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CAPÍTULO 147: DIFERENTES OPINIONES.El doctor Huich levantó las manos instintivamente, intentando calmarlo mientras luchaba por respirar.—¡Señor Bianchi, por favor! Entienda que esto no es algo que diga a la ligera. Solo estoy pensando en la salud de su esposa, no hay otra opción médica viable… —intentó explicar, aunque su voz se quebraba bajo la presión de la mano de Enzo.Svetlana, aunque devastada por lo que acababa de escuchar, reaccionó rápidamente. Se levantó de la silla y puso una mano en el brazo de él.—¡Enzo, basta! Por favor, suéltalo. Esto no va a resolver nada… —dijo con un tono suplicante, intentando calmarlo.Enzo respiraba con dificultad, sus músculos tensos mientras miraba fijamente al médico. Finalmente, soltó al doctor, quien cayó de pie pero visiblemente afectado. Se giró hacia Svetlana, con el rostro aún lleno de rabia, pero también de algo más: miedo. Miedo de perderla.La sala quedó en silencio nuevamente, con una tensión que parecía imposible de romper. El doc
CAPITULO 148: UN SUSTO INESPERADO.Los días pasaron pesados, llenos de silencios incómodos y miradas evitadas. Después de la confrontación en el dormitorio, Enzo y Svetlana apenas se dirigieron la palabra. Solo hablaban lo estrictamente necesario, y cuando lo hacían, sus voces eran frías, distantes. Esa noche, Enzo llegó tarde de nuevo. La casa estaba en completo silencio, como si nadie estuviera allí. Subió las escaleras con el corazón pesado, sintiéndose más perdido que nunca. Pensó en ir directo a su habitación, pero algo lo llevó a la de Matteo. Necesitaba verlo, aunque fuera dormido. Tal vez eso lo ayudaría a calmar el caos en su cabeza.Abrió la puerta con cuidado pero se detuvo en seco al ver a Svetlana sentada junto a la cuna. No lo había escuchado entrar. Ella estaba inclinada hacia adelante, sus hombros temblaban ligeramente, pero no hacía ningún ruido. Lloraba en silencio, mientras sus ojos estaban fijos en Matteo, que dormía, ajeno a todo.Enzo se quedó en la puerta, si
CAPITULO 149: QUE ESTÉS CONMIGO.El sol de la mañana se filtraba tímidamente por las persianas de la habitación. Enzo empujó la puerta sosteniendo un ramo de flores en una mano. Tenía el cabello desordenado, las mismas ropas del día anterior y unas profundas ojeras que delataban que no había dormido en toda la noche. Había pasado cada minuto sentado junto a la cama, velando por Svetlana, asegurándose de que no estuviera sola ni un instante.Cuando entró sus ojos se encontraron con algo que lo detuvo en seco: Svetlana estaba despierta. Ella lo miraba con una mezcla de sorpresa y ternura. Y por un momento, Enzo sintió cómo su corazón se detenía y luego latía con fuerza renovada. —Amore… —murmuró.Svetlana, al verlo allí, no pudo evitar sonreír también. Sintió una calidez que no había sentido en días. No dijo nada, pero esa sonrisa fue suficiente para que Enzo supiera que ella también estaba feliz de verlo.—¿Cómo te sientes? —preguntó el, acercándose a la cama con pasos lentos pero fir
CAPITULO 150: ESPOSO SOBREPROTECTOR.Así que desde el momento en que Enzo tomó la decisión de apoyar a Svetlana y algo dentro de él cambió. Se sentía responsable no solo de cuidar a su esposa, sino de asegurarse de que nada, absolutamente nada, pudiera poner en peligro su embarazo. Canceló un viaje de trabajo importante que tenía programado para la semana siguiente y reorganizó su agenda de manera que pudiera trabajar desde casa la mayor parte del tiempo. Contrató a una enfermera para que estuviera disponible las 24 horas, asegurándose de que Svetlana tuviera toda la ayuda que pudiera necesitar.Al principio, ella agradeció su dedicación. Ver a Enzo tan involucrado y preocupado por ella y el bebé le llenaba el corazón de alegría. Pero con el paso de los días, su actitud comenzó a convertirse en algo más. Si ella intentaba levantarse de la cama para ir al baño, Enzo ya estaba allí, ofreciéndole el brazo como si fuera incapaz de caminar sola. Si quería salir al jardín a tomar aire fr
CAPITULO 152: NO TE ATREVAS A DEJARME.La tarde estaba iluminada por un sol cálido que se colaba por la ventana de la pequeña habitación. El suave olor a pintura llenaba el aire, mientras Enzo, con una camiseta vieja y unos pantalones desgastados, pasaba la brocha con precisión sobre la pared que habían decidido pintar de un suave tono lila. Svetlana, con su cabello recogido en un moño desordenado y un overol que apenas abotonaba sobre su creciente barriga, estaba en la esquina opuesta, haciendo lo mismo, aunque con menos cuidado.—¿Y qué te parece Alina? —preguntó Svetlana de repente, ladeando la cabeza mientras observaba la pared con ojos críticos.—Suena bien… pero no sé. Alina… ¿qué más? —respondió Enzo sin apartar la vista de su trabajo.—Alina Enzo-Svetlanovna. —Lana soltó una carcajada, claramente burlándose de la idea.Enzo la miró de reojo, con una sonrisa que intentó ocultar. —No le arruines la vida antes de nacer, mujer.Svetlana rió aún más fuerte, y en un descuido, la br
CAPÍTULO 1: INFIDELIDAD EXPUESTA.La catedral Madre María estaba hermosamente decorada para la boda de ese día. En el altar, una pareja de novios era vista por todos como la pareja perfecta. El sacerdote, con una voz solemne, hizo la pregunta de rigor a la novia:—Svetlana Jones, ¿aceptas a Ricardo Bianchi como tu esposo para amarlo y respetarlo, hasta que la muerte los separe?Todos esperaban la respuesta afirmativa de la novia, pero lo que sucedió a continuación lo cambió todo.—No —dijo ella con firmeza, y en sus ojos se mostraba el dolor y la rabia a partes iguales.Todos en la iglesia contuvieron la respiración y el silencio se volvió pesado, hasta que fue roto por el grito ofendido de la futura suegra, Doménica Bianchi, la madre de Ricardo:—¡¿Te has vuelto loca?! —preguntó la mujer con frialdad.Svetlana miró a la que hasta hacía poco iba a ser su suegra y sonrió.—Lo que menos estoy es loca. Solo me di cuenta de que su hijo es una basura podrida —respondió.La mujer abrió los
CAPÍTULO 2: NUEVO NOVIO, MISMO DÍA.El hombre comenzó a caminar hacia el altar. Todo en él gritaba enigma y poder. Caminaba como alguien que iba por lo que quería, vistiendo un traje negro de tres piezas que moldeaba cada músculo de su cuerpo, y su cabello estaba un poco revuelto, dándole un aspecto salvaje. Era un hombre que, a pesar de su frialdad y aspecto peligroso, lograba que todas las presentes se derritieran por él.Los susurros entre los invitados no se hicieron esperar."¡¿Es él?! ¡Por Dios, ha vuelto!""No se supone que murió al igual que...""Shh, es mejor no mencionar su nombre..."En el altar y junto a Svetlana, Ricardo tragó un par de veces, sintiendo su corazón en la garganta. Lo último que había pensado era ver a Enzo Bianchi allí. El hombre se detuvo al llegar a ellos, pero sus ojos en ningún momento se apartaron de Svetlana, quien, desde que lo vio, tampoco pudo apartar los ojos de él. Ella se sentía atraída, pero al mismo tiempo nerviosa. Y sin ninguna explicación,
CAPÍTULO 3: UN PACTO SELLADO CON UN BESO.Los invitados se sumieron en un silencio absoluto cuando Enzo y Svetlana hicieron su aparición, avanzando hasta el altar con paso firme. Todos parecían contener la respiración, sin apartar la vista de la pareja. Ricardo dio un paso adelante, comprendiendo de golpe lo que significaba aquella escena: Svetlana había aceptado en serio la propuesta de su tío.—¡¿Qué mierd@ estás haciendo?! ¿Vas a casarte con él, después de lo que hice por tu madre? —dijo Ricardo en un tono bajo, frío y lleno de reproche.Svetlana lo miró de forma helada y finalmente podía ver quien era Ricardo Bianchi en realidad.Cuando su madre adoptiva enfermó y él se encargó de los gastos médicos, en aquel momento le dijo que lo hacía porque era su deber y ella habia pensado que habia encontrado al hombre perfecto. Ahora esa fachada se había desmoronado, revelando un hombre que no podía amar, mas que a el mismo.—Finalmente muestras tu verdadera cara, Ricardo —dijo Svetlana con