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Capítulo 2; Ocultar faltas.

No supo cuánto tiempo estuvo llorando en el sofá, sintiéndose miserable, pero se sorprendió cuando apareció Jonas, duchado, se había cambiado y olía a su loción favorita.

—¿A dónde crees que vas?— preguntó enojada, mirándolo con ojos empequeñecidos.

—Iré a tomar un trago— respondió con una enorme sonrisa.— aprovechar de nuestra primera noche como un matrimonio diferente.

—Nosotros no somos un matrimonio diferente, Jonas y no hemos aclarado éste asunto todavía, creo que he sido bastante clara con el hecho de que no apruebo tu loca idea.— le dijo sin comprender la actitud de su esposo, parecía un extraño frente a ella.

—No hay nada que aclarar, amor mío, cuando lo pienses, verás lo satisfactorio que resultará para ambos, seguramente hasta tu querrás tomar una ducha y salir por un trago para pasar un buen rato— le regaló una enorme sonrisa.

—¡Por supuesto que no!— le dijo enojada.

—También pensé en actividades que podamos hacer en conjunto, ya sabes ir a un club de intercambio, podría invitar a una amiga, un trío podría ser bueno, o que tú invites a un amigo, si así lo prefieres, nunca lo he hecho, pero se trata de experimentar.

—Jonas, me ofenden tus palabras, ¿Qué tipo de mujer piensas que soy?— preguntó indignada— te juro, que si continúas con estoy, voy a divorciarme de ti, no toleraré que me sometas a esto.

—Es una de las mayores tonterías que has dicho— rió— no me esperes despierta, cariño, volveré tarde.

—¡No te atrevas, Jonas, no te atrevas a irte! — le advirtió, pero como si no fuese con él, se marchó.

¿Que rayos?

Eloise no salía de su estado de Shock, por ese motivo le había dado poca importancia a la cena, pensaba irse ... con otra.

Le dolió, le dolió profundamente.

Caminó a la habitación y se observó en el espejo, las lágrimas cayeron por sus mejillas... ropa ancha, nada bonita pero muy cómoda para realizar las tareas del hogar, Jonas había llegado temprano y aún no había tenido oportunidad de tomar una nueva ducha para cambiarse. En un tiempo, tuvo un lindo cabello, brilloso y lacio que llegaba a sus caderas, ahora lo tenía recogido en un moño, nada bonito, y había perdido brillo, además ya necesitaba un corte de puntas, sus ojos, a pesar de ser de un hermoso gris que en la universidad había robado miradas y suspiros, ahora estaban llenos de una profunda tristeza, sus manos ya no eran tan bonitas, y sus uñas nada elegantes. Ella era hermosa, si, solo que no tenía mucho tiempo para arreglarse, estaba constantemente agotada, si tan solo Jonas le ayudará un poco con las tareas de la casa, ella tendría algo de tiempo libre para verse hermosa para él, pero nunca la ayudaba, nunca tenía un poco de tiempo libre, cuando pensaba que al fin había terminado las labores del hogar, Jonas siempre exigía un poco más.

Jonas, le había conocido en cuanto ingresó a la universidad, a pesar de que iban en distintas carreras universitarias y de que él iba tres semestres por encima de ella, Jonas había asegurado que esa hermosa pelinegra le había robado el corazón y la razón. Un año de apasionado noviazgo, nueve años de matrimonio y casi no podía reconocerse al espejo. Cuando se casó con él, Jonas le pidió que detuviese su carrera, logró convencerlo de dejarla estudiar un poco más, solo alcanzó al séptimo semestre, luego su esposo le había dicho que no podían seguir costeando ambas carreras y ella había decidido sacrificar sus estudios para que él pudiese terminar los suyos.

Había aceptado con sumisión dedicarse a atenderlo y atender el hogar. Ahora que se veía al espejo sabía que había cometido un grave error, sacrificar su vida por Jonas, por un hombre que la valoraba tan poco.

**************************

—¿Cómo ha reaccionado?— preguntó la sensual rubia.

—Como era de esperarse, se ha indignado, me ha preguntado si me me vuelto loco y hasta me amenazó con el divorcio.

—¿Y qué harás?— preguntó directamente.

—Dejarla que se tranquilice, le he dicho que seguiré con mi propuesta, y que espero que ella lo acepte.

—No lo hará, Jonas. ¿Es que acaso no la conoces?— preguntó con voz burlona.— no intentas hacer nada por tu esposa, solo intentas ocultar tus propias fallas. ¿En serio ya no la quieres?— lo miró con ojos como rendijas.

—La quiero— aseguró — es solo que la vida con Eloise se ha vuelto tan aburrida, me tortura la idea de llegar a casa. Ya ni siquiera se arregla para mí, siempre parece que llegara del gimnasio.

—Si al menos la ayudarás un poco, o contrataras a alguien que le ayudará con las tareas de la casa. Ahora puedes permitirtelo.

—¿Para qué contratar a alguien cuando Eloise puede hacerse cargo de todo?, es un gasto innecesario, Meredith.

—Lo único que digo es que no intentas ayudarla ni un poco— negó— es por eso que nunca me he casado, la mayoría de ustedes esperan a que sacrifiquemos todo,nuestra belleza, juventud, carreras profesionales, hasta nuestro cuerpo, y son incapaces de retribuir un poco. Es por eso que me encantan los rollos placenteros. Hay diversión, beneficios económicos, ningún compromiso, y no tengo que enclaustrarme en una casa a jugar a la familia feliz.

—Meredith, ¿Estas defendiendo a Eloise?— preguntó burlón — se supone que eres mi amante.

—Jonas, dime algo... Si Eloise decide salir a buscar diversión y...

—Se lo propuse, pero estoy seguro de que no lo hará y eso me tranquiliza, Eloise es una mujer de su hogar, una señora, ella es feliz siendo fiel, es amorosa, Eloise es de las mujeres que nacieron para casarse, vivir en el hogar y ser fieles, jamás se atrevería a tener un romance. — dijo muy seguro.

—¿Y si las cosas cambian?, ¿si ella se atreve?, es una mujer hermosa y jóven.

—La mujer hermosa quedó sepultada bajo toda esa fachada de ama de casa. Créeme, ella no lo haría, sentiría que es engañarme, aunque tenga mi consentimiento para hacerlo—asintió— ya dejemos de hablar de mi casa, mi esposa, mi vida...— acarició sus muslos— mejor recuérdame por qué me traes tan loco— dijo antes de apoderarse de sus labios.

********************

Pasaban la una de la madrugada y Jonas aún no aparecía, Eloise estaba cansada de llorar y de a poco la ira se apoderaba más y más de ella.

¿Por qué la humillaba de aquella manera?

Tomó el celular y marcó por décima vez en la noche.

—Amor mío, te dije que no me espera... ras despierta.

—¿Dónde demonios estás, Jonas?

—Divirtiendome un poco— dijo con voz tensa y escucho los ahogados gemidos femeninos— deberías intentarlo, cariño, resulta reconfortante...

—¡Vete al diablo!— le dijo a la vez que cortaba la llamada y arrojaba el celular lejos en la cama.

Tanto batallar para que su matrimonio no se derrumbara y Jonas estaba tirandolo todo por la borda... No sé lo perdonaría jamás. Se divorciaría, claro que lo haría, no tenía por qué tolerar aquello.

Faltarían quizás poco más de un par de horas para amanecer cuando sintió que Jonas se metió bajo las sábanas, lo escuchó suspirar y poco después dormirse, mientras las lágrimas de humillación corrían silenciosas por sus mejillas y se juraba a si misma buscar la manera de vengarse.

A pesar de no haber dormido nada en toda la noche y estar despierta cuando despuntó el alba, no se levantó para preparar el desayuno de su esposo, tampoco le llamó para que no llegara tarde al trabajo. Cuando su celular timbró con fuerza, Jonas se despertó asustado, al ver la claridad reinante maldijo.

—¡Eloise, Eloise, nos quedamos dormidos!— gimió saltándo fuera de la cama y corriendo al cuarto de baño, pero ella ni se preocupó en responder, lo sintió correr por la habitación en una apresurada carrera por estar listo para marcharse. —¡Eloise, despierta!

—Estoy despierta— le dijo con voz serena, sentándose en la cama.

—Mi desayuno, mi almuerzo, voy tarde y...

—Deberás comprar comida, o decirle a la zorra con la que pasaste la noche que te prepare de comer.

—Maldicion Eloise, no es momento para discutir, llegaré tarde a la oficina, y me harán un reporte.

—Suerte con eso. Buen día— le dijo, dejándose caer nuevamente sobre la cómoda cama, lo escuchó maldecir nuevamente antes de marcharse enojado.

La siguiente semana no mejoró en nada, Jonas seguía saliendo todas las noches, ella seguía enojada en silencio, evitando hablarle, no queriendo caer en el tema y él asegurándole que lo entendería, se acercó a ella buscando tocarla y propiciar un encuentro...

—Ni se te ocurra tocarme— le dijo enojada— no sé con qué clase de mujercitas te revuelcas.

Evitaba despertarlo para el trabajo, no le preparaba el desayuno, y cuando llegaba por las tardes, pedía de comer y ella contestaba.

—Queda algo sobre la estufa, sírvete— y así transcurrió toda la semana, hasta que Eloise se dijo que no seguiría soportando aquello, si de divertirse se trataba, le enseñaría a Jonas, que ella podría hacerlo mil veces mejor que él.

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