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*—Nick:

Estaba cansado, muy cansado y esto se debía a que últimamente estaba trabajando demasiado y sabía que su cuerpo un día iba a quejarse fuertemente por ello. No descansaba, no tomaba vacaciones, vivía el día pensando en sus negocios y ahora que se daba cuenta, no disfrutaba de la vida y todo se debía a que toda su vida había vivido bajo la sombra de otra persona, siendo evaluado por las cosas que hacía y por las cosas que no podía conseguir para sí.

Nick Sinclair soltó un pesado suspiro y miró fuera por la ventanilla de su vehículo en el que se desplazaba aquella noche.

Todo a su alrededor había cambiado, las estaciones, el pueblo, los negocios, la gente, sus amigos, todo. El pueblo no era lo que había sido hace unos años, la modernidad había cubierto al mismo. Había más negocios, más casas, más de todo. Incluso se había construido un aeropuerto mediano entre Springvalley y Seasons donde había estado antes el aeródromo con el fin de que las gentes de los pueblos aledaños no tuvieran que ir tan lejos para tomar un vuelo a otro lugar.

Sí, definitivamente todo había cambiado, pero Nick seguía siendo el mismo de antes.

El semáforo se puso en verde y Nick arrancó. Esa noche se dirigía a una cena con sus amigos después de tanto tiempo. Ahora, en la vida de adultos, era un poco difícil verse sin que sus trabajos o sus relaciones se interpusieran en ello, bueno, las relaciones de estos, porque Nick seguía soltero desde hace diez años.

Se rio de sí mismo y movió la cabeza mientras conducía a su destino.

Era increíble cómo había arruinado su vida por un amor imposible. Pudo olvidar ese amor y ser feliz con otra mujer, pero había estado tan reacio a ello que los años pasaron y sus oportunidades se perdieron. La mayor parte de las mujeres de su edad, o se habían ido de Seasons o estaban casadas. Era conocido como el solterón número 1 del pueblo porque aún seguía estando solo. Incluso sus amigos, en su momento, aprovecharon y conocieron el amor como se debía, y Nick se había quedado atrás.

Sabía que era joven, solo tenía 31, casi 32 años y entendía que aún quedaba tiempo para él, pero cuando eras de un pueblo pequeño y de una familia tan importante para este, todas las miradas estaban sobre él y los rumores iban y venían. Nick había escuchado los rumores, algunos decían que era homosexual y que temía salir del armario, otros decían que Leo se había quedado con la chica que Nick había querido para sí, y en ese sí que habían acertado, solo que Nick había olvidado a Esmeralda hace mucho tiempo. Sin embargo, uno de los que más le molestaba era que tenía disfunción eréctil y que por ello ninguna mujer quería estar con él.

Había escuchado a las personas cotorrear, sus empleados incluso lo hacían y se hacía los oídos sordos porque era estúpido prestar atención a lo que hablaban, sin embargo, a veces, cuando estaba solo, como en este momento, pensaba de más, en lo que había dejado ir, en lo que había perdido y en lo patética que era su vida.

¿Por qué? ¿Por qué no podía olvidar a Noelle O’Brien? 

Nick apretó las manos en el volante. 

Había sido una noche de pasión, algo normal, había tenido sexo con varias chicas antes y habían sido mucho mejor que Noelle. Así era, había estado con chicas que hacían cosas magníficas con sus manos y boca, que lo montaban como si estuvieran poseídas por el Dios del sexo. Oh, sí, no era un santo y tenía una larga lista, sin embargo, Noelle había hecho algo que nunca otra hizo, meterse bajo su piel.

Nick en ese entonces lo había señalado como una obsesión, una que creció en él para sacar a Esmeralda Vázquez de su vida, para pensar en algo diferente, pero no, era más que eso, había caído fuertemente por ella. Después de esa noche, todo había cambiado. Noelle fingió que nada había pasado entre ellos, a pesar de que todos los que estuvieron en esa casa vacacional lo sabían, pero Nick no pudo hacerlo.

Admitía que trató de hacer que Noelle saliera con él una vez que su compromiso con Leo llegó a su fin, pero la chica había tenido otros planes. Se había ido de Seasons y hasta el día de hoy Nick no había vuelto a verla. Sabía que podía conseguir su contacto o cualquier cosa con el fin de comunicarse con ella, pero cuando la misma se fue, se había tornado muy orgulloso y sin ganas de dar su brazo a torcer. Una parte de él decía que, si era verdad que le gustaba a Noelle, esta hubiera hecho lo que fuera para volver a estar a su lado, pero no fue ese el caso, diez años habían pasado y no había escuchado nada de la misma.

Debía de olvidarla, sabía que tenía que hacerlo, pero aún no podía y no entendía. Esto no era sano, pensar en un amor que se fue hace diez años y que no había regresado, que seguro tenía otro hombre y hasta hijos, no era para nada sano. Estaba haciéndose daño a sí mismo y estar en este oscuro hoyo, no iba a hacerle nada bien.

Movió la cabeza y dejó de pensar en el pasado.

No le sentaba bien pensar en este, sabía que tenía que dejar todo atrás y avanzar, pero por el momento no iba a agobiarse. Estaba cansado del trabajo, pero como había aceptado venir a reunirse con los chicos, no podía echarse para atrás. Lo único malo de esta reunión es que escucharía a sus amigos hablar de sus amadas y de lo que habían conseguido en su vida. No era que les tenía envidia, pero a veces Nick pasaba mucho tiempo en silencio mientras estos hablaban porque ya no tenían los mismos gustos o nada en común. 

Entró en el estacionamiento del restaurante familiar de los Summers que había cambiado bastante. Ahora era más elegante y más caro. El señor Gabriel Summers, el padre de Leo, había tomado su retiro de la política y la educación para dedicarse completamente a sus negocios, principalmente el de los alimentos. Tenían ya varias sucursales de la cadena del restaurante por los pueblos aledaños a Seasons y podía decir que iba a crecer más, ya que era muy popular.

Nick pasó la entrada del lugar y sonrió a la recepcionista quien era una vieja compañera del instituto para luego ir al segundo piso donde estaba la mesa que el grupo siempre usaba cada vez que se reunía allí.

La risa estridente de Diego se escuchaba desde fuera y cuando salió a la terraza, las conversaciones cesaron y Nick se sintió un poco incómodo, pero sabía que no fue por mal. Leo fue el primero en ponerse de pie e ir a saludarlo.

—¡Nick! ¡Bienvenido! —exclamó su mejor amigo acercándose y golpeándole la espalda ligeramente.

Nick sonrió ampliamente y le respondió a Leo el gesto. Leo seguía siendo igual que hace diez años, solo que más maduro, pero seguía viéndose guapo y siendo el rompecorazones de siempre. Incluso, aunque se sabía que Esmeralda y él estaban juntos, que quizás algún día se casarían, aún había muchas que suspiraban por él, principalmente las empleadas que estaban bajo su mando.

—Gracias por invitarme —le agradeció Nick y Leo hizo un ademán de manos.

—También los chicos necesitamos un respiro, ¿Okay?

Nick volvió a sonreír y se volvió hacia Diego, quien sonreía con esa sonrisa traviesa suya de oreja a oreja. Diego si había cambiado, antes había sido tan fortachón y había tenido barbas descuidadas, pero ahora le había bajado un dos a su obsesión con el gimnasio y era muy refinado. Todo se debía a que ahora era profesor de arte en la escuela local y también porque escuchó que una vez hace unos años apretó tan fuerte a su amada, que la había lastimado. Diego ahora iba solo para mantenerse.

—¿Ya estás borracho? —preguntó Nick colocando una mano en la cabeza de Diego y aprovechando que estaba sentado para despeinarlo.

—¡Qué va! —se quejó Diego haciendo un puchero.

—Sienna le prohibió beber —fue Josh quien comentó sonriente y refiriéndose a la pareja de Diego—. Dice que un maestro de Arte no puede ser mal ejemplo para sus alumnos —explicó Diego mientras se encogía de hombros.

Josh se había quedado en el pueblo desde aquella vez y ahora ejercía como profesor en la escuela local, al igual que Diego, solo que este daba clases de literatura. Era su segundo trabajo porque su primero era ser escritor. Josh había sido un forastero que había venido de otro lugar para conocer a su escritor favorito, sin embargo, se había quedado y ahora es parte de Seasons.

—La mejor decisión que has tomado —bromeó Nick mirando a Diego.

Su amigo había vivido durante dos años en Francia sin poder venir hasta que terminó sus estudios junto a su novia y según lo comentado por este, no fue fácil y tuvieron que hacer sacrificios. Sin embargo, parece que la soledad también les afectó, puesto que había escuchado que Diego se había hecho muy buen amigo de la bebida, no de una mala forma en la que le hiciera cambiar de humor, pero sí en la que casi todos los días bebía por las noches y cuando regreso a Seasons continuó igual. Era bueno que Sienna le hubiera puesto un stop, no quería ver a su amigo perdido en un vicio.

—¿Qué hay de ti? —preguntó Leo mirándolo con una sonrisa—. Mientras hablamos por el grupo que tenemos, muy rara vez hablas —explicó su amigo y Nick hizo una mueca.

Aquí venia…

—He estado ocupado —respondió Nick sonriendo.

Su familia tenía varios negocios comerciales y financieros, como el banco local de Seasons y algunas otras entidades del mismo sector en otros pueblos aledaños. Su padre y él trabajaban en conjunto para asegurar que los negocios familiares estuvieran siempre en marcha, pero cada empresa tenía un gerente general que les reportaba a ellos, sin embargo, Nick se exigía demasiado. Se mantenía ocupado trabajando de más y exigiendo a sus empleados de una forma que sabía que para estos, no era una persona muy grata, pero era lo único que podía hacer para no pensar en ciertas cosas que le agobiaban la vida.

Las cejas rubias de Leo se arquearon.

—Oh, sí, como todos —murmuró Leo rascándose un lado de la frente en un gesto nervioso—. Creo que todos estamos tan ocupados con nuestras vidas que… —Leo hizo una mueca y se encogió de hombros—. Bueno, ya está en el pasado, creo que deberíamos vernos más seguido, puesto que no vivimos tan lejos del otro, ¿sí?

—La vida de adulto es del asco —se quejó Diego haciendo un puchero y Josh asintió.

—Bueno, ya estamos aquí, ¿no? —agregó Nick sonriente y tratando de animar al grupo. No era su estilo, Leo y Diego eran los más animados de su grupo, mientras que Josh era el tímido y Nick el serio, pero al verlos tan tristes porque no estuvieran viéndose como antes.

Que fuera Nick que lo dijera les animó un poco, comenzaron a hablar y como todas las salidas, hablaron de sus trabajos, de sus familias y de algunas cosas extras que hacían. Cada uno tenía alguna actividad extra que hacer. Leo jugaba Básquet con un equipo de Seasons, en donde estaba junto a Josh y algunos otros hombres del pueblo. El equipo jugaba con otros equipos de los pueblos aledaños con el fin de recaudar fondos para ayudar a las personas que lo necesitaran.

Diego pasaba sus fines de semana y ratos libres haciendo arte u horneando con su pareja, también jugando algún juego online con niños muchos menores que él, pero parecía gustarle mucho ganarles a estos.

Josh, además de ayudar a Leo con el equipo de Básquet, también tenía un club de lectura, que cuando no estaba trabajando o escribiendo sus libros, iba a la librería local de Seasons en donde se reunía con otros lectores para discutir libros y hacer lectura en voz alta. Nick no entendía mucho de esas cosas, ya que los libros que leía eran sobre economía, algunos artículos sobre las finanzas u otra cosa relacionada con su trabajo. A decir verdad, sus ratos libres solo se los pasaba pensando en el trabajo. Era muy penoso.

—Puesto que hemos hablado de todo… —comenzó a decir Leo después de hablar por un largo rato y Nick lo miró con curiosidad. Leo se veía serio, por lo cual, lo que iba a decir debía de ser de la misma índole—. Hay algo que quiero decirles —anunció cambiando su expresión a una sonriente—. Sin embargo, antes de… —se giró y Nick vio como sacaba de una chaqueta que estaba colgada en el espaldar de su silla tres sobres blancos.

Leo comenzó a entregarle a cada uno un sobre y cuando le tocó a Nick, este abrió sorprendido los ojos. ¿Acaso eran invitaciones para su boda? El sobre era amarillo pálido y pesaba, además de que podía sentir que lo que había dentro no era papel y tampoco algo plástico. ¿Acrílico tal vez?

—No me digas que… —comenzó a decir Nick y Leo soltó una risita nerviosa.

—Sí, Esmeralda y yo nos vamos a casar —anunció Leo y Nick sonrió al ver a su amigo tan feliz. Se había tardado bastante para ellos. Leo y Esmeralda tenían diez años juntos y Nick había creído que se casarían a los dos años de noviazgo, pero se había tardado.

—Duraron bastante para ello, ¿no? —fue Diego quien comentó lo mismo que Nick había estado pensando.

—Lo dice la persona que tampoco se ha casado —se burló Josh a su lado, puesto que todos sabían que Diego le había pedido matrimonio a Sienna cuando estuvieron viviendo en Francia por esos dos años y todavía era el día que aún no se habían casado.

—Sin embargo, vivo con Sienna y pronto lo haremos —admitió Diego alzando el mentón y Nick supuso pronto sería así. No sabía por qué sus amigos se habían tardado tanto teniendo parejas y teniendo con las mismas relaciones muy serias, pero parecía que pronto cada uno al fin sellarían su unión con un matrimonio.

Nick tomó su vaso con agua para evitar pensar en el futuro. No era envidia, simplemente no se sentía a gusto pensando en ello.

Quizás algún día tendría la suerte de encontrar a alguien.

Esperaba que fuera así.

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