La estancia se quedó en silencio, las miradas de asombro aterrizaron sobre los dos, incluso ella observó a Zeke con una expresión que le preguntaba qué estaba haciendo. ―¿Matrimonio? ―preguntó Brian sin dar crédito. ―Parece que el amor está en el aire ―bromeó el hombre mayor que antes había mencionado que Zeke se veía enamorado. ―Sí, está Navidad está llena de parejas ―se sumó la mamá de Samantha, sonriendo alegre. ―Pues le deseamos suerte, señor Karras ―dijo el padre de Brian, entusiasmado por la noticia; la doctora Lund era amiga de sus hijos y no iba a desaprovechar dicha conexión. Después de eso la cena prosiguió, Nohemi no comió, ni siquiera pretendió hacerlo; su garganta estaba cerrada a cal y canto, ni el agua podía pasar por allí. De vez en cuando sentía las miradas curiosas de los comensales y lo único que más o menos le daba un poco de calma era la mano de Zeke sobre la suya, que en ningún momento la dejó ir. ―Bueno, espero que hayan disfrutado la comida ―habló la seño
Nohemi no estaba segura de qué sentía con exactitud y eso era la mayor parte de su malestar, tras los acontecimientos de esa noche, no pudo contenerlo más y explotó.Las lágrimas corrieron como un manantial, tuvo que taparse la boca para que no se escucharan sus quejidos. Dejó de importarle el maquillaje, o el lugar; de hecho, llegó hasta el punto que perdió el interés de mantener su dignidad, le daba igual si alguien aparecía en ese instante y la veía llorar.Ella supo que Zeke estaba cerca, fue una especie de ola tibia que golpeó el centro de su pecho, tuvo la certeza que en cuestión de segundos él aparecería a su espalda.Una mano extendió un pañuelo por sobre su hombro, la pelirroja lo tomó resignada, sorbió por la nariz y empezó a secarse las mejillas.―¿Estás bien? ―preguntó él, pasando por su lado. Ella frunció el ceño al escucharlo, Zeke sabía que era una pregunta estúpida, sin embargo, no tenía más opciones, fue lo primero que se le ocurrió, era la primera vez que se encontra
―Eso… eso no es así… no es por eso… ―se defendió débilmente. Zeke sintió cómo su corazón se partía por la tristeza, era un infierno experimentar sus propias emociones y las de ella al mismo tiempo.Nohemi no estaba mejor, el apretón helado en torno a sus pulmones hizo que se llevara la mano al pecho, fue tan intenso que la dejó sin aliento por unos segundos.―Zeke, tú no puedes decirme que me amas de verdad, si el vínculo no existiera, entonces no habrías volteado a mirarme siquiera ―sentenció ella en voz baja.―Eso… eso… ―quería refutarlo, pero las palabras se enredaron en su garganta.―Hace un año nos encontramos también en una conferencia, no a la misma escala, pero también estuvimos cara a cara ―le contó la pelirroja―. En tus ojos, yo solo era una investigadora sin nombre al lado del doctor Turner; en mis ojos, tú eras solo el señor Karras, el CEO de la empresa para la que trabajo. En ese tiempo, tu corazón no latió rápido por mí, yo ni siquiera pensé que fueses importante… ―sus p
La mayoría de los empleados que permanecían en el penthouse tuvieron la noche de Navidad libre, solo unos pocos que no tenían familia se quedaron y disfrutaron de una agradable cena. Calvin y algunos otros viajaron de regreso a la capital para estar con sus respectivas familias, por eso, solo una minoría supo de la discusión entre Zeke y Nohemi.Calvin regresó el veintiséis en la mañana junto con Daria Karras, llegaron a la oficina de Zeke, y ya desde que se bajaron del elevador se podía sentir el aura gélida que embargaba el lugar.―¡Señor Wells! Gracias a Dios que volvió ―dijo la emocionada secretaria al verlo, era la encargada de recibir a las visitas en el vestíbulo y de ejecutar las pequeñas tareas propias del piso―. El señor Karras ha estado de un humor terrible desde ayer.―¿Ayer? ―preguntó Daria elevando una ceja inquisitiva―. Pero ayer no debieron trabajar.―El señor Karras llegó ayer al mediodía y llamó a todos para trabajar ―explicó en un susurro confidencial―. De hecho, no
―Cierra tus ojos, respira profundo y trata de sentir esa energía que se acumula aquí. ―Camerina presionó un punto sobre la boca de su estómago; Nohemi sintió como si, en vez de la leve presión ejercida por la mano de la mágissa, un gran torrente repentino de agua hubiese aparecido y la llenara por dentro a una velocidad alarmante―. No te asustes ―le susurró la mujer, con voz cantarina―, deja que fluya, no lo contengas más. La pelirroja empezó a sudar gruesas gotas, una resbaló por el puente de su nariz hasta llegar a la punta, de donde pendió por un largo rato. Se encontraban en el centro de la sala, Camerina les solicitó a las empleadas que movieran los sofás para despejar el área, porque no podía determinar las consecuencias del experimento que llevaban a cabo. Después de leer todos los libros que recomendaron su hermano y ella, Nohemi aceptó probar la idea. Charles no podía hacer mucho por ellas, así que decidió marcharse de regreso a su departamento para pasar unas agradables fe
Todo se volvió una pesadilla en un instante. La escena de Nohemi sangrando por la nariz, los ojos y los oídos los aterrorizó a todos, pero incluso antes de que pudiesen registrarlo en sus cerebros, la pelirroja perdió el conocimiento. Gracias a sus rápidos reflejos, Zeke la sostuvo antes de que diera de bruces contra el suelo. No obstante, solo eso pudo hacer, cargarla en vilo mientras miraba a Camerina lleno de pánico. ―¡Al hospital, ahora mismo! ―exclamó Daria haciéndoles reaccionar. Calvin salió de su adormecimiento, todo fue tan repentino que no dio crédito a sus ojos; en un segundo la doctora Lund estaba bien y al siguiente la sangre fluía por su rostro, haciendo un aterrador contraste con su piel pálida y su cabello rojo. Ni siquiera esperaron al elevador, los tres bajaron por las escaleras de servicio a una velocidad pasmosa; Camerina no tuvo la habilidad de ir a la par de ellos, pero al menos, cuando todos se pusieron en movimiento, su capacidad para pensar también lo hizo
Zeke aprovechó los días que Nohemi pasó durmiendo para preparar una sorpresa para ella. Después de navegar en internet durante horas, sentado a su lado, viéndola dormir, decidió que lo mejor era irse por lo más simple.Una cena romántica en la terraza del penthouse, con una decoración especial, fuegos artificiales para anunciar la llegada del nuevo año y un globo para enviar al cielo un deseo especial.Un deseo de medianoche, en una de las noches más poderosas del año; según lo que Camerina le dijo.A pesar de ser todo bastante sencillo, requirió mucha preparación, después de todo, los permisos para lanzar fuegos artificiales al cielo en la zona donde ellos residían no era cosa tan fácil.Conseguir flores, climatizar la terraza abierta, llenar la piscina de luces flotantes, la cena, la ropa y todo lo demás, era sencillo; Zeke tenía dinero, y ese mismo dinero pagaba a las personas que se encargarían de ello.Solo esperaba que Nohemi despertara para esa fecha.El médico que llevaba su c
Nohemi recuperó la consciencia y le llevó un par de minutos comprender que no estaba en un cuarto de hospital. Su cabeza aún estaba adormecida, el mundo danzaba a su alrededor y su estómago se revolvía cada vez que abría los ojos.Trató de pensar en qué sedante había inyectado la enfermera, esperando poder calcular cuánto tiempo tardarían en desaparecer los efectos secundarios. Tenía un vago recuerdo sobre lo sucedido y las razones por las que estuvo en el hospital, lo que no comprendía era por qué motivos había sido abducida, aunque adivinaba quién era el causante.Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza.―Uuurgh… ―gruñó―. Tengo sed ―se quejó en voz baja, comenzando a experimentar de forma más precisa los dolores y malestares, en ese momento su garganta parecía un desierto, su saliva se sentía pastosa y el sabor amargo de su paladar le dieron ganas de escupir.―Oh, ya está despierta ―comentó una voz masculina.―Es imposible, la dosis que recibió es como para que duerma por dos día