Rebecca siente todas las miradas dirigidas hacia ella mientras Alex la observa, esperando una respuesta. Ella reflexiona sobre toda la situación y se encara con él.– ¿Podemos esperar un poco más? Me gustaría quedarme un rato más con mis amigos. – Dice, intentando ganar tiempo para tomar una decisión.– Claro, como prefieras. – Le responde él, arqueando una ceja.– ¿Por qué no te sientas con nosotros, Sr. Baker? – Pregunta Melissa, con una sonrisa seductora en los labios.– No, gracias. Sr. Stain, ¿puede acompañarme por un momento? Necesitamos hablar. – Luan se levanta y sigue a Alex hasta la mesa.– Vamos, Rebecca, comienza a explicarnos. – Dice Marcelo.– No sé qué explicar, creo que ya escucharon la mayor parte de la historia. Samantha y Peter estuvieron juntos, fui al hotel para estar sola, terminé en el bar bebiendo hasta que no pude más. Y terminé conociendo al Sr. Baker, no hay mucho que decir. No me prestó mucha atención, de hecho me mandó a mi habitación, pero insistí hasta e
Rebecca mira a Alex de reojo, tratando de entender qué conversación había tenido con su padre.– ¿Qué fue eso? - Pregunta irritada, y Alex la ignora. - Te estoy preguntando, ¿qué demonios de conversación fue esa?– No te sienta bien hablar así, deberías guardar tu lengua para otras cosas. – Le responde de manera sarcástica. Ella frena el auto bruscamente, lanzando sus cuerpos hacia adelante. Sale del auto golpeando la puerta, y Alex ni se mueve. Ella camina de un lado a otro. Él abre la ventana. – ¿Qué estás haciendo? – Ella lo ignora y sigue caminando de un lado a otro. Alex suspira profundamente, sale del auto y se acerca a ella. – Rebecca, vamos, no lo compliques todo, por favor.– Estoy aquí preguntándome por qué estoy aquí. ¿Por qué te doy atención? Si todo lo que ofreces es rudeza tras rudeza.– Estás aquí porque quieres, no te forzaron a venir. Así que entra al auto y sigamos.– No, no voy a hacerlo. Explícame qué escena fue esa en el pub, ¿qué conversación fue esa con mi padre
Alex la observa de reojo, esboza una ligera sonrisa satisfecha con sus argumentos, ya que su deseo de estar con ella es mayor que el estrés que ella le causa.– Bien, buenos argumentos. Dime, Srta. Jenkins, ¿qué deseas hacer?– Primero, devuélveme el volante. Yo manejo. – Él la mira fijamente y vuelve a prestar atención a la carretera. – Sr. Baker, por favor, déjame conducir.– De ninguna manera. Eres completamente inestable. No tienes mi permiso para conducir.– Vaya, el señor todopoderoso tiene miedo de un poco de adrenalina, no esperaba eso. – Provoca Rebecca.– No tengo miedo, simplemente no confío mi vida a otras personas. Eres demasiado imprudente. Pero si te gusta la adrenalina, puedo darte eso. – Acelera y ella se emociona, ya que le encanta la velocidad.– Amo este coche. Tienes buen gusto. Sr. Baker, cuidaré de ti. Prometo que ya no aceleraré. Déjame conducir, por favor. – Se quita ella cinturón de seguridad.– ¿Qué estás haciendo? ¡Ponte el maldito cinturón! – Le ordena él,
Permanecen observando el paisaje en silencio durante varios minutos. En ese momento, parece que las palabras les han abandonado y no saben qué decirse el uno al otro.– Háblame de ti. – Pregunta Rebecca, rompiendo el silencio.– No quiero, porque tú no me hablas de tu vida. – Le replica él.– Déjalo, ¿por qué debería hablar? Ya sabes todo sobre mi vida.– En realidad, solo sabía tu nombre, número de teléfono y edad. Datos de tu registro en el hotel que gentilmente obtuve de las recepcionistas. – Dice sarcásticamente. – Descubrí tu otro apellido en el pub y fue allí donde conocí a tu tío y a tus primas. No te investigué, si lo hubiera hecho, mi interés se habría desvanecido.– Entonces hagamos un trueque, yo hablo de mí y tú hablas de ti, ¿de acuerdo?– Justo. Entonces, empieza. – Le ordena él.– Soy estudiante de Ingeniería Civil en el MIT, cursando el tercer año. Creo que no tengo mucho que contar. Mi vida se reduce a estudiar y repartir mi tiempo entre familiares, amigos y nov... –
Durante el camino hacia el hotel, Alex quedó pensativo sobre lo sucedido. Se sintió incómodo al saber que la había hecho llorar y que sus lágrimas eran por otro hombre, lo cual lo dejó afligido. Perdió todo el deseo que había sentido esa noche, ya que se sintió rechazado y no estaba acostumbrado a eso. Rebecca tenía la cabeza apoyada en el vidrio, perdida en sus pensamientos. Se estaba odiando por pensar en Peter. Él la lastimó y ella ya no quería sentir nada por él, solo desprecio, pero todo era muy reciente. Alex salió del auto y abrió la puerta para ella.– Gracias. – Dijo ella sin mirarlo.Al llegar a la habitación, Rebecca fue directo al baño. Pasó largos minutos debajo de la ducha, dejando que sus lágrimas se mezclaran con el agua que recorría su cuerpo. Alex se quedó parado frente a la ventana, pensando en cómo unas pocas palabras habían arruinado la noche. Después de un rato, ella salió del baño envuelta en una bata y con una toalla en el cabello. Alex se volteó al escuchar el
Durante el trayecto al aeropuerto, apenas intercambian palabras, llevan una mezcla de sentimientos.– Entonces, Sr. Baker, su viaje ha terminado. Por favor, déme 5 estrellas, ¿de acuerdo?– No, necesitas mejorar un poco más para eso. Como mucho 2 estrellas, y estoy siendo generoso. – Alex baja y recoge sus cosas del maletero.Rebecca baja del auto, su corazón late rápido. Odia las despedidas y sus sentimientos están confusos.– Entonces, Sr. Baker, gracias por estos días. Fue un placer conocerte.Alex se acerca y la besa. Le acaricia la cara y la besa de nuevo.– Aún tienes tiempo para venir conmigo, solo tienes que quererlo, Srta. Jenkins.– No puedo. Pero te deseo un buen viaje. – Esta vez, toma la iniciativa de besarlo, besándolo durante varios minutos. – Dormiré todos los días con tu camisa, solo con ella. Hasta luego, Sr. Baker. – Se sube al auto y se aleja.Él queda inmóvil, viéndola alejarse, aún asimilando lo que dijo y controlando su deseo de seguirla. Respira y se dirige al
Rebecca observa a Magno, quien sigue en silencio sin dirigirle la palabra. Luego, ella vuelve a hablar.– Hasta donde sé, el único que fue un imbécil conmigo fue él. Nadie más. Entré esa noche al bar decidida a encontrar al hombre más estúpido que pudiera. – Ella mira a Peter. – Alguien que pasara la noche dándome placer, aprovechando cada centímetro de mi cuerpo. Algo que tu hijo nunca sabrá cómo es, porque nunca me volverá a tocar. Quería a alguien que ni siquiera se molestaría en llamarme al día siguiente. Así que no me importa que se haya ido, porque obtuve exactamente lo que buscaba. – Robert golpea la mesa, asustando a todos.– Levántate de esta mesa ahora. Si estás contenta de ser una puta, no perteneces a esta familia. Ahora estarás castigada en casa, reflexionando sobre tus acciones. Ya no avergonzarás a nadie más, ¿entendiste?– Ya no soy una niña. No me quedaré castigada. – Estaba exhausta de la vida que solía llevar. – Regresaré al campus. Entonces, tu preocupación de que
En Boston, Richard llega al restaurante para almorzar con sus amigos.– Ryan, me tomé unos días libres. Escuché que vas a Nueva York. Iré contigo. Alex me dijo que fuera. Vamos a disfrutar en la ciudad, ¿qué te parece? ¿Qué pasó, Sophia? Parecían estar bien y de repente se separaron. Hablé con Alex ayer y estaba con una mujer. Incluso ella me pidió consejos de diversión para hacer con él. ¿Cómo pasaron de un posible compromiso a esto? – Sophia se atraganta con el agua que estaba bebiendo y tose sin parar. Ryan sacude la cabeza.– ¿Qué dijiste? ¿Es una broma, verdad? – Pregunta incrédula. Richard mira a Ryan sin saber qué decir. – Pero qué tipo tan despreciable, ha estado ignorándome estos últimos días para andar con cualquier mujer por ahí. ¿Dónde está él, Ryan? No me mientas. – Comienza a llamar a Alex, pero solo llega al buzón de voz, ya que él ya está en su vuelo. Ella llama varias veces sin éxito.– Está en Seattle, Sophia, o volando hacia Nueva York. Me dijo que iba a Nueva York