Charles recibió un mensaje de sus subordinados directamente al chat del grupo, invitándole a que se uniera a la fiesta de Navidad del Laboratorio 3. Era una celebración improvisada que harían esa noche, ya que casi todos ellos tenían sus residencias de origen en otras ciudades. Por ejemplo, Megan era hija de un reconocido hombre de negocios de Ciudad Capital, fue la primera y la única de los Rogers que tomó un camino científico. Solo Max y Nohemi eran nativos de allí. ―¿Puedo ir? ―preguntó Camerina, parecía un hada traviesa bailando alrededor de él; en verdad era imposible deducir que eran hermanos, mucho menos que ella era la mayor de los dos. ―No, aunque ellos dicen que es una fiesta, es más una cena en algún restaurante ―respondió él. Luego la abandonó en la sala antes de que pudiese quejarse. Solo alcanzó a escuchar cómo lo llamaba aburrido. Al notar la ausencia de mensajes de la pelirroja, decidió buscarla en alguna de las tantas estancias del penthouse; el segundo piso consta
―¡Bájame! ¡Troglodita! ¡Déjame! ―vociferó la pelirroja tratando de zafarse de Zeke, pero para su sorpresa, el brazo de ese hombre parecía hecho de acero y no lograba soltarse de su agarre―. ¡Qué me bajes te dije! ―exigió, dándole puñetazos en los omoplatos.Aquello era humillante, él la cargaba como si fuese un saco de papas; y no solo eso, sino que ella estaba segura de que Zeke disfrutaba la situación, lo hacía a propósito con el único fin de llamar la atención de todos los presentes y que notaran que él estaba con la pelirroja.Afuera del restaurante se encontraba uno de los automóviles de lujo del CEO, al lado de la puerta, a la espera, estaba Calvin, que mantuvo una expresión neutral, como si lo que viesen sus ojos no fuese nada del otro mundo.―¡Túúú! ¡Eres un bruto! ―Nohe quería gritar su nombre, pero no deseaba que al otro día hubiese titulares en todos lados de cómo el CEO Karras de la Corporación Kappa sacaba a hombros a una mujer―. ¡Bájame ya! Aaaah… ―soltó un gritito cuand
Ambos alcanzaron el orgasmo casi al mismo tiempo; una vez que los espasmos de Nohemi apretaron su polla Zeke no pudo contenerse más, la siguió ciegamente hasta el borde del precipicio y saltó.Se derramó en su interior con un jadeo ronco, se movió solo un poco más y luego se dejó ir hacia adelante, apoyando parte de su peso en un brazo, mirando a la mujer desnuda debajo de él, con su larga cabellera roja extendida sobre la cama y su espalda, en una composición sensual que avivó más su deseo.Experimentó una dicotomía, por un lado se sentía embriagado, sus sentidos alterados le otorgaban a todo es un tinte onírico que le hicieron pensar que estaba soñando; pero por el otro, se encontraba lúcido, en pleno uso de sus facultades.Podía escuchar la respiración acelerada de ella, ver la capa de sudor que cubría su espalda, la piel sonrosada producto de la sangre que corría por sus venas, agitada por la intensidad del placer. Y aunque sabía que lo que sus ojos veían era real, que la pelirroj
Zeke se quedó sin aliento al ver a Nohemi; aunque ella rechazó de plano contratar a un estilista profesional, al menos aceptó la ayuda de Camerina. Adicionalmente, la mejor amiga de ella, Megan, se apareció esa mañana y complementó a la mágissa en todo el proceso de transformar a la pelirroja.Desde que la invitó hasta el día de la fiesta pasó poco más de una semana, fueron días agradables en los que Nohemi se dedicó a dos cosas, aprender de Rina sobre magia y manejar sus poderes ―tuvo pequeños avances en ese aspecto―; lo otro fue mejorar la relación con él.Tras su primera vez consciente con Zeke, descubrieron que el vínculo continuaba igual; Camerina se rio de él, le mencionó burlona que estaba actuando como un adolescente enamorado y le recordó que tenía que ser paciente.―El vínculo está allí, eso ya es una buena noticias ―habló con un deje de cariño que solo usaba cuando necesitaba coaccionar a un niño―. Ahora solo debes dejar que las cosas tomen su cauce natural. Ya te uniste a
La estancia se quedó en silencio, las miradas de asombro aterrizaron sobre los dos, incluso ella observó a Zeke con una expresión que le preguntaba qué estaba haciendo. ―¿Matrimonio? ―preguntó Brian sin dar crédito. ―Parece que el amor está en el aire ―bromeó el hombre mayor que antes había mencionado que Zeke se veía enamorado. ―Sí, está Navidad está llena de parejas ―se sumó la mamá de Samantha, sonriendo alegre. ―Pues le deseamos suerte, señor Karras ―dijo el padre de Brian, entusiasmado por la noticia; la doctora Lund era amiga de sus hijos y no iba a desaprovechar dicha conexión. Después de eso la cena prosiguió, Nohemi no comió, ni siquiera pretendió hacerlo; su garganta estaba cerrada a cal y canto, ni el agua podía pasar por allí. De vez en cuando sentía las miradas curiosas de los comensales y lo único que más o menos le daba un poco de calma era la mano de Zeke sobre la suya, que en ningún momento la dejó ir. ―Bueno, espero que hayan disfrutado la comida ―habló la seño
Nohemi no estaba segura de qué sentía con exactitud y eso era la mayor parte de su malestar, tras los acontecimientos de esa noche, no pudo contenerlo más y explotó.Las lágrimas corrieron como un manantial, tuvo que taparse la boca para que no se escucharan sus quejidos. Dejó de importarle el maquillaje, o el lugar; de hecho, llegó hasta el punto que perdió el interés de mantener su dignidad, le daba igual si alguien aparecía en ese instante y la veía llorar.Ella supo que Zeke estaba cerca, fue una especie de ola tibia que golpeó el centro de su pecho, tuvo la certeza que en cuestión de segundos él aparecería a su espalda.Una mano extendió un pañuelo por sobre su hombro, la pelirroja lo tomó resignada, sorbió por la nariz y empezó a secarse las mejillas.―¿Estás bien? ―preguntó él, pasando por su lado. Ella frunció el ceño al escucharlo, Zeke sabía que era una pregunta estúpida, sin embargo, no tenía más opciones, fue lo primero que se le ocurrió, era la primera vez que se encontra
―Eso… eso no es así… no es por eso… ―se defendió débilmente. Zeke sintió cómo su corazón se partía por la tristeza, era un infierno experimentar sus propias emociones y las de ella al mismo tiempo.Nohemi no estaba mejor, el apretón helado en torno a sus pulmones hizo que se llevara la mano al pecho, fue tan intenso que la dejó sin aliento por unos segundos.―Zeke, tú no puedes decirme que me amas de verdad, si el vínculo no existiera, entonces no habrías volteado a mirarme siquiera ―sentenció ella en voz baja.―Eso… eso… ―quería refutarlo, pero las palabras se enredaron en su garganta.―Hace un año nos encontramos también en una conferencia, no a la misma escala, pero también estuvimos cara a cara ―le contó la pelirroja―. En tus ojos, yo solo era una investigadora sin nombre al lado del doctor Turner; en mis ojos, tú eras solo el señor Karras, el CEO de la empresa para la que trabajo. En ese tiempo, tu corazón no latió rápido por mí, yo ni siquiera pensé que fueses importante… ―sus p
La mayoría de los empleados que permanecían en el penthouse tuvieron la noche de Navidad libre, solo unos pocos que no tenían familia se quedaron y disfrutaron de una agradable cena. Calvin y algunos otros viajaron de regreso a la capital para estar con sus respectivas familias, por eso, solo una minoría supo de la discusión entre Zeke y Nohemi.Calvin regresó el veintiséis en la mañana junto con Daria Karras, llegaron a la oficina de Zeke, y ya desde que se bajaron del elevador se podía sentir el aura gélida que embargaba el lugar.―¡Señor Wells! Gracias a Dios que volvió ―dijo la emocionada secretaria al verlo, era la encargada de recibir a las visitas en el vestíbulo y de ejecutar las pequeñas tareas propias del piso―. El señor Karras ha estado de un humor terrible desde ayer.―¿Ayer? ―preguntó Daria elevando una ceja inquisitiva―. Pero ayer no debieron trabajar.―El señor Karras llegó ayer al mediodía y llamó a todos para trabajar ―explicó en un susurro confidencial―. De hecho, no