LA CENA NÚMERO VEINTE.OLIVIA.Me gusta la idea de conocer gente que pertenece a la vida de Carlos. Además, salir de casa siempre es divertido.Él aún no llegaba. La cita era a las 07:00 PM. Al parecer, la cena podía darse a las 9 o a las 10, ya que al señor Fito Graterol le gustaba tertuliar antes de comer, enseñar sus nuevas botellas traídas siempre de afuera, agregando el hecho de querer conocerme mejor; datos que mi novio lanzó el mismo día que me anunció aquella salida.Le pedí a Carlos que llevásemos algo. A pesar de que el anfitrión suele coleccionar licor, se me vino a la cabeza llevar un vino de un viñedo español que vi en una tienda cercana al trabajo, el cual venía con una promoción si se compraba el postre del día, algo genial, ya que los pasteles que allí hacían son verdaderamente exquisitos.A Carlos le pareció excelente idea y se fue a comprarlo, así que mientras él cumplía con esa diligencia, coloqué música conectada en el sistema de audio, programada con un iPod y de
CARLOS.Graterol se sirvió un whisky en las rocas y luego otro para mí, dándomelo, mientras nos sentábamos al rededor de su escritorio.—Pensé que Darwing estaría acá —mencioné, dándole un trago a mi bebida.—Sí, hubiese sido bueno, pero debe viajar mañana. Y lo prefiero así, que él se encargue de esa presión de los viajes, yo no sirvo ya para eso.—¿Ya no te gusta viajar? —pregunté con una cota de diversión, sabía que su vida eran los negocios y los viajes.—Ya estoy muy viejo..., pero bueno, hablemos de lo importante. —Abrió una gaveta del lado suyo del escritorio y sacó de ella una carpeta negra con bastantes documentos dentro—. ¿Sigues trabajando solo, o ya tienes asistente? Necesito que alguien me organice estos estados de cuenta.Negué con mi cabeza por no creer el desorden que tenía dentro de ese folio y suspiré, tomando la carpeta de sus manos.—No puedo creer que en estos tiempos aún se den este tipo impresiones. Fito, existe la computadora. Si Olivia viera esto, se moriría d
OLIVIA.La señora Victoria de Graterol me recordaba a mamá y a sus amigas cuando se reunían a charlar.Mujer alta y elegante, de cabello caoba bien armado y escalonado hasta los hombros, con un cutis increíble que yo a su edad desearía tener. De piel blanca como la leche, usando un maquillaje tenue, combinando sombras color cobre y beis... Ella usaba esa noche un conjunto de camisón y pantalón de tela gruesa y lujosa, prendas holgadas, de un tono parecido al de su cabello. Cuando llegamos a la bonita y amplia cocina de ese apartamento, me senté por invitación suya en una de las sillas altas preciosas que bordeaban la encimera de mármol.Allí me di cuenta que en esa casa les gustaba mucho hablar mientras se bebían alguna que otra copa, ya que la señora Victoria me sirvió otro trago distinto al que estábamos compartiendo en la sala. Yo acepté gustosa, ¿por qué no? La misma copa, otro vino. Esta vez, un poco de vino blanco para variar.Ella me preguntó por mi trabajo y creyó desde un pri
Capítulo XII. La cena número veinticinco. Como si inspeccionara el terreno. CARLOS.Salimos varias veces, regresamos a nuestros juegos, parecía que no podíamos dejar de soñar, de vivir experiencias inventadas, todas en base a esos encuentros, como si aún fuésemos desconocidos, pero de una forma rara, porque de ese modo nos conocíamos cada vez más. En vez de aburrirnos, sucedía todo lo contrario.De la cena veinte que compartimos con la familia Graterol, visitamos otros sitios, nos escapamos por aquí y por allá y sin más, nos topamos con diciembre, pasando de largo las ferias de La Chinita, como se suelen llamar en Maracaibo. De forma increíble, no celebramos las fiestas patronales precisamente el día que había que hacerlo. Nancy, incorporada en sus rol de administradora nuevamente, nos invitó al aniversario de uno de sus restaurantes, por supuesto, La famosa Napolitana (esta vez Olivia y yo, en este mes, no cometeríamos el error de no saber qué rayos pasaba en ese sitio, llegando s
—Ah no, ya yo sé lo que te pasa. Es hambre, ¿cierto? Que yo recuerde, el hambre te pone de mal humor. —Sí, eso es, tengo mucha hambre —concordé, intentando no sonar fingido, aunque sí tenía hambre, aún no habíamos almorzado.—Yo también tengo ganas de comer. Tienes razón, esto pone a quien sea de mal humor, pero no la pagues conmigo, ¿ok? —Pareció ser un regaño, pero estaba sonriendo. La dependienta regresó. —Esos le quedan perfecto. —Señaló los zapatos que la bromista de mi prima se medía—. Además, tienen un detalle en la punta que...No podía seguir escuchándolas, ya no más. Entre el querer regresarme a Maracaibo, sentirme engañado para llegar hasta allí y querer salir corriendo de esa jodida tienda, sumando el extrañar a Olivia, tenerla tan lejos de mí, el no haber podido ver a Marco ese fin de semana, entre otras cosas de mucha tensión e importancia, decidí levantarme y dar algunas vueltas por el lugar y así nivelar mi nivel de aburrimiento con el de un interés autoimpuesto sob
«Perfecto, suena genial», pensé, asintiendo y haciendo muecas que parecían decir a través de ellas lo pensado.—Tú me has regalado un par de zapatos que marcarán mi entrada a una vida nueva. Al menos, déjame regalarte algo que intente compararse. Tienes que aprovecharme. Ahora que sé todo sobre este tema de bodas y propuestas, mis contactos son frescos y mis ganas por verte casado son grandiosas. —Eso me hizo reír—. Además, Olivia es… además de hermosa, talentosa y emprendedora, es chévere, me cae bien y no esperaría que eligieras tomar esa decisión con otra persona que no fuese ella o alguien como ella. ¿Estás de acuerdo con que yo sea de tu ayuda? ¿Al menos para la propuesta?La miré fijo también y le sonreí amablemente.—Yo no esperaría que otra persona que no fueses tú se encargara de algo así en mi vida.Creo que después de decirle eso, pude notar un brillo acuoso en sus ojos negros.***Hablamos, hablamos, hablamos, cuadramos, revisamos los teléfonos buscando datos, escuchamos l
Capítulo XIII. La cena número treinta. Todo organizado. OLIVIA. El regalito que le di a Carlos de bienvenida hace dos semanas… casi 2 semanas, fue lo mejor que se me pudo haber ocurrido. Sinceramente, regalar siempre es un detalle increíble. Regalarle algo a alguien que amamos es un plus impresionante, pero regalar algo a alguien que nos ama también y que además, te guste a ti y te deje súper satisfecha y con los ojos revirados, es el cenit de la vida misma.La verdad, cada día, a pesar de las cosas que nos puedan suceder, cada día me siento demasiado excelente viviendo con Carlos Malaver. Fue una decisión óptima haberlo aceptado nuevamente en mi vida. Estar con ese hombre es maravilloso, nuestra convivencia es buena.Sí que existen algunos detalles, por supuesto, faltaba más. Por ejemplo, puedo contar que no me gusta cómo se toma el café en las mañanas. Es decir, no me agrada que no le ponga empeño a un estilo único de café.Es decir, debo explicarlo mejor. No importa cómo venga
CARLOS. —Dame un chance y te vuelvo a llamar. —Olivia colgó y en un par de segundos más, mi móvil sonó con su llamada entrante—. Vi la noticia en el periódico. ¿La viste?—Precisamente por eso estoy llamándote. ¿Leíste todo?—Sí. Necesito llamar a mamá. Esto se ve grave.—Asegúrate de que esté bien, pero he hablado con Nancy y Finol. Al parecer no cerrarán la empresa mientras no sea necesario. Ella y Finol nos encontraremos en un par de horas en el apartamento, ¿puedes salir temprano hoy para que estés presente? Hay algunas cosas que no mencionan allí en esa nota y que están sucediendo a raíz de la captura de Tony.—Ay, mi amor. No, en serio, quiero salir de aquí, visitar a mamá y todo, pero...Noté desesperación en su voz y me alerté más de lo que ya estaba.—¿Qué sucede?—Es trabajo. Debo hacer el cálculo de los pasantes. Se les dará un bono navideño y ando sola con todo, porque es que... Ash, Dios, qué complique.—Nena, respira profundo y cuéntame más calmada. ¿Estás caminan