Melissa Punto de VistaQuienquiera que hubiese dicho que los planes mejor trazados no salían bien, es que nunca se había casado con Ricardo Hershey. Fieles a nuestra naturaleza, que carece de paciencia, nos casamos muy rápido, en cuanto pudimos organizarlo en la playa, detrás de la casa del padre de Ricardo.Hicimos coincidir la boda con la finalización de las pruebas de la campaña de marketing europea para la expansión que Antonio había iniciado hacía varios meses. Alguien tenía que llevar las pruebas a Europa y someterlas a unos cuantos grupos de discusión, para lo cual Antonio sugirió que Ricardo y yo fuéramos como parte de nuestra luna de miel.Le recordé a Antonio que ya no trabajaba para él. Aunque Ricardo y yo nos habíamos reconciliado y estaba dispuesta a echarle una mano de vez en cuando, ahora que tenía un bonito estudio, mis intereses volvían a estar en mi arte.No estaba segura de lo que pasaría con mi carrera, sobre todo desde que se supo que me iba a casar con Ricardo. E
Melissa Punto de VistaDespués de la comida, paseamos por la ciudad, viendo los lugares de interés y haciendo compras, y al final de la noche, volvimos al hotel. Subimos a la terraza del último piso, donde teníamos una gran vista de la ciudad al anochecer. Nos sentamos en una mesa y pedimos unas bebidas.—¿Has pensado alguna vez en comprar algo aquí? —le pregunté.—¿Quieres que compre algo aquí?Sacudí la cabeza y me reí. Estaba bien que quisiera comprarme el mundo, pero no lo necesitaba. Todo lo que necesitaba estaba sentado a mi lado en la mesa.Su teléfono sonó y maldijo entre dientes mientras miraba el identificador de llamadas.—¿Qué quiere ahora Antonio? —Se acercó el teléfono a la oreja—. Estoy en mi luna de miel. Más te vale que esto sea bueno.—¿Dónde estás? —Oí la voz de Antonio al otro lado.—Estoy en Barcelona en mi luna de miel. Ahora, déjame en paz.—Quiero decir, ¿dónde estás? ¿Estás en el hotel?—Estoy en la terraza de la azotea del hotel tomando una copa con mi hermos
Antonio Punto de VistaHabía perdido la cabeza. Acababa de sugerir que me casaba con mi asistente para cerrar un negocio. La estaba tocando de manera personal. La Señorita Nilsen seguro que me demandaba por acoso sexual.Pero necesitaba este trato y seguramente habría una manera de hacer feliz a Aldo Len sin tener que casarme. Podía comprometerme, cerrar este trato, y como Aldo Len experimentaría una gran relación comercial con Hershey Incorporated no importaría si estaba casado o no. En ese momento, la Señorita Nilsen y yo podríamos cancelar tranquilamente la boda.—¡Felicidades! —exclamó Aldo Len—. Tengo algo más que celebrar con mi esposa esta noche. Somos unos románticos empedernidos.Me pregunté si eso estaba en el ADN francés. Miré a la Señorita Nilsen, que estaba a mi lado, con la esperanza de que estuviera de acuerdo. Tenía los ojos muy abiertos y estaba seguro de que iba a desenmascarar mi mentira. Dios, solo podía imaginar lo que Aldo Len pensaría de mí entonces.—No esperab
Ambar Punto de VistaA veces, tenía experiencias que, en retrospectiva, me preguntaba si había entendido mal la situación. Quizá no había escuchado bien la conversación. Eso era lo que pensaba de la conversación con Antonio y el señor Len. Pero cada vez que repetía la teleconferencia en mi cabeza, llegaba a la misma conclusión; Antonio Hershey me había pedido que fingiera casarme con él por un negocio. Pero luego pensaba que eso no podía ser cierto. Era mi jefe. Era un hombre serio, centrado y con integridad. No podía haber sugerido que viajáramos a Italia para casarnos.Durante el resto del día, discutí conmigo misma sobre lo que había pasado. Y para cuando me dirigía a casa, todavía no podía estar segura de que él quisiera decir lo que había dicho o de que yo hubiera entendido lo que había querido decir. La única solución era contárselo a mi hermana y ver qué pensaba. Melissa era más que mi hermana y compañera de piso; también era mi mejor amiga. Confiaba en ella y sentía que podría
Antonio Punto de VistaEn lo que iba de mañana no había visto ningún documento legal que indicara que la Señorita Nilsen iba a demandarme. Pero era temprano. No dejé de darle vueltas en toda la noche a la idea de que iba a darse cuenta de la oportunidad que se le presentaba con mi ridícula propuesta. ¿Por qué aceptar un cheque cuando podía demandarme por millones? No es que ella fuera del tipo litigioso u oportunista, pero me había pasado de la raya.Mi abuela estaría muy decepcionada. Eso me quemaba las tripas. Había trabajado muy duro para llenar el lugar que mi padre había abandonado tras la muerte de mi madre. No es que lo culpara. Yo tenía diez años cuando ella murió. Noah solo cinco. Mi padre, al que nunca le gustaron los negocios, prefirió quedarse en casa y criarnos a mí y a mis hermanos. Mi abuela lo apoyó emocional y económicamente para que eso sucediera. Pero, cuando crecí, pude ver que mi padre nunca se recuperó de la pérdida de mi madre. Y me di cuenta de que mi abuela es
Ambar Punto de VistaHershey Incorporated era una empresa familiar en todos los sentidos, así que era imposible que Antonio y yo pudiéramos llevar a cabo esta farsa sin que su familia lo supiera. Por ese motivo no me preocupaba convencer a Andi de que fuera de compras conmigo. Margaret estaba fuera por la mañana y el horario de Andi era lo suficientemente flexible como para tomarse unas horas para ayudarme. Además, era por el negocio.Resultó que ella estaba mucho más interesada en las compras de la boda que yo.—Llevará un traje, ¿no crees? —me dijo mientras manoseaba las filas y filas de vestidos de novia en una boutique de disfraces a la que habíamos ido—. No un esmoquin.—No lo sé. —Ni siquiera se me ocurrió preguntarle.—Creo que un traje. Y es en Italia, así que debería de ser algo clásico y con encaje. Oh, y un poco sexy también.—Nada de sexy. No soy así —dije. Me miró por encima del hombro.—Si no hay sexy, Len podría sospechar. Toda novia no solo quiere estar guapa, sino que
Antonio Punto de VistaUna cosa era planear una locura como casarse de forma fraudulenta con mi asistente, pero llevarla a cabo era una experiencia totalmente nueva con la que me costaba lidiar. No se trataba de la actividad vertiginosa para conseguir un pasaporte, ni de entregarle algún trabajo a mis hermanos mientras intentaba mantener a mi abuela al margen, ni de averiguar qué traje me pondría para pronunciar mis falsos votos. No, la dificultad radicaba en sentarse en un asiento de primera clase junto a mi asistente mientras nos preparábamos para volar a Italia para una boda falsa.Nunca había viajado con ella, y aunque lo hubiera hecho, habría seguido siendo profesional. No es que esta situación fuera a convertirse en algo personal, pero como mi falsa prometida, tampoco podía tratarla como mi asistente. ¿La cogía de la mano o la rodeaba con el brazo? ¿Esperaba que la besara? Me estaba volviendo jodidamente loco no saber cómo debía comportarme para llevar a cabo la farsa sin que el
Había habido algunos momentos incómodos con Antonio en el avión, pero una vez que acordamos pensar en nuestra relación como una amistad, él pareció relajarse, lo que hizo que yo también me relajara. Eso me permitió centrar mi atención en este viaje que sería único en mi vida, e hice la promesa de aprovecharlo al máximo. Haría fotos, aunque sabía que no serían tan buenas como las reales. Quería compartirlo con Melissa en la medida de lo posible. Saqué mi teléfono y tomé una foto de la casa para enviársela por mensaje.Paolo aparcó el coche y salió, abriéndome la puerta. Al bajar respiré el aire limpio de la Toscana y suspiré; Olía como debería oler Italia.Antonio salió por mi lado y me puso la mano en la espalda. Oh sí, puede que seamos amigos, pero teníamos que fingir que éramos amantes. Me incliné un poco más hacia él.La puerta se abrió y Aldo Len bajó las escaleras con una amplia sonrisa y una mujer despampanante, como una modelo, a su lado.—Bienvenida... o como dicen en Italia,