Eloise estaba furiosa, al revisar su cuenta en común y descubrir que su esposo había acabando con la mayoría de los ahorros, las cuentas registraban la compra de algunos vestidos, zapatos, y joyas, todo por precios exhorbitantes.
Era obvio que su propuesta de tener un matrimonio no convencional era para justificar, no su deseo de estar con alguien más, sino intentar tapar el hecho de que ya tenía una amante.¡Por Dios, desde cuándo le veía la cara de tonta!¡Era una idiota, Jonas tenía a otra!Y no solo le indignaba el hecho de que la engañara, también le indignaba saber que por años, se privó de compras, de salidas, con la intensión de ahorrar todo lo posible, y Jonas no había dudado en gastar todo el dinero con otra mujer, porque esas joyas, esos zapatos, esos costosos vestidos y cenas en restaurantes de lujos no habían sido con ella.—¡Idiota Eloise, eres una idiota!— se dijo frustrada, mientras las lágrimas bañaban sus mejillas.Lloró de frustración, por años se había dedicado a reducir los gastos en todo lo posible para poder ahorrar, según Jonas, esos ahorros servirían para sus futuras vacaciones o por si querían hacer alguna inversión.Tomándo la tarjeta decidió que aquel sería el día en que le daría una lección a Jonas. Pasó el resto de la mañana caminando por elegantes tiendas en busca de un atuendo que le diera una imágen provocativa y sensual, a pesar de tener muchos vestidos guardados, que ya no usaba, decidió que compraría prendas nuevas. Retiraría efectivo, compraría un lindo bolso, unos zapatos a juego, iría al spa, a la peluquería y a hacerse el manicure, recuperaría su imágen atractiva para poder sentirse bien consigo misma, y para vengarse del desalmado de su esposo.Cuando comenzaba a caer la tarde, se miró frente al espejo y sonrió a la imágen, su largo y oscuro cabello, negro como el azabache parecía brillar con esplendor, sus preciosos ojos grises también brillaban, su curvilíneo cuerpo estaba enfundado en un hermoso vestido rojo, zapatos de tacón alto, color negro, y un elegante y bonito bolso. Su maquillaje consistía en ojos delineados que resaltaba su mirada gris, mucha pestañina y labios suaves para el buen contraste, su gris mirada era la protagonista de la noche, sus uñas preciosas.Volvió a sonreír, por fin, después de tantos años volvía a sentirse bonita, volvía a mirarse en el espejo y reconocer a la chica que había sido, la imágen en el espejo demostraba una mujer elegante, sexy, segura de si misma, deseable, tal y como quería verse. Su celular timbró y se percató de que era su esposo.—Hola. — respondió cortante.—Cariño, llamaba para decirte que saldré más tarde de la oficina y luego iré a beber una copa... con una amiga."Amiga"Ahora resulta que a las amantes se les llamaba "Amigas", con el sabor de la venganza, acariciando satisfactoriamente sus pupilas gustativas, le dijo;—No me interesa lo que hagas con tus amiguitas, Jonas — y dicho aquello le cortó la comunicación.Aquella noche sería para ella, para recordar la sensación de sentirse deseada.Escogió un bar, elegante, bonito, parecía lujoso y eso le encantó, hacía mucho que no se daba un lujo como aquel. Pagó el taxi y bajó, decidida a divertirse, y no se refería necesariamente a tener sexo, sino a disfrutar de la sensación de libertad. Entró al bar con pie firme y decidido, y poco tardó en sentir las muchas mirada sobre ella, fue directa a la barra donde se sentó con elegancia.—Hola— saludó al bartender con una enorme sonrisa.—Hola, guapa. ¿Qué quieres tomar?—Un martini— sonrió. El joven asintió y poco después dejaba la delicada copa frente a ella, la tomó y de inmediato la llevó a sus labios, hacía mucho, mucho tiempo que no salía por un trago, no se divertía, que tonta había sido, quedándose en casa, viviendo única y exclusivamente para Jordan. ¡Qué horror!, ¡Qué idiota!, era una verdadera tonta, y todo para que el no valorará su amor, su esfuerzo, su dedicación. Pero se había acabado, la tonta Eloise había muerto, todo aquello cambiaría, esa misma noche porque Eloise, estaba decidiendo hoy tomar las riendas de su vida.—Hola...— le saludó un hombre llegando hasta ella, le dedicó una enorme sonrisa— ¿Esperas a alguien?— Eloise sonrió.—Solo vine por una copa, no me interesa compañía hoy.— él sintió como si le hubiese dado una bofetada, se sintió terriblemente avergonzado.—Tu te lo pierdes— dijo con dignidad, antes de marcharse.—Hay muchos ojos sobre ti, está noche, huelen la carne fresca— le dijo el bartender con una sonrisa. — todos parecen buscar una oportunidad para acercarse.—Así parece— le sonrió. Luego se acercó un moreno, al que despachó, luego un rubio de ojos azules... la sensación de ser deseada y anhelada le devolvía la confianza que había perdido con los años, indudablemente sentía el poder femenino viajando por sus venas.—Demasiado hermosa para estar sola— le dijo un hombre joven, alto, de cabello rojizo e intensos ojos verdes, ella sonrió.—En ocasiones las mujeres salimos solas por una bebida.—¿Qué tal un poco de compañía?— le regaló una encantadora sonrisa.—Quizás en otra oportunidad...—sonó su celular y ella lo miró disculpándose — debo contestar— el hombre se encogió de hombros y se alejó.Observó que era Jonas y aquello le hizo cambiar su semblante, estaba furiosa y no podía ocultarlo.±±±±Leonardo Pocaterra, la observó detenidamente, era una pelinegra preciosa, su cuerpo envuelto en esa sedosa prenda, la forma elegante en la que se sentaba, o el hecho de que hubiese pedido un martini... él había puesto la mirada en aquella mujer desde el momento en el que entró al lujoso bar de su propiedad y se sentó a la barra, ella precía estar sola y enojada, y se había percatado que se dió a la tarea de despachar a algunos hombres que se habían acercado a ella con claras intenciones, posiblemente esperaría a alguien más y por eso se negaba a un par de minutos con alguien más.Lo curioso resultaba en el hecho de que lla noche avanzaba y ella seguía allí, sola... Decidió acercarse, con un poco de suerte sería el ganador de la noche.****************Eloise, miró la pantalla del celular y respondió enojada.—¿Que quieres, Jonas?—Cariño, últimamente te cargas un humor de los mil demonios, solo llamaba para decirte... decirte... que...— Eloise se sintió aún más enojada cuando escuchó los gemidos— llegaré tarde.—Jonas, ¿ de nuevo te estás follando a esa perra?, al menos evita llamarme cuando estés entre sus piernas gimiendo, maldit* malnacido— cortó la comunicación enojada, iracunda, arrojó su celular hacía el bolso.—Buenas noches...— le saludó Leonardo.—Sé lo que quieres, ahorrémonos la conversación y el coqueteo innecesario, ¿Tienes protección? — aquella respuesta le había sorprendido enormemente, la mujer había ido directo al grano, y ahora frente a ella observaba que era aún más hermosa de lo que podía apreciarse a distancia y con tenue iluminación, su rostro era precioso, su mirada gris estaba cargada de furia, sin embargo notó que preciosos ojos se cargaba esa mujer, y se imaginó cuan hermosos se verían reflejando lujuria y deseo. Sus palabras lo sorprendieron y su rostro se iluminó con la sonrisa de un lobo hambriento.—¿Así, sin más?—Te seré sincera, estoy enojada y frustrada, hirviendo en odio y deseos de venganzas, quiero una noche de sexo que no olvide jamás, ¿Me lo darás o busco a otro?— él sonrió.—No debes buscar— sonrió— soy el hombre indicado.—Entonces sácame de aquí.—Tus deseos son órdenes, preciosa — Leonardo se giró al bartender— su cuenta, a mi nombre.—Si, señor— respondió el jóven asintiendo.—¿Vamos?— Eloise asintió y bajó del asiento, permitiéndole que colocara su mano en su espalda baja, para guiarla y salir del bar.El descaro de su esposo la había arrojado a los brazos de aquel hombre y como venganza, pensaba disfrutarlo.Eloise salió del bar en compañía de Leonardo, caminaron juntos hasta subir a un elegante auto, ella frunció un poco el ceño, no era el auto del común promedio. Pensó en que ni siquiera sabía el nombre del hombre, y acababan de salir juntos del bar y estaba por subirse a su auto e irse con él, lo ideal para aparecer en las noticias del día siguientes, era obvio que todo lo que estaba haciendo estaba mal, irse de un bar con un hombre que no era su marido, pero la ira la cegaba y era la furia la que dirigia sus acciones. Subió al auto con ayuda de él, y luego el hombre subió tomándo el lugar del conductor. —¿Me dirás tu nombre, preciosa?— su profunda voz varonil inundó sus oídos. —Eloise...—le respondió tranquilamente.—¿Sin apellido?— preguntó sonriendo. —Sin apellido, por ahora. ¿Cuál es tu nombre?—Leonardo— sonrió, y Eloise pensó que aquel hombre parecía una pantera, con un aura de poder, parecía depredador al acecho, era un hombre muy atractivo, muy alto, de profundos ojos oscu
Jonas, terminó de peinarse frente al hermoso espejo de la habitación, Meredith, lo miraba desde la cama con el rubio cabello revuetlto y el ceño levemente fruncido.—¿Seguro que no quieres quedarte?— indagó nuevamente ella. —Seguro, cariño, ya es tarde, dbeo volver a casa.—Pero mañana es domingo, no debes trabajar— se quejó la rubia.—Lo sé, sin embargo, necesito hacer algo para tranquilizar a Eloise— suspiró— sigue muy enojada y sin mirar con agrado esta idea. Necesito que vuelva a estar tranquila, ya ni se preocupa por mi comida, debo irme al trabajo sin siquiera haber tomado café, está muy enojada— dijo triste— necesito que nuevamente sea feliz con su vida.—¿Quien sería feliz con una vida de ama de casa, Jonas?— preguntó con burla.—Evidentemente tu no, cariño, pero Eloise lo era.—Te preocupas demasiado por ella, como para no quererla— le dijo enarcándo una de sus perfectas cejas, Jonas se giró hacia ella y la miró con el ceño fruncido.—¿Quien a dicho que no la quiero?, yo ado
Mientras el taxi se deslizaba por las casi solitarias calles de la ciudad, Eloise sonreía, había pasado una noche increible, ardiente y apasionada, Leonardo había hecho vibrar cada cuerda, cada fibra de su cuerpo, cada espacio se habia estremecido con sus besos y caricias. Hacía mucho que no se había sentido así; tan deseada y ardiente. —Hemos llegado, señorita— dijo el hobre en cuanto estuvieron frente a la dirección que ella le había dado, Eloise parpadeó un par de veces saliendo de sus ardientes recuerdos, abrió su bolso y sacó un par de billetes que le extendió, el hombre lo tomó y le devolvio el cambio, ella lo arrojó a su bolso, para luego sacar el juego de llaves, salió del taxi y se encaminó a la entrada de su casa, introdujo la llave y entró, no había dormido nada y el cuerpo le dolía de manera maravillosa. Cerró la puerta tras entrar y caminó hasta dejar junto a una repisa sus llaves y su bolso, siguió su camino hasta la cocina, en donde bebió un poco de zumo de naranja, a
Eloise, colocó el vestido en el espaldar de una silla frente a la peinadora, y así como estaba se dirigió a la cama, cuando pasó junto a su esposo, Jonas la tomó con firmeza de la mano, atrayendola hacia su cuerpo...—Eloise, por favor...— dijo en un susurro— no puedo creerlo, yo no puedo creer que te hayas entregado a otro— sus grises ojos lo miraron con intensidad. —¿No es eso lo que querías?— preguntó enojada. —Por supuesto que no. No quería eso, jamás he querido que alguien más te toque, no lo soporto, me genera tanta ira, pensé que... no serías capaz— terminó en un susurro. —¿Y se supone que yo si debo soportar que otras te toquen?, no parece nada justo de tu parte— respondió con sarcasmo— no satisfecho con que me has engañado desde mucho antes, has hecho tu propuesta como justificación de tus acciones, te has gastado nuestro dinero con esa mujer, si es que es solo una, y por si todo eso fuese poco, me has llamado para que la escuché gemir — lo miró con desprecio. —No, no es
Entró al bar, habían pocas personas, al menos no tantas como la noche anterior, se sentó a la barra y el bartender la miró para regalarle una sonrisa. —Vaya, eres tú de nuevo, guapa— dijo en tono animado. —Hola— le devolvió la sonrisa. —¿Qué te pongo, preciosura?—Vino tinto.— dijo de manera amigable, por lo que el hombre poco tardó. en entregarle una copa, ella agradeció y se dispuso a probarla, poco tiempo pasó, antes de que sintiera la mano de alguien en su hombro. —Hola, Eloise sin apellido— la ronca voz acarició sus oídos, enviando descargas de placer a través de su espina dorsal, logrando estremecer cada fibra de su cuerpo con los recuerdos de la intimidad compartida. —Leonardo— respondió girándose hacia él con una amplia sonrisa. —Hola, ya comenzaba a preocuparme, pensaba que me plantarías.—Sería incapaz de algo así — se sentó a su lado y con una sepa al bartender luego le dijo—¡Un whisky!—Si, señor— un minuto más tarde, disfrutaba de su bebida. —Me he quedado pensando e
Leonardo, miró fijamente al hombre de bata blanca que estaba sentado frente a él, incapaz de pronunciar palabras su respiración se agitó violentamente... No, aquello no podía ser, tenía que haber escuchado mal... Claro, aquello no podía sucederle. No a él...Debía haber un error...—Leonardo, ¿Estás bien?— preguntó el médico de confianza, totalmente preocupado ante la imagen de terror que reflejaba su rostro. —¿Bien?, ¿Cómo voy a estar bien con lo que me estás diciendo?— preguntó asustado— ¡por Dios, Joe!. Vine por un chequeo de rutina, me siento bien, mejor que nunca, ¿Cómo vas a decirme que tengo cáncer?— el solo hecho de pronunciar aquellas palabras le causaba un horrible escalofrío—¡Cáncer!— gimió poniéndose de pie, para intentar buscar el ritmo natural de su respiración— Eso no puede ser cierto Joe, no me jodas con algo tan delicado. Tiene que haber un error, mis exámenes no pueden arrojar que tengo cáncer, no es posible Joe, no es posible...—Sé que puede ser una notícia impac
Michaell, lo miró fijamente por unos minutos antes de decir; —¿Y esa Eloise, es la mujer con la que has venido al hotel las dos últimas noches? —¿Debería sentirme ofendido o halagado de que tus empleados te tengan informado de mis movimientos?—Halagado sin lugar a dudas, hermano yo me sentiría ofendido si voy a alguno de tus restaurantes o a alguno de tus bares y tú no te enteraras.— respondió con amabilidad— debo suponer que te gusta mucho esta mujer...—Si— asintió con la cabeza para darle aún más peso a sus palabras— es guapa, muy sensual, es ardiente... pero solo nos hemos visto en dos ocasiones, la verdad no sé prácticamente nada de ella.—¿Y aún así crees que es la indicada para darte un hijo?—No es que tenga mucho tiempo para hacer entrevistas— respondió irónico— mientras más pronto lo haga, mejor. No solo debo preocuparme en procrear, sino en iniciar el tratamiento lo más pronto posible. Si se complica podría terminar perdiendo un testículo... ¡Por Dios, Michaell!— lo miró
Con la llegada del nuevo día, llegaron también los deseos de abandonar la casa, Jonas había pasado toda la noche acercándose a ella, aparentemente el accidente, las heridas y un brazo enyesado no resultaban suficientes impedimentos para mantenerlo a raya, y estalló en furia cuándo quiso abrazarla para dormir. —¡Aléjate de mí y no me toques!— había dicho enojada, para luego girarse y darle la espalda. Se había levantado temprano y preparado el desayuno, pero dejándole muy en claro que aquello no ocurriría cotidianamente de nuevo, eran solo consideraciones para alguien convaleciente, consideraciones que tendría con cualquiera. Tras tomar el desayuno y una ducha se marchó a la oficina de Jonas para entregarle al jefe, el reporte médico, junto al reposo médico que le incapacitada para trabajar, el hombre había asentido a la explicación que ella le había dado, y le había deseado pronta recuperación a su esposo.Tras salir de allí no deseaba volver tan pronto a casa, así que decidió entra