Cuando finalmente alcanzó el vestíbulo, la pareja ya había salido por las puertas giratorias y se dirigía a un auto que estaba parado frente del edificio.La lluvia caía con una suavidad insistente, salpicando los charcos que ya se habían formado en las aceras. Sin un segundo de duda, Alexander salió bajo el cielo gris y la cortina de agua, persiguiendo la figura de Tanya que ya se alejaba en el coche.—¡Tanya! —gritó nuevamente, pero su voz se ahogó en el estruendo del tráfico y el golpeteo de la lluvia.La había perdido de vista, sin embargo, justo antes de que el vehículo arrancara, ella giró su rostro hacia Alexander. Sus ojos se encontraron, pero no hubo ni un solo destello de reconocimiento, es como si fuera una completa extraña.Completamente empapado y sin aliento, Alexander permaneció inmóvil en medio de la acera, observando cómo el automóvil se iba alejando poco a poco, mientras él se sentía más angustiado.Sintió la mano de su primo colocada en su hombro, y darle unas pala
Eletta tomó una profunda bocanada de aire, intentando ordenar sus pensamientos en ese breve espacio de tiempo que le habían concedido. Sus ojos se desviaron hacia el suelo, buscando la concentración necesaria para narrar su historia sin romperse.—No sé quiénes eran —comenzó, levantando la mirada—. Las veces que los miré estaban en capuchas, pero eran hombres y mujeres, nunca vi sus rostros.Los miró buscando en ellos algún indicio de confianza, armándose de valor, les preguntó.—¿Quién los mandó? ¿Mi madre o mi padre? —preguntó sin dejar de observarlos, Malcolm y Paul se miraron a la cara.—¿Por qué preguntas? ¿Qué diferencia hay? —inquirió Malcolm sin dejar de mirarla.—Solo si me responden a mis preguntas responderé las suyas —sentenció Eletta y los dos chicos la miraron como si hubiese enloquecido.—¿Es en serio? ¿Crees que estás en condiciones? ¿Desde cuándo los pájaros les tiran a las escopetas? —gruñó Paul—, tú aquí no exiges nada… y menos con lo cabreado que estoy con tu fami
—¡Es un idiota! ¿Qué tengo yo para que salga despavorido como si apestara? —preguntó molesta. Malcolm se encogió de hombros.—La verdad es que no lo sé y no me interesa saberlo —respondió con indiferencia.—¿Pueden llamar a mi padre para que venga por mí? —interrogó.—Déjame llamar a mi tío y que él lo haga.De inmediato Malcolm llamó a Alexis, y le hizo saber lo que le estaba pidiendo Eletta.“Ese hombre es bastante impaciente, resulta que como había pasado una semana, y no le llamamos decidió regresar a México, lo he estado llamando y no me responde, me imagino que está volando”.—Tendremos que seguir esperando, pero creo que es importante que sepas que la chica Ferrari piensa que su madre tuvo que ver con su secuestro e incluso le parece que recuerda haber visto a una amiga suya que a su vez resultó ser la amante de su papá y embarazada de él… es un rollo esa familia, pero cuando te comuniques con ello le informes.“Está bien, les avisaré, pero creo que lo mejor será que Paul o tú
Tanya levantó la vista, sus ojos reflejando una mezcla de miedo y desafío. Con el corazón galopando en su pecho, dibujó una sonrisa temblorosa y respondió con apenas un hilo de voz.—Yo no hice nada, simplemente me caí… y tropecé, creo que el bloque ya estaba suelto.El hombre frunció el ceño, claramente desconfiando. Se acercó al agujero y examinó el ladrillo que ella había trabajado con tanto esfuerzo para aflojar. Tanya contenía la respiración, esperando su próximo movimiento. Si se daba cuenta de que había estado intentando escapar...—No te creo —gruñó, antes de agacharse y pasar su mano rugosa por los bordes del hueco. Luego se volvió hacia ella, su mirada era dura como el acero.—Parece que has estado usando algo para cavar esto.Tanya sabía que tenía que mantener la calma y pensar rápido. Cualquier muestra de culpabilidad podría dar como resultado castigos severos, o peor aún, en la reparación del agujero y la pérdida de su única vía de escape.Esperó reteniendo la respiració
Pero no era momento para rendirse. Con cada fibra de su ser luchando contra el dolor y el miedo, Tanya arrastró su cuerpo mallugado lejos de la carretera, comenzó a correr por el campo, con la idea de buscar un refugio en la densidad del bosque que bordeaba el camino.Cada respiración era una especie de cuchillo en su pecho, cada movimiento una agonía, pero el terror a ser encontrada le daba una fuerza casi sobrenatural.La noche oscura la cubrió como un manto de sombras y susurros entre los árboles, pero Tanya se movió guiada por sus instintos que le pedían a gritos escapar.Solo se detenía por momentos para escuchar, para asegurarse de que las únicas persecuciones eran las del viento. La adrenalina le daba claridad, y a pesar del frío que se filtró en sus huesos, mantenía la mente enfocada en la supervivencia.Finalmente, encontró un escondite debajo de una raíz retorcida de un gran árbol que se había caído. Se acurrucó allí, intentando mantenerse despierta y alerta, pero el cansanc
Tanya escuchó la conversación como si viniese de muy lejos. Los dolores crecían en intensidad, olas tumultuosas que amenazaban con arrasarla.El frío del suelo bajo ella, se filtró a través de su ropa, sumándose a su ya angustiante y deprimente estado.Enseguida uno de los hombres por órdenes de su jefe, la tomó del brazo y la llevó al interior de su nueva cárcel. El frío acero de la puerta de la celda, gimió con sus bisagras cuando introdujeron a Tanya en su interior, con los brazos agarrándose el vientre hinchado, dejó soltar un pequeño grito, sus manos suaves contrastaban con la dureza del entorno.La ayudaron a acostarse en el rígido catre que ahora le servía de cama. Si pensó que esta vez esa gente, iba a tener consideración con ella porque estaban a punto de dar a luz, se equivocó. Ellos no se conmovía ante nada, pareciera que, en vez de un corazón de carne, tenían en su lugar uno de piedra.Intentó dominar las olas de dolor que se abatían sobre ella, pero cada una era más fuer
Días antes Piero había descubierto que Ludovica no estaba trabajando sola, sino que estaba involucrada con un reducto de la mafia, los mismos que en el pasado ellos le habían dado un duro golpe, cuando secuestraron a Iker y causaron la muerte del otro hijo de Luke, pero esta vez no estaba dispuesto a dejarlos ir. Sin embargo, necesitaba que mientras seguía a los cabecillas, alguien se encargara de Ludovica y de los policías corruptos que había descubierto que estaban involucrados. Los mismos que en el pasado huyeron como ratas y se escondieron mientras se procesaban a los otros, pero esta vez no los dejaría escapar, quería acabar con todos. Tomó su teléfono y marcó a Alexis Kontos —Alexis, ¿cómo estás? “Me has quedado mal Piero, yo te encontré a tu sobrina y ustedes no han dado con Tanya, pensé que los Ferrari eran hombres de palabra, al parecer me equivoqué” gruñó la voz al otro lado del teléfono. —Porque hay una diferencia, después de todo era la madre de Eletta quien la habí
Alexis con su grupo se movió con una agilidad impresionante que contradecía su edad, y es que por su aspecto representaba diez años menos. Con los ojos alerta y los músculos tensos mientras dirigía la silenciosa procesión a través de la densa maleza.A cada paso, sus botas apenas hacían ruido, dando ejemplo a los demás. Levi, con el rostro marcado por las líneas de preocupación por su hija; Zucker, Zachary y Lawson, con la mandíbula desencajada y una firme determinación; Malcolm y Diallo, los jóvenes sobrinos que estaban ansiosos por encontrar a los responsables, y Paul, su hijo, que caminaba a la sombra de su padre.El aire de la noche estaba cargado de tensión y entre ellos no se pronunciaba palabra. Eran como sombras revoloteando por el paisaje, impulsadas por una misión singular. Levi, en particular, parecía llevar el peso del mundo sobre sus hombros, con la mirada perdida, como si esperara ver a Tanya más allá del siguiente árbol. Su arrepentimiento era palpable, la idea de que