CAPÍTULO 2
Esa voz.
Conocía esa voz.
Y nunca se había alegrado tanto de escucharla.
Mal que bien, por más fuerte que fuera, luego del embarazo, ella no se sentía con el deseo de refutar o hacerse la más fuerte y capaz. Con Alen pasaba precisamente eso.
Aunque durante una decada, quizás más, ella se había negado a sus incontables intentos de convencerla para salir a tomarse si quiera un café. Para Sarah eso no entraba en sus planes y se lo habia explicado de todas las formas que conocia.
—¿Por qué no dejas a Sarah en paz?
—Te pregunté quién diablos eres. Eso es lo que tienes que responder.
—Soy el que va a romperte la cara si no te alejas.
Así, con esa frase, ese tono y la veracidad que se podía adivinar en su seguridad al pronunciar las palabras, hasta Sarah se preguntaba si ella también estaría segura con el.
Pero sabía que si.
Más segura con el que con Alen.
—¿Eres el padre del niño?
—No es de tu incumbencia. Pero te voy contando para que te marches antes de que cumpla mi palabra. —Dijo él. —Uno...—Procedió a contar y Sarah sabía, lo sentía, él iba a cumplir con su palabra.
El rostro de Alen cambió drásticamente. Ella lo notó y su Superman con capa también.
—Alen, haznos el favor a ambos y márchate.
—Soy mejor partido que éste tipejo, Sarah. ¿No lo ves?—Refunfuñó él.
—Vete a casa, Alen. —Fue lo único que dijo.
El hombre soltó una imprecación y se marchó arrastrando los pies.
Alen no había cambiado casi nada desde que lo conoció. Su cabello siempre atado en una cola en lo bajo de su nuca, su pelo de un color rubio cenizo y desteñido, barba que ameritaba ser recortada como si fuese parte de la expresión del hombre de ser un puro desastre.
Ella ya tenía bastante con su vida para estar con alguien así.
No por su apariencia física; Alen tenía unos ojos azules muy bonitos, sin embargo, la forma en que brillaban cuando la tenía cerca era casi demoníaca.
Y ella así no podía confiar en él. Jamás lo haría.
El hombre dio la vuelta al vehículo y se subió al coche de Sarah.
Ella soltó un suspiro pesadumbroso.
—¿Qué haces aquí?— gruñó.
—¿Por qué saliste tan tarde?
Tony la miró con el ceño fruncido y aguardó por una respuesta.
Ella sabía que no era casualidad que él estuviera justamente allí en el parqueo de la constructora.
Tony, su mejor amigo, su ex vecino, ex compañero de secundaria, ese hombre que la conocía mejor que nadie, la miró preocupado.
—Estaba trabajando, Tony.
Anthony Spelling no se cría ni media palabra desde que ella le ocultó durante dos semanas la infidelidad de su ex prometido con el propósito de que éste siguiera respirando.
Tony era capaz de matarlo el mismo día que ella se lo dijo.
No podía arriesgarse.
Su mejor amigo era demasiado sobreprotector.
—¿Estás espiandome ahora? Aparte de enviar a Bach a mi casa cada mañana a hacerme compañía, ahora también me espías.
—No te espío. — él soltó una carcajada y se rió con ganas. —Tengo demasiadas cosas que hacer como para perder el tiempo espiándote.
Ajá.
Ni él se creía esa perorata.
¡Claro que la espiaba!
¿Cómo estás si no explicar el hecho de estar allí a las casi nueve de la noche, merodeando en el parqueo de una empresa privada.
—¿Y Bach? ¿También vino a espiarme?
—Está con unos amigos en una pijamada.
—¿Necesitas algo más o ya pasó el acoso?
Él soltó un bufido.
—No puedo cuidarte si no pones de tu parte. Quiero cuidarte, cariño.
Ella sabía que él tenía razón.
Tony ya no confiaba en ella. Demasiadas cosas habían pasado entre ellos, ella le había ocultado mucho y ahora su confianza estaba rota.
Aunque su preocupación por ella seguía intacta.
—¿Cómo supiste que seguía aquí? —Preguntó después de un incómodo silencio.
El meditó la respuesta y ella comenzó a tamborilear con los dedos sobre el claxon del carro sin hacerle fuerza para que sonara.
—No tienes una respuesta porque sabes que ahora que estás soltero soy tu entrenamiento.
—Te aseguro que mis entretenimientos son más...interesantes que esto.
—¿Ésto?— no entendió.
—Tu hermana llamó. Estaba preocupada. Son las nueve y no has llegado a casa aún. Tú hora de salida es a las seis.
—Danny sabe que trabajo hasta tarde. —se excusó ella de inmediato.
Aunque solo refutaba.
—Estás embarazada. El doctor dijo que todo te lo tomes con calma. ¿Por qué te sigues sobre esforzando si al final en unos meses te vas a casa?
—No se por qué diablos accedí a que fueras a la consulta pasada.
Se lamentó haber cedido.
Tanto Danny cómo Tony le habían casi puesto un cohete en el trasero para que uno de los dos la acompañara a la segunda cita médica.
Tony escuchó el latido de su hijo y eso fue más que suficiente para convertirlo en un grano en el trasero.
CAPÍTULO 3—Solo queremos cuidarte. No sabes hacerlo. —Dijo e pasándose una mano por el rostro.Tony estaba agotado. La ruptura con Chelsie O'Connell lo había dejado así.Ya no estaba el mismo brillo en sus ojos ni la rosa despreocupada y pegajosa.Chelsie también le había roto el corazón como se lo habían roto a la misma Sarah casi tres meses atrás.Pero Chelsie no le fue infiel. Tan solo le dejó diciendo que ella no podía dedicarse a criar al hijo de otra mujer. Que ella deseaba sus propios hijos.Ahora Tony volvía a ser padre soltero.El soltero de Oro de CrossVille.Así lo apodaban casi todas las mujeres. Sin importar si estás fuesen solteras, casadas o viudas.Ojos avellandados, pestañas negras tupidas, cejas oscuras y poderosas. Labios carnosos y fuertes. Tony media metro noventa y cinco y sus manos llenas de cayos en vez de alejar las mujeres, lo que hacía era tenerlas rendidas a sus pies.—No puedes entretenerte conmigo para olvidar que Chelsie te abandonó.—No hablemos de ell
Ella no solía pensar en la posibilidades que podían darse su cometía un error.Sarah no cometía errores.No garrafales, al menos.Su único terrible y más reciente error fue enamorarse de un hombre de forma tan empecinada que olvidó fijarse en los detalles.Esos detalles que ella siempre veía en otros. Esos detalles que ella sabía podían destruir una relación.Esos mismos detalles destruyeron la suya.A fin de cuentas, lo peor no era haber ignorado las señales. Lo que le molestaba, lo que en verdad le sacaba de quicio es que todos se enteraron de eso.Él no era un extranjero. Él no era un marginado. En CrossVille, un pueblo de ochocientos habitantes, una sola iglesia, tres supermercados con escasos productos de primera necesidad y una que otra cosa importada; dos centros médicos, cada uno con una sala de emergencia donde solo cabían tres moribundos a la vez.CrossVille era pequeño. Pequeño y chismoso.Comunicativo, dirían las señoras de la época de su abuela.Sarah quedó sola a tempran
CAPÍTULO 4 —Sabes que no es lo mismo. — le dijo Danny sirviéndose también una taza de chocolate.Las dos se quedaron mirándose.Su hermana menor la conocía bastante bien, no tanto como su mejor amigo pues la diferencia de edad había logrado que una línea se creara entre ambas.Sin embargo, aunque esa línea se había creado entre ellas dos, Sarah siempre había procurado estar para su hermana menor, siempre había procurado ser eso que a su hermana le habían arrebatado, eso que la vida había decidido quitarle: una madre. Una que la cuidara, que la escuchara, que estuviera ahí para cuando ella la necesitara.Sarah no quería que su hermana se sintiera desprotegida, por eso se había esforzado tanto a lo alegro de los años, por eso había trabajado con tanto ahínco para darle todo lo que necesitara, para que cuando entrara a la universidad nada le hiciera falta.Sus padres se encargaron de dejar la casa a nombre de las tres y su hermana Penélope jamás había reclamado ni un ápice de la herenc
CAPÍTULO 5Segunda ParteSTEVEN LUCAS Odiaba a regresar al pueblo.Odiaba volver y sentirse como que estaba retrocediendo.Las luces seguían igual de amarillas. Las calles igual de estrechas. Las casas del mismo color a excepción de las nuevas construccilnes que imaginaba eran obra de la empresa a la que iba a trabajar.Él había vuelto por petición de sus padres por sobre todo, porque estaban enfermos porque necesitaban su ayuda. Sin embargo eso no evitaba que estuviera nervioso mientras se bajaba del avión y tomaba el taxi con dirección a la casa que lo vio crecer.Hacía su familia.Familia.Esa palabra se sentía extraña ahora.Él se había marchado del pueblo hacía más de dos década, por no decir más de dos. Sus padres no habían tenido comida suficiente para mantenerlo, ni tampoco para enviarlo a la secundaria, mucho menos para pagarle universidad. La unica alternativa que encontraron fue enviarlo donde un tío para que esté lo ayudara.Un tio lejano que ni siquiera estaba emparenta
**** Diez años tenía cuando sus padres renunciaron a él. Diez años cuando comprendió que su familia no tenía el dinero suficiente para mantenerse, para darle todo lo que un niño necesitaba, para darle todo lo que él necesitaba y cuando se habla de padres, es bien conocido es que si es realmente un padre que ama a su hijo, este siempre va a querer lo que es mejor para el. Aunque esto no sé a lo mejor para el padre. Cuando era un adolescente cumpliendo sus 16 años entendió que quizás la mayoría de los padres habrían estado de acuerdo con que se lo regalaran a un completo extraño. Él se sentía como si hubiese sido un obsequio para una persona que jamás pudo tener hijos, para un viudo qué su mujer había muerto de cáncer con tan solo 28 años de edad. Sin embargo con diez años esas cosas no le importaban, esos detalles le valía menos que un centavo. Él, mientras fue infante, no siempre pudo ir a la escuela, porque no siempre tenía desayuno sobre su mesa para poder comer, para poder
CAPÍTULO 7A él le constaba que ellos no tenían exactamente la culpa de la situación económica. Sin embargo en la mente de un niño que ahora era un adulto siempre se quedarían plasmados sus traumas. Sin importar si sus padres tenían o no la culpa.Su padre, un ex combatiente, que debido a los traumas sufridos por la guerra en Vietnam, se alcoholizó durante muchos años, incluso sus primeros años de vida, recordaba las constantes peleas entre él y su madre por su conducta agresiva.Se volvió un manojo de inseguridades y dolores.Si, la guerra cambiaba a los soldados, pero está también cambiaba al resto de la familia.Su padre se quedó allá. Al menos el padre que iba a tener.Steven supo desde pequeño que su padre por más que se esforzara en darle comida y techo sobre sus cabezas, lo que el gobierno le pagaba por su contribución al país, jamás sería suficiente si se lo tomaba cada día.Él se quedó observando a su madre largo rato, no sabía que decirle. En el instante en que ella aparec
CAPÍTULO 8Un silencio tras otro.Ninguno de los allí presentes dijo nada más. Su madre solo retorcía la toalla, luego la dejó en la encimera, tomó una tetera y le puso agua, para luego llevarla a la estufa y calentarla. Mientras la miraba y aguardaba por que hubiera.Después de tantos años esperando este reencuentro, Steven se quedó sin palabras, sin saber por dónde comenzar, tan solo los ojos de su padre clavados en los suyos mirándolo arrepentido pero tampoco sin hablar.Explicarles lo mal que se había sentido durante esos años, lo triste que había sido su vida cuando lo regalaron a su tío.Era complicado poder expresar con palabras claras y llanas que lo abandonaron, que lo dejaron con un completo desconocido que no pensaron ni un solo segundo en él.Que no pensaron en como el se sintió.— ¿Por qué lo hicieron?— ¿Porqué no fueron por mi? ¿Tan Mal hijo fui?Preguntó finalmente una tras otra. Su cerebro le dijo que esa era la única pregunta a la que le importaba obtener una respues
CAPÍTULO 9—¿Crees que fue fácil para nosotros?— Te apareces después de años y vienes exigiendo. ¡Si tanto nos odias, lárgate!—¡No!— gritó su madre. —no hagas caso. Solo está dolido. Todos lo estamos.—¿Y te crees que para mí sí? — le preguntó al hombre que le dio la vida. —¿Crees que viví en un paraíso lejos de ustedes?Desfachatez. Así podría catalogar el dolor de su padre.Claro, justo como su madre había dicho, todos estaban sólidos, pero su padre no era un martir.Se estaba revisando en el dolor de un padrelejos de su hijo, pero no aceptaba que el mismo era quién lo había alejado.Ellos no fueron felices.Steven tampoco lo fue. Y sin importar si habían cosas que no comentaria, debía saber muchas otras.De eso precisamente iba a depende el cómo los tratase una ve que acabara todo.—¿Por qué ninguno de los dos tomó en consideración lo que yo quería? — ninguno pensó en lo solo que se había sentido él.¿Por qué nadie pensó que lo estaban abandonando?Jamás por la mente de un niño