Alex desciende para la cena visiblemente tenso, Rebecca lo observa pero continúa disfrutando de su comida, inmersa en las conversaciones animadas con sus amigas.– Sra. Baker, irás a Nueva York conmigo temprano mañana.– ¿De qué estás hablando, Alex? De ninguna manera, no puedo ir. Tengo mi vida aquí, la universidad, no puedo faltar a clases. Tú mismo dijiste que no puedo perder clases.– Sin razón aparente, pero ahora hay una. Irás conmigo a Nueva York. No estamos negociando esto, y no te di permiso para rechazar.– No me iré de aquí, Alex. Ya te lo dije, no soy tu propiedad, no abandonaré todo solo porque así lo decidiste.– Rebecca, no compliques mi vida. Y deja de dramatizar. Serán solo dos semanas, podrás recuperar las clases. No es que necesite dar explicaciones, pero no puedes quedarte aquí mientras mis enemigos estén cerca, enemigos que tú misma atraíste. No puedo quedarme, tengo negocios que atender en Nueva York, y si te quedas, solo me retrasarás, porque tendré que preocupa
Alex se acerca a la habitación de Rebecca y llama suavemente a la puerta, pero no recibe respuesta. Insiste con un segundo golpe, pero ella permanece en silencio.– Rebeca, por favor, abre la puerta. Necesito hablar contigo.– Vete, Alex. No quiero hablar ahora. Estoy ocupada y desnuda. No puedes entrar aquí.– Así que por favor vístete y libérate. Entraré de todas formas. Esta mañana estabas desnuda en mis brazos, ¿por qué crees que eso me va a detener?En lo alto de la escalera, Melissa y Susan escuchan la conversación y no pueden evitar suspirar, apreciando el poder que emana Alex.– No va a entrar aquí, señor Baker. La puerta está cerrada. No me moleste en mi habitación.– Rebecca, mi día ha sido increíblemente difícil, mis niveles de estrés están por las nubes. Así que por favor, no me atormentes más y abre esta puerta inmediatamente. Si no lo haces en tres segundos, te derribaré. – Rebecca decide ceder, consciente de que es capaz de hacerlo. – Eres una buena chica, Rebecca. – En
Alex se pasea de un lado a otro con la cabeza gacha, claramente frustrado por acceder a hacer lo que ella le pide. Se pasa una mano por el pelo, mostrando su irritación.– Bien, entonces iremos a Nueva York y, cuando volvamos, puedes llamarlos aquí y yo haré lo que tú quieras. – Alex apenas puede creer lo que está haciendo. Odia no poder decirle que no, incluso cuando se trata de cosas absurdas.– No voy a ir, Alex. Acepta que no puedo hacerlo. Tengo compromisos que cumplir, ¡y no puedo abandonarlos porque tú quieras!– Vas a ir, Rebecca, aunque tenga que arrastrarte hasta allí. ¿Comprendes? Deja de actuar así y obedece. Ya has conseguido todo lo que querías. Te vienes conmigo. – Le dice alzando la voz. – Y ahora mismo, no vamos a negociar. Estoy cansado de ello.– ¿Y lo que yo quiera no importa?– No importa si no puedes comportarte como una adulta. Serás tratado como una niña y harás lo que yo diga. – Dice, con firmeza y visiblemente irritado.– ¿Sabes qué, Alex? Esto es lo que quie
A lo largo de todo el viaje, Rebecca evita el contacto visual con Alex, manteniendo distancia para evitar cualquier conversación, ya que todavía está molesta. Cuando finalmente desembarcan, Alex la lleva a la agencia de alquiler de autos para recoger el coche alquilado.– Sra. Baker, ¿le gustaría conducir? – Pregunta, agitando las llaves en la mano en un intento de romper el incómodo silencio.– No estamos en presencia de nadie, así que por favor llámeme Srta. Jenkins o simplemente Rebecca. No necesitamos formalidades aquí. – Responde ella con cierta aspereza. – Realmente no quiero conducir, gracias. – Sin esperar una respuesta, abre la puerta y se mete en el coche.– ¿Cuánto tiempo vas a seguir así? – Pregunta cuando entra en el coche.– ¿Así cómo?– Olvídalo. No creo que sea el momento adecuado para discutirlo ahora. – Dice, encendiendo el coche y conduciendo hacia el hotel.Cuando llegan al hotel, Alex recoge las tarjetas de acceso a la recepción para las suites. Era consciente de
Al final de la semana, Alex está completamente exhausto. Su carga de trabajo es tan intensa que apenas puede dormir más de tres horas por noche. Intentar despejar su mente se convierte en una tarea frustrante, ya que Rebecca sigue ocupando sus pensamientos, y el hecho de que lo esté ignorando solo empeora su estado de ánimo. Sale de la oficina y se dirige directamente al aeropuerto con destino a Boston, donde tiene negociaciones con el grupo Murphy. Al llegar, se dirige inmediatamente a la sede del grupo, donde pasa varias horas conversando con Leandro y Paul.– Señores, agradezco la oportunidad. Espero sinceramente que podamos cerrar este negocio. – Expresa Alex mientras se levanta.– Estoy impresionado, has hecho esta propuesta muy atractiva. La analizaremos con cuidado. Necesitamos considerar los costos asociados a este intercambio.– Sr. Murphy, si deciden aceptar, me comprometo a lidiar con la multa con el grupo Shaw. Puede considerarlo como un gesto de bienvenida al grupo Wealth
Alex regresa a casa, cansado y buscando relajarse. Se dirige a la ducha, dejando que el agua caiga sobre él durante un largo período. Al salir, regresa a la habitación y se acuesta en la cama, que parece extrañamente amplia, intensificando la sensación de vacío que lo abruma. Con el celular en la mano, toma la decisión de llamar a Rebecca.– No puede esperar, ¿verdad? – Dice, riendo al ver la llamada. Ella se levanta y pone música alta. – Hola. – Contesta, casi gritando.– ¿Dónde estás? – Pregunta mientras se acomoda en la cama.– ¿Puedes repetirlo? No puedo oírte, la música está muy alta. – Dice, con una risa contenida.– Rebecca, ¿dónde estás? – Insiste, irritado.– Sr. Baker, ¿eres tú? ¡No estoy escuchando bien! – Provoca, en un intento de irritarlo aún más. – Ya voy, déjame terminar aquí. – Susurra, como si estuviera hablando con alguien, aumentando el tono de diversión en su voz.– Rebecca, no me hagas ir a Nueva York a esta hora, ¡maldita sea! ¿Dónde estás?– Lo siento, no puedo
La sala de reuniones está inmersa en un silencio absoluto, y todos notan cuánto está estresado y malhumorado Alex. Sus ojos escanean a cada ejecutivo presente, quienes evitan su mirada.– Es por eso que el grupo Shaw está por delante de nosotros, porque esta empresa está llena de aficionados. – Critica Alex, su voz cargada de frustración. – ¿Por qué ninguna de las propuestas menciona al grupo Holding Prime Work o a Techwave? Todas las empresas tienen su precio. ¿Alguien puede explicarme por qué no están considerando esa posibilidad?– ¿Puedo presentar mi propuesta, Sr. Baker? – Pregunta Nicole Curtis, una joven ejecutiva del grupo, rompiendo el silencio.– ¿Por qué no lo hizo antes? Debería haberlo hecho en lugar de esperar a que yo me quejara de las propuestas ya presentadas. – Reprende Alex, manteniendo su mirada fija en ella.– Mis disculpas, Sr. Baker.– Entonces, ¿qué está esperando? Haga su presentación. Mi tiempo no es infinito.Ryan y Saulo miran a Nicole, quien se siente incó
El momento de incomodidad se hace evidente mientras las personas intercambian miradas entre ellas.– Señorita Curtis, has venido. – Afirmó Ryan, rompiendo el silencio. – Siéntate con nosotros.– Es un placer estar aquí. Gracias por la invitación. – Sonríe y, entre las sillas vacías, elige sentarse al lado de Alex, quien lanza una mirada nada amigable a Ryan.– Esta es la señorita Nicole Curtis. – Ryan la presenta. – Nicole, estos son Rebecca Jenkins y Benjamin Hooper.– Encantada de conocerlos. – Dice ella, sonriendo.– Encantados, señorita. No queremos interrumpirlos más. Vamos a nuestros lugares. Que tengan una buena cena. – Dice Rebecca.– ¿Por qué no se unen a nosotros?– No queremos molestar, será para la próxima vez. Gracias, Saulo.– Insistimos, Rebecca. – Responde él, ni siquiera mirando a Alex, pues es consciente de que debe estar mirándolo con enojo.– Por mí está bien. – Dice Benjamin, acomodándose al lado de Ryan y ofreciendo la silla junto a él a Rebecca, quien sonríe ama