CAPÍTULO 133: LO QUE NUNCA DEBIÓ PERDER.Lana estaba sentada en el sofá, con Matteo jugando en el suelo frente a ella. La casa estaba en un silencio casi absoluto, salvo por los balbuceos suaves de su hijo y el eco lejano de las olas rompiendo contra la costa. Habían pasado días desde que Enzo se fue, pero para Lana, cada minuto se arrastraba con una lentitud insoportable. Su mirada se posaba una y otra vez en el teléfono sobre la mesa, como si esperara que sonara, aunque en el fondo sabía que no lo haría.Matteo gateó hasta ella, tirando de su vestido con sus pequeñas manos y balbuceó algo que sonaba como "pa-pa". Lana sintió cómo un nudo se formaba en su garganta. Lo levantó y lo abrazó con fuerza, como si con ese gesto pudiera ahogar el dolor que le quemaba el pecho.Pero no podía.El vacío que Enzo había dejado era demasiado grande, demasiado profundo.—No debería haberlo dejado ir —susurró para sí misma, con la voz quebrada.Miró a su hijo, que ahora agitaba sus manitas con entus
CAPITULO 134: REENCUENTRO INESPERADO.ESTUDIO MANSIÓN BIANCHI.Los informes sobre los Torriani estaban esparcidos por el escritorio, y Enzo trabajaba a toda velocidad, buscando el siguiente movimiento en la guerra entre familias.La puerta se abrió sin previo aviso, y Alessandra entró con la seguridad de quien no necesita permiso. Llevaba un vestido negro que abrazaba cada curva de su cuerpo, y sus tacones resonaron en el suelo mientras se acercaba al escritorio. Enzo levantó la mirada, pero no dijo nada. Su expresión era fría, como siempre lo era cuando trataba con ella.—Espero no estar interrumpiendo —dijo Alessandra con una sonrisa juguetona, dejando una carpeta sobre el escritorio—. Aquí tienes los detalles que pediste. Ya sabes, sobre los Torriani.Enzo asintió brevemente, tomando la carpeta sin mirarla.—Bien. Eso era todo lo que necesitaba de ti.Alessandra ladeó la cabeza y su sonrisa ensanchó mientras se apoyaba ligeramente en el borde del escritorio, inclinándose hacia él.
CAPÍTULO 135: LA ÚNICA QUE IMPORTA.Lana estaba allí, de pie con Matteo en brazos. Sus ojos claros recorrieron la escena con rapidez, captando cada detalle: la cercanía entre Alessandra y Enzo, la forma en que Alessandra jugaba con su cabello mientras sonreía con demasiada confianza, y, sobre todo, el leve nerviosismo que cruzó el rostro de Enzo al verla.—¿Interrumpo algo? —preguntó, con un tono perfectamente neutral, aunque sus ojos permanecían fijos en Enzo con una intensidad que hizo que él se removiera incómodo.—Amore... no, claro que no —respondió, dando un paso hacia ella como si necesitara acortar la distancia entre ellos. Extendió los brazos para recibir a Matteo, pero ella no se lo entregó de inmediato.La mirada de Svetlana no se apartó un solo momento de la otra mujer en la habitación.—Cariño, Alessandra es la hija de Giancarlo —dijo Enzo rápidamente, temiendo que ella pudiera malinterpretar las cosas—. Ya sabes, con quienes cerramos la alianza.—Ah, ya veo —murmuró Lana
CAPITULO 136: LA MUJER DE TU VIDA.Esa misma noche, Svetlana y Enzo hablaron finalmente. —Estoy aquí, porque mi amor por ti es más fuerte que cualquier cosa. Estar separados es imposible, Enzo. No importa lo que pase, siempre terminaré volviendo a ti.El la miró como si esas palabras le hubieran devuelto la vida. Su corazón latía rápido, y una sonrisa cargada de alivio y felicidad se dibujó en su rostro.—Mia regina (mi reina)… —murmuró, acercándose a ella, pero las palabras se le quedaron cortas.No podía controlarse, como siempre que ella estaba cerca. La tomó entre sus brazos, sus labios buscaron los de ella, y el resto fue una explosión de emociones contenidas. La noche los envolvió mientras se entregaban al amor que había sobrevivido a todo.[*]A la mañana siguiente, el comedor de la mansión estaba lleno de risas. Matteo jugaba, encantando a todas las empleadas con sus ocurrencias. Ellas se divertían con el pequeño heredero, que era el centro de atención.Mientras tanto, Svetlan
CAPÍTULO 137: TRATAR DE SOBREVIVIR.El auto se detuvo frente a una carnicería vieja, con ventanas empañadas y un letrero apenas legible. Enzo apagó el motor y dejó las manos sobre el volante, sus dedos tensos mientras su mirada se perdía en el parabrisas. El silencio dentro del auto era denso, cargado de pensamientos que no se decían en voz alta.—¿Qué pasa? —preguntó Cassio desde el asiento del copiloto, girándose hacia él con el ceño fruncido—. Estás más callado de lo normal, y eso ya es decir mucho.Enzo desvió la mirada hacia su amigo. Sus ojos siempre duros, parecían aún más sombríos. No respondió de inmediato, pero finalmente abrió la puerta del auto y salió al frío aire de Chicago.—Nada. Terminemos con esto —respondió mientras cerraba la puerta tras de sí.Cassio suspiró, frustrado, y lo siguió. Ambos hombres sacaron sus armas del compartimento bajo los asientos. El movimiento era fluido, casi automático, como si lo hubieran hecho mil veces antes. Pero Cassio no podía ignorar
CAPÍTULO 138: EMBARAZO SECRETO.El edificio era un infierno de balas. Enzo disparaba con precisión, moviéndose entre las cajas como un lobo en cacería. Cassio disparaba con igual destreza, pero con menos calma. Su rostro estaba rojo de furia.—¡Giancarlo, viejo desgraciado! —gritó mientras derribaba a un hombre con un disparo al pecho—. ¡Hijo de la gran putana, nos vendiste como si fuéramos carne barata!Enzo, cubierto detrás de una pila de cajas, rodó los ojos. Disparó dos veces, acertando en el hombro de uno de los hombres que intentaba acercarse demasiado.—¡Cassio, menos drama y más puntería, ¿quieres?! —gruñó, recargando su pistola con movimientos rápidos—. ¡Si quieres maldecir a alguien, hazlo después de que salgamos vivos de esta mierda!Cassio, agachado detrás de una caja metálica, soltó una risa corta mientras disparaba al último hombre que se asomaba desde una esquina.—¡Perdona si no soy tan zen como tú, Enzo! —replicó, recargando su arma con manos temblorosas pero firmes—.
CAPITULO 138: CERRAR UN TRATO.―¡Ivan! ―exclamó Svetlana, la sorpresa iluminando su rostro antes de que una gran sonrisa se dibujara en sus labios.El le dio una sonrisa cálida y abrió los brazos justo antes de que ella corriera hacia él y lo abrazara con fuerza.―Malen'kaya roza (pequeña rosa) ―murmuró mientras la abrazaba.Svetlana se apartó lentamente todavía sorprendida.―No esperaba verte aquí ―dijo.Ivan sonrió mientras ambos se dirigían al sofá. Se sentaron, y él la miró directamente, como si quisiera asegurarse de que estaba bien.―Estoy en Chicago por unos asuntos de negocios ―explicó―. Cuando me dijeron que tú y Enzo estaban de regreso, no podía dejar de visitarlos.Svetlana le devolvió la sonrisa.―¿Y cómo está todo en casa? ―preguntó, esperando noticias del lugar que todavía consideraba su refugio.Ivan bajó la mirada por un momento, Y su tono se volvió melancólico.―Todos siguen extrañando al pakhan, pero todo está en calma por ahora.Lana asintió, comprendiendo perfectam
CAPITULO 140: SIEMPRE VOLVERÉ A TI.La habitación estaba envuelta en una penumbra cálida, iluminada solo por la luz tenue de una lámpara junto al lecho. Enzo estaba boca abajo, con la cabeza apoyada sobre sus brazos, mientras Svetlana se sentaba a horcajadas sobre sus caderas, sus manos deslizando con firmeza aceite tibio sobre su espalda musculosa.Él dejó escapar un suspiro pesado, relajándose bajo su toque, pero no podía ignorar la tensión que sentía en ella. Sus movimientos eran metódicos, casi mecánicos, como si su mente estuviera en otra parte.―¿Qué pasa por esa cabecita, amore? ―preguntó rompiendo el silencio.Svetlana se detuvo un instante, sorprendida por la pregunta.―Nada ―respondió con suavidad, retomando el masaje para evitarlo.Pero Enzo no se creyó ni por un segundo esa evasiva. Con un movimiento rápido, se giró y la sujetó por las muñecas, atrayéndola hacia él. Svetlana soltó un pequeño jadeo de sorpresa, sus ojos encontrándose con los de él, intensos y oscuros como l