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CAPÍTULO 5 –Susurros siniestros

Respiro hondo antes de buscar en el bolsillo de mi pantalón el papel doblado donde estaban inscritos mis horarios, al ver que la siguiente si era muy importante comencé a correr ya que en poco tiempo sonaría la campana.

Justo cuando llegué adentro mi piel se eriza cuando escucho de nuevo su voz a mis espaldas. ¿Qué pasa con mi cuerpo?. No reacciona, se paraliza al sentir su presencia tan cerca de mi. ¿Acaso era miedo?.

Lentamente volteo para verlo sobre mi hombro, efectivamente detrás de mi. Su mirada era la misma, fría, inexpresiva pero cuando mis pies reaccionaron fue cuando vi sus intenciones contra mi.

—¿Dime tu nombre?.

—¿Eh?. —fue lo que murmuré cuando vi su molestia. —¿Mi nombre?. ¿Para que?...

Iintente desafiarlo sin imaginar que eso, sería un grave error. Sus frías manos ya no sostienen mis muñecas como en nuestro primer encuentro, estas sujetan mi cuello con una mirada ardiente y sedienta de sangre.

—¡Habla!.

—P-Pudrete.. —escupí aún desafiandolo. —Tu.. no eres nadie..

Jadeo cuando su agarre es más fuerte, sentí que el poco aire que mis pulmones poseían se había terminado al intentar respirar, me estaba asfixiando con intenciones de matarme. No entiendo que le pasa a este tipo. ¿Por qué se ensaña conmigo?.

De la nada me suelta. Tosiendo caigo de rodillas mientras mi mano derecha cubre mi cuello para verlo furiosa por casi matarme. Al poco tiempo la campana suena y los estudiantes salen de los salones. Me coloco de pie encarandolo pero retrocedo lejos de él.

—¿¡Que carajos te pasa?!. —todos se detienen para observarnos. —¿¡Ni siquiera te conozco y me quieres matar?!.

Todos comenzaron a murmurar y vieron nervioso al rubio frente a mí, su semblante sombrío intimida tanto que con solo caminar hasta donde me encontraba, su mirada era decidida y quería atacarme de nuevo sin importar que hubieran personas presentes siendo testigos.

—¡Aléjate de mi!. —sé detiene de inmediato, no deja verme con esa mirada inexpresiva. —Aléjate Ethan.

—¿O si no que?.

Todos murmuraron cuando escuchan su pregunta casi en burla.

—Esa chica es tonta, no sabe con quien se mete.

—Si. Oí que casi mató a golpes al anterior Mariscal del equipo de fútbol.

—Si, que terror, pero aún así no deja de verse atractivo.

—Si, incluso se ve más guapo Ethan.

Mis palabras no fluyen de mi garganta, estaban atacadas con tener su mirada penetrante sobre mí con deje de amargura y odio.

—¡¿Qué Demonios esta pasando aquí?!.

Era la profesora Crosforw, ella maldice al ver que no íbamos a nuestras respectivas clases y al ver que era por nuestra culpa nos señala a ambos.

—¡Ustedes dos. A la oficina del decano

—¿Qué?. —Palidezco. —P-Pero.. no es mi culpa. Él..

—¡Carajo, que no oyó. A la oficina.

 Ella me grita en el oído y me ordena caminar con el a la oficina del decano. Apresuró mis pasos para llegar antes de que Ethan pudiera alcanzarme pero eso fue inutil ya que bruscamente tomó mi muñeca.

Mi corazón se acelera ya que no podía siquiera saber en que estaba pensando y porque su insistencia en perseguirme si no le hecho nada malo. Mi único pecado fue haber chocado por accidente con el.

—¿Cuál es tu nombre?.

—Tanto quieres saberlo. ¿Cuál es el interés?.

—Yo soy el que pregunta ahora responde si no quieres morir.

—Tú no me intimidas. —dije segura. —Quieres matarme, dime la razón.

Su rostro estaba tan cerca del mío que pude sentir su aliento cálido sobre mis labios. Sus ojos gateados se vuelven rojos demostrando que estaba dispuesto a cumplir su palabra, su comportamiento conmigo era extraño, ¿Cuál era el interés de saber mi nombre?.

Mi cuerpo tiembla por una extraña razón cuando recuerdo que una de sus manos tiene prisionera una de mis muñecas, ahora que lo veía más de cerca podía darme cuenta que era apuesto pero era una belleza que solo oculta al verdadero monstruo que es.

—Lamento interrumpir su momento romántico. —Nuestras ojos pierden la concentración cuando oímos una voz a nuestro costado derecho. —¿O quieren duplicar el castigo?.

—Señor decano. —empujo de inmediato a ethan lejos de mi. —No, señor no es lo que cree.

—Pues eso no es lo que yo vi. —dije con severidad dejándonos atrás con la puerta abierta para que entraramos.

De inmediato lo seguí detrás para tomar asiento frente a su escritorio. Al poco tiempo el rubio de ojos gateados entró y se dejó caer sobre la silla sin siquiera mostrar preocupación alguna.

—Bien, señorita Archer, faltó un día entero a clases, y faltó a una clase hace una hora atrás y ahora armó un escena amorosa en el pasillo.

—¿Qué?. No. Señor, no fue ninguna escena amorosa. El fue quien atacó primero, quiso asfixiarme sin motivo alguno. ¿Cómo podría tener algo con este sujeto que me mira como su peor enemigo? Ni en mis peores pesadilla imaginaria tener algo con él y lo de ayer, bueno, falté a clases porque los demás chicos me hicieron una broma y me llenaron de pintura y plumas.

El me mira fijamente —Entonces tendrá un castigo por haberse escapado durante la clase anterior y usted joven Baltimore, estará castigado por lastimar a la nueva estudiante de intercambio.

—¿Cómo asegura usted de que no está mintiendo?.

Mi cara es de asombro cuando dijo eso, una sonrisa ladeada se forma en sus labios de forma siniestra. ¿Acaso me estaba llamando mentirosa?. Como puede ser tan cínico si estuvo a punto de ahogarme por simple capricho.

—Las marcas en el cuello de la señorita Archer son la prueba. —dijo anotando haciendo que el dejara de sonreír. —Deberán presentarse aquí el sábado a las cuatro la tarde. Limpiaran el gimnasio y se quedarán hasta el anochecer del siguiente partido para limpiarlo.

—Pero señor decano.

—Pueden irse.

No podía creer que este lugar fuera tan estricto con los castigos, era imposible que pudiéramos limpiar un campo de fútbol solo nosotros dos, cuando creí que todo mejoraría al parecer empeora y todo gracias a este tipo que solo me causa problemas.

—Así que eres una Archer.

Su voz resuena en mi oído al hablar después de salir de la oficina del decano, su mirada era más sombría y siniestra que antes. ¿Acaso tenía algún asunto pendiente con mis padres?.

—Si lo soy. —dije con orgullo. —Y como una Archer te advierto que si vuelves a atacar a otro humano, te voy a matar.

Puja al reírse como si lo que había dicho era algún chiste. Eso me molestó ya que el no sabe de lo que puedo ser capaz de hacer cuando sostengo mi espada.

Mantiene su mirada sin pronunciar otra palabra, su silencio era abrumador que no quise permanecer más viéndolo así que caminé para alejarme de él pero me detengo cuando volvió hablar.

—No sabes lo mucho que disfrutaré cuando estés en mi poder.

Giro sobre mis talones incrédula de lo que oí, acaba de decir que estaré en su poder. ¡es enserio!. No definitivamente este idiota está loco. Por su forma de actuar y hablar estoy segura que tiene muchos años viviendo.

—¿Quieres enfrentarme?.

—Una mocosa como tú solo sirve para ser una perra en la cama.

Mi pecho se oprime cuando dijo eso, fue como un puñal que abrió una herida enorme para llenarla con odio. ¡me ha llamado perra!.

Con una sonrisa lo observo al creer que caería en su palabras blasfemas contra mí.

—Puede que sea una perra, pero es una que nunca vas a disfrutar porque por muy atractivo que seas por fuera, estas podrido por dentro y eso me da asco. —su cejas se frunce y gruñe. —Es por eso que nadie jamás podrá amar a alguien tan insignificante como tu, porque eres b****a.

A grandes pasos se aproxima de nuevo a mí pero se detiene cuando el decano abre de nuevo la puerta y sale. Al ver que aun seguíamos afuera de su oficina eleva una ceja observando nos fijamente.

—¿Qué hacen aquí?.

Ethan me lanza una mirada de advertencia antes de marcharse, cuando siento que se fue realmente, el decano me mira así que salí de ahí para retomar mis clases pero bajando las escaleras me detengo pues al ver mis manos, estas no paran de temblar.

El era el causante de que mis nervios estuvieran al cien. En verdad este sujeto es muy peligroso. Nunca antes había sentido este miedo un miedo que hiciera temblar tanto por fuera como por dentro.

Durante la clase, su mirada aparece en mi mente, sus ojos gateados me ven hambrientos de venganza. Acaso antes mis padres le hicieron algo y por eso su interés en saber mi nombre. Jamás les pregunté a mis padres de vidas como cazadores, pues yo quería vivir mi propia experiencia.

—¡Alis!. —todos ven a Miguel cuando grita mi nombre, avergonzada traté rápidamente para decirle que no gritara. —Somos amigo, es normal que te trate con cariño.

—Miguel, —unos chicos del equipo de fútbol se acercan a nosotros. —¿No nos vas a presentar a tu chica?.

—Ella es Alicia Archer, la nueva estudiante de intercambio y mi amiga.

Me sorprendió cuando el aclaró ante todos que éramos amigos nada más. Uno de ellos me mira descocado logrando incomodarme.

—¿Eso quiere decir que esta soltera?.

—Bueno..

—Miguel, ¿puedes llevarme a casa?. —Pedí y el con una sonrisa amistosa accedió. —Adiós.

Tajante me despedí de esos chicos para luego irme con Miguel hacia el hotel pero de la nada observo que cambia de ruta hacia la ciudad y sin esperarlo nos encontramos en su casa, confundida le pedí una explicación.

—Mamá me llamó para decirte que estabas invitada a cenar con nosotros.

—Yo no puedo..

—Ella no acepta un no por respuesta.

Su última respuesta me recordó a mamá. Nostálgica sonrío ya que ella también odia que se nieguen a alguna petición suya, nunca acepta un no por respuesta. Al final termine bajando del auto para aceptar su invitación.

—¡Mamá ya llegamos!.

Escuchamos su voz de nuestro lado derecho, cuando la vimos ella se encontraba sirviendo la cena, cuando me ve sonríe amablemente invitándome a pasar a la meza. No quería incomodar pero ella al ver que no me movía de mi lugar se acercó y me tomó de la mano para que tomara asiento junto a su hijo.

—Cuandl supimos que estabas estudiando en la universidad que nuestro bebé estudia, le dije a Miguel que te invitará aquí.

—Gracias por su hospitalidad señora. —murmuro apenada. —No esperé volverlos a ver después de que me ayudarán en el aeropuerto.

—Aunque es un lugar pequeño, sabía que te volveríamos a ver cariño.

Ellos eran tan gentiles que no pude evitar sentirme a gusto en su casa, pero después de cenar y ver que ya era tarde le pedí a Miguel que si podía llevarme a casa y el aceptó. En el camino el no dijo nada pero parecía feliz desde que salimos de su casa, no comprendía la razón pero decidí ignorarlo.

—¿Quieres que pase por ti mañana?.

—No. —me negué de inmediato. —No quiero molestarte y abusar de su amabilidad. Tomaré un taxi.

—Vamos, acepta, somos amigos ahora, un taxi hasta la universidad te costará una fortuna, mira, solo piensa que es mientras tu consigues un empleo y te mudas al pueblo.

Eran un punto muy grande a su favor, la última vez que me vine en taxi me cobraron demasiado y eso alteró mis planes de ahorro ya que ahora debía apresurarme a conseguir un empleo lo antes posible para mudarme al pueblo y pagar un apartamento pequeño.

Suspiro en rendición y acepté su propuesta.

—Entonces paso por ti mañana. Buenas noches.

—Buenas noches.

Al marcharse Miguel, pedí mi llave en recepción y subí a mi habitación para descansar un poco antes de comenzar mis tareas. Suspiro ya que en este momento desearía tener un celular pero no tengo ya que se lo deje a Aleck antes de venirme.

La razón es porque el me lo regaló el año pasado para mi cumpleaños dieciocho, en ese entonces todo estaba bien entre nosotros, pero el seguía con la insistencia de presentarme a sus padres y al final eso arruinó nuestros planes juntos.

A la mañana siguiente, Miguel estuvo puntual esperando por mi, esta vez el ya se encontraba listo para ir a clases, en el camino me percaté que traía una chaqueta deportiva con el lobo de la universidad y un lobo detrás dibujado.

Antes no lo traía y ahora lo traía y eso fue curioso pues no sabia que pertenecia al equipo de fútbol, ahora entiendo porque ayer aquellos chicos le hablaron con suma confianza.

—No tenía idea de que formas parte del equipo de fútbol.

—Bueno, eso es porque ayer olvide la chaqueta en la cama y porque olvidé mencionartelo. No creí creí eso fuera de tu interés.

—Supongo que es de interés si piensas ser mi amigo.

Sonríe de lado mientras acelera. Al llegar a la universidad casi todos posaron sus ojos sobre mi al ver que salía del auto de Miguel, al darme cuenta, todos los chicos del equipo de fútbol se encontraban acompañados de una chica y Miguel lo estaba conmigo así que bajé y me alejé de él sin siquiera despedirme pues no quería que malinterpretaran nuestra relación.

—Así que la mosquita muerta ya tiene novio.

—¿Qué?. —dije al ver a la rubia frente a mí. —Estas loca.

Intenté pasar por su lado pero esta me tomó del cabello pero reaccioné y le hice una llave a su mano porque jamás dejaría que nadie tocará mi cabello. La rubia se queja de dolor mientras grita desesperada.

—Si intentas tocar mi cabello nuevamente, destrozare tu lindo brazo.

La suelto y esta asustada se va corriendo como su hubiera visto al peor monstruo, con una sonrisa triunfante giro sobre mis talones solo para encontrar un par de ojos fríos viéndome fijamente.

—¿Lista para sufrir?.

Sin decir nada me alejé de él y cuando lo hice me sorprendió de que no hiciera nada para detener mi andanza así que nerviosa de que planeaba algo, cambie mi camino para ir al baño. Busco una explicación a mi nerviosismo cada vez que lo veo.

—Vamos Alis. —intento controlarme. —Tu no eres así.

Ese tipo estoy segura que me hizo algo, tal vez algún hechizo y no me di cuenta. Es demasiado peligroso tenerlo cerca, puede valerse de artimañas para vengarse de mis padres. Mi mente solo recuerda una cosa de él, sus ojos gateados y fríos como él hielo.

Cuando mis ojos se perdían al ver los suyos fijamente, un escalofrío recorre mi cuerpo. Agitó mi cabeza para dejar de pensar en él, al ver la hora en el resol que llevaba en mi muñeca me apresuró para salir del baño y volver a clases, tenía veinte minutos encerrada en el baño y ni cuenta me habia dado.

Pero al salir del baño, el aire se escapa de mi cuando lo veo salir del baño de chicos que estaba frente al de chicas, se me dificulta respirar pero mi cuerpo se paraliza cuando un aire frío sopló en mi cara cuando vi que una chica estaba detrás suyo.

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