En el estacionamiento, Alex camina de un lado a otro frente a su coche, con el celular presionado contra la oreja, esperando ser atendido. Al caer una vez más en el buzón de voz, libera su frustración golpeando la llanta del coche con rabia antes de realizar otra llamada.– Sr. Baker, estaba a punto de llamarte. – Asegura Jackson al contestar. – Lamento profundamente, acabo de ser notificado de lo que sucedió.Al escuchar aquellas palabras, todas las esperanzas de Alex se disipan. Confirmar que sus hijos están realmente en manos de Nicole lo hace cerrar los ojos y apoyarse en el coche, incapaz de organizar sus pensamientos. Lágrimas caen de sus ojos, el miedo dominándolo, especialmente por no saber qué esperar y cómo actuar.– ¿Qué pasó con Samantha y André? – Pregunta, la voz entrecortada por la angustia.– Estaban atados, nuestros hombres están cuidando de ellos. Tuvimos tres bajas. – Informa el hombre con pesar. – ¿Ella ya se puso en contacto contigo?– Solo recibí un mensaje. – Re
Al estacionar en Long Wharf, el corazón de Alex late a un ritmo descompasado. Cada paso por el paseo marítimo hacia el muelle es una marcha hacia lo desconocido, amplificando la tensión que envuelve la escena. Al frente, dos hombres impasibles señalan la inminencia de un enfrentamiento. Más adelante, cerca de las majestuosas embarcaciones, un hombre está al lado de Nicole, y una mujer sostiene con firmeza las manitas inocentes de sus hijos.La ira fermenta dentro de Alex mientras avanza, los gritos angustiantes de sus hijos convirtiéndose en un eco doloroso. Ronald, la personificación de la furia, avanza sin piedad. Sin tiempo para palabras, dos golpes brutales impactan en el rostro de Alex, arrojándolo al suelo. En una explosión de furia, Ronald descarga una tormenta de patadas violentas, como si cada golpe fuera una venganza acumulada a lo largo del tiempo.– ¡Papá, no, por favor! – Clama Nicole, corriendo hacia ellos. – ¡No lo lastimes! – Implora, arrodillándose al lado de Alex.–
En cuestión de minutos, el equipo liderado por Jackson toma el control absoluto del entorno, con sirenas ensordecedoras cortando el aire del escenario caótico. Hombres corren frenéticamente por el muelle, en una carrera contra el tiempo para salvar a todos los involucrados. Alex emerge del agua con los hijos, que tosen y sollozan después de ingerir agua salada. Sus manos tiemblan al rasgar las ropas mojadas de los gemelos, mientras Bryan y Saulo corren en su dirección.– Ustedes van a estar bien, lo prometo. – Afirma, la voz entrecortada por la desesperación, mientras abraza a los hijos, sus sollozos mezclándose con los llantos de los niños. Bryan y Saulo, compartiendo la angustia, se quitan las chaquetas y envuelven a los gemelos, cubriéndolos para proporcionar calor.– Cuídenlos, por favor. – El ruego de Alex corta el aire, sus ojos explorando el escenario en busca de Rebecca.– Puedes irte, Alex, cuidaremos de ellos. – La firmeza en la voz de Bryan, sosteniendo a Olga en brazos y d
Al fijar la mirada en la entrada, Alex se aleja abruptamente de María, avanzando hacia la puerta. En un acceso de furia, golpea al policía, derribándolo. Se agacha y recoge el arma.– No te acerques, quédate en el suelo, o te mato. – Ordena, apuntando el arma al policía. Luego, Alex vuelve la mirada hacia Nicole, que fue alcanzada en el hombro. Sin pensar, la empuja con fuerza contra la pared, manteniéndola inmovilizada. – Voy a matarte, Nicole, ya debería haberlo hecho. – Afirma, su mirada oscurecida por la rabia.– Mi amor, yo p...– No soy tu amor. – Afirma, interrumpiéndola con frialdad. – Te odio. – Vocifera, presionando el cañón del arma contra su cuello, mientras con la otra mano presiona la herida en su hombro.– ¡Ayyyy! – Grita, desesperada al sentir que Alex mete el dedo en su herida, una tortura cruel.– Alex, para con esto. – Suplica Ryan, intentando acercarse, sus ojos llenos de angustia ante la escena brutal.– No te acerques, Ryan, ninguno de ustedes, o morirán con ella
Aquellos pocos segundos de dolor se estiran como una eternidad ante los ojos de todos los presentes. Lo que resuena en el ambiente son los llantos profundos de amigos y familiares; la agonía de juicios equivocados los mantiene atrapados, empujándolos hacia un abismo de sufrimiento donde el perdón parece inalcanzable.– Tráigame un laringoscopio, un tubo endotraqueal y un ventilador mecánico. – Grita Richard desesperado, rompiendo el pesado silencio del entorno. – ¡Él tiene señal, tiene señal, escuché los latidos! – Afirma gritándole a una enfermera, inyectando un destello de esperanza para todos.La enfermera corre ágilmente y entrega todos los elementos solicitados a Richard, quien, con manos temblorosas, inicia el procedimiento en Alex. Otro médico, notando su nerviosismo, lo aparta y allí, en el suelo de la recepción, comienza el proceso de intubación en Alex. Al concluir el procedimiento, colocan a Alex en una camilla y corren hacia las salas de emergencia. A Richard se le prohíbe
Rebecca permanece durante horas, meciendo a sus bebés en brazos, compartiendo historias cariñosas sobre Alex y asegurándoles que todo estará bien. Preocupados, sus amigos finalmente la convencen de permitir que los niños descansen bajo el cuidado de Ana. Susan se acomoda junto a Rebecca, abrazándola fuertemente.– Yo lo habría perdonado antes si hubiera sabido que enfrentaríamos más desafíos. Todo fue culpa mía. No lo escuché, provoqué a aquella mujer y ¡mira en lo que resultó! – Exclama, con lágrimas corriendo. – Alex y yo nos reconciliamos el día que fui al grupo Wealth Technology y desde entonces vivimos esta vida doble. Si me hubiera ido antes, como él tantas veces suplicó, nada de esto estaría sucediendo. Ahora, el amor de mi vida está dormido, quizás en un sueño eterno. – Murmura, cargando el peso del arrepentimiento. – Soy una persona horrible, mis hijos no merecen una madre como yo, especialmente cuando Alex es infinitamente mejor que yo. Alex pasó años solo y aun en medio del
Rebeca permanece inmersa en sus pensamientos a lo largo del día, luchando contra la tristeza que se apoderó de su corazón, mientras se esfuerza por mantener la esperanza de que todo se resolverá de la mejor manera posible. A la mañana siguiente, al despertar, se sorprende por la presencia de todos sus amigos en la habitación, una sonrisa iluminando su rostro, especialmente al recordar el reconfortante sueño que tuvo.– Buenos días, princesa. – Saluda Susan, depositando un beso gentil en su frente, lo que resulta en una sonrisa agradecida de Rebeca.– Richard, ¿cuáles son las últimas noticias sobre Alex? – Pregunta, ansiosa, buscando información sobre el estado de su amado.– Desafortunadamente, su condición aún no ha mejorado. – Responde Richard, con una leve expresión de desánimo.– Pero va a estar bien, lo siento. Tuve un sueño con él y estoy segura de que Alex no me dejará. Volverá a mí, compartimos un amor demasiado fuerte para disiparse así. – Afirma, una sonrisa iluminando su ro
A medida que los días avanzan, el corazón de Rebecca permanece destrozado. Aferrándose a la esperanza de una resolución, encuentra refugio en los raros momentos de serenidad con sus hijos en la habitación del hospital, sus momentos de paz en medio de la tormenta diaria. Después de un mes desde el fatídico acontecimiento que los sumergió en una ola de sufrimiento, Rebecca es liberada para regresar a casa. Aunque Alex todavía está en la unidad de cuidados intensivos, a ella le dan permiso para permanecer a su lado.Al entrar en la habitación y encontrarse con el hombre que siempre irradió fuerza, ahora envuelto en fragilidad, conectado a una compleja red de aparatos, las lágrimas fluyen y ella se acerca lentamente a la cama. Sentándose en la silla junto a él, sostiene con ternura su mano, apoya la cabeza en su pecho, capturando los delicados latidos del corazón que, aunque debilitado, aún late con la promesa de vida. Con la mano libre, acaricia suavemente el rostro dormido del hombre al