Ella no solía pensar en la posibilidades que podían darse su cometía un error.
Sarah no cometía errores.
No garrafales, al menos.
Su único terrible y más reciente error fue enamorarse de un hombre de forma tan empecinada que olvidó fijarse en los detalles.
Esos detalles que ella siempre veía en otros. Esos detalles que ella sabía podían destruir una relación.
Esos mismos detalles destruyeron la suya.
A fin de cuentas, lo peor no era haber ignorado las señales. Lo que le molestaba, lo que en verdad le sacaba de quicio es que todos se enteraron de eso.
Él no era un extranjero. Él no era un marginado. En CrossVille, un pueblo de ochocientos habitantes, una sola iglesia, tres supermercados con escasos productos de primera necesidad y una que otra cosa importada; dos centros médicos, cada uno con una sala de emergencia donde solo cabían tres moribundos a la vez.
CrossVille era pequeño. Pequeño y chismoso.
Comunicativo, dirían las señoras de la época de su abuela.
Sarah quedó sola a temprana edad. Sus abuelos muriendo con tan solo un mes de diferencia.
Al menos los maternos.
Los abuelos por parte de padre jamás se interesaron en saber de sobre las hijas que Pierre Wright había concebido con Charlotte Olympia.
Repudiados. Alejados. Marginados.
Un apelativo tras otro le hizo su abuela materna saber lo que los padres de su padre opinaban de ellas tres.
—El dolor pasa. —decía su madre cuando se lo mencionaban. — de repente un día eso que te mataba cada vez que llegaba a tu mente, un día deja de ser lo primero en lo que pienses al abrir los ojos.
Lo demás, ya es cuestión de dar tiempo.
El tiempo lo cura todo.
A menos que tenga como consecuencia a un hijo.
Su hijo sería el eterno recordatorio de lo que Mark le había hecho.
Mark Rewards, un hombre trabajador, de economía estable, proveniente de una familia pudiente y adinerada, resultó ser poco más que basura.
Y sólo para ayudarle con el adjetivo en vista de que llevaba a su hijo en su vientre.
Mark era el sueño de cualquier mujer: ojos verdes, mirada intensa y segura, altura que lo hacía ver las atractivo y elegante de lo que ya era. Yendo dos horas cada día al gimnasio, levantándose a las cinco de la mañana todos los días, siendo sumamente puntual para llegar a las ocho a la oficina.
No.
El hombre estaba más que preparado para ser el mejor prospecto de CrossVille.
Un solo detalle que lo arruinaba: era un cerdo.
Era como si su mundo hubiese terminado cuando decidió dejar a Mark después de una ardiente discusión. Aun tiempo después podía escuchar sus palabras vacías.
Aún tantos meses después podía escuchar su tono condescendiente:
—Solo fue cosa de una vez. No hagas un alboroto por esto. —le dijo Mark cuando lo encontró minutos antes con Beverly, su asistente.
Y no en una bonita posición.
Mark estaba sobre ella en el escritorio mientras las nalgas de Beverly estaban al aire.
Obviamente a punto de ser poseída por su prometido.
No había que sumar dos más dos.
El se enderezó de inmediato, desde que la puerta se abrió.
Como una tonta, pidió un permiso de unas horas a Prietto para ir a sorprender a Mark en la oficina.
Vaya sorpresa que se llevó. Sarah sintió cómo el mundo se movía a sus pies y las lágrimas comenzaron a bajar a caudales sin poder controlarlas. La mujer se abrochó los botones sueltos y cruzó los brazos. No estaba arrepentida en absoluto.
Beverly contempló a Sarah y cruzó los brazos sobre su pecho.
La estaba retando. Estaba esperando que ella explotara. Le miró sin una pizca de remordimiento.
Sarah estaba asqueada.
—Vamos a hablarlo. Esto no tiene ni pies ni cabeza. No te enojes, Sar…
Él se había acercado a ella. Estaba a tan solo unos escasos pasos de tocarla.
—¡Cállate! —le interrumpió mientras sentía sus manos temblar
—No hagas una escena. La puerta está abierta...
—¿Una escena? ¿Una escena!? — repitió subiendo varios decibeles. —¡Te ibas a follar a tu asistente en el escritorio! — estalló. Ella nunca había perdido los estribos, pero ese momento fue fulminante para sus nervios—. ¡Continúa! ¡Métele hasta hasta los dedos, maldito cerdo traidor! Y cuando acabes con ella, considérate soltero.
—Nena..
— ¡No te atrevas a tocarme nunca más en tu miserable existencia! —chilló con lágrimas en los ojos. Con el corazón a punto de partirse en dos. De que cada pedazo se estrellara contra el suelo para que Mark terminará de romperlo, de hacerlo añicos.
—Está haciendo un drama, Mark bebé...— la voz de una gata ronroneando se escuchó en la oficina.
Sarah vió como Mark apretó los labios y Beverly colocó una mano sobre su hombro derecho.
—Talvez no debiste prestarle tanta atención a tu trabajo. A lo mejor tu misma de buscaste esto, Sarah.
—Maldi...
—Sarah, por favor..— el se atravesó en su camino justo cuando ella iba a saltarle encima a Beverly y a quitarle la jodida sonrisa de la cara.
Una sonrisa triunfante.
Sin embargo, cuando Sarah sintió que las manos de Mark se colocaron sobre ella para impedir que golpeara a Beverly, ella retrocedió como si él quemara.
—Estás muerto para mí.
Tiró chispas al salir de la oficina y sintió cómo todo su cuerpo temblaba.
Lo único que escuchó que comentó Beverly fue:
—¿Cuándo pensabas decirle sobre lo nuestro?
Jamás lo olvidaría.
Las nalgas de Beverly al aire, la cara de lascivia de Mark, su rostro de asombro y espanto cuando escuchó su grito ahogado.
Una escena que se repetía una y otra vez como un jodido disco rayado.
—¡Sarah! — el grito de su hermana la hizo regresar al presente.
Miró a ambos lados del coche y se percató que había llegado a casa y oarqueaod el carro dentro del garage y ni siquiera se había dado cuenta.
Ella tomó su bolso y salió del coche.
—Me estabas asustando.
—Acabo de llegar. — dijo sin entender a su hermana.
—No es así. Tienes media hora en el coche con el encendido. ¿Sabes cuántos accidentes pasan al año y las personas mueren por hinalar el dióxido de carbono?
Ella lo sabía.
Ella misma se lo había dicho a su hermana para que tuviese cuando si en algún momento tomaba su coche.
Entraron a la casa de dos niveles mientras Danny chateaba por el celular y le iba contando sobre lo acontecido en el día.
—La señora Benson pasó y te trajo budín.
—Sabes que odio el Budín.
—Ella también y como quería te lo sigue trayendo.
Sarah soltó un suspiro y se fue a la habitación directo. Se duchó y colocó un conjunto de pijama de pantalón corto y blusa desmangada.
El verano estaba azotado a CrossVille y la temperatura estaba a casi cuarenta grados.
Su hermana pasilleaba de un lado a otro y Sarah comenzó a ponerse nerviosa.
—Penelope llamó. — soltó Danny cuando Sarah se estaba sirviendo el chocolate caliente en su taza favorita de color negro con orejas que sobresalían imitando las de Micky mouse.
Sarah se terminó de servir el chocolate y sus manos se encrisparon alrededor de la taza.
—Bueno...
—Quiere hablarte.
—No tengo nada de qué hablar con ella.
— ¿Segura?— inquirió Danny. — la última vez que hablamos prometiste le contarías.
—Ella no se interesa ni por ti ni por mi, ¿Por qué diablos va a interesarse en mi hijo?
CAPÍTULO 4 —Sabes que no es lo mismo. — le dijo Danny sirviéndose también una taza de chocolate.Las dos se quedaron mirándose.Su hermana menor la conocía bastante bien, no tanto como su mejor amigo pues la diferencia de edad había logrado que una línea se creara entre ambas.Sin embargo, aunque esa línea se había creado entre ellas dos, Sarah siempre había procurado estar para su hermana menor, siempre había procurado ser eso que a su hermana le habían arrebatado, eso que la vida había decidido quitarle: una madre. Una que la cuidara, que la escuchara, que estuviera ahí para cuando ella la necesitara.Sarah no quería que su hermana se sintiera desprotegida, por eso se había esforzado tanto a lo alegro de los años, por eso había trabajado con tanto ahínco para darle todo lo que necesitara, para que cuando entrara a la universidad nada le hiciera falta.Sus padres se encargaron de dejar la casa a nombre de las tres y su hermana Penélope jamás había reclamado ni un ápice de la herenc
CAPÍTULO 5Segunda ParteSTEVEN LUCAS Odiaba a regresar al pueblo.Odiaba volver y sentirse como que estaba retrocediendo.Las luces seguían igual de amarillas. Las calles igual de estrechas. Las casas del mismo color a excepción de las nuevas construccilnes que imaginaba eran obra de la empresa a la que iba a trabajar.Él había vuelto por petición de sus padres por sobre todo, porque estaban enfermos porque necesitaban su ayuda. Sin embargo eso no evitaba que estuviera nervioso mientras se bajaba del avión y tomaba el taxi con dirección a la casa que lo vio crecer.Hacía su familia.Familia.Esa palabra se sentía extraña ahora.Él se había marchado del pueblo hacía más de dos década, por no decir más de dos. Sus padres no habían tenido comida suficiente para mantenerlo, ni tampoco para enviarlo a la secundaria, mucho menos para pagarle universidad. La unica alternativa que encontraron fue enviarlo donde un tío para que esté lo ayudara.Un tio lejano que ni siquiera estaba emparenta
**** Diez años tenía cuando sus padres renunciaron a él. Diez años cuando comprendió que su familia no tenía el dinero suficiente para mantenerse, para darle todo lo que un niño necesitaba, para darle todo lo que él necesitaba y cuando se habla de padres, es bien conocido es que si es realmente un padre que ama a su hijo, este siempre va a querer lo que es mejor para el. Aunque esto no sé a lo mejor para el padre. Cuando era un adolescente cumpliendo sus 16 años entendió que quizás la mayoría de los padres habrían estado de acuerdo con que se lo regalaran a un completo extraño. Él se sentía como si hubiese sido un obsequio para una persona que jamás pudo tener hijos, para un viudo qué su mujer había muerto de cáncer con tan solo 28 años de edad. Sin embargo con diez años esas cosas no le importaban, esos detalles le valía menos que un centavo. Él, mientras fue infante, no siempre pudo ir a la escuela, porque no siempre tenía desayuno sobre su mesa para poder comer, para poder
CAPÍTULO 7A él le constaba que ellos no tenían exactamente la culpa de la situación económica. Sin embargo en la mente de un niño que ahora era un adulto siempre se quedarían plasmados sus traumas. Sin importar si sus padres tenían o no la culpa.Su padre, un ex combatiente, que debido a los traumas sufridos por la guerra en Vietnam, se alcoholizó durante muchos años, incluso sus primeros años de vida, recordaba las constantes peleas entre él y su madre por su conducta agresiva.Se volvió un manojo de inseguridades y dolores.Si, la guerra cambiaba a los soldados, pero está también cambiaba al resto de la familia.Su padre se quedó allá. Al menos el padre que iba a tener.Steven supo desde pequeño que su padre por más que se esforzara en darle comida y techo sobre sus cabezas, lo que el gobierno le pagaba por su contribución al país, jamás sería suficiente si se lo tomaba cada día.Él se quedó observando a su madre largo rato, no sabía que decirle. En el instante en que ella aparec
CAPÍTULO 8Un silencio tras otro.Ninguno de los allí presentes dijo nada más. Su madre solo retorcía la toalla, luego la dejó en la encimera, tomó una tetera y le puso agua, para luego llevarla a la estufa y calentarla. Mientras la miraba y aguardaba por que hubiera.Después de tantos años esperando este reencuentro, Steven se quedó sin palabras, sin saber por dónde comenzar, tan solo los ojos de su padre clavados en los suyos mirándolo arrepentido pero tampoco sin hablar.Explicarles lo mal que se había sentido durante esos años, lo triste que había sido su vida cuando lo regalaron a su tío.Era complicado poder expresar con palabras claras y llanas que lo abandonaron, que lo dejaron con un completo desconocido que no pensaron ni un solo segundo en él.Que no pensaron en como el se sintió.— ¿Por qué lo hicieron?— ¿Porqué no fueron por mi? ¿Tan Mal hijo fui?Preguntó finalmente una tras otra. Su cerebro le dijo que esa era la única pregunta a la que le importaba obtener una respues
CAPÍTULO 9—¿Crees que fue fácil para nosotros?— Te apareces después de años y vienes exigiendo. ¡Si tanto nos odias, lárgate!—¡No!— gritó su madre. —no hagas caso. Solo está dolido. Todos lo estamos.—¿Y te crees que para mí sí? — le preguntó al hombre que le dio la vida. —¿Crees que viví en un paraíso lejos de ustedes?Desfachatez. Así podría catalogar el dolor de su padre.Claro, justo como su madre había dicho, todos estaban sólidos, pero su padre no era un martir.Se estaba revisando en el dolor de un padrelejos de su hijo, pero no aceptaba que el mismo era quién lo había alejado.Ellos no fueron felices.Steven tampoco lo fue. Y sin importar si habían cosas que no comentaria, debía saber muchas otras.De eso precisamente iba a depende el cómo los tratase una ve que acabara todo.—¿Por qué ninguno de los dos tomó en consideración lo que yo quería? — ninguno pensó en lo solo que se había sentido él.¿Por qué nadie pensó que lo estaban abandonando?Jamás por la mente de un niño
CAPÍTULO 10Steven salió de la casa como si el mismo diablo lo estuviera persiguiendo. Se quedó en el pórtico de la casa de sus padres mirando la nada, de aquellos que le dieron la vida, mirando hacia la calle, que ya había oscurecido y tan solo se podía percibir la soledad.Igual que la soledad que había en su corazón.La soledad que le había estado abrazando desde que tenía 10 años y le arrancaron de su hogar.Tan solo 10 años. Era un niño. Un niño que lo único que necesitaba y requería era amor. Amor de sus padres, sin embargo, al parecer era más el amor que sentían por el alcohol que por él, al menos en el caso de su padre.Tan solo amor.Cuidado y salud tuvo en casa de Trent Williams. El hombre no se descuidó. Tuvo comida, techo y excelente educación.Pero le faltó ese pequeño detalle.No le amaron.Sus padres no lo hicieron.Fue lo único que no tuvo, porque de haberlo amado lo suficiente no lo hubiesen entregado a un desconocido.Su teléfono vibró en ese momento y aunque no
***Por su mente pasó todo lo vivido con Mark en fracciones de segundos. De repente sintió un vacío tan fuerte en su corazón y agradeció no haber estado sola en casa y que su hermana Danny hubiese estado ahí con ella. Díez años prácticamente le había dedicado a él. Tantos años conociéndose. Tantos años compartiendo historias juntos. De repente todo eso carecía de odio. Ella que desde que él la engañó meses atrás, se había circunscrito a ir al trabajo, sacar a pasear de vez en cuando a su hermana menor, y alimentarse lo mejor posible. Se dedicó a vivir por ese hijo que llevaba en su vientre producto del amor porque al final de todo, si era producto del amor ese bebé que venía en camino: ella había amado demasiado a Mark. Primer y único nombre con el que se había acostado. A ese hombre le había entregado su virginidad y por siempre lo amría, por más que se pedía a gritos que dejara de amarlo, que dejara de quererlo, que dejara de pensar en él cada jodido día, una parte de ella se e