55. SUEÑO Y PESADILLA

Capítulo cincuenta y cinco: Sueño y pesadilla

Teresa se quedó helada sin poder moverse, no podía dar crédito a lo que oían sus oídos. ¿Cómo es posible que la amara y a la vez quisiera divorciarse de ella?

—Es que te amo, cara mia. ¡Te amo con locura! ¡Amo cada centímetro de tu cuerpo, marcado o no! ¡Siento un orgullo inmenso de saber que es mío, que me perteneces y muero de solo pensar en que puedo perderte! —Exclamó Angelo un poco más calmado—. Ya está. Ya lo dije.

—¡Diablos! Pero entonces ¿De qué va esto del divorcio? ¡Explícate por favor! —reclamó ella con voz ahogada.

—Es muy fácil —respondió el italiano a la vez que se abalanzaba sobre ella echándola de espaldas en la cama envolviéndola en un beso apasionado, que la dejaba sin aliento. Su boca, la obligó a abrir la suya, a aceptarlo, fundiéndose con él y entregarse de nuevo.

Teresa quedó cautiva una vez más en aquel vaho caliente, tanto que la abrazaba y extendía el calor a cada molécula de su cuerpo, haciendo que lo deseara de
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