Idan deslizó su dedo por el contorno del labio inferior del abogado, fue delicado y sutil. —Voy a besarte —confesó mientras se acercaba pero sin querer hacerlo sin el consentimiento de Cielle. —Hay veces en que solo debes hacerlo, sin esperar una aprobación —sentenció el abogado para ser él quien se lanzara con ímpetu sobre los labios del criminal. El ascensor se había abierto y nuevamente vuelto a cerrar, ambos habían perdido la noción de ello, pues estaban desechos en un beso impetuoso y salvaje, tan sublime como aquel sentimiento que los uniría por toda la vida. La mezcla del amor y el odio no siempre sería obsesión, al menos no en ellos dos. La mezcla de su amor y su odio solo dio como resultado un amor herido, que pedía a gritos ser sanado. Aquel beso parecía no tener fin. Quizás era porque ninguno quería finalizarlo. Solo se separaban por cortos instantes para mirarse a los ojos y regalarse cómplices sonrisas, para luego volver a fundir sus labios de una manera ardient
Cielle estaba en su habitación tendido sobre la cama con la mirada fija en el techo. Una de sus manos estaba sobre su frente y la otra descansaba en su abdomen. Respiró profundamente soltando un suspiro desgarrado, más de lo que esperó. Le preocupaba la manera en que sus emociones se habían vuelto inestables en los últimos días. Desde su reencuentro con Idan era como si ese muro invisible a su alrededor, se hubiese derribado. Ese control que tenía sobre sí mismo desapareció. Ya no era inmune a las influencias de otra persona, al menos no a las de él. Era bastante tarde, luego de tomar un baño, Cielle había preparado un aperitivo con las pocas cosas que encontró en la nevera, cenó y dejó a Idan la cena en su habitación. Idan no le dirigió palabra más que para agradecerle. Después de eso regresó el abogado a su habitación. Transcurrían las horas, daba vueltas y vueltas sobre la cama sin lograr conciliar el sueño. Después de interminables intentos por dormir y varias maldiciones po
Idan se había quedado perdido ante las palabras del abogado. Parecía querer procesar todo aquello pero a la vez le era imposible. ¿La Bratvá?¿Cielle era parte de la mafia rusa?Peor aún, era el hijo de la mafia rusa. Era el heredero de un camino de sangre y perdición. Él lo sabía, sabía que nadie en su sano juicio podría soportar ese estilo de vida. Eran ellos iguales, hijos de padres que los habían sellado a un destino tan incierto como lo serían sus vidas de hora en adelante. ¿Debía decirle? Cielle no recordaría nada al despertar, no recordaría su confesión. Si Idan no le decía, seguiría siendo el joven con una sonrisa dulce y unos ojos maravillosos, no el hijo de un legado sucio. Conociéndolo como él lo hacía, sabía que no tomaría bien descubrir su pasado olvidado, revivir todo aquel tormento.Había intuido por las palabras del abogado que sus padres murieron quizás en un tiroteo, delante de él. Un gran trauma posiblemente flotando entre muchos más en su mente. Lo cargó en br
Osiris había ido en su auto a recoger al abogado. El de mirada felina conducía un deportivo negro bastante caro según su aspecto, con un motor que gruñía de manera hermosa cada vez que apretaba el acelerador. Ahora ambos se dirigían hacia la estación de la policía. El camino se le hizo más corto de lo que imaginó a Cielle, que apenas bajó ingresó de manera rápida al lugar. Cielle tenía algo que lo caracterizaba como abogado, y era algo más que su talento o su fluidez con las palabras. El joven solía ser tan profesional que a veces podía hasta olvidarse de la verdadera clase de persona que era. Si se trataba de trabajo su espalda se tornaría rígida al igual que su rostro, por tanto su expresión facial era una tan seria que intimidaría a cualquiera. No aceptaba ser cuestionado cuando se trataba de sus decisiones y sobre todo, no aceptaba nada por parte de la policía que no procediera sin una orden del juez. —Buenos días —saludó con seriedad al oficial de la entrada —. Soy el abogado d
Osiris decidió llevar a Cielle a un lugar seguro, al menos esa fue la explicación que le dio al abogado cuando este le preguntó a dónde se dirigían. Debido a que el edificio de Idan ya no sería un lugar seguro sin él o sus hombres, no podía llevarlo allí, era ponerlo en peligro. —¿Por qué me ayudas? —cuestionó el abogado mirándolo fijamente. —Él me lo pidió —contestó simple. Como le caracterizaba rara vez se veía abatido por ninguna emoción. Era muy inexpresivo. —Pero si él actualmente no sabe el plan que tienes. —Eso es porque estaría en contra de este plan. Evigheden me pidió protegerte a toda costa, así que no creo que le guste saber que lo dejamos en la cárcel a propósito, y tú estás ahora a merced de tus atacantes. —Tienes un buen punto —asintió para bajar la mirada a sus manos. —¿Quién va tras de ti? —No creo que exista razón para decirte. Eres un total desconocido para mí y ahora mismo me estoy replanteando el haberte hecho caso. Creo que esto es una locura, Idan p
Cielle miró a ambos hombres con una sonrisa de labios, estaba agradecido con ellos. A pesar de que eran personas a las que conocía muy poco, solo superficialmente, confió en ellos y la ayuda que podrían brindarle. —¿Por dónde empezamos? —preguntó Micah mirando a ambos de manera intercalada. —Primero saber a qué nos enfrentamos y la manera de combatirlo —explicó Osiris —. Cielle hizo mención de Fenith, según sé es una organización criminal de ladrones. —Son solo unos ladrones —le restó importancia el pelirrubio —, entonces no han de ser un problema real. —Pues en eso te equivocas ricitos de oro —comentó Osiris y Micah infló las mejillas. —Sabes que no me gusta ese apodo, Dagger. —Al parecer tiene la manía de darle apodos a la gente —dijo entre risas Cielle observando la escena. —Suelo ser muy original —se encogió de hombros el pelinegro —. Y regresando al tema serio, Fenith es una organización tan antigua como el crimen organizado, son poderosos, con grandes dotes de infil
Cielle estaba en su habitación, luego de no poder darle una respuesta concreta a Micah y Osiris, se había marchado y se encontraba encerrado en su mente. Él nunca había sido particularmente deshonesto en su trabajo, aunque claramente sí había hecho cosas un poco sucias para garantizar sus victorias, mas nada que inculpara a otros, eso le parecía demasiado. Sabía que si quería ser algún día reconocido no siempre podría tomar las decisiones honestas, debía ser más imparcial. Era capaz aún de recordar vívidamente el primer día de trabajo en el bufete, cuando Nadine su jefa le había dicho como primer consejo: «—En este mundo de fieras tener talento no es suficiente. Si quieres reconocimiento tendrás que ser más fuerte, lo suficiente para tomar decisiones con sangre fría. Aquí es devorar o ser devorado. » Había aplicado en una pequeña porción aquel consejo. Ahora creía que era el momento de hacerlo completamente. Estaba sobre la cama, cuando golpearon un par de veces la puerta, pronun
—Eres genial —expresó emocionado Micah para lanzarse a los brazos de Cielle, dándole un fuerte abrazo —. Nunca más voy a subestimarte. —Muy lindo todo —pronunció de mala gana Osiris —, pero tenemos que deshacernos de todos estos cuerpos —les recordó. —Hay un lugar —dijo Micah aún con los brazos alrededor del cuello del abogado. —¿Podrías soltarlo ya? ¿Piensas pasar todo el día como una garrapata? —Osiris agarró el brazo del pelirrubio y tiró de él para alejarlo del contrario. —Está celoso —dijo el abogado en un susurro al oído de su amigo. —Te escuché, y no estoy celoso. —Sí está celoso —pronunció Micah de la misma manera para soltar una risita cómplice.Siendo guiados por el de cabellos rubios encontraron un depósito subterráneo tras la casa. El lugar era como una gran fosa profunda en la tierra, se llegaba a ella deslizando una gran tapa de mármol que había oculta bajo una alfombra de césped artificial. Removieron todo entre los tres, abrieron la fosa y fueron arrastrando los