–¿Señorita Mariana? –chasqueo los dedos en frente de ella, trayéndola de vuelta a la realidad– ¿está bien?–Sí. Claro. Mejor que nunca –nerviosa, trato de quitar las imágenes de la cabeza, consiguiendo avergonzarse en el proceso– yo vine… a hablar de lo ocurrido –aclaró la garganta, mientras él se sentaba a su lado.–Si es con respecto a lo de antes, es mejor que no lo hablemos…–Entonces ¿Hablemos de como abres la puerta de tu habitación medio desnudo?? –Hablo deprisa ocultando lo intimidada que estaba al tenerlo a lado–. Es como si quisieras seducir a la servidumbre del hotel –robo la botella con agua que estaba en la mesita de noche.>>Maldita sea<< fastidiado, no supo qué respuesta darle al acto descuidado de abrir la puerta.–Si no me das una buena explicación, significara que tengo razón al decir que querías seducir a una mucama del hotel.–¿Qué tipo de persona cree que soy?–Del que me droga para ir a tener sexo con mujeres –tomo un trago de agua.Él resoplo ante la verdad, sin
Corto y seco, el contacto del beso duro unos minutos, logrando que dejara de morderse el labio, a la vez en que parpadeo múltiple veces, desorientada y con dolor de cabeza. –¿Marquillo? –con un hilo de voz, el mayor sintió alivio, abrazándola de nuevo en un impulso de encontrar calma. –Señorita Mariana. Eso me asusto –coloco una distancia apropiada, respirando con tranquilidad. –¿Que fue…? –notando el ardor en el labio, miro la boca de Marco asustándose ante el carmín que había copiado–. Tu… tienes sangre –le tembló la voz. –Usted tiene más que yo. Deslizando el pulgar por los labios, observo con temor el resultado, balbuceando algunas palabras inatendibles, antes de mirarlo y echarse a correr en dirección al baño. Un clip de la puerta, comunico al mayor que el pánico había regresado, el encierro en el cuarto de baño lo alertaron nuevamente, imaginando que podía volver a entrar en shock. –¡Señorita Mariana! ¡Abra la puerta! –golpeo y llamo a través de la puerta hasta más no po
>>Idiota. Idiota. Idiota. Idiota. Y… y…>Que raro se ve cuando está enojado<< bajando los humos, oculto el hecho de ver gracioso la expresión que obstaba su contrincante, no soportando mucho, dejando a la vista una carcajada que logro apaciguar las mirada de la gente, haciéndolas retomar sus labores. –Tu cara enojada, sin duda, es graciosa –agrego sumida en la risa del momento. Relajando la expresión, suspiro hondo indeciso de dejarlo pasar o abarcar lo ocurrido. Al final, la sonrisa en los labios pareció ser una mejor opción. El simple hecho de oírla reír, parecía suficiente para abandonar el problema que los coloco a la vista del ojo público. La risa le aseguraba que estaba bien. El mal rato comenzó a extinguirse como si nunca hubiera pasado. Acto que lo dejo satisfecho. –De acuerdo. Okey. Parare –rio lento hasta tranquilizarse–. Perdón por eso, pero ya no lo soportaba. Me sentí frustrada y furiosa. –Si
Posiciono a Mariana detrás de él, observando al sujeto que lo analizo de inmediato como si lo estuviera identificando. De inmediato, otras dos personas aparecieron, rodeándolos enseguida. –¿Que quieren? No tenemos dinero si es lo que desean –el hombre del frente río, irónico de la situación. –¿Ahora es un comediante señor? –bufo gracioso como si de un chiste se tratara–. Quien hubiera imaginado que sus pasos volverían a ser visibles después de tres largos años –llevo las manos a los bolsillos del pantalón –No sé a lo que se refiere. Solo estamos de camino a nuestro auto. Si no es dinero lo que quieren entonces retírense y no diremos nada –fingió ignorancia, intentando evitar elevar la situación. –Es sorprendente verlo ahora. Esta más decente. Sin ser un homo sapiens para ser específicos –indico con la mirada a los dos individuos que esteran en alerta. Pronto postro la atención sobre quien protegía Marco–. No me importa quién sea. Le recomiendo que le pague a su acompañante y venga
Ingresando al lugar, varios hombres ebrios y mujeres con poca ropa, saltaban a la vista de los visitantes. En seguida, Marco le pidió a Mariana que cerrara los ojos mientras lo tomaba de la camisa y se encaminaban hasta la habitación privada del local.–Es aquí –aseguro Zack, señalando la puerta, sonriendo tontamente.Aun con los ojos cerrados, recibió visto bueno de que los abriera evitando visualizar el carmín en la camisa del mayor. Sonriendo el hombre rubio, tenso la mandíbula esperando que ellos terminaran el coqueteo. Gracioso, no hizo ningún comentario, azotando la puerta para llamar la atención.–¡Hey! ¡Gente! A que no adivinan a quien le estaban pisando el culo como marica –la mirada de las personas cayeron sobre él, incluido el hombre regordete que de inmediato noto a la pareja.–Eliseo, Mariana. Tan pronto los veo –el señor Frank Vitorie, fue el primero en recibirlos–. Aun no olvido el favor que me hicieron con mi sobrino Tommy. Es algo que jamás olvidare.–Tal vez, atrevida
*** Con el presentimiento de que debía levantarse, movió despacio las extremidades del cuerpo, notando el enlace de los dedos con los del mayor. Observando con cuidado el plácido rostro que le daba la bienvenida al mundo real. >>Aun duerme…>… Te ves muy bien así>¡Maldita sea! No me la pongas difícil<< obligándolo a soltarla, obtuvo éxito en el siguiente intento. Mirar la habitación mientras recapitulaba los sucesos del pasado, abrieron el apetito del día, tomando el teléfono del hotel para solicitar el servicio de desayuno a la habitación, dando especificaciones a la comida que indico para dos. Al cabo de media hora, el desayuno llego, un momento sincronizado para el despertar de Marco, quien se topó con una sonriente Mariana que poseía en sus manos una manzana que resultaba ser parte del desayuno depositado en un escritorio de
*** Ante el punto donde el sol comenzaba a descender, la joven de iris café tomaba el brazo del hombre mayor que la encaminaba por el lugar hasta la habitación privada del restaurant. Siendo invitados por el personaje principal, mejor conocido como el Padrino, que los esperaba para un breve almuerzo que anhelaba degustar con los ellos, los tan aclamados invitados de honor. –Recuerdas el plan ¿Verdad? –susurro, aun con la vista al frente, captando los movimientos del mozo que les hacía de guía. –Actuar como una pareja y salir libres de aquí –dejo resonar los tacones, produciéndose un eco que recorrió los rincones del lugar, manteniendo la actuación firme y pulcra que escondía los nervios que poseía. Por más que hubieran querido negarse, la invitación estaba dada, resultaría una ofensa y la declinaban, lo que los obligaba aceptar sin opción a escapar de la buena voluntad del hombre respetado por muchos en el bajo mundo. >>¿Cómo actúan las parejas? ¿Acarameladas como en las película
–Si le cuesta elegir entonces permítame mostrarle un anillo que está acorde a su belleza –tomando uno de los aros alejado de la colección, se acercó a Mariana sujetándole la mano–. Deseo que tome este anillo como representación de mi afecto especial hacia usted. Sonriente, dirigió el brillante objeto de plata con varios diamantes hacia el dedo anular, convencido de que le mostraba las riquezas que podría tener si lo elegía a él, siendo un brusco agarre lo que impidiera cometer el acto, causando que el anillo cayera y rodara por el suelo. –Lo siento. Pero no puedo permitir tal aborrecible acto frente a mis ojos –con la mirada chispeante, mantuvo la mano de Mariana sobre el aire, pidiéndole que se levantara del asiento con la intención de apegarla al cuerpo de él–. Me pone celoso el solo hecho de saber que otro hombre le ha dado algo a mi mujer. Aun si es de forma amistosa. Ella es especial para mí. Nadie más debe tocarla bajo ninguna intención, limpia o sucia. Tommy recogió el anill