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Capítulo V - Y le dije adiós sin saber que sería el ultimo día en que los vería

La mañana del lunes se hace presente tras vivir un domingo sumamente caótico y la luz del sol que posa sus rayos en mi rostro a través de la ventada, le da la bienvenida a mi consciencia.   

Pensé durante la noche anterior que al dormir iba a poder descansar y si valla que dormí de seguido, pero la palabra descansar no formo parte de ello, estuve teniendo pesadillas durante toda la noche cosa que nunca solía tener ya los ojos que vi en la noche se repitieron una y otra vez dentro de mis sueños.

Realmente estaba intranquila, aquello me había asustado bastante, pensé que como ya iba a entrar a la universidad y estaría lejos de casa un tiempo todo cambiaria para bien por lo que aquello lo terminaría olvidando.  

Toc, toc, toc... se escucha el sonido hueco y rítmico de unos nudillos contra la puerta.  

— Puedo pasar — se escucha una voz decir.  

Inmediatamente conteste. 

— Si, adelante.  

 — ¿Cómo estas pequeña?  

Quien se asomaba era el abuelo, durante toda la noche se le hizo difícil descansar tras no verme del todo bien y en sus ojos pude notar su gran preocupación, así que repliqué intentando darle tranquilidad. 

— Bien abuelo — a la vez que sonreía — y la abuela ya se despertó — pregunte casi de seguido queriendo evadir aquella conversación.   

— No, aun esta dormida, pero dime la verdad, paso algo con Jacob.  

— No abuelo, descuida no paso nada, solo estaba algo cansada.  

La verdad para nada quería que el supiera lo que había ocurrido así que decidí crear una pequeña mentira blanca y continue diciendo.    

— Solo llegue con los sentimientos un poco chocados por la película, me emociono bastante fácil, sabes que suelo ser un poco sensible con ellas — conteste.  

Al escucharme sonrió y mientras colocaba su mano sobre mi cabeza, replico:  

— Lo sé, en eso te pareces mucho a tu madre.  

Sus palabras removieron toda mi mente ya que escuchar hablar de ella formaba un gran nudo en mi garganta haciendo que por acción de aquello yo terminara bajando la cabeza en señal de tristeza mientras repetía con la voz quebrada.

— Crees que aun este viva, la verdad ancio tanto poder verla y abrazarla. 

Con la voz un tanto entre cortada aquel replico. 

— No te mentiré, eso no lo sé, pero, mantén esa esperanza contigo es lo único que nadie puede quitarte.  

Sus palabras recompusieron un poco mi humor, me dieron mucho ánimo y me levante de la cama con gran energía.  

— Pues entonces no es momento de estar llorando — repuse — tengo que ser firme y ahora no puedo darme el lujo de bajar mi cabeza.   

El abuelo me miro con unos ojos tan llenos de amor que era fácil de leer en ellos lo que aquel sentía por mí.  

 — Me iré a asear, me esperarías un momento aquí, quiero que me ayudes a preparar el desayuno así le damos un bonito despertar a la abuela.  

Tras asearme el abuelo y yo bajamos hasta la cocina, ambos preparamos un rico desayuno, como ya estábamos allí ambos lo ingerimos primero y tras esto preparamos una bandeja bien decorada con una flor roja hacia un costado de la misma y se la llevamos a la abuela.  

Al entrar y despertarla la abuela se emocionó tanto que tras acercarnos nos regaló un beso a cada uno, lo admito me encanta verla disfrutar, pues ella y el abuelo son toda mi vida.  

Tras conversar un rato me retire hasta mi habitación pues aún me faltaban algunas cosas por empacar.  

La verdad aun no podía creer que ya había terminado la secundaria además de que las vacaciones de verano habían pasado tan aprisa y ya hoy me tocaba irme hasta el campus universitario, lo único que lamentaba era el hecho de que no podría ver a los abuelos por algunos cuantos meses idea que no era del todo de mi agrado, pero no había nada que pudiera yo hacer para cambiarlo.

Así que con aquella misma actitud ingresé a la recamara y tras entrar al ropero tras saqué algunas cajas mis ojos se posaron en una imagen inusual.

— Pero... no se supone que lo había perdido — replique tras observar fijamente lo que allí se escondía.  

Puesto en un rincón en el suelo yacía un collar, y no uno cualquiera si no uno que le perteneció a mi madre.

La cadena principal por donde se cuelga es de un buen largo llegando este en toda su extensión hasta la parte baja de mi caja torácica, está bañada en plata blanca y tiene en su interior un pequeño zafiro morado uno de los más extraños jamás encontrados.

Tras revisarlo vi que aún se encontraba en perfecto estado, lo que era inusual, ya que habían transcurrido muchos años desde que le había perdido.

Hoy en la actualidad yo ya tenía diecinueve años y cuando lo perdí tenía algunos siete, estaba segura que en todos esos años había revisado varias veces esa zona y nunca le vi, cosa extraña ya que en once años en más de una ocasión hurgando en aquel espacio debí haber dado con tal objeto. 

Al verlo lo tome en las manos y fue inevitable que yo me emocione mucho a verle de nuevo, era una completa locura dar con el de esta manera y está vez estaba segura que sería casi imposible que me lo quitase ya que no dejaría que la misma historia se repitiera nueva vez.

Junto con el collar para sorpresa aún más mía había también un álbum en la esquina contraria, el único que contenía las fotos de mis padres a mi lado, no lo podía creer al verlas fue imposible no quebrarme, no pude evitar llorar a mares y caí de rodillas contra el piso.  

Mis abuelos escucharon mi llanto, ya que nuestros cuartos no quedan muy lejos el uno del otro y entraron a toda prisa.  

La abuela asustada dijo. 

— ¿Qué pasa?  

De mi boca no pudo salir ni una sola palabra, mi ser se había quedado completamente estático, mi abuelo se acercó y levantándome del piso manteniéndome junto a su pecho, quito las fotos de mis manos para descubrir que era lo que sucedía, pero tras mirarlas sus ojos igualmente se humedecieron y luego de unos segundos luego entregándosela a la abuela me abrazo fuertemente.

Yo meramente los miraba sumergida en aquel trance y mientras lo hacía vi como las expresiones de la abuela iban cambiando a medida que contemplaba aquellas imágenes, pero, en vez de mostrar tristeza para desconocimiento mío sus ojos se llenaron de rabia y odio.  

Los abuelos me ayudaron a levantar y con cuidado me llevaron hasta orillas de la cama y me sentaron un poco más lejos del borde, a abuela se sentó junto a mí en tanto el abuelo se quedó de rodillas en nuestro frente colocando una mano encima de las nuestras.  

Así vi el rostro del abuelo quien no podía disimular sus expresiones, sus ojos se quedaron fijos en el colgante que yacía en mis manos pues fue justo en aquel momento que aquel no muy bien se arrodillo lo noto y la verdad no era la primera vez, recuerdo que cuando era pequeña por dos ocasiones mi abuelo se había quedado paralizado tras mirarle, pero ya sabía que tras tocarle el rostro el volvía en sí nuevamente cosa que de seguido realice.  

Tras esto la abuela puso sus manos a cada lado de mi rostro obligándome así a mirarla, vi sus ojos y un sentimiento chocante me inundo pues se sentía como yo si hubiera olvidado algo, lo peor es que mi ser se negaba a recordarlo.  

Ambos tras tal pena estuvieron un tiempo conmigo hasta que me tranquilice, y mirando mi tristeza propusieron que era mejor que dejara mi ida al campus para el próximo día cosa que rechace y les dije que no podía que me debía de marchar.  

Así que notando que no entendían mis razones les explique que ese día nos darían las llaves de los dormitorios y junto con ellas nos entregarían los horarios de cada asignatura así que no podía faltar ya que en vista de que mañana temprano tendríamos reunión con los profesores encargados; ellos comprendieron, la verdad es que son muy nobles y demasiado buenos conmigo así que a pesar de todo aceptaron mi partida.   

La verdad no paso mucho tiempo hasta que me compuse, tengo la loca y extraña habilidad de que pesa en mi más los sentimientos de alegría que los de tristeza, así que mis pensamientos, sentimientos y acciones pueden ser variantes.   

Cuando menos se lo esperaban ya me encontraba sonriendo y terminando de acomodar mis cosas dentro de las cajas y en las maletas restantes, realmente iba armada con todo habido y por haber ya que estaría cuatro meses y medio sin regresar a casa, pues quería avanzar lo más que pudiera en ese periodo, además de que intentaría conseguir un empleo.   

A pesar de todo tenía algo que me molestaba, era la primera vez que les dejaba solos tanto tiempo y me estaba costando dejar el nido.   

Ya a las una de la tarde estaba finalmente todo listo, antes de subir al auto mis abuelos notaron que algo me pasaba, no pensaron que era relacionado con mis padres pues ya sabían cómo actuaba y tampoco querían recordarme lo que paso unos pocos minutos antes y de la nada dijeron.  

— Estas preocupada por nosotros.  

— Se nota tanto la verdad no los puedo engañar, si lo estoy no los quiero dejar solos.  

— No quieres, pero debes, tu deber es seguir creciendo, aprendiendo, conociendo y sobre todo viviendo, algún día no estaremos por lo que necesitas aprender a ser independiente descubrir que es realmente la vida — ambos tras recalcar aquello me abrazaron, no quería soltarles, pero debía de irme.   

Mi abuelo me había regalado un auto durante las vacaciones el cual me gustaba mucho así que me iría en él hasta el campus, ellos realmente no querían ver como mi rostro desaparecía dentro de la universidad, así que su despedida fue meramente en aquel piso de baldosas justo al frente de nuestro hogar.  

Mi abuelo mirando como el tiempo corría acomodo rápidamente todas mis cosas en el baúl, me entregaron su bendición y me fui dejándoles atrás con una mirada triste y el alma llena de preocupación. 

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