—Por donde empiezo— paso la mano por mi nuca.
—Por el principio— da un sorbo al café.
<El principio es difícil de comprender>
—El principio.... — repito nerviosa.
—Si, el principio. No estoy loca, se perfectamente lo que vi.
Doy una bocanada de aire. Debo decirle todo. La noche anterior quede con Caled de contarle la verdad juntos pero solo pensar en lo alterada que puede ponerse me hizo cambiar de opinión, prefiero contarle yo misma, sin mentiras, sin filtros, la verdad y nada más que la verdad.
Clara y directa.
—Soy la mate de Caled— digo rápido con claras intenciones de que no me escuche.
—¿Que?— hace una mueca confusa.
—Soy.. la.. la. mate.. de Caled— tartamudeo.
—¿Ahora los jóvenes dic
Eco. El trascurso a casa es agotador. No sólo me siento cansada sino también preocupada y enferma. La platica con la señora Anna lejos de ayudar a aclarar las dudas, más bien las multiplicó. ¿Porque yo nunca supe..... Nada del pasado de Abu? A veces le preguntaba pero contestaba con otra pregunta. Era muy buena esquivando el tema.—Supongo que para ese entonces, no le tomé mucha importancia. Respetaba mucho su privacidad pero creo que debí insistir un poco más en saber algo de ella. Su pasado es extraño y no lo digo por Anna, sino por las cosas que encontré en la casa. El libro, el mapa, la cueva, el espejo y los demás objetos que ahí allí. ¿Eran de ella o de alguien más que hábito antes? —Ahora que lo pienso... Jamás conocí al Abuelo. Tampoco necesite hacerlo. Aún así es curioso. —A lo mejor es correcto pensar que no quiera tener nada de ese persona que la abandono. —¿Porque hablas sola?—Me ayuda a pensar.
—Bienvenida a las antigüedades del viejo Caballero Azul— dice con sarcasmo después de soltar un insulto casi inaudible.Sin comprender aún, entro a la tienda. La visualización del lugar es como viajar en el tiempo, cual si hubiera atravesado un portal desde la puerta, dividen dos mundos diferentes. Una melancolica melodia de piano retumba por el lugar, se escucha tan triste y hermosa al mismo tiempo.—Este lugar es fascinante— llama mi atención una maquina de escribir, luce intacta. Verla en perfectas condiciones me provoca pulsar una letra, pero el específico letrero ~No tocar~ arruina el momento.—A ti todo te gusta— rueda los ojos —¡Anthony! ¡Ya volví! Y traje a la original— grita.—Las escuche entrar. Por favor pasen— ofrece amable una voz, de inmediato busco al dueño.&
Anthony.~35 años atrás........ ~—¡Ahora una foto todos juntos!— gritó alegre Marie.—Creo que cuatro son más que suficientes— dijo Alan pagándole al fotógrafo—¡No vamos hacer jóvenes por siempre! Son recuerdos valiosos ¡No seas amargado y paga una más! Prometo será la última.Apoyé esa idea y aquella noche en la feria nuestro rostro desbordante de juventud quedó inmortalizado en ese fotografia.No deseaba estar en otro lugar que no fuera ese, los fuegos artificiales estallaban en el cielo y con ello los gritos de asombro de parte de todos los presentes se confundían con la explosión colorida. Las luces brillantes daban vida a la feria. Lleve un trozo de algodón de azúcar a mi boca y por más extraño que parezca, pe
(.....)Con el desmayo de Eco, Reflecta aprovechó la oportunidad de hacerla probar el té que preparó Anthony y aunque a simple vista luciera como un montón de manzanilla, el líquido guardaba meses de preparación con complicados ingredientes. Solo un par de gotas en el paladar bastaba para su efecto.¿El porqué necesita Eco recuperar sus recuerdos? Es simple.Corre peligro.Anthony conoce muchos riesgos, pasó por incontables errores en su vida pero uno como éste jamás lo perdonaría, sobretodo cuando puede solucionarlo. Quizá no logro ayudar a Marta pero ayudaría a Eco. Alguien intenta lastimarla pero la pregunta del millón es ¿Quien?—¿Cuanto hay que esperar?—No lo sé.—¿Recordará todo?
Reflecta.—No se que pasa contigo, princesa. Pero vendrás conmigo por las buenas o por las malas— el tal Cedric hace más presión en mis brazos para obligarme a ceder.Soy muy fuerte pero tal parece que los hombres lobo también lo son. El infeliz está sobre mi, mientras trato de luchar para poder escapar.—Se ves tan caliente enojada, princesa— susurra cerca de mi rostro y sonríe tras ver que poco a poco mis brazos pierden fuerza.¡Este maldito debe sufrir!—¡Yo no soy tu princesa! ¡Estúpido!— le doy un cabezazo que lo desestabiliza, aprovecho la oportunidad y lo empujo para liberarme de sus garras. Y ahora soy yo la que ríe —¿Te gustó?—Si... — se limpia la sangre en la nariz —. Me gustó mu
Sentir sus brazos envolverme fue una sensación cálida y placentera, Caled permanece así por varios minutos, yo lo disfruto mucho hasta que las miradas en el bus se tornan incómodas. Con discreción deshago el abrazo.—¿Estas bien? ¿Te paso algo?— toma mi rostro entre sus manos y suavemente lo eleva, revisa meticuloso cada parte y cuando termina su mirada conecta con la mía, su expresión se endurece —¿¡En donde estabas!?Trago saliva, solo esa acción basta para que sus hermosos ojos esmeraldas se conviertan en dos rubíes resplandecientes.—Salí.. — digo lo primero que se me viene a la mente.—¿A donde?— pregunta de inmediato.Las personas empiezan a vernos mal.—¿Podemos salir de aquí..?— frunce el ceño.Estoy por repetir lo mismo cuando me toma de
Eco.—Ahora— tomo una bocanada de aire cuando quita el saco de mi cabeza —.Vas a hablar— me empuja dentro de la casa, cierra la puerta y la asegura.Mi corazón se acelera a medida que se aproxima.—Eso hacen los amigos, se cuentan secretos— saca de su chaqueta un cigarrillo, la enciende y sonríe —. Por lo tanto....me vas a decir todo...— retrocedo, su aspecto advierte peligro y no lo digo por su vestimenta.>>Parece que va a un funeral con ese uniforme completamente negro que viste, y las mascaras de animales colgadas en la pared llaman mi atención, lucen realistas y extrañas. Este tipo está loco<<—Sabes, no soy tan insensible— suelta una risa corta —. Se como tratar a una dama— exhala, el humo cubre por unos segundos su rostro.Pasa de mi y se sienta en un escritorio.—Siéntate&md
Caled. En cuanto supe que Eco no estaba en la habitación, la busqué como loco y al recibir la notificación en el celular sobre lo que ocurrió solo aumentó la angustia. Salí desesperado rumbo a la clinica, pensé que nunca mas tendría ella que volver allí, estaba equivocado. —¡¿En donde esta?!— es lo primero que digo al cruzar la puerta. —En la quinta habitacion....pero...— me dirijo donde indicó. >>No tengo tiempo para rodeos>Quién fue el ma