- ¿Julieta?
- ¿Si? - escuchar a su padre llamarla por su nombre completo significaba que se avecinaba una charla seria.
- ¿Qué tal vas con el psicólogo? - Julieta metió una gran cucharada de helado en la boca para no contestar. Su padre siguió. Lo que se venía no sería nada agradable. - Tu maestra me comento que estas yendo todas las semanas al psicólogo del colegio por causa de un percance que tuviste hace un mes con una muchacha. ¿Es eso cierto?
- Bueno... si te lo dijo la maestra, podría ser. ¿Por qué preguntas si ella ya te lo dijo?
- Es que nunca confío del todo en las personas que hablan mal de otros. - dijo metiendo una cuchara especialmente llena en la boca, para agregar a medio tragar. - Tu maestra es una de esas personas.
-Pues... es verdad. Me pelee con Jennifer. Es una presumida. Le agarre de los pelos y la zarandee como Dios manda.
Salió al cabo de media hora, vestida con un camisón largo color verde botella resaltando sus ojos naturaleza y el pelo envuelto en una toalla. La habitación seguía en penumbras así que no distinguió rápidamente a Pablo. Hasta que el hablo. - Te tomaste tu tiempo, princesa. Julieta se llevo otro susto de muerte. No fue una alucinación. - ¿No alucine? - Pues no. Sigo aquí. - ¿Pero qué haces aquí? - Quería verte. No fuiste a tu clase de piano. - ¿Me espías? - Para nada. Tu clase es al lado de la mía. - Nunca te vi. - Yo siempre te veía. Tan apurada y despatarrada. - ¡No soy despatarrada!-se quejó la rubia mientras secaba su cabello con la toalla. - Si lo eres. - Ya está bien.- le corto, mientras tomaba un peine y comenzaba a peinarse.- ¿Qué quieres? - Ya te lo dije. Hablar contigo.- se acercó a Julieta y tomo el peine entre sus manos.- ¿Puedo hacerlo? - Yo... - pero n
El sol tibio de la mañana golpeo suavemente su rostro. Sonrió, era una linda manera de despertar. A pesar de eso no quiso abrir los ojos, seguro era demasiado temprano. Se acomodó mejor. De pronto recordó todo lo sucedido la noche anterior, rezo a todos los santos para que no fuera cierto. Pero levanto un poco la cabeza y ahí estaba el: acostado en su felpudo y... ¡Agarrándole la mano! Se soltó con tanta violencia que cayó al otro lado de la cama.Pablo despertó sobresaltado por el ruido y se sentó en su lugar. Julieta hizo lo mismo y ambas miradas se chocaron.- ¿Estas bien?- ¿Sigues aquí? Pensé que era un sueño...- respondió haciendo caso omiso a la pregunta de él, mientras se sobaba la cabeza, se la había estrellado bien fuerte.- ¿Estas bien? - volvió a preguntar mientras se ponía de pie y rodeaba la
Luego de despegarse de él cómo pudo. Bajo a buscar algo para comer para ambos. Seguramente nadie de su familia estaría despierta a excepción de Janna. Pero se llevó una gran sorpresa al encontrarse a Jessica al pie de la escalera cuando ella bajaba de dos en dos los escalones y una sonrisa gigante en el rostro.- ¡Vaya! Cualquiera diría que te has ganado la lotería. - dijo con sarcasmo. Julieta se paralizo y la sonrisa se le borro del rostro. Jessica estaba sentada en el sofá tomando un jugo y leyendo una revista de moda, era lo único que sabía leer.- Pues... - dudo Julieta poniendo cara de circunstancia. - digamos que algo parecido.Y diciendo esto siguió su camino hacia la cocina. No tenía ánimos para pelear con ella, estaba muy feliz y no quería que nadie se lo arruine.- ¡Buen día Janna! - exclamó contenta a la anciana que estaba afanosa preparando un gran pastel.- ¡Vaya! ¿Se pasó el mal humor de anoche? - respondió con una sonrisita traviesa.- ¡Un buen baño y una buena noche d
Luego de la guerra de helados y luego la de agua, llegaron a la casa de Pablo. Julieta nunca había entrado en ella y estaba nerviosa. No quería importunar y aunque Pablo le aseguro que nadie le diría nada, ella estaba un poco nerviosa. Espero afuera como él le había dicho que lo hiciera y momentos después de que él había ingresado una mujer joven de no más de treinta años salió con mucha prisa y desapareció en la esquina. Seguida de ella apareció Pablo. Estaba sonriendo.- ¿Estás seguro que no habrá problema? - preguntó con miedo.- Ninguno. En este momento la casa está vacía. Solo esta Juliana, y ahora nosotros. Mamá casi no vive aquí.- ¡Ah! No lo sabía... - era triste que los padres no pasen tiempo con los hijos.- Vamos es por aquí. - entraron por la cocina y llegaron al recibidor. Su casa era mucho más grande que la suya y mucho más lujosa.- Tienes una casa muy bonita.-dijo la rubia mientras subían las escaleras.- Me parece excesivamente grande.- Coincido contigo, pero no por
Pablo bajaba las escaleras preguntándose porque Julieta tardaba tanto o si volvería como había prometido, cuando un olorcito muy apetitoso le lleno las fosas nasales. Camino dejándose guiar por el aroma hasta la cocina y ahí la vio; concentrada revolviendo una cacerola con salsa. Se veía tan linda, inocente con la cara contraída por la concentración y ¿Eso era su lengua? Sí que era simpático, ¡la mordía cuando estaba concentrada! Se contuvo de reír y se dedicó a observar cada uno de sus movimientos. En verdad sabía lo que hacía y se notaba que le gustaba porque de vez en cuando sonreía. Tarde se dio cuenta que ella lo aniquilaba con la mirada.- ¿Hace mucho que estás ahí? - pregunto confundida y con una mueca de sorpresa.- No mucho - respondió tranquilamente. Julieta también se le había quedado mirando un rato. Estaba tan apuesto, recostado en el marco de la puerta con la mano en los bolsillos y esa mirada tan serena. Sería muy difícil no enamorarse de él, si es que ya no lo estaba.-
Sus pensamientos fueron interrumpidos por Pablo. Quien la agarro de sorpresa y la beso con suavidad en los labios. Ella abrió los ojos desmesuradamente y se separó de el con fuerza, él se quedó desconcertado. Ella había retrocedido varios pasos como si tuviera miedo.- ¿Sucede algo? - pregunto confundido mientras intentaba acercarse.- No... solo, no quiero que te acerques...- él se detuvo. Y fugazmente apareció una sombra de tristeza.- No entiendo.-dijo, cuando la confusión reino de nuevo su rostro.- Yo...en realidad no se qué hago aquí... ni siquiera recuerdo porque acepte venir...yo...- Pablo corto toda distancia entre ellos y la tomo en sus brazos y bebió el dulce néctar de sus labios. Julieta no supo que hacer y su primera reacción fue rechazarlo de nuevo pero él no la soltó. Al contrario, la atrajo más hacia si. Julieta se revolvía en sus brazos pero él no cedió ni por un segundo. El beso se prolongó demasiado y pronto sus cuerpos comenzaron a clamar por oxígeno. El soltó sus
El sol inundaba la habitación y Julieta podía sentir su calor sobre la piel. Se sentía tan cómoda que no quiso abrir los ojos. Comenzó a rememorar la noche anterior ¿En qué momento se quedó dormida? Sintió algo en la mano, era suave y no quiso soltarlo por nada del mundo. Abrió los ojos y se encontró en un lugar totalmente diferente al que había estado la noche anterior. La habitación era inmensamente grande, decorada al estilo del siglo XVIII. Las ventanas, grandes paredes de vidrio, estaban cubiertas de gruesas cortinas profusamente decoradas, parecía todo un gran teatro barroco. Observo la ventana que por algún descuido no tenía corrida una de las cortinas, dejando entrar los rayos del sol hasta ella, haciéndole cosquillas en el rostro. Y la cama donde se encontraba, era inmensamente grande y vivamente ornamentada. Con los doseles atados a cada uno de los barrotes de la cama. ¿En dónde se encontraba? ¿Cómo rayos llego allí? Miro a su derecha y vio a pablo, pero él estaba demasiado l
El comenzó a preparar el desayuno en silencio. Y ella lo observaba también en silencio. Tenía un aura de misterio que la inquietaba, él sabía más cosas de las que le decía. Pero no iba a instigarlo ahora, sabía que no era el momento. El desayuno también transcurrió en silencio, hasta que Juliana comenzó a llorar por el baby speaker que Pablo cargaba como si fuera parte de su cuerpo. Corrió junto a su hermana, y Julieta aprovecho para limpiar los restos del desayuno. Estaba terminando de secar los platos, cuando sintió un escalofrió.- ¿Quién eres? – se dio la vuelta sorprendida, y se encontró con un hombre bastante mayor, que la miraba con curiosidad desde el marco de la puerta. Julieta se quedó en blanco paralizada. Era una versión madura de Pablo, pensó maravillada mirándolo sin pudor. El hombre al darse cuenta de que no iba a responder, sonrió. Julieta abrió los ojos totalmente asombrada por lo buen mozo que era, y enrojeció automáticamente con lo siguiente que dijo.- ¿Eres la novi