Eloise salió del bar en compañía de Leonardo, caminaron juntos hasta subir a un elegante auto, ella frunció un poco el ceño, no era el auto del común promedio.
Pensó en que ni siquiera sabía el nombre del hombre, y acababan de salir juntos del bar y estaba por subirse a su auto e irse con él, lo ideal para aparecer en las noticias del día siguientes, era obvio que todo lo que estaba haciendo estaba mal, irse de un bar con un hombre que no era su marido, pero la ira la cegaba y era la furia la que dirigia sus acciones. Subió al auto con ayuda de él, y luego el hombre subió tomándo el lugar del conductor.—¿Me dirás tu nombre, preciosa?— su profunda voz varonil inundó sus oídos.—Eloise...—le respondió tranquilamente.—¿Sin apellido?— preguntó sonriendo.—Sin apellido, por ahora. ¿Cuál es tu nombre?—Leonardo— sonrió, y Eloise pensó que aquel hombre parecía una pantera, con un aura de poder, parecía depredador al acecho, era un hombre muy atractivo, muy alto, de profundos ojos oscuros, cabello azabache, una elegante barba, no muy frondosa, lo justo para ser atractiva podía apreciar que tenía manos fuertes, vestía jeans negros ajustados que demostraban piernas torneadas y poderosas, una camisa negra elegante, con los tres primeros botones libres, lo cual le daba una apariencia relajada y refrescante, allí se podía apreciar un pecho fuerte, tenía la piel bronceada... en otras circunstancias era el hombre perfecto, el ideal, que le alocaría las hormonas a cualquiera, lo peor es que ni siquiera se había fijado en su apariencia hasta aquel momento y eso le demostraba que no estaba llevando sus acciones con el raciocinio .Bueno Jonas, punto a mi favor, me comeré un bombón esta noche.Luchaba contra su deseo de cohibirse, no, no lo haría, por supuesto que no, tenía diez años durmiendo con el mismo hombre, pero aquella tarde había recuperado su seguridad en si misma, claro que podía hacer aquello y no quería dar la apariencia de una ama de casa nerviosa, ante un poderoso hombre, no, no era eso lo que quería.No, quería aparentar ser una mujer de mundo, sofisticada y que sabe lo que quiere.
—Estás muy callada— le dijo él mientras el auto avanzaba por las oscuras calles de la ciudad— si quieres arrepentirte...—No, por supuesto que no, ésta noche quiero estar entre tus brazos. — él sonrió por sus palabras, la había dicho sin titubear, sin temblar, sin intimidarse y eso le decía que si estaba segura de lo que estaba por suceder.—Me resulta... inquietante todo ésto, dijiste que quieres vengarte de alguien con una noche alocada, ¿algún traidor novio infiel?—No, no es el caso, pero prefiero que no hablemos de mis motivos, ni de por qué estamos aquí. Hablemos de lo importante, estoy sana, limpia completamente, me hago exámenes regulares y todo está en orden, aunque prefiero que usemos protección, me daría más seguridad. —Por supuesto, yo también estoy limpio, la salud es lo primero. ¿Cuántos años tienes, Eloise sin apellido?— preguntó sonriendo, ella lo miró un minuto en silencio.—Veintiocho. ¿Y tú?— preguntó con curiosidad, mirandolo con curiosidad.—Treinta y cinco. ¿Representa un problema?— preguntó con curiosidad.—No, me agrada que haya diferencia de edad. Espero tengas la suficiente experiencia para mostrarme un par de trucos que desconozca.— sonrió evitando la timidez. —¿Intentas decirme que no tienes experiencia?— entrecerró los ojos y la miró con preocupación, si ella jamás había estado con alguien eso si representaba un problema para él, vivía bajo sus propias reglas, y la primera de ellas era nada de vírgenes, ya que desarrollaban apego emocional tras su primer encuentro y realmente no estaba dispuesto a lidiar con chicas enamoradas.—No, obviamente la tengo, no soy ninguna virgen inocente, pero hace mucho que solo dormía con un hombre, un solo hombre en muchos, muchos años— Leonardo sonrió.—No te preocupes, preciosa. Te prometo que la pasaremos increíble.—Eso es lo que quiero, una noche que no olvide nunca.—La tendrás— le aseguró, acelerando.Eloise no podía creerlo cuando ingresó acompañada de aquel hombre a aquel lujoso hotel cinco estrellas, le pidió esperar un poco mientras solicitaba la habitación, ella asintió, un poco alejada, observó con discimulo todo, que irónico, jamás hubiese podido entrar a un lugar como aquel en compañía de Jones, aunque era un trabajador con buen salario, en una de las grandes empresas de la ciudad, aquella habitación era un lujo que no podrían darse. Observó nuevamente a Leonardo, y debía reconocer que el hombre era extremadamente sexy, lo que hubiese llamado en la universidad; un hombre ardiente.Todo su cuerpo, y su gran estatura privilegiada gritaba; Poder.Lo vió acercarse a ella con la llave de la habitación.—Todo listo, preciosa.—Bien— le sonrió, y caminaron directo al ascensor, el corazón de Eloise golpeaba con fuerza dentro de su pecho, mientras el ascensor, marcaba los pisos en ascenso, y Leonardo mantenía su mano en su espalda baja, ella temblaba internamente, ante lo que estaba por suceder.Realmente deseaba estar a la altura para él, diez años haciendo el amor solo con Jones, y haber tenido un solo amantes antes de su esposo, la ponía quizás en una clara desventaja. Su primera vez había sido desastrosa, la verdad había disfrutado muy poco, y mayor al placer, había sido el dolor y la incomodidad, lo cual atribuyó al desespero y poca experiencia del que fuera su chico en aquel entonces, dos adolescentes sin experiencia intentando entregarse al amor.Con Jonas, todo había sido distinto; atento, delicado, experimentado y dedicado a otorgarle primeramente a ella el placer para luego salir en busca del suyo. La experiencia con Leonardo, seguramente sería agradable, al menos esperaba disfrutarlo y poder restregarle a la cara a Jonas que ella también era deseable para otros.El ascensor se abrió en el último piso, él se dirigió a la puerta, la cual abrió y la instó a entrar. Sin dudarlo, para no tener tiempo a arrepentimientos, ingresó al lugar. Si el lobby del hotel le había parecido hermoso, la habitación era de ensueño, destilaba lujo, elegancia, y alto costo.Allí estaba ella, en la habitación de un extraño.—Es una habitación preciosa— dijo ella caminando para recorrerla, y arrojando su bolso en un sofá.—Lo es, y es nuestra por esta noche— le sonrió ampliamente.—Eso me agrada— lo miró directamente a los ojos.—¡Santo Dios, que ojos tan bellos tienes, Eloise sin apellido!— sonrió suavemente — ¡Qué preciosos ojos grises, me tienen embrujado!— se acercó a ella, acariciando suavemente el mentón, Eloise se estremeció— eres una mujer de lo más deseable.Hermosa, preciosa, deseable, si, así era como quería sentirse.—Gracias— y dicho aquello el hombre se inclinó sobre ella para reclamar su boca.Eloise, tembló internamente al sentir como la estrechaba contra él, para profundizar el hambriento beso, arrancándole inevitablemente un pequeño gemido de sorpresa. La boca del hombre era ardiente, de labios medianamente gruesos y esa boca sabía muy bien. Se aferró a sus hombros para devolverle el beso con la misma intensidad.Leonardo, profundizó el beso, disfrutando del sabor de aquella boca femenina, hipnotizado por las curvas de su apetitoso cuerpo estrechado contra el suyo, la forma en la que enredaba la lengua con la suya, la manera en la que emulaba sus movimientos para igual su deseo.Sintió satisfacción porque aquella noche prometía ser increíble.Leonardo, cortó el beso para separarse un poco de ella...—Estoy deseando continuar, sin embargo, debo preguntar antes... ¿Qué te gusta?—Básicamente me gusta todo lo que he probado hasta ahora. —dijo con sinceridad— lo cual ha sido bueno, pero bastante normal, no sé si acaso tengas gustos extraños, exhuberantes o exóticos— él sonrió.—Bien, me agrada, está noche quiero complacerte, Eloise.— sonrió malicioso.— ahora... veamos todo lo que escondes bajo ese bonito vestido...Jonas, terminó de peinarse frente al hermoso espejo de la habitación, Meredith, lo miraba desde la cama con el rubio cabello revuetlto y el ceño levemente fruncido.—¿Seguro que no quieres quedarte?— indagó nuevamente ella. —Seguro, cariño, ya es tarde, dbeo volver a casa.—Pero mañana es domingo, no debes trabajar— se quejó la rubia.—Lo sé, sin embargo, necesito hacer algo para tranquilizar a Eloise— suspiró— sigue muy enojada y sin mirar con agrado esta idea. Necesito que vuelva a estar tranquila, ya ni se preocupa por mi comida, debo irme al trabajo sin siquiera haber tomado café, está muy enojada— dijo triste— necesito que nuevamente sea feliz con su vida.—¿Quien sería feliz con una vida de ama de casa, Jonas?— preguntó con burla.—Evidentemente tu no, cariño, pero Eloise lo era.—Te preocupas demasiado por ella, como para no quererla— le dijo enarcándo una de sus perfectas cejas, Jonas se giró hacia ella y la miró con el ceño fruncido.—¿Quien a dicho que no la quiero?, yo ado
Mientras el taxi se deslizaba por las casi solitarias calles de la ciudad, Eloise sonreía, había pasado una noche increible, ardiente y apasionada, Leonardo había hecho vibrar cada cuerda, cada fibra de su cuerpo, cada espacio se habia estremecido con sus besos y caricias. Hacía mucho que no se había sentido así; tan deseada y ardiente. —Hemos llegado, señorita— dijo el hobre en cuanto estuvieron frente a la dirección que ella le había dado, Eloise parpadeó un par de veces saliendo de sus ardientes recuerdos, abrió su bolso y sacó un par de billetes que le extendió, el hombre lo tomó y le devolvio el cambio, ella lo arrojó a su bolso, para luego sacar el juego de llaves, salió del taxi y se encaminó a la entrada de su casa, introdujo la llave y entró, no había dormido nada y el cuerpo le dolía de manera maravillosa. Cerró la puerta tras entrar y caminó hasta dejar junto a una repisa sus llaves y su bolso, siguió su camino hasta la cocina, en donde bebió un poco de zumo de naranja, a
Eloise, colocó el vestido en el espaldar de una silla frente a la peinadora, y así como estaba se dirigió a la cama, cuando pasó junto a su esposo, Jonas la tomó con firmeza de la mano, atrayendola hacia su cuerpo...—Eloise, por favor...— dijo en un susurro— no puedo creerlo, yo no puedo creer que te hayas entregado a otro— sus grises ojos lo miraron con intensidad. —¿No es eso lo que querías?— preguntó enojada. —Por supuesto que no. No quería eso, jamás he querido que alguien más te toque, no lo soporto, me genera tanta ira, pensé que... no serías capaz— terminó en un susurro. —¿Y se supone que yo si debo soportar que otras te toquen?, no parece nada justo de tu parte— respondió con sarcasmo— no satisfecho con que me has engañado desde mucho antes, has hecho tu propuesta como justificación de tus acciones, te has gastado nuestro dinero con esa mujer, si es que es solo una, y por si todo eso fuese poco, me has llamado para que la escuché gemir — lo miró con desprecio. —No, no es
Entró al bar, habían pocas personas, al menos no tantas como la noche anterior, se sentó a la barra y el bartender la miró para regalarle una sonrisa. —Vaya, eres tú de nuevo, guapa— dijo en tono animado. —Hola— le devolvió la sonrisa. —¿Qué te pongo, preciosura?—Vino tinto.— dijo de manera amigable, por lo que el hombre poco tardó. en entregarle una copa, ella agradeció y se dispuso a probarla, poco tiempo pasó, antes de que sintiera la mano de alguien en su hombro. —Hola, Eloise sin apellido— la ronca voz acarició sus oídos, enviando descargas de placer a través de su espina dorsal, logrando estremecer cada fibra de su cuerpo con los recuerdos de la intimidad compartida. —Leonardo— respondió girándose hacia él con una amplia sonrisa. —Hola, ya comenzaba a preocuparme, pensaba que me plantarías.—Sería incapaz de algo así — se sentó a su lado y con una sepa al bartender luego le dijo—¡Un whisky!—Si, señor— un minuto más tarde, disfrutaba de su bebida. —Me he quedado pensando e
Leonardo, miró fijamente al hombre de bata blanca que estaba sentado frente a él, incapaz de pronunciar palabras su respiración se agitó violentamente... No, aquello no podía ser, tenía que haber escuchado mal... Claro, aquello no podía sucederle. No a él...Debía haber un error...—Leonardo, ¿Estás bien?— preguntó el médico de confianza, totalmente preocupado ante la imagen de terror que reflejaba su rostro. —¿Bien?, ¿Cómo voy a estar bien con lo que me estás diciendo?— preguntó asustado— ¡por Dios, Joe!. Vine por un chequeo de rutina, me siento bien, mejor que nunca, ¿Cómo vas a decirme que tengo cáncer?— el solo hecho de pronunciar aquellas palabras le causaba un horrible escalofrío—¡Cáncer!— gimió poniéndose de pie, para intentar buscar el ritmo natural de su respiración— Eso no puede ser cierto Joe, no me jodas con algo tan delicado. Tiene que haber un error, mis exámenes no pueden arrojar que tengo cáncer, no es posible Joe, no es posible...—Sé que puede ser una notícia impac
Michaell, lo miró fijamente por unos minutos antes de decir; —¿Y esa Eloise, es la mujer con la que has venido al hotel las dos últimas noches? —¿Debería sentirme ofendido o halagado de que tus empleados te tengan informado de mis movimientos?—Halagado sin lugar a dudas, hermano yo me sentiría ofendido si voy a alguno de tus restaurantes o a alguno de tus bares y tú no te enteraras.— respondió con amabilidad— debo suponer que te gusta mucho esta mujer...—Si— asintió con la cabeza para darle aún más peso a sus palabras— es guapa, muy sensual, es ardiente... pero solo nos hemos visto en dos ocasiones, la verdad no sé prácticamente nada de ella.—¿Y aún así crees que es la indicada para darte un hijo?—No es que tenga mucho tiempo para hacer entrevistas— respondió irónico— mientras más pronto lo haga, mejor. No solo debo preocuparme en procrear, sino en iniciar el tratamiento lo más pronto posible. Si se complica podría terminar perdiendo un testículo... ¡Por Dios, Michaell!— lo miró
Con la llegada del nuevo día, llegaron también los deseos de abandonar la casa, Jonas había pasado toda la noche acercándose a ella, aparentemente el accidente, las heridas y un brazo enyesado no resultaban suficientes impedimentos para mantenerlo a raya, y estalló en furia cuándo quiso abrazarla para dormir. —¡Aléjate de mí y no me toques!— había dicho enojada, para luego girarse y darle la espalda. Se había levantado temprano y preparado el desayuno, pero dejándole muy en claro que aquello no ocurriría cotidianamente de nuevo, eran solo consideraciones para alguien convaleciente, consideraciones que tendría con cualquiera. Tras tomar el desayuno y una ducha se marchó a la oficina de Jonas para entregarle al jefe, el reporte médico, junto al reposo médico que le incapacitada para trabajar, el hombre había asentido a la explicación que ella le había dado, y le había deseado pronta recuperación a su esposo.Tras salir de allí no deseaba volver tan pronto a casa, así que decidió entra
Antes de abandonar el café, encendió su celular para llamar a Leonardo y acordar con él, el sitio en el cual se encontrarían y ya con aquello decidido, se marchó a casa para alistarse para la cita.En cuánto entró a la casa, se encontró con Jonas sentado en el sofá frente al televisor, con el ceño levemente fruncido, como si pensara en algo. —Hola...—la saludó, y ella lo miró ceñudo. —¿Tenías que irle a contar a mi madre que las cosas entre nosotros están mal?— se cruzó de brazos, mostrando su enojo.— ¿No crees que estás muy grandecito para buscar apadrinarte?, ¡No eres un niño!—Tu madre es muy sabía, siempre tiene buenas intenciones y grandes soluciones, estoy seguro de que ella sabrá como ayudarnos a salir de este hoyo en el que pareceos haber caído. —Me imagino que te sientes seguro porque sabes que va a apoyarte, sabes que siempre se pone de tu parte— él la miró en silencio incapaz de negarlo—Pero está vez las cosas no saldrán como tú lo deseas, Jonas, no hay vuelta de hoja.—S