Idan se dejó caer en el suelo, sosteniendo a Cielle que permanecía inconsciente. El rostro del abogado comenzaba sonrojarse más de lo normal y su ritmo cardíaco ascendía peligrosamente. Una persona como él no sabía que se podía tener tanto miedo, pero así era. Estaba paralizado, viendo como lentamente comenzaba a morir en sus brazos y no sabía qué hacer. —¿Qué le diste? —preguntó a Fabio, que se había arrastrado para sentarse con la espalda recostada a la pared de la glorieta. —Creo que lo olvidé —pronunció de forma chantajista. —¡Dime, maldita sea! —gritó de tal manera el criminal, que los guardias que custodiaban la zona lograron escucharlo. —¿Cosa sta succedendo qui? (¿Qué está sucediendo aquí?) —cuestionó el guardia al ver las condiciones de Fabio. —¡Cerca mio padre! (¡Busca a mi padre!) —exigió Idan. El guardia asintió y dio media vuelta para echar a correr en dirección a la mansión. —Aguanta un poco por favor —susurró mientras acariciaba el cabello de Cielle, notando lo
Después de obtener la información que deseaba, Idan se marchó dejando a Fabio en manos de los deseos de su padre. Lo que le sucedería después no era de su conocimiento y tampoco de su importancia. Él mismo se había colocado la soga al cuello, en el preciso momento en que pensó que sería una buena idea infiltrarse en una reunión de la mafia, y cometer semejante locura esperando no tener repercusiones. Debía estar demente, o peor, totalmente desesperado. Era extraño creer que venía directamente por Cielle. ¿Cómo supo que estaría allí? ¿Sería que lo seguía desde mucho antes? La idea de creer que sí era preocupante. Uno de los guardias se acercó a él y le entregó un teléfono con una fotografía, explicándole que se trataba de un tatuaje que portaba Fabio en la espalda, se le hizo inusual en ciertos aspectos. Además de eso sería la manera de identificar si alguien de los allí presentes lo había ayudado a ingresar. Llegó al salón donde unos minutos antes se estaba llevando a cabo la fi
Después del incidente con Cielle, Idan consultó a un especialista recomendado. El hombre explicó al joven que debido a un traumatismo craneal resultado del accidente en su niñez, Cielle había podido perder la memoria de sus seis años de vida anteriores. También que los recuerdos podían regresar a largo o corto plazo, o simplemente no hacerlo jamás. Cuando el criminal le explicó el suceso de la mañana, el médico comentó que a veces la propia mente bloquea los recuerdos si estos fueron demasiado traumáticos, pero que sin embargo eso no quería decir que los recuerdos no estuviesen, significaba que estaban ocultos y algunas situaciones podían hacerlos salir a la luz. El joven D' La Fontaine era un caso bastate especial mas no el único que había padecido de algo así. Aunque al saber el nombre de Fenith tuvo un recuerdo recurrente, la conmoción lo hizo perder la conciencia, y despertarse sin recordar lo que había dicho cuando recuperó parte de su memoria. Ahora lo único que sabía el joven
Cielle se sentó en uno de los muebles de la sala, Selene lo imitó instando a que continuara contándole los motivos de su molestia, pero sobre todo tratando de convencerlo de decirle a Idan la verdad. —Debes decirle todo —aseguró la amiga —. Si él sabe la verdad entonces acabará ese rencor que existe entre ustedes. —No puedo —sentenció negando fervientemente —. Durante todos estos años el odio que creció en su interior por mí, ha sido su motor impulsor. Él me culpa por la forma en la que ha tenido que vivir y eso le brinda consuelo. Si descubre la verdad entonces dejará de ser la víctima de la historia. —Por supuesto, pues villano será su padre. —¿Crees que no he pensado esa posibilidad? Desde que lo volví a ver lucho contra la idea de decirle. No quiero que enfrente a su padre, porque tengo miedo de las represalias que pueda tomar ese hombre en mi contra. Además Idan ya está hasta el cuello de ese mundo, no es como que pueda solamente dejarlo y dudo que quiera hacerlo. —Dios mío,
Cielle mordió su labio inferior conteniendo las emociones que nublaban su juicio, pidiéndole hacer un reclamo a Idan. Pidiéndole contar la verdad del porqué se marchó, pero se contuvo, y para hacerlo sus dientes se ciñeron con tal fuerza a su labio, que terminaron por cortarlo ligeramente y hacer una gota de sangre resbalar por su belfo. —Si quieres decir algo solo dilo —pronunció Idan levantándose de su silla para mirar de cerca el labio herido del abogado —. Sea lo que sea está atormentándote lo suficiente como que que llegues a estos extremos —señaló su pequeña herida. —Estoy bien, no tengo nada que decir y no me duele. —¿Seguro de que no te duele? —preguntó incrédulo y Cielle asintió en respuesta —. Vamos a comprobarlo —se acercó y lamió por sobre la herida, saboreando el metálico de aquella sangre, para luego succionar ligeramente. El abogado cerró con fuerza los ojos, soltando un pequeño quejido de dolor en respuesta. —Sí duele —confesó finalmente para que Idan se alejara.
—¿Te das cuenta de lo que eso significa verdad? —pronunció Idan con seriedad. —Sí, al parecer mis padres y por ende yo, éramos miembros de Fenith. —¿Y por qué te buscarían? —Quizás mis padres eran desertores de la organización, estaban dándoles caza y huían cuando tuvimos el accidente. Es solo una suposición. —Solo eras un niño, no habría razón para que aún vengan tras de ti. Además cuando interrogué a Fabio él dijo que te perseguían porque tú eras la clave. —¿La clave de qué? —arrugó la frente. —Si lo supiera te diría. —Maldición —resopló —, no se detendrán, volverán. —No pasa nada, mientras me seas de utilidad yo te ayudaré. Se abstuvo de decir nada más, pero aquellas palabras no le daban mucha esperanza. Tampoco quería ser la damisela en peligro de nadie, ni que su vida dependiera de la protección de Idan, menos cuando sabía que el criminal también era un enemigo. Cielle caminó hacia la puerta para marcharse, pero antes de poder salir la voz de Idan lo detuvo.
La manera en la que Joan miraba a Cielle era bastante chantajista. El abogado sin embargo esbozaba una sonrisa de desinterés increíble, era una suerte que Joan no fuera tan bueno como Idan leyendo expresiones faciales, porque sino se habría dado cuenta en su cara la rabia que enmascaraba tras esa sonrisa. Habría visto lo tenso que estaban sus músculos faciales, y como su ojo izquierdo temblaba descontroladamente. —¿Está todo bien? —preguntó Joan tomando asiento sobre el sofá, cruzando elegantemente una pierna por sobre la otra —. Espero no haber arruinado tus planes. —Para nada, nadie es capaz de arruinar mis planes jamás —comentó despreocupado pero con un deje venenoso en su voz. —Muy bien —miró la percha que estaba a su lado —. ¿Esto es un smoking? Si no te molesta lo usaré yo, es que no cargo conmigo nada que ponerme y como tú ya no irás. —Por supuesto tómalo, no es como que lo necesitara. Ahora si me disculpas tengo que salir. Cielle salió del departamento con una expresi
Cielle miró ligeramente sorprendido a su acompañante. El abogado ya sospechaba que Micah lo había llevado con algún objetivo, pues conocía el desagrado que sentía el pelirrubio hacia él, así que jamás hubiera aceptado ayudarlo sin recibir algo a cambio. Bajaron los dos las escaleras, llegando hasta el salón de la fiesta. El lugar estaba decorado en su totalidad con blanco y azul rey. Todos los invitados estaban organizados por mesas y en medio había una pequeña pista de baile. Una banda de música clásica tocaba una melodía que le brindaba al ambiente serenidad. Cielle buscó con la mirada a Idan, hasta que lo encontró en una de las mesas delanteras de la izquierda. Estaba tan enfrascado en su conversación con Joan que no había notado todavía la presencia del abogado. La manera armónica en la que sonreían hizo su estómago retorcerse. Micah siguió con la vista hacia donde miraba Cielle tan enfrascado. —¿Lo conoces? —cuestionó el de cabellos rubios. —¿A quién? —A Joan. —No mu