlo sin recibir algo a cambio. Bajaron los dos las escaleras, llegando hasta el salón de la fiesta. El lugar estaba decorado en su totalidad con blanco y azul rey. Todos los invitados estaban organizados por mesas y en medio había una pequeña pista de baile. Una banda de música clásica tocaba una melodía que le brindaba al ambiente serenidad. Cielle buscó con la mirada a Idan, hasta que lo encontró en una de las mesas delanteras de la izquierda. Estaba tan enfrascado en su conversación con Joan que no había notado todavía la presencia del abogado. La manera armónica en la que sonreían hizo su estómago retorcerse. Micah siguió con la vista hacia donde miraba Cielle tan enfrascado. —¿Lo conoces? —cuestionó el de cabellos rubios. —¿A quién? —A Joan. —No mu
Cielle se removió molesto, sin embargo Idan permanecía en la misma posición, apresándolo con su cuerpo. —Quítate de una vez Evigheden —ordenó molesto. —Eso quisiera pero el efecto de la droga todavía no pasa, apenas puedo mantenerme en pie y ahora mismo si me quito caeré al suelo. —Maldición —gruñó —. No me digas que tendré que llevarte. —Eso hubieses pensado antes de incendiar mi edificio. —Estás siendo sarcástico y te arrojaré al suelo. —Oh no, no lo harás. Vas a llevarme a casa y ayudarme con la policía. —¿Qué te asegura que lo haré? —El hecho de que te encantará saber lo que descubrí respecto a tus padres y tu lindo tatuaje —aseguró malicioso. —¿Qué has descubierto? —preguntó desesperado. —Te diré, pero cuando vayamos en el auto rumbo a casa. Cielle bufó inconforme, pero aún así deseaba conocer lo que Idan descubrió, eso le importaba mucho más que su orgullo en aquellos momentos. Agarró el brazo del criminal y lo pasó por sobre su hombro para ayudarlo a camin
Idan deslizó su dedo por el contorno del labio inferior del abogado, fue delicado y sutil. —Voy a besarte —confesó mientras se acercaba pero sin querer hacerlo sin el consentimiento de Cielle. —Hay veces en que solo debes hacerlo, sin esperar una aprobación —sentenció el abogado para ser él quien se lanzara con ímpetu sobre los labios del criminal. El ascensor se había abierto y nuevamente vuelto a cerrar, ambos habían perdido la noción de ello, pues estaban desechos en un beso impetuoso y salvaje, tan sublime como aquel sentimiento que los uniría por toda la vida. La mezcla del amor y el odio no siempre sería obsesión, al menos no en ellos dos. La mezcla de su amor y su odio solo dio como resultado un amor herido, que pedía a gritos ser sanado. Aquel beso parecía no tener fin. Quizás era porque ninguno quería finalizarlo. Solo se separaban por cortos instantes para mirarse a los ojos y regalarse cómplices sonrisas, para luego volver a fundir sus labios de una manera ardient
Cielle estaba en su habitación tendido sobre la cama con la mirada fija en el techo. Una de sus manos estaba sobre su frente y la otra descansaba en su abdomen. Respiró profundamente soltando un suspiro desgarrado, más de lo que esperó. Le preocupaba la manera en que sus emociones se habían vuelto inestables en los últimos días. Desde su reencuentro con Idan era como si ese muro invisible a su alrededor, se hubiese derribado. Ese control que tenía sobre sí mismo desapareció. Ya no era inmune a las influencias de otra persona, al menos no a las de él. Era bastante tarde, luego de tomar un baño, Cielle había preparado un aperitivo con las pocas cosas que encontró en la nevera, cenó y dejó a Idan la cena en su habitación. Idan no le dirigió palabra más que para agradecerle. Después de eso regresó el abogado a su habitación. Transcurrían las horas, daba vueltas y vueltas sobre la cama sin lograr conciliar el sueño. Después de interminables intentos por dormir y varias maldiciones po
Idan se había quedado perdido ante las palabras del abogado. Parecía querer procesar todo aquello pero a la vez le era imposible. ¿La Bratvá?¿Cielle era parte de la mafia rusa?Peor aún, era el hijo de la mafia rusa. Era el heredero de un camino de sangre y perdición. Él lo sabía, sabía que nadie en su sano juicio podría soportar ese estilo de vida. Eran ellos iguales, hijos de padres que los habían sellado a un destino tan incierto como lo serían sus vidas de hora en adelante. ¿Debía decirle? Cielle no recordaría nada al despertar, no recordaría su confesión. Si Idan no le decía, seguiría siendo el joven con una sonrisa dulce y unos ojos maravillosos, no el hijo de un legado sucio. Conociéndolo como él lo hacía, sabía que no tomaría bien descubrir su pasado olvidado, revivir todo aquel tormento.Había intuido por las palabras del abogado que sus padres murieron quizás en un tiroteo, delante de él. Un gran trauma posiblemente flotando entre muchos más en su mente. Lo cargó en br
Osiris había ido en su auto a recoger al abogado. El de mirada felina conducía un deportivo negro bastante caro según su aspecto, con un motor que gruñía de manera hermosa cada vez que apretaba el acelerador. Ahora ambos se dirigían hacia la estación de la policía. El camino se le hizo más corto de lo que imaginó a Cielle, que apenas bajó ingresó de manera rápida al lugar. Cielle tenía algo que lo caracterizaba como abogado, y era algo más que su talento o su fluidez con las palabras. El joven solía ser tan profesional que a veces podía hasta olvidarse de la verdadera clase de persona que era. Si se trataba de trabajo su espalda se tornaría rígida al igual que su rostro, por tanto su expresión facial era una tan seria que intimidaría a cualquiera. No aceptaba ser cuestionado cuando se trataba de sus decisiones y sobre todo, no aceptaba nada por parte de la policía que no procediera sin una orden del juez. —Buenos días —saludó con seriedad al oficial de la entrada —. Soy el abogado d
Osiris decidió llevar a Cielle a un lugar seguro, al menos esa fue la explicación que le dio al abogado cuando este le preguntó a dónde se dirigían. Debido a que el edificio de Idan ya no sería un lugar seguro sin él o sus hombres, no podía llevarlo allí, era ponerlo en peligro. —¿Por qué me ayudas? —cuestionó el abogado mirándolo fijamente. —Él me lo pidió —contestó simple. Como le caracterizaba rara vez se veía abatido por ninguna emoción. Era muy inexpresivo. —Pero si él actualmente no sabe el plan que tienes. —Eso es porque estaría en contra de este plan. Evigheden me pidió protegerte a toda costa, así que no creo que le guste saber que lo dejamos en la cárcel a propósito, y tú estás ahora a merced de tus atacantes. —Tienes un buen punto —asintió para bajar la mirada a sus manos. —¿Quién va tras de ti? —No creo que exista razón para decirte. Eres un total desconocido para mí y ahora mismo me estoy replanteando el haberte hecho caso. Creo que esto es una locura, Idan p