CAPITULO 143: TU MUNDO Y EL MÍO.El salón privado de la mansión Bianchi resplandecía bajo la tenue luz de las lámparas de cristal, cada rincón impregnado de lujo y poder. Era una noche de celebración, un momento de tregua en el caos que siempre parecía rodear sus vidas.Santino, con una copa de whisky en la mano, se acercó a Enzo, le dio una palmada en el hombro, su sonrisa amplia y orgullosa.—Enzo, me llegó la noticia —dijo, su voz grave resonando sobre el murmullo del salón—. Los Belladona y los Torriani van a pasar una buena temporada tras las rejas. Un movimiento limpio, rápido... y letal. Bien hecho.Enzo alzó su copa en un gesto casual, aunque sus ojos brillaban con satisfacción. —No fue tan difícil. Cuando los peces gordos se creen intocables, bajan la guardia. Y ahí es donde entras tú.Andre, sentado cerca, intervino con un tono cargado de sarcasmo mientras giraba su copa de vino entre los dedos. —Ah, la justicia de este país. Tan firme e implacable como un castillo de naipe
CAPITULO 144: SORPRESA.La fiesta estaba en su apogeo y Svetlana ajustó su vestido con manos temblorosas. Estaba nerviosa. Asi que respiró hondo y se dio valor.Su embarazo lo cambiaba todo, pero no su decisión. No iba a huir. Este era su mundo, su vida, y ahora también sería la de su hijo. Los tacones resonaban en las escaleras de mármol mientras bajaba. Y el murmullo de los invitados era un zumbido constante, el calor de las luces la envolvía, pero ella solo tenía un objetivo. Al llegar al último escalón, lo vio.Enzo estaba al otro lado de la sala, hablando con alguien importante. Su porte firme, su mirada calculadora, todo en él imponía. Entonces, como si lo sintiera, levantó la vista y la vio. Sus miradas se cruzaron. Fue un segundo, pero ella lo sintió eterno.Su corazón latía con fuerza, pero no se detuvo, cruzó la sala con pasos firmes, como si todo el peso de su decisión la empujara hacia él. Cuando llegó Enzo estaba rodeado de hombres importantes, todos hablando en voz ba
CAPITULO 145: PLACER Y SUMISIÓN.Enzo seguía abrazando a Lana con fuerza, aun procesando la noticia del bebé. Su risa baja y entrecortada mostraba la mezcla de emociones que lo invadían. La miró a los ojos, con una ternura que pocas veces dejaba ver, y acarició su rostro como si quisiera asegurarse de que todo era real.—No puedo creerlo, amore... otro bebé. Me haces más feliz de lo que merezco —le susurró, mientras sus labios rozaban su frente.Lana sonrió y sus dedos acariciaron la mano de Enzo, se apartó un poco y él lo notó al instante. Había algo más que ella quería decir.—Esposo... —comenzó, su tono siendo más serio ahora—. Hay algo más que quiero hablar contigo.Él frunció el ceño, aún con la emoción del momento brillando en sus ojos.—¿Qué pasa, amore? —preguntó, aunque habia un ligero tono de preocupación,Lana tomó aire, buscando las palabras correctas. Sus dedos subieron hasta acariciar la mejilla de su marido y lo miró con una intensidad que lo dejó inmóvil.—He tomado un
CAPITULO 146: ¡REPITELO, MALDITO BASTARDO!Svetlana y Enzo estaban en la consulta del médico. Ese día era su primera ecografía, un momento que habían esperado con ansias. Había pasado un mes desde que Svetlana le dio la noticia a Enzo, y sus vidas habían cambiado significativamente. Enzo había asumido el papel de capo otra vez, y todos en su círculo estaban felices por ello. Cassio, por otro lado, por orden de Enzo, se había establecido en Italia para encargarse de las operaciones allá, dejando todo perfectamente organizado. Todo marchaba sobre ruedas, pero ese día tenía un significado especial. Ambos estaban emocionados por ver al pequeño bebé que crecía en el vientre de Svetlana.Mientras esperaban, Enzo, no podía ocultar su felicidad, tomó la mano de su esposa y la miró con ternura. —Amore mio, estoy seguro de que es una bambina. Una princesa, igual que tú —dijo mientras se inclinaba y depositaba un suave beso en su frente.Svetlana sonrió, sus ojos brillaban de felicidad mientras
CAPÍTULO 1: INFIDELIDAD EXPUESTA.La catedral Madre María estaba hermosamente decorada para la boda de ese día. En el altar, una pareja de novios era vista por todos como la pareja perfecta. El sacerdote, con una voz solemne, hizo la pregunta de rigor a la novia:—Svetlana Jones, ¿aceptas a Ricardo Bianchi como tu esposo para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?Todos esperaban la respuesta afirmativa de la novia, pero lo que sucedió a continuación lo cambió todo.—No —dijo ella con firmeza, y en sus ojos se mostraba el dolor y la rabia a partes iguales.Todos en la iglesia contuvieron la respiración y el silencio se volvió pesado, hasta que fue roto por el grito ofendido de la futura suegra, Doménica Bianchi, la madre de Ricardo:—¡¿Te has vuelto loca?! —preguntó la mujer con frialdad.Svetlana miró a la que hasta hacía poco iba a ser su suegra y sonrió.—Lo que menos estoy es loca. Solo me di cuenta de que su hijo es una basura podrida —respondió.La mujer abrió los
CAPÍTULO 2: NUEVO NOVIO, MISMO DÍA.El hombre comenzó a caminar hacia el altar. Todo en él gritaba enigma y poder. Caminaba como alguien que iba por lo que quería, vistiendo un traje negro de tres piezas que moldeaba cada músculo de su cuerpo, y su cabello estaba un poco revuelto, dándole un aspecto salvaje. Era un hombre que, a pesar de su frialdad y aspecto peligroso, lograba que todas las presentes se derritieran por él.Los susurros entre los invitados no se hicieron esperar."¡¿Es él?! ¡Por Dios, ha vuelto!""No se supone que murió al igual que...""Shh, es mejor no mencionar su nombre..."En el altar y junto a Svetlana, Ricardo tragó un par de veces, sintiendo su corazón en la garganta. Lo último que había pensado era ver a Enzo Bianchi allí. El hombre se detuvo al llegar a ellos, pero sus ojos en ningún momento se apartaron de Svetlana, quien, desde que lo vio, tampoco pudo apartar los ojos de él. Ella se sentía atraída, pero al mismo tiempo nerviosa. Y sin ninguna explicación,
CAPÍTULO 3: UN PACTO SELLADO CON UN BESO.Los invitados se sumieron en un silencio absoluto cuando Enzo y Svetlana hicieron su aparición, avanzando hasta el altar con paso firme. Todos parecían contener la respiración, sin apartar la vista de la pareja. Ricardo dio un paso adelante, comprendiendo de golpe lo que significaba aquella escena: Svetlana había aceptado en serio la propuesta de su tío.—¡¿Qué mierd@ estás haciendo?! ¿Vas a casarte con él, después de lo que hice por tu madre? —dijo Ricardo en un tono bajo, frío y lleno de reproche.Svetlana lo miró de forma helada y finalmente podía ver quien era Ricardo Bianchi en realidad.Cuando su madre adoptiva enfermó y él se encargó de los gastos médicos, en aquel momento le dijo que lo hacía porque era su deber y ella habia pensado que habia encontrado al hombre perfecto. Ahora esa fachada se había desmoronado, revelando un hombre que no podía amar, mas que a el mismo.—Finalmente muestras tu verdadera cara, Ricardo —dijo Svetlana con
CAPÍTULO 4: YA NO PUEDES ESCAPAR DE MÍ.Enzo se apartó de Svetlana, dejando entre ellos un silencio que le pareció ensordecedor. Ella tragó saliva, intentando calmar el frenético latido de su corazón, mientras los ojos de su nuevo esposo la recorrían intensos y posesivos.—Eres mi esposa ahora, Svetlana —le dijo en voz baja y seductora, llena de dominio—. Me perteneces.Sin apartar la mirada, extendió su mano hacia ella bajo el silencio opresivo de los invitados, y Svetlana, dudosa, volvió a tomarla. Juntos avanzaron hasta la salida de la catedral, con miradas curiosas y algunas furiosas siguiéndolos. En silencio, subieron al auto que aguardaba por ellos.Una vez dentro, Svetlana notó cómo el ambiente se llenaba de una incomodidad aplastante. Pero su mente no dejaba de girar entre preguntas y dudas que la confundían y la asustaban. Finalmente, tomó aire e intentó calmarse y, con un hilo de voz, se animó a hablar.—¿Podrías… podrías llevarme a mi casa?Enzo apartó la vista de la ventan