Rocardo Punto de VistaUna mano me acarició el hombro.—Ya has tenido suficiente, Ricardo, ¿no crees? —dijo Noé.Mis ojos se estrecharon mirando Melissa.—Ya he tenido suficiente.Andi y Ambar también aparecieron.—Vamos, cariño, vayamos a casa —dijo Ambar. No me miró, pero Andi me puso su expresión de: «estás siendo un idiota».Enfadado con todas ellas, aparté la mano de Noé de mi hombro y salí del club. Decidí dirigirme a mi loft. Los dos chupitos que me había bebido, junto con los otros dos vasos de alcohol, no sirvieron de mucho para frenar mi ira y mi frustración.—Hola, Ricardo —me llamó la voz de Noé desde detrás de mí. No me detuve a mirar, pero pude oír sus pisadas mientras se acercaba trotando. Al final, llegó a mi lado.—No estoy de humor, Noé.—No me digas, Sherlock.Una parte de mí pensaba que él y Andi serían perfectos juntos, porque ambos tenían bocas inteligentes, aunque en esta ocasión se mantuvo callado y se limitó a caminar a mi lado hasta que llegamos a mi loft. En
Ricardo Punto de VistaHubo muchos momentos en mi vida en los que esperé con la respiración contenida la respuesta a una pregunta importante. Pero nunca, antes, había sentido que todo mi futuro dependía de ese momento. Mientras Melissa estaba sentada en el sofá mirándome, un poco confusa y aturdida, empecé a preocuparme de que la respuesta que esperaba fuera un no.Una desesperación surgió en lo más profundo de mis entrañas y tuve que hacer algo.—Te amo, Melissa —lo dije de nuevo por si no me había oído la primera vez. De nuevo, los segundos se alargaron como una eternidad y tuve que reconocer que ella no sentía lo mismo.Pensé que mis peores temores se habían hecho realidad al creer que Melissa me había traicionado y humillado. Estaba descubriendo que, en realidad, mi peor temor era que ella no me quisiera. Me esforcé mucho por evitar volver a sentirme así. Y, lo peor de todo, era que este momento era mucho peor que la primera vez que amé y perdí.Mientras me quedaba ahí sentado sin
Melissa Punto de VistaA la mañana siguiente, me desperté en medio de una nube de felicidad. Extendí la mano por la cama, pero al encontrarla vacía, me levanté de golpe y mi burbuja de felicidad estalló. ¿Dónde estaba Ricardo? ¿Acaso lo de anoche había sido un sueño? ¿O había estado aquí y luego, en algún momento de la noche, había cambiado de opinión y se había ido?Me levanté de la cama, me puse la bata y me dirigí a mi pequeña sala de estar con la esperanza de que, tal vez, se había despertado temprano y estaba en mi cocina tomando una taza de café.Mi corazón se hundió al darme cuenta de que estaba sola. ¿Qué ha pasado? Mi desesperación empezó a convertirse en rabia por hacerme esto.El pomo de la puerta tintineó y ,entonces, la puerta se abrió y Ricardo entró. Me sonrió mientras sostenía una bolsa de la panadería.—Ya te has levantado. Tengo el desayuno.Todavía había una parte de mí que quería ir y darle un puñetazo por haberme asustado, pero en lugar de eso corrí hacia él y me
Su expresión parecía ansiosa pero esperanzada.—¿Significa eso que te casarás conmigo?—Sí, Ricardo, me casaré contigo.Deslizó el anillo en mi dedo y luego me rodeó con sus brazos y me hizo girar. Me besó con ganas y no recordaba haber sido nunca tan feliz.—¿Cuándo has hecho todo esto? —pregunté cuando por fin pude respirar.—Ayer.Mis cejas se alzaron hasta difuminarse con mi cabello.—¿Ayer?—Ya era dueño del edificio, pero no había imaginado qué quería hacer con él. Y ayer me vino tan claro como la certeza de que tenía que luchar por ti y encontrar la manera de que quisieras estar conmigo. —Sus dedos trazaron la línea de mi mandíbula—. Fui un tonto y un idiota. No puedo creer que me hayas perdonado y mucho menos que hayas aceptado casarte conmigo.—Los dos fuimos tontos e idiotas. Tal vez tú un poco más.—Probablemente voy a meter la pata una y otra vez, pero puedes estar segura de que te amaré.—Solo piensa en el sexo de reconciliación que tendremos.Se rio.—¿Ves? esto es lo qu
Melissa Punto de VistaQuienquiera que hubiese dicho que los planes mejor trazados no salían bien, es que nunca se había casado con Ricardo Hershey. Fieles a nuestra naturaleza, que carece de paciencia, nos casamos muy rápido, en cuanto pudimos organizarlo en la playa, detrás de la casa del padre de Ricardo.Hicimos coincidir la boda con la finalización de las pruebas de la campaña de marketing europea para la expansión que Antonio había iniciado hacía varios meses. Alguien tenía que llevar las pruebas a Europa y someterlas a unos cuantos grupos de discusión, para lo cual Antonio sugirió que Ricardo y yo fuéramos como parte de nuestra luna de miel.Le recordé a Antonio que ya no trabajaba para él. Aunque Ricardo y yo nos habíamos reconciliado y estaba dispuesta a echarle una mano de vez en cuando, ahora que tenía un bonito estudio, mis intereses volvían a estar en mi arte.No estaba segura de lo que pasaría con mi carrera, sobre todo desde que se supo que me iba a casar con Ricardo. E
Melissa Punto de VistaDespués de la comida, paseamos por la ciudad, viendo los lugares de interés y haciendo compras, y al final de la noche, volvimos al hotel. Subimos a la terraza del último piso, donde teníamos una gran vista de la ciudad al anochecer. Nos sentamos en una mesa y pedimos unas bebidas.—¿Has pensado alguna vez en comprar algo aquí? —le pregunté.—¿Quieres que compre algo aquí?Sacudí la cabeza y me reí. Estaba bien que quisiera comprarme el mundo, pero no lo necesitaba. Todo lo que necesitaba estaba sentado a mi lado en la mesa.Su teléfono sonó y maldijo entre dientes mientras miraba el identificador de llamadas.—¿Qué quiere ahora Antonio? —Se acercó el teléfono a la oreja—. Estoy en mi luna de miel. Más te vale que esto sea bueno.—¿Dónde estás? —Oí la voz de Antonio al otro lado.—Estoy en Barcelona en mi luna de miel. Ahora, déjame en paz.—Quiero decir, ¿dónde estás? ¿Estás en el hotel?—Estoy en la terraza de la azotea del hotel tomando una copa con mi hermos
Antonio Punto de VistaHabía perdido la cabeza. Acababa de sugerir que me casaba con mi asistente para cerrar un negocio. La estaba tocando de manera personal. La Señorita Nilsen seguro que me demandaba por acoso sexual.Pero necesitaba este trato y seguramente habría una manera de hacer feliz a Aldo Len sin tener que casarme. Podía comprometerme, cerrar este trato, y como Aldo Len experimentaría una gran relación comercial con Hershey Incorporated no importaría si estaba casado o no. En ese momento, la Señorita Nilsen y yo podríamos cancelar tranquilamente la boda.—¡Felicidades! —exclamó Aldo Len—. Tengo algo más que celebrar con mi esposa esta noche. Somos unos románticos empedernidos.Me pregunté si eso estaba en el ADN francés. Miré a la Señorita Nilsen, que estaba a mi lado, con la esperanza de que estuviera de acuerdo. Tenía los ojos muy abiertos y estaba seguro de que iba a desenmascarar mi mentira. Dios, solo podía imaginar lo que Aldo Len pensaría de mí entonces.—No esperab
Ambar Punto de VistaA veces, tenía experiencias que, en retrospectiva, me preguntaba si había entendido mal la situación. Quizá no había escuchado bien la conversación. Eso era lo que pensaba de la conversación con Antonio y el señor Len. Pero cada vez que repetía la teleconferencia en mi cabeza, llegaba a la misma conclusión; Antonio Hershey me había pedido que fingiera casarme con él por un negocio. Pero luego pensaba que eso no podía ser cierto. Era mi jefe. Era un hombre serio, centrado y con integridad. No podía haber sugerido que viajáramos a Italia para casarnos.Durante el resto del día, discutí conmigo misma sobre lo que había pasado. Y para cuando me dirigía a casa, todavía no podía estar segura de que él quisiera decir lo que había dicho o de que yo hubiera entendido lo que había querido decir. La única solución era contárselo a mi hermana y ver qué pensaba. Melissa era más que mi hermana y compañera de piso; también era mi mejor amiga. Confiaba en ella y sentía que podría