44. LO QUE QUIERO

Capítulo cuarenta y cuatro: Lo que quiero

Teresa no respondió y volvió la cabeza. Deseó que él se marchara de una vez y la dejara sola. Cuando escuchó que la puerta se abría y luego se cerraba, pudo relajarse y se dijo que estaba contenta porque él no se había atrevido a tocarla. Hizo caso omiso del sentimiento de desilusión que experimentó cuando se fue.

Se abrazó las rodillas y se inclinó hacia delante; el cabello le cayó sobre el rostro. Pensó que el divorcio era el final, y no esa separación legal en la que se había quedado atrapada.

Tres semanas más tarde, tuvo que admitir que, por primera vez en tres años, una sensación de paz y felicidad se extendía sobre Villa Rieti.

Durante los días de trabajo, Angelo salía de la casa temprano después de desayunar con los niños. Últimamente, Teresa no había podido resistir la tentación de acercarse a la ventana de su habitación para verlo caminar hacia la limusina. Los recuerdos invadían su corazón cuando admiraba su paso atlético y su porte
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