OCASO

Entro en la habitación de la madre de Venco, y el silencio es palpable. La mujer está sentada en una silla, con un crochet en la mano, trabajando en un proyecto de costura. No me mira, no me saluda, simplemente me ignora. Me siento incómoda por un momento, pero decido no dejar que el silencio me intimide. Me acerco a la silla que está frente a ella y me siento, respirando profundamente antes de hablar.

La madre de Venco sigue trabajando en su crochet, sin levantar la mirada hacia mí. El silencio es tan incómodo que puedo sentir cómo el aire parece pesar sobre nosotros. Pero no me rindo. Estoy decidida a hablar con ella, a tratar de encontrar una manera de comunicarnos. Respiro profundamente de nuevo, preparándome para hablar. La madre de Venco sigue ignorándome, pero yo sé que no puedo dejar que eso me detenga.

Me tomo un momento para respirar profundamente antes de hablar. La madre de Venco sigue trabajando en su crochet, sin levantar la mirada hacia mí.

—Quiero pedirte perdón —le di
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