Eco.
¡¿Esta es la casa de Caled?!
Cuanto mucho y tiene cuarenta o cincuenta cuartos. Nunca vi una mansión, esta sin dudas supera la casa de la señora Borges.
—Que casa tan grande— digo sin apartar la mirada.
—Muchos Alfas han vívido aquí por generaciones, no solo es una casa también es historia— abre la puerta y me deja entrar primero.
Solo doy un paso y me sorprende lo elegante de la estancia, todo luce muy caro y parece brillar.
¿A que se dedican?
—Es muy hermosa ¿Viven muchos aquí?
—Por ahora hay alrededor de diez personas, pero no ocurre siempre, normalmente ahí cinco o cuatro viviendo aquí, entre ellos Eb....mi padre.
—Entiendo— medito —¿Hablaremos con él esta noche?
—No est&aacu
(+18)Entro en su cuarto por la ventana. Sigiloso, se que es atrevido entrar así pero no quiero levantar sospechas. La veo echa un ovillo en un rincón de la habitación.<¿Que le ocurre a nuestra mate?>—Eco... — balbuceo. Me es difícil hablar, tengo la garganta seca.—¡Caled!— se asustada —¿Que haces aquí?—¿Que... te ocurre..?— logro pronunciar —¿Estas.. Bien? ¿Alguien.. te.. hizo algo?— me acerco a ella, examino su rostro con ambas manos.—No, estoy bien— aparta mi mano con delicadeza —, más bien ¿Que haces aquí? ¿Te sientes bien?Miente y no sabe hacerlo bien.—No cambies.. el tema Eco— me pongo en cuclillas. La obligo a verme sujetando su mentón &
(+18)Caled.La tina está lo suficientemente llena. La coloco dentro y suspira dichosa. Permanezco de pie, cerca, observándola detenidamente.Me gustaría decir que estoy satisfecho pero seria una mentira, quiero todo de ella. Acabamos de terminar y ya quiero volver a escucharla gemir.—¿Mejor?— pregunto. El agua llega hasta sus hombros.—Si— me mira de arriba a abajo. Aparta la mirada sonrojada.Ya nos hemos visto todo pero permanece con pena.—Te traeré jabón— el agua deja ver sus gloriosas piernas y me calienta de nuevo.Necesito tomar un baño también con agua extra helada.Abro las cabetas, saco jabón liquido y dos toallas. Hay de todo en el mueble, desde artículos de higiene personal hasta batas de baño con distintos tamañ
—Por donde empiezo— paso la mano por mi nuca.—Por el principio— da un sorbo al café.<El principio es difícil de comprender>—El principio.... — repito nerviosa.—Si, el principio. No estoy loca, se perfectamente lo que vi.Doy una bocanada de aire. Debo decirle todo. La noche anterior quede con Caled de contarle la verdad juntos pero solo pensar en lo alterada que puede ponerse me hizo cambiar de opinión, prefiero contarle yo misma, sin mentiras, sin filtros, la verdad y nada más que la verdad.Clara y directa.—Soy la mate de Caled— digo rápido con claras intenciones de que no me escuche.—¿Que?— hace una mueca confusa.—Soy.. la.. la. mate.. de Caled— tartamudeo.—¿Ahora los jóvenes dic
Eco. El trascurso a casa es agotador. No sólo me siento cansada sino también preocupada y enferma. La platica con la señora Anna lejos de ayudar a aclarar las dudas, más bien las multiplicó. ¿Porque yo nunca supe..... Nada del pasado de Abu? A veces le preguntaba pero contestaba con otra pregunta. Era muy buena esquivando el tema.—Supongo que para ese entonces, no le tomé mucha importancia. Respetaba mucho su privacidad pero creo que debí insistir un poco más en saber algo de ella. Su pasado es extraño y no lo digo por Anna, sino por las cosas que encontré en la casa. El libro, el mapa, la cueva, el espejo y los demás objetos que ahí allí. ¿Eran de ella o de alguien más que hábito antes? —Ahora que lo pienso... Jamás conocí al Abuelo. Tampoco necesite hacerlo. Aún así es curioso. —A lo mejor es correcto pensar que no quiera tener nada de ese persona que la abandono. —¿Porque hablas sola?—Me ayuda a pensar.
—Bienvenida a las antigüedades del viejo Caballero Azul— dice con sarcasmo después de soltar un insulto casi inaudible.Sin comprender aún, entro a la tienda. La visualización del lugar es como viajar en el tiempo, cual si hubiera atravesado un portal desde la puerta, dividen dos mundos diferentes. Una melancolica melodia de piano retumba por el lugar, se escucha tan triste y hermosa al mismo tiempo.—Este lugar es fascinante— llama mi atención una maquina de escribir, luce intacta. Verla en perfectas condiciones me provoca pulsar una letra, pero el específico letrero ~No tocar~ arruina el momento.—A ti todo te gusta— rueda los ojos —¡Anthony! ¡Ya volví! Y traje a la original— grita.—Las escuche entrar. Por favor pasen— ofrece amable una voz, de inmediato busco al dueño.&
Anthony.~35 años atrás........ ~—¡Ahora una foto todos juntos!— gritó alegre Marie.—Creo que cuatro son más que suficientes— dijo Alan pagándole al fotógrafo—¡No vamos hacer jóvenes por siempre! Son recuerdos valiosos ¡No seas amargado y paga una más! Prometo será la última.Apoyé esa idea y aquella noche en la feria nuestro rostro desbordante de juventud quedó inmortalizado en ese fotografia.No deseaba estar en otro lugar que no fuera ese, los fuegos artificiales estallaban en el cielo y con ello los gritos de asombro de parte de todos los presentes se confundían con la explosión colorida. Las luces brillantes daban vida a la feria. Lleve un trozo de algodón de azúcar a mi boca y por más extraño que parezca, pe
(.....)Con el desmayo de Eco, Reflecta aprovechó la oportunidad de hacerla probar el té que preparó Anthony y aunque a simple vista luciera como un montón de manzanilla, el líquido guardaba meses de preparación con complicados ingredientes. Solo un par de gotas en el paladar bastaba para su efecto.¿El porqué necesita Eco recuperar sus recuerdos? Es simple.Corre peligro.Anthony conoce muchos riesgos, pasó por incontables errores en su vida pero uno como éste jamás lo perdonaría, sobretodo cuando puede solucionarlo. Quizá no logro ayudar a Marta pero ayudaría a Eco. Alguien intenta lastimarla pero la pregunta del millón es ¿Quien?—¿Cuanto hay que esperar?—No lo sé.—¿Recordará todo?
Reflecta.—No se que pasa contigo, princesa. Pero vendrás conmigo por las buenas o por las malas— el tal Cedric hace más presión en mis brazos para obligarme a ceder.Soy muy fuerte pero tal parece que los hombres lobo también lo son. El infeliz está sobre mi, mientras trato de luchar para poder escapar.—Se ves tan caliente enojada, princesa— susurra cerca de mi rostro y sonríe tras ver que poco a poco mis brazos pierden fuerza.¡Este maldito debe sufrir!—¡Yo no soy tu princesa! ¡Estúpido!— le doy un cabezazo que lo desestabiliza, aprovecho la oportunidad y lo empujo para liberarme de sus garras. Y ahora soy yo la que ríe —¿Te gustó?—Si... — se limpia la sangre en la nariz —. Me gustó mu