Rebeca permanece inmersa en sus pensamientos a lo largo del día, luchando contra la tristeza que se apoderó de su corazón, mientras se esfuerza por mantener la esperanza de que todo se resolverá de la mejor manera posible. A la mañana siguiente, al despertar, se sorprende por la presencia de todos sus amigos en la habitación, una sonrisa iluminando su rostro, especialmente al recordar el reconfortante sueño que tuvo.– Buenos días, princesa. – Saluda Susan, depositando un beso gentil en su frente, lo que resulta en una sonrisa agradecida de Rebeca.– Richard, ¿cuáles son las últimas noticias sobre Alex? – Pregunta, ansiosa, buscando información sobre el estado de su amado.– Desafortunadamente, su condición aún no ha mejorado. – Responde Richard, con una leve expresión de desánimo.– Pero va a estar bien, lo siento. Tuve un sueño con él y estoy segura de que Alex no me dejará. Volverá a mí, compartimos un amor demasiado fuerte para disiparse así. – Afirma, una sonrisa iluminando su ro
A medida que los días avanzan, el corazón de Rebecca permanece destrozado. Aferrándose a la esperanza de una resolución, encuentra refugio en los raros momentos de serenidad con sus hijos en la habitación del hospital, sus momentos de paz en medio de la tormenta diaria. Después de un mes desde el fatídico acontecimiento que los sumergió en una ola de sufrimiento, Rebecca es liberada para regresar a casa. Aunque Alex todavía está en la unidad de cuidados intensivos, a ella le dan permiso para permanecer a su lado.Al entrar en la habitación y encontrarse con el hombre que siempre irradió fuerza, ahora envuelto en fragilidad, conectado a una compleja red de aparatos, las lágrimas fluyen y ella se acerca lentamente a la cama. Sentándose en la silla junto a él, sostiene con ternura su mano, apoya la cabeza en su pecho, capturando los delicados latidos del corazón que, aunque debilitado, aún late con la promesa de vida. Con la mano libre, acaricia suavemente el rostro dormido del hombre al
Después del enfrentamiento, Rebecca intentó revertir la decisión de la justicia, pero fue derrotada en todas las instancias. Su corazón se hundió en la amargura y la tristeza la envolvió como una sombra. El odio se convirtió en su sórdido compañero, llevándola a restringir severamente el contacto de los gemelos con la familia de Alex. Sabía que no debería involucrar a los niños en este asunto, pero quería que Ana y los demás sintieran el sufrimiento que ella estaba experimentando. En este período oscuro, Rebecca se dedicó por completo a Alex, valorando cada minuto a su lado. Las palabras de Ana resonaban incesantemente en su mente, especialmente cuando veía a los hijos solo durante las visitas organizadas por María.A medida que los días avanzaban, su corazón parecía romperse un poco más en cada momento. En enero, en el cumpleaños de Alex, ella está en la habitación con los hijos. Aunque Alex no responda, entonan un emotivo "feliz cumpleaños", mientras las lágrimas caen de los ojos de
Al día siguiente, Richard decidió darle algunos días a los amigos para que pudieran visitar a Alex antes de la llegada de la fecha límite. En la mañana nublada, la habitación estaba llena de amigos, cada uno llevando consigo sus arrepentimientos y la tristeza se reflejaba en las miradas de todos. Rebecca, inmersa en sus pensamientos, contemplaba el paisaje fuera de la ventana, totalmente ajena a las conversaciones que resonaban en la habitación.– Observando el paisaje afuera, inevitablemente, recuerdo una característica distintiva de Alex. – Susurra, capturando la atención de todos. – Solía ponerse así, frente a la ventana, en momentos de irritación o cuando necesitaba reflexionar. A veces, permanecía en esa postura durante horas. Me encantaba observarlo, abrazarlo por detrás y simplemente perderme en aquel momento, absorbiendo la tranquilidad del mundo exterior. En algunas ocasiones, veo a Olga y Nicolás replicando ese comportamiento, son tan parecidos a su padre. Alex no mintió al
Al regresar al hospital, Rebecca decidió llevar a sus hijos todos los días para que aprovecharan al máximo el tiempo en la presencia de Alex, asegurando que su memoria nunca se borrara. Observar a los pequeños divirtiéndose en la habitación y, en algunos momentos, intercambiando palabras cariñosas con su padre, palabras que, lamentablemente, no recibían respuesta, apretaban el corazón de Rebecca. En ciertos momentos, una sonrisa aparecía en su rostro al imaginar cuánto Alex la reprendería por romper la rutina de los niños. Cada nuevo día, un fragmento se retiraba de su corazón. El ambiente estaba envuelto en una mezcla de alegría y melancolía, mientras la familia se sumergía en momentos que parecían eternos, creando recuerdos preciosos destinados a resistir al tiempo.Después de dos semanas del cumpleaños de Alex, el calendario adquiere un carácter sombrío, transformándose en una dolorosa cuenta regresiva de lo que está por venir. Inmersa en sus pensamientos, Rebecca observa el paisaj
A medida que los días avanzan, Alex continúa sometiéndose a una serie de exámenes y en todo momento, Rebecca permanece a su lado. Su vida se reduce a la alternancia entre momentos con los hijos y la constante presencia al lado de Alex en el hospital. Los signos de esta rutina desafiante son visibles en su cuerpo, con ojeras profundas y una silueta más delgada. Sin embargo, el cansancio físico no se compara con la inmensa felicidad que ella lleva consigo.– Srta. Jenkins, buenos días. – Saluda el médico al entrar en la habitación, acompañado de Richard.– Dr. Carter, buenos días. – Responde con una sonrisa.– Rebecca, estás fatal, necesitas disminuir el ritmo. – Observa Richard, al notar las ojeras profundas en su rostro.– Buenos días también para ti, Richard. Estoy bien, no te preocupes. ¿Cuáles son las novedades?– Srta. Jenkins, como mencionamos anteriormente, el Sr. Baker enfrentó un edema pulmonar, que tratamos en los últimos dos meses. Debido a la mejora en los exámenes, decidim
Después de aquella tarde, Alex persiste en los avances de las sesiones de fisioterapia, logrando dar algunos pasos independientes, aunque aún recurre a la silla de ruedas. En los días previos al cuarto cumpleaños de los gemelos, Richard, junto con el equipo médico, decide dar el alta a Alex. Es llevado de vuelta a su apartamento, ubicado cerca del edificio Wealth, donde Rebecca y los hijos se mudaron después de los eventos que marcaron sus vidas.– Bienvenido a casa, mi amor. – Susurra Rebecca al detenerse en la puerta. – ¿Quieres intentar entrar caminando? – Pregunta, colocándose frente a la silla de ruedas, y Alex asiente con la cabeza.Rebecca extiende la mano y lo ayuda a levantarse, caminando lentamente tomados de la mano. Aunque conoce todos los detalles del lugar, ella le guía por todas las habitaciones, especialmente hasta el dormitorio de los gemelos, la única habitación diferente de la casa. Una sonrisa aparece en el rostro de Alex al ver el dormitorio de sus hijos.– Pronto
Después de contemplar a Rebecca durante largos minutos, con su corazón latiendo rápidamente de alegría al estar finalmente con la mujer que ama y su familia completa, sin amenazas a la vista, Alex se llena de felicidad. Con sonrisas radiantes, se dirige al baño para realizar su higiene personal. Al regresar, se sorprende al encontrarse con Rebecca, sentada sensualmente en la cama, vistiendo solo lencería blanca. Ella lo observa maliciosamente y sonríe, mientras sus ojos recorren su abdomen.– Creo que deberíamos retomar el gimnasio para recuperar nuestra buena forma, mi amor. – Provoca, arrancándole una sonrisa. – Pero, ¿qué tal si hacemos algunos ejercicios ahora? – Sugiere con una sonrisa sugerente.Alex se acerca a la cama y se sienta frente a ella, contemplando la mirada de deseo que ella lleva consigo. Desliza sus manos por el contorno de su cuerpo, deteniéndose en los brazos y observando atentamente algunas cicatrices de la noche aterradora compartida. Absorto en sus pensamiento