Lizzie
Me limpio las lágrimas porque la Emperatriz no es el tipo de mujer que le daría el gusto a un hombre de llorar por él. Miro el sobre que tengo entre las manos y le doy vueltas, sin saber exactamente qué hacer con él.
Veo cómo Rodrigo se va, seguido por Mateo, que lleva el rostro ensombrecido por la tristeza; y por Diego, que si bien no ha sido el hombre más amado por mis hermanas, o mejor dicho, por Sabrina, cruza con ella una mirada y se descubren un poco decepcionados los dos.
Los tres hermanos se van en los autos en que llegaron y yo me quedo con una sensación de vacío tan extraña que solo me hace rememorar, recordar un momento de hace muchos años, un momento de mi vida de joven, cuando los psicólogos finalmente consideraron apropiado decirme que no podría tener hijos.
Es la misma sensación de desolación, de amargura, de tristez
RodrigoSe supone que debo relajarme, intentar dejar atrás todo esto y seguir con mi vida, aunque honestamente es un poco difícil, teniendo en cuenta que he pasado los últimos tres años de mi vida perdidamente enamorado de una mujer que me perteneció, que fue mía, a la que amé… es difícil desprenderse de algo como eso.Bueno… no tan difícil cuando te patean hasta que te caes de la cama.—¡Oye! —grito poniéndome en posición defensiva, aunque no sé ni para qué, no es como si estuviera en posición de defenderme y menos agredir a nadie.Se me rompe la cabeza del dolor que tengo. ¡Maldita resaca! El whisky con hielo es una pésima solución para mal de amores, cae muy mal, lo mismo que el vodka con hielo o el ron con hielo… La próxima borrachera la agarraré con cerveza, que no lle
Lizzie—Creo que lo que quiero están muy bien estipulado en esta demanda —afirmo, respondiendo a su pregunta.La sonrisa que se dibuja en su rostro varía entre el asombro, la incredulidad y la duda. Sus hermanos miran hacia otro lado y mis abogados están con la vista enterrada en los papeles.—¿Pueden darnos un momento, por favor? —solicita Diego amablemente y yo, que soy toda una dulzura, les respondo con una afirmación de cabeza, mientras hago que mis abogados salgan.Apenas pongo un pie fuera de la habitación, doy la vuelta a la esquina y me asomo discretamente por la otra puerta que tiene, una que está detrás de ellos, así que no es muy probable que se den cuenta de que estoy aquí.—¿Cómo se supone que salga de esto? —Rodrigo gira su silla en dirección a Diego.—Honestamente no tengo idea de c
RodrigoMe gusta lo que escucho. Es agradable, es suave, es… ¡agua!Abro los ojos de golpe y trato de sentarme donde sea que esté. La habitación está en semipenumbra y me cuesta acostumbrarme, pero al menos reconozco que estoy en una cama y no en el suelo de algún galpón abandonado. Aunque la parte de estar casi desnudo no ayuda mucho.Los primeros rayos de sol luchan por entrar a través de las cortinas de una ventana. Y yo recuerdo muy poco.Fui a casa de Lizzie a parlamentar, jajaja como si estuviéramos en guerra. Vi a Aitana, me tomé una copa de vino y luego… luego…—¡Esa bruja! —exclamo y a mi lado escucho un ronroneo.Me giro y ahí está, la mujer de mis pesadillas, durmiendo apaciblemente abrazada a una almohada, con mi camisa puesta y en bragas. Mi amiguito despierta en menos de un segundo cuando veo
LizzieAfuera los árboles se ven de un verde precioso, el agua del lago parece un espejo y supongo que es el efecto de la primavera. Tiene el poder de hacer todo un poco más mágico, incluso a nosotros.Escucho el clic de la llave contra el metal y no me doy la vuelta, no quiero ver el momento exacto en que Rodrigo abandone mi vida para siempre. Me gustó esta pequeña fantasía, pero llega un momento en la vida en que uno simplemente tiene que aceptar que ha cometido un error y asumir las consecuencias. Y yo pagaré el mío muy caro.Es verdad lo que le dije a Rodrigo. No soy como él. no puedo forzarlo a hacer algo que no quiere, menos si ese «algo» es estar conmigo.Los labios me tiemblan cuando oigo el sonido de la puerta al cerrarse. Mis ojos se humedecen y ahogo un sollozo en el momento justo en el que escucho:—Te amo, Lizzie.Siento las l
RodrigoEmpecé contando esta historia hace meses. Empezó en el justo momento en el que llegó de vuelta a mi vida una mujer impresionante, que dejó de ser mi mujer ideal para convertirse en mi amor de carne y hueso, con todos sus defectos y virtudes, pero mía.Sé que no hemos sido justos el uno con el otro en la mayoría de las ocasiones, que nos hemos lastimado y mentido… y también sé que nos hemos amado más de lo que creímos imaginar.A fin de cuentas, como escritor, puedo dar fe de que la vida no es nada sin un poco de drama.Pasé dos años de mi vida buscando a una mujer, y me encontré a una Emperatriz. Ella pasó dos años huyendo del amor, y se encontró a un León. Y si alguien creyó que era buena idea enfrentar a un León con una Emperatriz… Bueno, asumo que ya se habrá
Rodrigo
Elízabeth RodrigoÚltimo capítuloCAPÍTULO 3. POR LO MENOS SAGRADO DE ESTE MUNDO