Melissa Punto de VistaCuando llegué a casa, pasé el resto del día pintando. No era el tipo de arte que acabaría en una galería, era más bien pintura de frustración. Pintura terapéutica. Se notaba por la forma que el trazo del pincel tenía sobre el lienzo; los colores se mezclaban, a veces con dureza, otras con suavidad. Eran colores vibrantes y furiosos que se fusionaban.Al final del día, saqué el cuadro que había empezado de Ricardo.A partir del boceto, empecé a pintarlo. Todavía estaba lejos de estar terminado, pero poco a poco la imagen de él se iba revelando en el lienzo. Quería molestarme con él por cómo había respondido a las habladurías sobre nosotros, pero ahora, con unas horas de distancia y en frío, podía ver que mi reacción no había sido muy distinta a la suya. Nada más ver la noticia los dos pensamos únicamente en nosotros mismos. Supongo que esa era la razón por la que él y yo nunca funcionaríamos como pareja. Los dos éramos demasiado egoístas.Más tarde esa misma noch
Ricardo Punto de VistaHay un refrán que dice que los planes mejor trazados no se cumplen. Mientras miraba el vídeo de seguridad, mis planes de escapar de Melissa se esfumaron. Entró en mi club con un aspecto muy sexy. ¿A qué jugaba? ¿Creía que ese vestido tan apretado me haría cambiar de opinión sobre nosotros?Oí que la puerta de la sala de seguridad se abría detrás de mí y esperaba que fuera Chuck, que volvía de un descanso, pero cuando me giré para mirar, vi que era Noé. Se acercó a mí mientras miraba la imagen de la pantalla. Señaló el lugar donde Melissa, su hermana, Ambar, y la asistente de mi abuela, Andi, habían tomado asiento en una mesa.—¿Sabías que esto estaba ocurriendo? —preguntó Noé. Negué con la cabeza.—No.—De todas formas, ¿qué hace Andi aquí? Me giré para mirar a mi hermano, preguntándome por qué le importaba si Andi estaba aquí o no—. Mira a ese cabrón coqueteando con ella.Me quedé mirándolo unos segundos, preguntándome si a lo mejor sentía algo por Andi. Estuve
Rocardo Punto de VistaUna mano me acarició el hombro.—Ya has tenido suficiente, Ricardo, ¿no crees? —dijo Noé.Mis ojos se estrecharon mirando Melissa.—Ya he tenido suficiente.Andi y Ambar también aparecieron.—Vamos, cariño, vayamos a casa —dijo Ambar. No me miró, pero Andi me puso su expresión de: «estás siendo un idiota».Enfadado con todas ellas, aparté la mano de Noé de mi hombro y salí del club. Decidí dirigirme a mi loft. Los dos chupitos que me había bebido, junto con los otros dos vasos de alcohol, no sirvieron de mucho para frenar mi ira y mi frustración.—Hola, Ricardo —me llamó la voz de Noé desde detrás de mí. No me detuve a mirar, pero pude oír sus pisadas mientras se acercaba trotando. Al final, llegó a mi lado.—No estoy de humor, Noé.—No me digas, Sherlock.Una parte de mí pensaba que él y Andi serían perfectos juntos, porque ambos tenían bocas inteligentes, aunque en esta ocasión se mantuvo callado y se limitó a caminar a mi lado hasta que llegamos a mi loft. En
Ricardo Punto de VistaHubo muchos momentos en mi vida en los que esperé con la respiración contenida la respuesta a una pregunta importante. Pero nunca, antes, había sentido que todo mi futuro dependía de ese momento. Mientras Melissa estaba sentada en el sofá mirándome, un poco confusa y aturdida, empecé a preocuparme de que la respuesta que esperaba fuera un no.Una desesperación surgió en lo más profundo de mis entrañas y tuve que hacer algo.—Te amo, Melissa —lo dije de nuevo por si no me había oído la primera vez. De nuevo, los segundos se alargaron como una eternidad y tuve que reconocer que ella no sentía lo mismo.Pensé que mis peores temores se habían hecho realidad al creer que Melissa me había traicionado y humillado. Estaba descubriendo que, en realidad, mi peor temor era que ella no me quisiera. Me esforcé mucho por evitar volver a sentirme así. Y, lo peor de todo, era que este momento era mucho peor que la primera vez que amé y perdí.Mientras me quedaba ahí sentado sin
Melissa Punto de VistaA la mañana siguiente, me desperté en medio de una nube de felicidad. Extendí la mano por la cama, pero al encontrarla vacía, me levanté de golpe y mi burbuja de felicidad estalló. ¿Dónde estaba Ricardo? ¿Acaso lo de anoche había sido un sueño? ¿O había estado aquí y luego, en algún momento de la noche, había cambiado de opinión y se había ido?Me levanté de la cama, me puse la bata y me dirigí a mi pequeña sala de estar con la esperanza de que, tal vez, se había despertado temprano y estaba en mi cocina tomando una taza de café.Mi corazón se hundió al darme cuenta de que estaba sola. ¿Qué ha pasado? Mi desesperación empezó a convertirse en rabia por hacerme esto.El pomo de la puerta tintineó y ,entonces, la puerta se abrió y Ricardo entró. Me sonrió mientras sostenía una bolsa de la panadería.—Ya te has levantado. Tengo el desayuno.Todavía había una parte de mí que quería ir y darle un puñetazo por haberme asustado, pero en lugar de eso corrí hacia él y me
Su expresión parecía ansiosa pero esperanzada.—¿Significa eso que te casarás conmigo?—Sí, Ricardo, me casaré contigo.Deslizó el anillo en mi dedo y luego me rodeó con sus brazos y me hizo girar. Me besó con ganas y no recordaba haber sido nunca tan feliz.—¿Cuándo has hecho todo esto? —pregunté cuando por fin pude respirar.—Ayer.Mis cejas se alzaron hasta difuminarse con mi cabello.—¿Ayer?—Ya era dueño del edificio, pero no había imaginado qué quería hacer con él. Y ayer me vino tan claro como la certeza de que tenía que luchar por ti y encontrar la manera de que quisieras estar conmigo. —Sus dedos trazaron la línea de mi mandíbula—. Fui un tonto y un idiota. No puedo creer que me hayas perdonado y mucho menos que hayas aceptado casarte conmigo.—Los dos fuimos tontos e idiotas. Tal vez tú un poco más.—Probablemente voy a meter la pata una y otra vez, pero puedes estar segura de que te amaré.—Solo piensa en el sexo de reconciliación que tendremos.Se rio.—¿Ves? esto es lo qu
Melissa Punto de VistaQuienquiera que hubiese dicho que los planes mejor trazados no salían bien, es que nunca se había casado con Ricardo Hershey. Fieles a nuestra naturaleza, que carece de paciencia, nos casamos muy rápido, en cuanto pudimos organizarlo en la playa, detrás de la casa del padre de Ricardo.Hicimos coincidir la boda con la finalización de las pruebas de la campaña de marketing europea para la expansión que Antonio había iniciado hacía varios meses. Alguien tenía que llevar las pruebas a Europa y someterlas a unos cuantos grupos de discusión, para lo cual Antonio sugirió que Ricardo y yo fuéramos como parte de nuestra luna de miel.Le recordé a Antonio que ya no trabajaba para él. Aunque Ricardo y yo nos habíamos reconciliado y estaba dispuesta a echarle una mano de vez en cuando, ahora que tenía un bonito estudio, mis intereses volvían a estar en mi arte.No estaba segura de lo que pasaría con mi carrera, sobre todo desde que se supo que me iba a casar con Ricardo. E
Melissa Punto de VistaDespués de la comida, paseamos por la ciudad, viendo los lugares de interés y haciendo compras, y al final de la noche, volvimos al hotel. Subimos a la terraza del último piso, donde teníamos una gran vista de la ciudad al anochecer. Nos sentamos en una mesa y pedimos unas bebidas.—¿Has pensado alguna vez en comprar algo aquí? —le pregunté.—¿Quieres que compre algo aquí?Sacudí la cabeza y me reí. Estaba bien que quisiera comprarme el mundo, pero no lo necesitaba. Todo lo que necesitaba estaba sentado a mi lado en la mesa.Su teléfono sonó y maldijo entre dientes mientras miraba el identificador de llamadas.—¿Qué quiere ahora Antonio? —Se acercó el teléfono a la oreja—. Estoy en mi luna de miel. Más te vale que esto sea bueno.—¿Dónde estás? —Oí la voz de Antonio al otro lado.—Estoy en Barcelona en mi luna de miel. Ahora, déjame en paz.—Quiero decir, ¿dónde estás? ¿Estás en el hotel?—Estoy en la terraza de la azotea del hotel tomando una copa con mi hermos