¡MIS MAFIOSAS, FELIZ 2025! 🌟✨ Que este nuevo año esté rebosante de bendiciones, abundancia y momentos inolvidables para todas ustedes. Gracias por estar aquí, siempre apoyándome y formando parte de esta familia tan especial. ¡Las amo muchísimo! ❤️ Ah, y una cosita... no se preocupen, no hay separación ni drama. Solo que, ya saben, me gusta poner a prueba esta relación de vez en cuando. 😉 Por cierto, Enzo sigue siendo un 10/10. 😏🔥 ¡Vamos con todo este año! 🎉
CAPÍTULO 135: LA ÚNICA QUE IMPORTA.Lana estaba allí, de pie con Matteo en brazos. Sus ojos claros recorrieron la escena con rapidez, captando cada detalle: la cercanía entre Alessandra y Enzo, la forma en que Alessandra jugaba con su cabello mientras sonreía con demasiada confianza, y, sobre todo, el leve nerviosismo que cruzó el rostro de Enzo al verla.—¿Interrumpo algo? —preguntó, con un tono perfectamente neutral, aunque sus ojos permanecían fijos en Enzo con una intensidad que hizo que él se removiera incómodo.—Amore... no, claro que no —respondió, dando un paso hacia ella como si necesitara acortar la distancia entre ellos. Extendió los brazos para recibir a Matteo, pero ella no se lo entregó de inmediato.La mirada de Svetlana no se apartó un solo momento de la otra mujer en la habitación.—Cariño, Alessandra es la hija de Giancarlo —dijo Enzo rápidamente, temiendo que ella pudiera malinterpretar las cosas—. Ya sabes, con quienes cerramos la alianza.—Ah, ya veo —murmuró Lana
CAPITULO 136: LA MUJER DE TU VIDA.Esa misma noche, Svetlana y Enzo hablaron finalmente. —Estoy aquí, porque mi amor por ti es más fuerte que cualquier cosa. Estar separados es imposible, Enzo. No importa lo que pase, siempre terminaré volviendo a ti.El la miró como si esas palabras le hubieran devuelto la vida. Su corazón latía rápido, y una sonrisa cargada de alivio y felicidad se dibujó en su rostro.—Mia regina (mi reina)… —murmuró, acercándose a ella, pero las palabras se le quedaron cortas.No podía controlarse, como siempre que ella estaba cerca. La tomó entre sus brazos, sus labios buscaron los de ella, y el resto fue una explosión de emociones contenidas. La noche los envolvió mientras se entregaban al amor que había sobrevivido a todo.[*]A la mañana siguiente, el comedor de la mansión estaba lleno de risas. Matteo jugaba, encantando a todas las empleadas con sus ocurrencias. Ellas se divertían con el pequeño heredero, que era el centro de atención.Mientras tanto, Svetlan
CAPÍTULO 137: TRATAR DE SOBREVIVIR.El auto se detuvo frente a una carnicería vieja, con ventanas empañadas y un letrero apenas legible. Enzo apagó el motor y dejó las manos sobre el volante, sus dedos tensos mientras su mirada se perdía en el parabrisas. El silencio dentro del auto era denso, cargado de pensamientos que no se decían en voz alta.—¿Qué pasa? —preguntó Cassio desde el asiento del copiloto, girándose hacia él con el ceño fruncido—. Estás más callado de lo normal, y eso ya es decir mucho.Enzo desvió la mirada hacia su amigo. Sus ojos siempre duros, parecían aún más sombríos. No respondió de inmediato, pero finalmente abrió la puerta del auto y salió al frío aire de Chicago.—Nada. Terminemos con esto —respondió mientras cerraba la puerta tras de sí.Cassio suspiró, frustrado, y lo siguió. Ambos hombres sacaron sus armas del compartimento bajo los asientos. El movimiento era fluido, casi automático, como si lo hubieran hecho mil veces antes. Pero Cassio no podía ignorar
CAPÍTULO 138: EMBARAZO SECRETO.El edificio era un infierno de balas. Enzo disparaba con precisión, moviéndose entre las cajas como un lobo en cacería. Cassio disparaba con igual destreza, pero con menos calma. Su rostro estaba rojo de furia.—¡Giancarlo, viejo desgraciado! —gritó mientras derribaba a un hombre con un disparo al pecho—. ¡Hijo de la gran putana, nos vendiste como si fuéramos carne barata!Enzo, cubierto detrás de una pila de cajas, rodó los ojos. Disparó dos veces, acertando en el hombro de uno de los hombres que intentaba acercarse demasiado.—¡Cassio, menos drama y más puntería, ¿quieres?! —gruñó, recargando su pistola con movimientos rápidos—. ¡Si quieres maldecir a alguien, hazlo después de que salgamos vivos de esta mierda!Cassio, agachado detrás de una caja metálica, soltó una risa corta mientras disparaba al último hombre que se asomaba desde una esquina.—¡Perdona si no soy tan zen como tú, Enzo! —replicó, recargando su arma con manos temblorosas pero firmes—.
CAPITULO 138: CERRAR UN TRATO.―¡Ivan! ―exclamó Svetlana, la sorpresa iluminando su rostro antes de que una gran sonrisa se dibujara en sus labios.El le dio una sonrisa cálida y abrió los brazos justo antes de que ella corriera hacia él y lo abrazara con fuerza.―Malen'kaya roza (pequeña rosa) ―murmuró mientras la abrazaba.Svetlana se apartó lentamente todavía sorprendida.―No esperaba verte aquí ―dijo.Ivan sonrió mientras ambos se dirigían al sofá. Se sentaron, y él la miró directamente, como si quisiera asegurarse de que estaba bien.―Estoy en Chicago por unos asuntos de negocios ―explicó―. Cuando me dijeron que tú y Enzo estaban de regreso, no podía dejar de visitarlos.Svetlana le devolvió la sonrisa.―¿Y cómo está todo en casa? ―preguntó, esperando noticias del lugar que todavía consideraba su refugio.Ivan bajó la mirada por un momento, Y su tono se volvió melancólico.―Todos siguen extrañando al pakhan, pero todo está en calma por ahora.Lana asintió, comprendiendo perfectam
CAPITULO 140: SIEMPRE VOLVERÉ A TI.La habitación estaba envuelta en una penumbra cálida, iluminada solo por la luz tenue de una lámpara junto al lecho. Enzo estaba boca abajo, con la cabeza apoyada sobre sus brazos, mientras Svetlana se sentaba a horcajadas sobre sus caderas, sus manos deslizando con firmeza aceite tibio sobre su espalda musculosa.Él dejó escapar un suspiro pesado, relajándose bajo su toque, pero no podía ignorar la tensión que sentía en ella. Sus movimientos eran metódicos, casi mecánicos, como si su mente estuviera en otra parte.―¿Qué pasa por esa cabecita, amore? ―preguntó rompiendo el silencio.Svetlana se detuvo un instante, sorprendida por la pregunta.―Nada ―respondió con suavidad, retomando el masaje para evitarlo.Pero Enzo no se creyó ni por un segundo esa evasiva. Con un movimiento rápido, se giró y la sujetó por las muñecas, atrayéndola hacia él. Svetlana soltó un pequeño jadeo de sorpresa, sus ojos encontrándose con los de él, intensos y oscuros como l
CAPITULO 141: LA CAÍDA DE TODOS.Al día siguiente, Enzo se levantó temprano, con una determinación fría y calculada que hacía tiempo no sentía. Los alcances de los Torriani y Belladona había llegado demasiado lejos, y él estaba decidido a terminar con ellos de una vez por todas. Ya no era solo cuestión de poder; era personal. Esa misma mañana, Iván había ofrecido su ayuda y después de unos segundos de reflexión, aceptó. Sabía que Iván no era hombre de ofrecer algo sin un propósito claro, y en este caso, parecía que sus intereses estaban alineados.Por eso, ahora estaban en su estudio mientras el sentado en su silla de respaldo alto, tamborileaba los dedos en la mesa mientras escuchaba a Iván. Cassio, por su parte, estaba recostado en un sillón, con una copa de whisky en la mano y una sonrisa despreocupada en los labios.—La AGS está investigando a los Torriani y a los Belladona —dijo Iván, directo al grano —. Si jugamos bien, podemos hacer que ellos se encarguen de eliminarlos por no
CAPITULO 142: NEGOCIOS, POLÍTICA... AL FINAL, TODO ES LO MISMO.El despacho del gobernador.—¿Has tomado la decisión finalmente, Iván? —preguntó el hombre canoso, su tono fue directo y sin rodeos. —. Ya no hay vuelta atrás.Iván tragó saliva antes de responder. —Sí, lo he hecho. —Sus palabras salieron firmes, pero sus ojos traicionaban algo de inquietud—. Pero me preocupa cómo reaccionará Madison. No sé si podrá aceptarlo.El gobernador lo observó por un momento, como un hombre que evalúa una jugada en el ajedrez.—Madison lo entenderá. Has hecho lo que debías. Ella está en peligro.Iván asintió lentamente, como si necesitara convencerse a sí mismo. —Lo sé. Y le prometo que haré lo que sea necesario para asegurarme de que esté a salvo.El gobernador se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en el escritorio. —Mi hija tendrá que acostumbrarse a ser tu mujer, le guste o no, ¿entiendes? Aquí no hay espacio para debilidades, Iván. No ahora.Mientras tanto, afuera, Enzo y Cassio est