NANCY.Cenamos en casa de Carlos Malaver, el contador estrella de la ciudad. Primera vez que asistía a ese apartamento y a una reunión como esa, por supuesto, cabe destacar.Finol es un viejo loco, pero me agrada. Ya lo conocía. Eso me dio la ventaja para atribuirme la potestad de pedirle consejos y demás con respecto a lo que podía o no ocurrirme.Carlos llevaba mala cara. Olivia parecía una niña perdida en el bosque, aunque le noté también un prominente cansancio cuando llegó tarde de la aseguradora.Finol parecía molesto y ese tal Juan, el hijito del ex policía…, ese pelinegro junior segundo parecía haber masticado un hongo en mal estado y en el peor sitio del universo. Todos los presentes, Carlos, Olivia, Ray, Finol y Juan, concentrados en lo que podía ocurrir posterior a la noticia del encarcelamiento, etcétera, etcétera, etcétera, en cambio yo… debía sonreír.Yo me sentía feliz. ¡Me sentía FELIZ!Estaba pletórica, ya nada podía ir mejor después de eso.Por fin ese desgraciado de
Se lo mencioné a Carlos y para calmarme en una fecha donde la paz y la armonía debía reinar en nuestros corazones, para apaciguar mi alteradas neuronas, me atrajo hacia sí, como la polilla a la luz, y terminamos teniendo relaciones sexuales en varias partes de nuestro hogar, con la fuerza y el deseo que ese hombre siempre impregna su sus folladas mágicas.Fue estupendo, ohh… Hasta nos quedamos dormidos y nos levantamos aturdidos y apurados a las 7:00 de la noche.Como locos, corrimos a vestirnos, acicalarnos, comer algo para por lo menos tener algo en nuestros estómagos y así poder irnos de fiesta al restaurante. Confieso que tuve que literalmente sacarlo del baño, ya que en la ducha también sucumbimos y nos estábamos retrasando demasiado.Decidí usar negro, ya que mi cabello seguía siendo totalmente oscuro. Me lo había vuelto a cortar un poco más escalonado, generando curvas en las puntas. También me dejé pollina, se me veía bien.El vestido negro llevaba mangas largas, cuello en U,
Las risas por el comentario no se hicieron esperar. Ella continuó, alzando la copa de champán. Todos ya teníamos una en cada mesa.—¡Muy bien! Comienza la cuenta regresiva. ¡Jaime! ¡Todos! Ajá, ¡por allá, tú…, el otro, eso! Acerquémonos, alcemos nuestras copas...Recuerdo su hermoso rostro, sus ojos llorosos, su cara era la muestra de felicidad, de concordia, pero también la muestra de dolor, porque todos pasamos por mucho ese año, pero ella pasó por demasiado en una sola noche siendo golpeada tan brutalmente y nadie me quita de la cabeza que golpes no fue lo único que experimentó. Y además, al parecer, aún desde la cárcel ese hombre la quería controlar con terceros a su cargo. Al menos, eso era lo que se creía.—¡Tres, dos, uno! ¡FELIZ NAVIDAD!La música ensordecedora e increíblemente buena le dio la bienvenida al 25 de diciembre con la presentación del cantante más esperado, quien celebró con nosotros, de hecho, brindó con nosotros con un solo trago antes de cantar.Carlos puso su b
Mi cuerpo no daba para más. Un cansancio excesivo me rellenó como un saco infernal, cosas pesadas metidas allí para ahogarme en un mar profundo y desconocido, temeroso, peligroso.—Debí matarlo —seguí diciendo, llorando a mares, no podía parar—. Debí matarlo justo después de clavarme esa maldita botella en la cara. Debí hacerlo, Juan. ¿Por qué no lo hice?Mi guardaespaldas me sostuvo fuerte, combatiendo los embistes enfurecidos de mi cuerpo, y poco a poco me fue calmando, sintiendo cómo me recostaba sobre el sillón, colocando unos cojines bajo mi cabeza para ir a guardar el arma que yo misma saqué de la gaveta.Pude haberme reído al ver cuándo la desarmó, lo entendía, comprendía perfecto que no confiara en mi juicio.Bien por él, ni yo misma confiaba en mí.Regresó y cómo pudo, intercambió el cojín por su cuerpo, por su musculoso pecho, sus fuertes brazos.Yo, que siempre sonreía, aún seguía llorando. Él acarició mi corto cabello rubio, me dejé hacer todo eso por él, sacando de mi sis
Recordé a Meléndez. El viejo Meléndez siempre supo que su sobrino, o el sobrino de su mujer, no era un asesino, solo un desgraciado drogadicto y ladrón, un adicto que lo único que buscaba era salir de fiesta. Tal vez tenía deudas gracias a los excesos. Lo lamentable fue cubrirlo, Meléndez lo mantuvo en secreto, haciendo tratos con la policía para "proteger" su empresa de manchas feas. El único asesino verdadero, el único monstruo era Tony Urdaneta, más nadie que él. Le mintió a Nancy la noche que la agredió.Existe una expresión que reza echarle el muerto a alguien. Mientras significa dejarle cargas o responsabilidades de uno mismo a alguien más, el delincuente de Tony lo hizo literal, poniendo en la boca de Vassallo una falsa confesión de homicidio.El sobrino del viejo empresario admitió conocer a la joven Susana, aunque poco. También admitió haberse acostado con ella de manera furtiva y que una cosa que le impresionó cuando ocurrió, fueron unas marcas de golpes que la chica tenía e
CAPÍTULO XIV. La cena número 70. Esto no me lo esperaba.OLIVIA. Calor, tenía muchísimo calor esa mañana de comienzos de Marzo.Los meses pasan volando, uno no se da cuenta. Y las cosas van pasando como si todo se tratase de un pasillo largo que obligado hay que transitar.El fin de año fue una buena celebración. Por cuestiones obvias, preferimos quedarnos en casa. Ya nuestro nivel de adrenalina estaba por las nubes y Carlos no se encontraba apto para "pegar brincos y saltar por su vida", palabras de él. De ese modo, invitamos a su prima al apartamento, quien asistió con su esposo y una cajita negra que no vi hasta después del cañonazo.El anillo... Aún no lo puedo creer.Carlos me ha contado cómo lo obtuvo, sin pena alguna, manejando muy bien esa filosofía de no secretos, aunque sé que es evidente que siempre guardaremos para cada uno alguna cosita que no queramos decir o contar. Pero ahí estaba él, abrazándome desde atrás mientras mirábamos unos hermosos fuegos artificiales que uno
CARLOS.Llevaba la cena en bolsas, mi maleta de ruedas en otra y maniobraba con las llaves. Saludé al conserje y subí.Abrí la puerta esperando ver a Olivia, pero no me esperé que fuese así.Sí, le pedí que se desnudara, pero el que te obedezcan al pie de la letra y más allá es demasiada impresión.Ella se encontraba de espaldas a mí usando unos malévolos tacones negros. Nada más.Su cabello iba suelto y al girarse hacia mí, su monte de venus totalmente depilado y su rostro salvaje casi hace que se me explote el pantalón.Tranquilamente (fingiendo sentir eso), acomodé todo en el suelo de la entrada y caminé hasta ella.Llevaba las manos detrás de la parte baja de su espalda y con las mismas, se sostenía contra el vidrio.La terraza había sido re aperturada, acomodada y esa construcción sirvió perfecto para generar luz alrededor de esa hembra que me esperaba.Suspiré profundo. Olía exquisito ella, toda ella.—Quédate así. —Supe que mi mandato se cumpliría a la perfección.Llevé la comi
CARLOS.—¿Perdón?—Ayúdame a ponerme de pie.Por supuesto que la ayudé. La levanté con cuidado, la ayudé a limpiarse. Le busqué ropa de inmediato, la senté sobre la cama y me vestí veloz.Tomé las laves de la camioneta, la billetera y salimos del apartamento directo al ascensor, a mi carro, donde la ayudé a subirse, aunque me di cuenta que ya podía hacerlo por sí sola y salimos de allí.Intenté manejar como un hombre civilizado, pero los nervios me atacaban.—¿Sabías que estabas embarazada? ¿Desde cuándo?—No lo estoy. Maneja con cuidado, Carlos, por favor.Asentí y bajé la velocidad.—Ok, vamos a ver. Si no estás embarazada, ¿por qué me dijiste eso en el baño?—El periodo aún no debe llegarme y estaba sangrando considerablemente. Sentía muchísimo dolor, Carlos. No te quise despertar, pero casi no llego a baño.—Mierda, Olivia, coño, tenías que haberme dicho algo, ya estuviésemos en la clínica desde hace rato…. Ya estamos llegando. Menos mal que se me ocurrió vernos en ese apartamento