A lo largo del día, Alex se sumergió profundamente en la compañía de sus hijos, irradiando alegría y felicidad en cada acción, desde alimentarlos hasta cuidar de su higiene y arrullarlos para el sueño. Cada pequeño gesto desencadenó una avalancha de emociones indescriptibles y en esos preciosos momentos con sus hijos, todas sus angustias y problemas parecían desvanecerse. Cuando finalmente los gemelos se durmieron, Alex se reunió con André y Samantha en la sala de estar para compartir un café.– ¿Cómo se las arregla Rebecca con todo esto? – Pregunta Alex mientras toma asiento a la mesa.– Ella se asegura de visitarnos con regularidad, al menos cinco veces por semana. Su rutina es agotadora, ya que viene directamente del trabajo y parte temprano en la mañana. Nos mudamos a Nueva York para facilitar las cosas para ella. De hecho, no había pasado una hora desde que se fue cuando llegaste. – Samantha responde con una sonrisa llena de cariño.– Lo sé, ¿quién crees que me trajo hasta aquí?
Por la mañana siguiente, al despertar, Rebecca tomó la decisión de viajar a Nueva York y quedarse con los gemelos. En aquel momento, deseaba que todo lo que había sucedido fuera una terrible pesadilla y que su familia estuviera reunida de nuevo, pero esa realidad parecía tan lejana e inalcanzable.Mientras tanto, Alex aprovechó los momentos en los que Rebecca estaba con los niños para reorganizar su vida. Compró un apartamento cerca de la casa de Samantha y André, asegurándose de estar siempre a un paso de los gemelos. Después de una semana, finalmente llevó a los niños a vivir con él y dedicó todo su tiempo y atención a ellos. Sincronizó su rutina con la de Rebecca, de modo que cuando ella los visitaba, los gemelos estaban en la casa de Samantha y André, manteniendo las apariencias de la rutina que ella conocía. Después de un mes en esta nueva dinámica, Alex finalmente regresó a Boston.– Me alegra que hayas vuelto, te he extrañado mucho. – Dice Nicole al entrar en la oficina, sonrie
Después de perder de vista a Rebecca, Alex lucha por contener el deseo de correr tras ella, abrazar y besar a la mujer que todavía ocupa un lugar en su corazón, a pesar de la inmensa distancia que los separa. Con determinación, vacía de un solo trago la dosis de whisky que había estado mirando durante largos minutos, se levanta y abandona el restaurante, llevando consigo el peso de las miradas perspicaces de sus amigos, que lo observan con preocupación.– ¿Iría tras ella? – pregunta Sebastian, curioso.– Dudo, Sebastian. Alex no ha mostrado interés en eso en los últimos años, y no veo motivo para creer que hará algo diferente ahora. – Responde Richard, con un pesar sutil en su voz.Alex camina hacia el estacionamiento, sus pasos sincronizados con los latidos acelerados de su corazón, mientras sus recuerdos de Rebecca parecen materializarse ante sus ojos. Las fotos de los gemelos en su celular sirven como un vínculo invisible entre ellos. Al acercarse a su coche, levanta la mirada y se
Rebecca conduce sin rumbo, recordando cada detalle del encuentro con Alex. Él tiene el don de confundirla aún más. Cuando se da cuenta, su coche está estacionado frente a su edificio. Una sonrisa irónica escapa, consciente de su propia locura por estar allí. Sin dudarlo, entra en el edificio y, al llegar al ático, camina de un lado a otro frente a la puerta.– Rebecca, aún tienes tiempo, puedes irte. – Murmura para sí misma. – ¿Qué estoy haciendo? Dios mío, estoy completamente loca. – Se queja, deteniéndose frente a la puerta y tocando el timbre. Cuando Alex finalmente abre, entra y su cuerpo choca contra el suyo.– ¿Qué crees que estás haciendo? – Le pregunta él, sorprendido.– Te pregunto lo mismo. – Responde con enojo. – ¿Crees que puedes hacer esto siempre que quieras y luego irte como si nada hubiera pasado? ¿Por qué diablos siempre me confundes? – Pregunta, irritada, viéndolo cerrar la puerta. – ¿Quién te crees que eres? – Pregunta, acercándose y empujándolo contra la puerta.– R
En la mañana siguiente, Alex abre los ojos, siendo recibido por el vacío en sus brazos. La ausencia de Rebecca en la cama lo hace suspirar y pasar las manos por el rostro, sintiéndose levemente decepcionado. Sin embargo, un aroma irresistible a café llenando la habitación renueva su ánimo y una sonrisa animada se insinúa en sus labios, sugiriendo que ella debe estar en la cocina. Se levanta de la cama con la esperanza de encontrarla, pero al entrar en la cocina, su expresión cambia. Rebecca no está a la vista, solo un café recién preparado en la cafetera y una nota cuidadosamente colocada sobre la encimera. Su sonrisa anterior desaparece.– Bueno, al menos hizo café. – Murmura, sirviéndose una taza. Se sienta frente a la encimera, saborea un sorbo de café y toma la nota."Espero que tu carencia no se extienda al resto del día, porque no haré compañía. Como dije, obtuve lo que buscaba. Disfruta del café, aunque no lo merezcas, pero hiciste un buen trabajo anoche. Me desperté muy relaja
Nicole, al entrar en la sala de estar de su casa, se deja caer en el sofá con una sonrisa que refleja su alegría. Está profundamente involucrada en la relación con Alex, aunque él aún no se haya entregado por completo. Sabe que solo Peter se interpone entre ellos. Cuando Peter entra en la sala, sonríe al ver a Nicole inmersa en sus pensamientos y se acomoda a su lado, devolviéndola a la realidad.– ¿Y entonces, cómo fue? – Pregunta Peter, captando su mirada.– ¡Te ves horrible! – Exclama Nicole, con una sonrisa burlona.– Sí, ese hijo de puta golpea fuerte. – Se queja, mostrando su frustración.– Por favor, no hables así de él. Nuestro plan funcionó, Peter. Realmente se puso celoso. Me besó por primera vez, ¿puedes creerlo? Y suplicó que resolviera el divorcio de inmediato.– Pensé que el intrépido Alex Shaw sería más perspicaz. ¿Cómo no se da cuenta de que eres una vaca manipuladora habilidosa? – Pregunta, recibiendo una bofetada en la cara mientras la tensión entre los dos aumenta.
Algunos días después del cumpleaños de los gemelos, todos vuelven a sus rutinas. La paciencia de Alex se agota debido a la falta de pruebas que vinculen a Nicole con todo aquello. Pasea inquieto por su oficina mientras Douglas lo observa, consciente de que Alex está planeando algo.– ¿Dónde estoy fallando, Douglas? – Pregunta sin mirarlo, continuando su caminar de un lado a otro.– ¿No dijiste que no discutiríamos esto aquí adentro? – Douglas recuerda, observando con preocupación la agitación de Alex.– No te preocupes, ella está de descanso hoy. ¿Qué estoy pasando por alto? ¿Por qué diablos no puedo encontrar nada que la relacione con todo esto? Estoy seguro de que la Sra. Morgan no planeó todo esto sola. Ya me ha demostrado que no es capaz de algo así.– ¿Y si intentas sobornar al Sr. O'Donnel?– Esa es una idea tonta. Por más que le guste el dinero, apuesto a que prefiere verme sufrir. Seguro que me delataría en cuestión de segundos. Es hora de que empiece a visitar su casa. Si ten
Após aquel encuentro, Rebecca apenas podía creer en todo lo que había sucedido. Le resultaba difícil aceptar que era hora de liberar su corazón de Alex, ya que su relación se estaba convirtiendo en un ciclo constante de dolor. Cada vez que intentaba acercarse, él parecía determinado a destrozarla. Con el paso de los días, las cosas empeoraban considerablemente en el círculo de amigos y los negocios que compartían estaban en caída libre, ya que no podían negociar con sus principales proveedores, gracias a las acciones de Alex, que los había comprado. Rebecca estaba inmersa en sus pensamientos, tratando de encontrar una solución para toda esa situación, cuando Leandro irrumpió en su oficina.– Rebecca, si tomo medidas drásticas, ¿me odiarías? – Pregunta Leandro, captando la mirada perpleja de ella.– ¿Qué pasó? – Pregunta Rebecca, tratando de entender la situación.– Mis padres no contestan, fui al Grupo Murphy y créeme, no pude entrar. – Desahoga, golpeando con fuerza la mesa. – ¿Qué c