El reloj sobre la mesita de noche ya marca las cuatro de la mañana y yo aún no he podido ni tan siquiera cerrar los ojos. Mi cabeza no hace más que crear más y más situaciones incómodas. Mi mente está demasiado activa y la tensión de no saber si Sam sigue fuera me está carcomiendo los nervios. Cuando dejó de aporrear la puerta, tampoco supe si se había marchado, dado que no escuché pasos ni nada similar.
Busco una nueva posición y termino boca arriba, tamborileando con los dedos sobre mi vientre mientras miro el techo blanco y escucho el incesante ruido del exterior.
Hincho y deshincho los carrillos de aire para no pensar tanto en la idea de si me arriesgo a salir y encontrármelo, o si me quedo en mi guarida y permito que la angustia me engulla.
Puedo deducir que debe sentirse más confundido que enfadado. En el fondo, tiene todo el derecho a estar las dos cosas. Sin embargo, yo no creo estar preparada para enfrentar sus impertinentes preguntas.
Profiero un gr
Me levanté aproximadamente a las diez de la mañana para asegurarme de tener suficiente tiempo para hacerlo todo. Anoche mientras miraba a Sam dormir después de que me trajera a la cama, no podía dejar de pensar que tal vez yo también debería regalarle algo, recompensarle de algún modo todo lo que tiene que soportar por mi culpa. Pero ¿qué narices le regalo a alguien que lo tiene todo? Va a ser lo más complicado que vaya a hacer.Mientras exprimía la naranja, y como por arte de magia di con la clave.El regalo ideal. Recordé que papá me regaló uno cuando cumplí doce años. Aún lo conservo y me gusta mirarlo cuando lo echo de menos, así que me parece idóneo para Sam.Tal como le gustan los valores sentimentales; algo que yo nunca entenderé.Todo el camino de vuelta a casa pienso si debo dárselo ahora o si espero hasta esta noche. No sé por cual decantarme, así que dejo de comerme la cabeza y rebusco en los bolsillos de l
No salgo del baño hasta tengo la piel brillante y pulida, como si fuera de porcelana. Con el pelo no hago más que alisármelo y dejar que me caiga como una tabla por la espalda, Sin embargo, con el maquillaje me explayo al máximo para que quede uniforme.Cuando salgo pierdo tiempo en rebuscar en el armario algún vestido aceptable entre todos los que he traído. Sé que quiero algo negro y por suerte la gran mayoría están en la línea. Me decanto por uno que le robé a Natalie poco antes de que me fuera.Lo cierto es que me quedaba genial, y no creo que haya cambiado en tan poco tiempo. Es uno bastante ceñido, abraza cada una de mis curvas y es bastante atrevido, de manga larga y extenso hasta los muslos, pero lo que lo hace curioso es la abertura que tiene entre el pecho, justo hasta el centro de las costillas. Unos zapatos de tacón con plataforma, un bolso de mano y una gabardina de invierno gris casual.Recojo el móvil de la mesilla de noche y salgo de la habitación t
Mis ojos se abren como focos luminosos a la vez que mi boca. Intento hablar, pero sólo me sale un chillido como el de un ratón al que le has pisado la cola.—Feliz cumpleaños con retraso —me susurra Sam al oído.Mi mirada pasa de Amanda a Alyssa y Dave, Tyler, Darla y Mery, Aiden y Aina. Verlos cogidos de la mano me revuelve el estómago, pero me contengo. Mi madre y Richard, y por último y que realmente me hace chillar de la emoción, mi abuela y Natalie.Los ojos se me llenan de lágrimas cuando las abrazo a ambas con fuerza.—¿Qué hacéis aquí? —pregunto con voz estrangulada.—El bombón de tu novio me llamó hace una semana para invitarnos a Chicago y también para el comité de cumpleaños —explica Natalie con su voz cantarina. Como la había echado de menos—. Y por cierto, tenemos que hablar sobre muchas cosas —sentencia.Asiento con la cabeza a modo de respuesta y la abrazo una vez más antes de atender a mi abuela. Margaret como siempre, paciente y e
La sangre se me hiela y comienzo a temblar de auténtico pánico. Sin darme cuenta las lágrimas de rabia e impotencia surcan mis mejillas a causa de todos los recuerdos que acuden a mi mente sin control.—¿Qué haces tú aquí? —susurro con un hilo de voz.—Sam me invitó, pensó que te haría ilusión verme a mí también —responde la aterciopelada voz de Jake.Un escalofrío me recorre la espina dorsal mientras los temblores en mis manos se intensifican y me quedo pegada al suelo. Aunque me gustaría salir corriendo, todos mis esfuerzos por ocultar lo sucedido se verían truncados.Jake cierra la puerta detrás de él y se acerca un poco más a mí.—Ves, sabía que no le dirías una palabra Sam —comenta con una sonrisa de superioridad.—No-no... —balbuceo.
SamLlevo en esta puta sala de espera casi una hora y nadie parece querer decirme nada. Cada vez que veo a una enfermera no hago más que levantarme. «Joder, esto es culpa mía.» pienso en mi fuero interno.Necesito verla, saber lo que ha pasado, porque se ha desmallado. Debería haberle hecho caso, debí haber parado cuando me lo suplicaba entre sollozos, pero estaba tan cegado por la rabia... me invadió por completo y me impidió pensar. Cada vez que escuchaba uno de sus huesos romperse me subía la adrenalina, cada vez que me imaginaba el modo en que Becca lloraba y suplicaba para que la dejara en paz... sólo con imaginarme el modo en que la hacía suya a la fuerza... Perdí el control.Hacia tanto que no me pasaba...Aprieto los puños contra las rodillas para buscar algo que me mantenga distraído de mis perturbadores pensamientos. T
Mi mente está en una especie de mundo paralelo, no distingo las voces distorsionadas que se escuchan a mi alrededor. Tampoco puedo abrir los ojos, es como si los parpados me pesaran una tonelada. Intento mover la mano, un pie, la cabeza, pero es como si tuviera plomo en las venas.Es tan frustrante que me provoca ganas de gritar y revolverme contra lo que me deja rígida contra el colchón.Intento identificar las dos voces nebulosas que hablan.—No puedes marcharte ahora, está claro que te necesita, posiblemente seas la única persona en la que confía —dice una voz que reconozco débilmente.—Te crees que me voy por gusto. Además, ahora es tu turno de ganarte su confianza. Cuéntaselo todo, no le escondas nada —le contesta otra voz seria y fría. Tal vez estoy drogada y por eso estoy más sensitiva, pero distingo verdad en sus palabras—. Ahora ya no ser&ea
La cabeza vuelve a palpitarme de nuevo a causa del impacto que causa lo que estoy viendo, arrepintiéndome por no haberlas visto antes, de no haber hecho esto mismo hace casi cinco años. Así, posiblemente, me hubiera ahorrado todo lo que he pasado por su culpa.Las piernas me ceden y me siento en la cama con pesadez, como en una especie de estado de shock que me deja K.O por completo. A pesar de saberlo, de tener la certeza de saber que había sido él, no quita que me sienta traicionada y manipulada.Sólo he sido una pieza más de su juego, algo en lo que regocijarse. Las lágrimas me nublan la vista y algunas gotas se caen sobre las fotos que miro aún sin poder creérmelo del todo, sin querer creerme que nunca me quiso.Que siempre he sido un juguete para él.Son tan sólo cinco fotos oscuras y difusas, pero que dejan ver lo necesario para darme cuenta quien es el detonante de una de las mayores desgracias de mi vida. No puedo evitar sentir un profundo asco hacia
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero el cielo ya está oscurecido y el frío me cala hasta los huesos. La hoguera no ha perdido intensidad a pesar de que deben haber pasado horas.—¡Becca! —exclama la voz de Elizabeth.Ni siquiera me vuelvo para mirarla. No me muevo cuando la siento sentada a mí lado.—¿Dónde está tu ropa? —me pregunta con suavidad.—La he quemado. Lo he quemado todo —respondo, monótona.Puedo sentir la mirada de mi madre sobre mí. Ladeo la cara en su dirección y la miro como si no la hubiera visto en siglos. A pesar de que su cara refleja alivio al haberme encontrado, hay preocupación en sus ojos, le preocupa la dirección en la que encamino mi vida, pero ni siquiera yo sé lo que voy a hacer después de esto.Y por primera vez después de mucho tiempo... necesito que sea quien me consuele. Necesito que por primera vez haga de madre para mí.Sin darme cuenta de lo que estoy haciendo, la abrazo por la cintura y sollozo contra su pe