Capítulo cincuenta y uno: La última nocheTeresa contó hasta diez, sin mover un músculo. Observó que él respiraba con dificultad y comprendió con exactitud el carácter de su invitación. ¿Por qué no vivir su fantasía hasta el final? Una última noche... si no de amor mutuo, al menos, lo más cerca que podría lograr al amor. Un último recuerdo para llevar al limbo que la estaba esperando.Angelo la levantó en brazos sin esfuerzo y la depositó sobre la cama. Después apagó la luz y Teresa levantó las manos hacia él y las deslizó dentro de su camisa.Le acarició los músculos del pecho al tiempo que rememoraba dulces recuerdos. Lo oyó gemir y fue más audaz. Deslizó las palmas de las manos por su abdomen, hacia abajo. «Una vez más, sólo una vez más», se decía.Pudo oír cómo contenía la respiración; cuando Angelo se apartó fue para facilitarle la tarea. Al volver a sus brazos estaba desnudo. El tiempo quedó detenido cuando Teresa lo acarició de nuevo.Una vez más se sintió joven y libre y exper
Capítulo cincuenta y dos: Inocente perjudicadaLas palabras de Angelo tuvieron el mismo impacto en Teresa que un golpe físico; la joven se quedó muda. Abrió mucho los ojos y palideció.—Fui un estúpido al pensar que funcionaría una separación —manifestó Angelo—. Tenías razón desde el principio... el divorcio es la única solución. Fue una locura por mi parte pensar que podía tenerte a mi lado para siempre.—¿Y los niños? —preguntó Teresa con un susurro. Ella había renunciado a su custodia con la seguridad de que siempre podría estar cerca de ellos. ¿Iba Angelo a usar esa decisión en su contra durante los trámites del divorcio?—Quedarán a tu cuidado, por supuesto —respondió Angelo y apretó los dientes para controlarse—. Después de lo de anoche, es evidente que no soy un hombre de integridad ni de honor.Teresa pensó que Angelo se despreciaba a sí mismo porque su orgullo estaba resentido. Ante sus propios ojos, estaba degradado y ese conocimiento lo atormentaba.El alivio inicial que Te
Capítulo cincuenta y tres: ¿Libre o atada?Al día siguiente Teresa fue despertada por unos toques suaves en su puerta, era Ermini que al mandarla a entrar le explicó:—Tiene usted visita, signora —Teresa la miró con interrogación, a lo que ella agregó–. Es su madre, acompañada por una chica, muy parecida a usted. Por cierto, el señor está con ellas en este momento, y me pidió que le avisara.—¡Oh, mi mamá! —exclamó y saltó de la cama corriendo para ponerse presentable y bajar al recibidor.Alice y Camile, la hermana que le surgiera a Teresa sin esperarlo, conversaban con Angelo, que a su vez ignoraba la situación, pues era un tema del cual Teresa no le había comentado nada en absoluto.—¡Qué agradable sorpresa! —exclamó Angelo al verlas—Hola, querido Angelo —respondió Alice—. ¿Cómo está todo por acá? ¿Y Teresa y los gemelos? —añadió sin dar tiempo a contestar—. ¿Cómo estáis todos?—Todo bien Alice, enseguida vas a verlos. ¿Y cómo está Paulo? —preguntó Angelo.—Oh, muy bien, gracias —
Capítulo cincuenta y cuatro: Te amo—¿Aún la ama verdad? —una voz se escuchó de pronto, como si saliera de las sombras y Angelo brincó con sobresalto.—¡Cielos Malvolio! —profirió una mladici0n por lo bajo—. ¿De dónde diablos saliste? Me vas a matar del susto.—Disculpe, no fue mi intención —murmuró el guardaespaldas con cierta pena, aunque la verdad era que por lo general se movía por la casa como fantasma, siempre al acecho. Sin embargo, Angelo estaba demasiado distraído en sus pensamientos como para notarlo—. No me ha respondido, señor.—Como el primer día —contestó él sin dudar. Ambos estaban en confianza—. ¿Cómo me lo vas a preguntar tú, que conoces todos mis secretos?—Nunca lo he dudado, señor. Es usted quien se niega la oportunidad de ser feliz, y perdone la franqueza.—Te perdono, Malvolio —Angelo miró su retaguardia el camino por el que su esposa había desaparecido—. Mi felicidad siempre ha pasado a segundo plano cuando se trata de ella. Si Teresa quiere el divorcio, eso es
Capítulo cincuenta y cinco: Sueño y pesadillaTeresa se quedó helada sin poder moverse, no podía dar crédito a lo que oían sus oídos. ¿Cómo es posible que la amara y a la vez quisiera divorciarse de ella?—Es que te amo, cara mia. ¡Te amo con locura! ¡Amo cada centímetro de tu cuerpo, marcado o no! ¡Siento un orgullo inmenso de saber que es mío, que me perteneces y muero de solo pensar en que puedo perderte! —Exclamó Angelo un poco más calmado—. Ya está. Ya lo dije.—¡Diablos! Pero entonces ¿De qué va esto del divorcio? ¡Explícate por favor! —reclamó ella con voz ahogada.—Es muy fácil —respondió el italiano a la vez que se abalanzaba sobre ella echándola de espaldas en la cama envolviéndola en un beso apasionado, que la dejaba sin aliento. Su boca, la obligó a abrir la suya, a aceptarlo, fundiéndose con él y entregarse de nuevo. Teresa quedó cautiva una vez más en aquel vaho caliente, tanto que la abrazaba y extendía el calor a cada molécula de su cuerpo, haciendo que lo deseara de
Capítulo cincuenta y seis: Esposa celosoAngelo miraba por la ventanilla de su limusina mientras tarareaba una melodía de Michael Bublé, de pronto reaccionó como si lo hubiera picado una abeja.—Da la vuelta Malvolio he olvidado algo importante —le ordenó a su chofer y guardaespaldas.hizo las maniobras pertinentes y en pocos minutos estaban volviendo a la villa.El magnate miró con curiosidad el auto aparcado delante de su residencia, tratando de recordar donde lo había visto antes, y cuando cruzó la puerta del vestíbulo con fuerte tirón, enseguida lo supo. El desgraciado de Michael West estaba besando a su mujer. Pero, ¿Cómo se atrevía? Angelo no lo pensó dos veces, se abalanzó de inmediato hacia el sujeto y su puño impactó directamente contra su mandíbula. El inglés no tuvo tiempo de reaccionar se balanceó hacia atrás por el golpe y casi cae al suelo, pero el sofá se interpuso, cayendo de espaldas sobre él.—¡Angelo! —gritó Teresa aterrada al ver la cara de su esposo que se veía cl
Capítulo cincuenta y siete: Hermana en problemasEn efecto, no era otra que Camile la hermana de Teresa, quien se encontraba sentada en una mesa a pocos metros de ella, allí mismo en el Café del Centro Comercial.Por supuesto que cuando Teresa la llamó, la joven se levantó de inmediato y fue a su encuentro.—Hola Teresa —saludó Camile con poco entusiasmo.—Que tal querida, ¿Pero me puedes decir que haces aquí? Imaginaba que estarías en Roma desde ayer —preguntó la pelirroja algo intrigada.—Así fue —respondió la hermana con pesar y posteriormente explicó—, es que tuve algunos problemas en el trabajo y me despidieron.—Pero es terrible. ¿Y qué piensas hacer? —inquirió ella preocupada.—Bueno, estoy buscando otro trabajo aquí en Rieti.—Pues no se hable más. Te irás conmigo a la Villa y hablaré con Angelo para que te consiga un puesto en Industrias Gatti —dijo Teresa, al tiempo que llamaba a Malvolio para que viniera a recogerlas y llevarlas a casa.Ya en la Villa disfrutaron del almuer
Capítulo cincuenta y ocho: AccidenteAquella mañana había estado muy movida en Industrias Gatti, Angelo estuvo cerrando algunos tratos con inversores extranjeros y ahora se disponía a salir hacia uno de los astilleros a supervisar personalmente, como acostumbraba, la construcción de la nueva flotilla que en los próximos días debía entregar a sus propietarios. En el momento que sonó su móvil.—¿Pasó algo cara mía? —interrogó Angelo.—No, es solo que quería que supieras que Gina y yo hemos traído a los niños al parque de diversiones del Centro—explico su esposa al otro lado de la línea. Al fondo se podían escuchar las risas de los gemelos divirtiéndose.—Ah si, ya puedo oírlos, voy a salir mas temprano `para unirme al paseo. ¿Te parece bien?—¡Hoo... es una excelente idea! Los niños van a adorar pasar tiempo contigo —dijo Teresa entusiasmada.—Entonces no se hable más, en un rato me reúno con ustedes. —Hasta dentro de un rato, te amo Angelo Gatti.—Y yo a ti Teresa Gatti —colgó y echó