Cielle estaba en su habitación, luego de no poder darle una respuesta concreta a Micah y Osiris, se había marchado y se encontraba encerrado en su mente. Él nunca había sido particularmente deshonesto en su trabajo, aunque claramente sí había hecho cosas un poco sucias para garantizar sus victorias, mas nada que inculpara a otros, eso le parecía demasiado. Sabía que si quería ser algún día reconocido no siempre podría tomar las decisiones honestas, debía ser más imparcial. Era capaz aún de recordar vívidamente el primer día de trabajo en el bufete, cuando Nadine su jefa le había dicho como primer consejo: «—En este mundo de fieras tener talento no es suficiente. Si quieres reconocimiento tendrás que ser más fuerte, lo suficiente para tomar decisiones con sangre fría. Aquí es devorar o ser devorado. » Había aplicado en una pequeña porción aquel consejo. Ahora creía que era el momento de hacerlo completamente. Estaba sobre la cama, cuando golpearon un par de veces la puerta, pronun
—Eres genial —expresó emocionado Micah para lanzarse a los brazos de Cielle, dándole un fuerte abrazo —. Nunca más voy a subestimarte. —Muy lindo todo —pronunció de mala gana Osiris —, pero tenemos que deshacernos de todos estos cuerpos —les recordó. —Hay un lugar —dijo Micah aún con los brazos alrededor del cuello del abogado. —¿Podrías soltarlo ya? ¿Piensas pasar todo el día como una garrapata? —Osiris agarró el brazo del pelirrubio y tiró de él para alejarlo del contrario. —Está celoso —dijo el abogado en un susurro al oído de su amigo. —Te escuché, y no estoy celoso. —Sí está celoso —pronunció Micah de la misma manera para soltar una risita cómplice.Siendo guiados por el de cabellos rubios encontraron un depósito subterráneo tras la casa. El lugar era como una gran fosa profunda en la tierra, se llegaba a ella deslizando una gran tapa de mármol que había oculta bajo una alfombra de césped artificial. Removieron todo entre los tres, abrieron la fosa y fueron arrastrando los
—No sé si lo notaste pero literalmente gritaste que amas a Idan —le recordó Micah a Cielle de camino en el auto. Después de salir del hospital y, esperando haberse librado por el momento de Fenith, suponían que podrían al fin ir a algún lugar menos alejado. Al final habían decidido llevar a Cielle a la mansión de la familia Rymer, donde estaría a salvo. —No me lo recuerdes lo sé —bufó de mala gana el abogado —. Lo peor es que él lo escuchó. —¿Y por qué sería eso lo peor? —preguntó confuso Micah —. Debería ser un alivio poder decir lo que sientes. —¿Tú lo has hecho? —cuestionó mirándolo dudoso. —Por supuesto, lo digo en cada ocasión que puedo, así no me quedarán remordimientos por ocultar lo que siento. —¿Hablas en serio? —Claro —asintió y miró al que iba a su lado, conduciendo —. Osiris —llamó su atención y este lo miró brevemente —, te amo como un idiota. En los labios delgados y rosados de Osiris se dibujó una sonrisa que trató de disimular sin resultados. Micah había
Cielle notó a través de la ventana a Micah y Osiris despidiéndose con un largo beso. Sintió una pequeña punzada de envidia de ellos, de la manera en la que parecían poder estar juntos sin ninguna dificultad, de como se decían te amo sin vergüenza o temor alguno. ¿Por qué para él e Idan era tan difícil? Después de que se conocían desde jóvenes, de que habían estado juntos por dos años y sido amigos por mucho más. Pasaron unos minutos y alguien llamó a su puerta. Cuando el abogado pronunció un adelante el pelirrubio ingresó en la habitación para caminar cerca de él. —¿Estás aburrido? —preguntó Micah sentándose frente a Cielle. —Solo pensaba. —Ya veo —asintió. —¿Micah, cómo haces que sea tan fácil? —No entiendo lo que quieres decir. —¿Cómo logras que tu relación con Osiris fluya de una manera tan sencilla? —¿Sencilla? —soltó una carcajada mientras negaba —. No lo fue, estuvo lleno de complicaciones. —¿En serio? —cuestionó sorprendido. —Sí, conocí a Osiris hace poco más
Atención: Casi toda la extensión del capítulo será un recuerdo. ────────────────── «Durante todo un mes Cielle procuró evitar a Idan, no quería hacerlo sentir incómodo ni interferir en su relación, a pesar de lo mucho que deseaba hacerlo. Sentía que no era justo para él ni para Talya, su novia, que era una buena chica. Idan no podía evitar sentirse mal al respecto, veía a Cielle pasar por su lado y simplemente voltear la cara a otra parte. A pesar de que gozaba de un gran número de amigos, nunca dejaría de ser el de ojos azules, el primero que lo quiso realmente, y era gracias a él que con el paso de dos años las demás personas se le habían acercado. Cielle lo introdujo en la sociedad y ahora era aceptado por todo el pueblo. Se encontraba sentado en la cafetería, era la hora del almuerzo. Miró desde su alejada mesa a su amigo sentado en la soledad. Él siempre se encontraba rodeado de personas era el sol de aquel pueblo, admirado por todos, ya fuera por su desbordante intelecto
Cielle despertó temprano en la mañana, el día anterior había trascurrido lento y de una manera inesperada. En veinticuatro horas hizo lo que jamás imaginó, asesinó a hombres, escondió sus cadáveres y confesó su amor de una manera bastante extraña. Le parecía raro que en aquella ocasión hubiera sido tan vergonzoso, no era la primera vez que le decía a Idan sus sentimientos, pero en el pasado pudo decirlo sin problemas, sin remordimientos o vergüenza, fue sencillo aunque le hubiera causado dolor al principio. Aún así lo más raro de todo era el hecho no sentir todo el remordimiento que debería por haber disparado contra los miembros de Fenith. Pensó que no lograría pegar ojo en días abatido por la culpa y no fue así, logró dormir tranquilamente y sobrevellar ese asunto de una manera muy fría. No queriendo dar más vueltas al asunto se alistó con la ropa que le habían traído en la tarde. Humbert el mayordomo tenía gustos bastante refinados, así que todo lo que había elegido para él era d
Idan palmeó la cama indicándole al abogado que se acercara. Cielle no dudó para sentarse frente a él, dejando de por medio un pequeño espacio, lo suficientemente grande como para no invadir el espacio personal del otro, pero lo suficientemente cerca como para poder contemplarse mutuamente. —Los ojos son el espejo del alma, dicen por ahí —pronunció Idan en un tono bajo, como si aquella conversación fuera un secreto que les pertenecía solo a ellos. —¿Por qué te gustan tanto? —preguntó Cielle. Después de años jamás entendió cuál era la fijación que tenía Idan por sus ojos —. No tienen nada de especial. —Tú no lo entenderías, pero yo veo ahí dentro reflejadas tus emociones, veo tus temores, tu alegría, cuando estás enojado o triste, cada emoción reluce en ellos de una manera increíble. La gente miente, más seguido de lo que imaginas, por eso aprendí a estudiar sus expresiones faciales desde muy joven. Mas contigo jamás fue necesario, tus ojos no mienten. —¿Entonces es por eso? —P
Dando pasos erráticos se alejó Cielle de la puerta, era momento de irse o sería descubierto escuchando. Su mente en ese instante no podía procesar nada, ni pensar con claridad. Era demasiada información como para aceptarla en cuestión de minutos. Miraba alrededor y ya no percibía las cosas de la misma manera. Ahora era como si todo fuera diferente. Observaba las mismas paredes, las mismas personas de minutos atrás, aún así las percibía como si estuviera dentro de un sueño, como si la realidad fuera lejana y fugaz. Incluso su cuerpo comenzó a llenarse de un malestar físico bastante molesto y un pitido ensordecedor atormentaba sus oídos.Llegó frente al ascensor, este se abrió dejando ver a Osiris, que tomó del brazo a Cielle y lo jaló al interior para volver a marcar el primer piso. —¿Por qué tardaste tanto? —cuestionó Osiris y contempló la cara del abogado —. ¿Oye qué te pasó?—Nada —se limitó a responder. —Dudo que ese nada sea el responsable de que tu cara esté tan pálida. Parece