Luego de la guerra de helados y luego la de agua, llegaron a la casa de Pablo. Julieta nunca había entrado en ella y estaba nerviosa. No quería importunar y aunque Pablo le aseguro que nadie le diría nada, ella estaba un poco nerviosa. Espero afuera como él le había dicho que lo hiciera y momentos después de que él había ingresado una mujer joven de no más de treinta años salió con mucha prisa y desapareció en la esquina. Seguida de ella apareció Pablo. Estaba sonriendo.- ¿Estás seguro que no habrá problema? - preguntó con miedo.- Ninguno. En este momento la casa está vacía. Solo esta Juliana, y ahora nosotros. Mamá casi no vive aquí.- ¡Ah! No lo sabía... - era triste que los padres no pasen tiempo con los hijos.- Vamos es por aquí. - entraron por la cocina y llegaron al recibidor. Su casa era mucho más grande que la suya y mucho más lujosa.- Tienes una casa muy bonita.-dijo la rubia mientras subían las escaleras.- Me parece excesivamente grande.- Coincido contigo, pero no por
Pablo bajaba las escaleras preguntándose porque Julieta tardaba tanto o si volvería como había prometido, cuando un olorcito muy apetitoso le lleno las fosas nasales. Camino dejándose guiar por el aroma hasta la cocina y ahí la vio; concentrada revolviendo una cacerola con salsa. Se veía tan linda, inocente con la cara contraída por la concentración y ¿Eso era su lengua? Sí que era simpático, ¡la mordía cuando estaba concentrada! Se contuvo de reír y se dedicó a observar cada uno de sus movimientos. En verdad sabía lo que hacía y se notaba que le gustaba porque de vez en cuando sonreía. Tarde se dio cuenta que ella lo aniquilaba con la mirada.- ¿Hace mucho que estás ahí? - pregunto confundida y con una mueca de sorpresa.- No mucho - respondió tranquilamente. Julieta también se le había quedado mirando un rato. Estaba tan apuesto, recostado en el marco de la puerta con la mano en los bolsillos y esa mirada tan serena. Sería muy difícil no enamorarse de él, si es que ya no lo estaba.-
Sus pensamientos fueron interrumpidos por Pablo. Quien la agarro de sorpresa y la beso con suavidad en los labios. Ella abrió los ojos desmesuradamente y se separó de el con fuerza, él se quedó desconcertado. Ella había retrocedido varios pasos como si tuviera miedo.- ¿Sucede algo? - pregunto confundido mientras intentaba acercarse.- No... solo, no quiero que te acerques...- él se detuvo. Y fugazmente apareció una sombra de tristeza.- No entiendo.-dijo, cuando la confusión reino de nuevo su rostro.- Yo...en realidad no se qué hago aquí... ni siquiera recuerdo porque acepte venir...yo...- Pablo corto toda distancia entre ellos y la tomo en sus brazos y bebió el dulce néctar de sus labios. Julieta no supo que hacer y su primera reacción fue rechazarlo de nuevo pero él no la soltó. Al contrario, la atrajo más hacia si. Julieta se revolvía en sus brazos pero él no cedió ni por un segundo. El beso se prolongó demasiado y pronto sus cuerpos comenzaron a clamar por oxígeno. El soltó sus
El sol inundaba la habitación y Julieta podía sentir su calor sobre la piel. Se sentía tan cómoda que no quiso abrir los ojos. Comenzó a rememorar la noche anterior ¿En qué momento se quedó dormida? Sintió algo en la mano, era suave y no quiso soltarlo por nada del mundo. Abrió los ojos y se encontró en un lugar totalmente diferente al que había estado la noche anterior. La habitación era inmensamente grande, decorada al estilo del siglo XVIII. Las ventanas, grandes paredes de vidrio, estaban cubiertas de gruesas cortinas profusamente decoradas, parecía todo un gran teatro barroco. Observo la ventana que por algún descuido no tenía corrida una de las cortinas, dejando entrar los rayos del sol hasta ella, haciéndole cosquillas en el rostro. Y la cama donde se encontraba, era inmensamente grande y vivamente ornamentada. Con los doseles atados a cada uno de los barrotes de la cama. ¿En dónde se encontraba? ¿Cómo rayos llego allí? Miro a su derecha y vio a pablo, pero él estaba demasiado l
El comenzó a preparar el desayuno en silencio. Y ella lo observaba también en silencio. Tenía un aura de misterio que la inquietaba, él sabía más cosas de las que le decía. Pero no iba a instigarlo ahora, sabía que no era el momento. El desayuno también transcurrió en silencio, hasta que Juliana comenzó a llorar por el baby speaker que Pablo cargaba como si fuera parte de su cuerpo. Corrió junto a su hermana, y Julieta aprovecho para limpiar los restos del desayuno. Estaba terminando de secar los platos, cuando sintió un escalofrió.- ¿Quién eres? – se dio la vuelta sorprendida, y se encontró con un hombre bastante mayor, que la miraba con curiosidad desde el marco de la puerta. Julieta se quedó en blanco paralizada. Era una versión madura de Pablo, pensó maravillada mirándolo sin pudor. El hombre al darse cuenta de que no iba a responder, sonrió. Julieta abrió los ojos totalmente asombrada por lo buen mozo que era, y enrojeció automáticamente con lo siguiente que dijo.- ¿Eres la novi
Se observaba nerviosa en el espejo. Su rostro se veía enfermo y muy pálido. La verdad que estos últimos días se sintió extraña, como en automático. Sentía una presión en su pecho que de repente hacia que le faltase aire, era una sensación muy asfixiante. Se tocó el pecho en la zona del corazón y dolía. Dolía como golpeaba de una manera desenfrenada y por momentos se sentía mareada y muy cansada. ¿Qué significaba eso? ¿Estaba acaso enferma? ¿Por qué se sentía así desde que estuvo en la casa de Pablo? Todo se estaba saliendo de control, no entendía como en unas pocas semanas su aburrida vida, sus monótonos días se habían vuelto un completo desastre. Se cuestionaba todo, no le gustaba nada. Sentía, que necesitaba huir, salir corriendo hasta que su cuerpo se rompiera y desapareciera. Tomo varias bocanadas de aire porque sentía que le faltaba, necesitaba tranquilizarse y aclarar sus ideas. Miro el pequeño reloj que tenía sobre su mesita de luz, eran las ocho y cincuenta de la noche, si que
Julieta vació de golpe su vaso y lo bajó con fuerza sobre la mesada. Se levantó de la silla donde estaba y se acercó a Pablo. Él la siguió atento con la mirada, hasta que la tuvo demasiado cerca y olió su fragancia de rosas.- ¿Cuándo es tu cumpleaños? - Pablo la miró un momento si entender bien a que iba su pregunta, hasta que sintió su corazón calentarse.- Faltan 5 meses.- Tenemos 5 meses para planear donde escapar. Pero no podemos casarnos enseguida, porque soy menor de edad y no creo que ninguno de mis padres apruebe esto, pero podemos averiguar de un lugar donde podamos estar tranquilos hasta que yo cumpla la mayoría de edad… - no pudo continuar porque Pablo había invadido su boca con desesperación. Ambos sabían lo que acababan de decidir, pero no entendían realmente el peso de sus decisiones.Los besos no eran suaves ni tiernos, contenían toda la desesperación, anhelo y miedo que ambos sentían.Todo era nuevo para ambos, sabían que arriesgaban demasiado, pero lo que sentían er
- ¿Adónde vas tan linda, hijita? - preguntó Bernardo intrigado, al ver a Jessica tan arreglada.- A un concierto con mi futuro novio - respondió Jessica orgullosamente, mientras se arreglaba el cabello frente al espejo de la entrada, sonó el timbre - ¡oh! Es él, chao papi - se despidió mientras se dirigía a la puerta, y ahí estaba Pablo.- Pórtate bien hijita, y no regreses muy tarde - gritó Bernardo.- Si papá, no te preocupes - dijo Jessica mientras salía afuera – Hola ¡qué divertido! ¿No es así Pablo?- Si, muy divertido - respondió Pablo sin ánimos y algo distraído, Jessica le hablaba, pero él no la escuchaba, en sus pensamientos estaba Julieta, ¿en qué estaría pensando? Miro hacia su ventana, tenía la luz apagada, ¿estaría durmiendo ya? Tenía que verla. Tenía que hablar con ella. ¿Qué estaba haciendo? Observó a Jessica, parloteando como loca. Se veía tan emocionada. Su madre encontró las entradas en su habitación, y creyó que llevaría a Jessica, por lo que rápidamente todo se sal