―Eso… eso no es así… no es por eso… ―se defendió débilmente. Zeke sintió cómo su corazón se partía por la tristeza, era un infierno experimentar sus propias emociones y las de ella al mismo tiempo.Nohemi no estaba mejor, el apretón helado en torno a sus pulmones hizo que se llevara la mano al pecho, fue tan intenso que la dejó sin aliento por unos segundos.―Zeke, tú no puedes decirme que me amas de verdad, si el vínculo no existiera, entonces no habrías volteado a mirarme siquiera ―sentenció ella en voz baja.―Eso… eso… ―quería refutarlo, pero las palabras se enredaron en su garganta.―Hace un año nos encontramos también en una conferencia, no a la misma escala, pero también estuvimos cara a cara ―le contó la pelirroja―. En tus ojos, yo solo era una investigadora sin nombre al lado del doctor Turner; en mis ojos, tú eras solo el señor Karras, el CEO de la empresa para la que trabajo. En ese tiempo, tu corazón no latió rápido por mí, yo ni siquiera pensé que fueses importante… ―sus p
La mayoría de los empleados que permanecían en el penthouse tuvieron la noche de Navidad libre, solo unos pocos que no tenían familia se quedaron y disfrutaron de una agradable cena. Calvin y algunos otros viajaron de regreso a la capital para estar con sus respectivas familias, por eso, solo una minoría supo de la discusión entre Zeke y Nohemi.Calvin regresó el veintiséis en la mañana junto con Daria Karras, llegaron a la oficina de Zeke, y ya desde que se bajaron del elevador se podía sentir el aura gélida que embargaba el lugar.―¡Señor Wells! Gracias a Dios que volvió ―dijo la emocionada secretaria al verlo, era la encargada de recibir a las visitas en el vestíbulo y de ejecutar las pequeñas tareas propias del piso―. El señor Karras ha estado de un humor terrible desde ayer.―¿Ayer? ―preguntó Daria elevando una ceja inquisitiva―. Pero ayer no debieron trabajar.―El señor Karras llegó ayer al mediodía y llamó a todos para trabajar ―explicó en un susurro confidencial―. De hecho, no
―Cierra tus ojos, respira profundo y trata de sentir esa energía que se acumula aquí. ―Camerina presionó un punto sobre la boca de su estómago; Nohemi sintió como si, en vez de la leve presión ejercida por la mano de la mágissa, un gran torrente repentino de agua hubiese aparecido y la llenara por dentro a una velocidad alarmante―. No te asustes ―le susurró la mujer, con voz cantarina―, deja que fluya, no lo contengas más. La pelirroja empezó a sudar gruesas gotas, una resbaló por el puente de su nariz hasta llegar a la punta, de donde pendió por un largo rato. Se encontraban en el centro de la sala, Camerina les solicitó a las empleadas que movieran los sofás para despejar el área, porque no podía determinar las consecuencias del experimento que llevaban a cabo. Después de leer todos los libros que recomendaron su hermano y ella, Nohemi aceptó probar la idea. Charles no podía hacer mucho por ellas, así que decidió marcharse de regreso a su departamento para pasar unas agradables fe
Todo se volvió una pesadilla en un instante. La escena de Nohemi sangrando por la nariz, los ojos y los oídos los aterrorizó a todos, pero incluso antes de que pudiesen registrarlo en sus cerebros, la pelirroja perdió el conocimiento. Gracias a sus rápidos reflejos, Zeke la sostuvo antes de que diera de bruces contra el suelo. No obstante, solo eso pudo hacer, cargarla en vilo mientras miraba a Camerina lleno de pánico. ―¡Al hospital, ahora mismo! ―exclamó Daria haciéndoles reaccionar. Calvin salió de su adormecimiento, todo fue tan repentino que no dio crédito a sus ojos; en un segundo la doctora Lund estaba bien y al siguiente la sangre fluía por su rostro, haciendo un aterrador contraste con su piel pálida y su cabello rojo. Ni siquiera esperaron al elevador, los tres bajaron por las escaleras de servicio a una velocidad pasmosa; Camerina no tuvo la habilidad de ir a la par de ellos, pero al menos, cuando todos se pusieron en movimiento, su capacidad para pensar también lo hizo
Zeke aprovechó los días que Nohemi pasó durmiendo para preparar una sorpresa para ella. Después de navegar en internet durante horas, sentado a su lado, viéndola dormir, decidió que lo mejor era irse por lo más simple.Una cena romántica en la terraza del penthouse, con una decoración especial, fuegos artificiales para anunciar la llegada del nuevo año y un globo para enviar al cielo un deseo especial.Un deseo de medianoche, en una de las noches más poderosas del año; según lo que Camerina le dijo.A pesar de ser todo bastante sencillo, requirió mucha preparación, después de todo, los permisos para lanzar fuegos artificiales al cielo en la zona donde ellos residían no era cosa tan fácil.Conseguir flores, climatizar la terraza abierta, llenar la piscina de luces flotantes, la cena, la ropa y todo lo demás, era sencillo; Zeke tenía dinero, y ese mismo dinero pagaba a las personas que se encargarían de ello.Solo esperaba que Nohemi despertara para esa fecha.El médico que llevaba su c
Nohemi recuperó la consciencia y le llevó un par de minutos comprender que no estaba en un cuarto de hospital. Su cabeza aún estaba adormecida, el mundo danzaba a su alrededor y su estómago se revolvía cada vez que abría los ojos.Trató de pensar en qué sedante había inyectado la enfermera, esperando poder calcular cuánto tiempo tardarían en desaparecer los efectos secundarios. Tenía un vago recuerdo sobre lo sucedido y las razones por las que estuvo en el hospital, lo que no comprendía era por qué motivos había sido abducida, aunque adivinaba quién era el causante.Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza.―Uuurgh… ―gruñó―. Tengo sed ―se quejó en voz baja, comenzando a experimentar de forma más precisa los dolores y malestares, en ese momento su garganta parecía un desierto, su saliva se sentía pastosa y el sabor amargo de su paladar le dieron ganas de escupir.―Oh, ya está despierta ―comentó una voz masculina.―Es imposible, la dosis que recibió es como para que duerma por dos día
Zeke estaba sentado tras su escritorio mirando inexpresivo el monitor de la computadora, en el que una vez más se repetía las grabaciones de las cámaras de vigilancia de la clínica. Tres días habían pasado desde la desaparición de Nohemi Lund y ellos no tenían ni una sola pista todavía. En efecto, una enfermera se llevó a la pelirroja hasta el cuarto de tomografías y entró en este; quince minutos después la movían de nuevo a la camilla y salían de la sala, entrando a un punto ciego de la red de cámaras. No obstante, después de eso, no aparecían de nuevo en el pasillo, tampoco volvían a la sala anterior, era como si se hubiese esfumado en el aire. No fue difícil descubrir que habían alterado el video, pero fue solo en esa zona; el resto de las cámaras de todo el edificio estaban bien y en ninguna de ellas apareció la pelirroja. ―¿Dónde estás? ―preguntó en voz baja, estudiando las imágenes de todas las salidas, esperando encontrar la más leve pista. Aunque sabía que Nohemi estaba bi
Nohemi despertó una vez más, sedienta, con dolor de cabeza, desorientada y bastante cabreada.Ya no era cuestión de saber que estaba en peligro, la furia la invadía debido a la forma tan ruda en que fue tratada. Atrás quedó el miedo, tal vez era porque no tenía fuerzas; no obstante, cierta determinación se apoderó de la pelirroja cuando decidió que no iba a ceder ante las demandas del cretino de Novikov.Se sintió sofocada, el calor húmedo la envolvía dificultando su respiración; con mucho esfuerzo se enderezó, examinó su entorno y descubrió que se encontraba en una habitación sencilla, la cama en la que reposaba se alineaba a la pared que poseía la única ventana y en medio de la estancia, estaba una mesa de madera con una silla.Miró la comida encima de la mesa, arroz, pollo, sopa; incluso un bol lleno de frutas tropicales.―Al menos no pretenden matarme de hambre ―musitó con sarcasmo.Sus piernas soportaron su peso y llegó a la mesa sin caerse. Lo primero que hizo fue saciar su sed,