¡Dios ayúdame!

—Emma, gracias por venir— se levanta y me indica que me siente junto a él.

—Dime David que necesitas, los invitados están afuera y debemos atenderlos— Musito sentándome a su lado y observando el papel que está frente a mi.

—Esto será rápido, solo necesito que firmes el acuerdo de divorcio. Ya lo habíamos hablado— Responde tajante.

—Si, lo sé David. Pero no se suponía que fuera justo después de la boda, necesito que la mentira dure al menos un par de meses, en lo que mi abuelo vive sus últimos dias— Dije con firmeza, de ninguna manera permitiría que arruinara mis planes.

—¿Acaso este es otro de tus típicos escándalos? Vaya que te gusta estar a la vista de todos ¿No?— Inquirió arrogante, como si me conociera y esos artículos tintos fueran verdad.

—Lo que sea que haga con mi vida no es tu asunto, lo firmaré solo con la condición de que esto dure los dos meses que habíamos acordado o no hay trato— Respondo alzando la voz con firmeza.

—De acuerdo— alzó sus manos en son de paz poniendo los ojos en blanco.

—Muy bien— Digo firmando el papel y luego lo doblo y lo guardo en mi sostén —Me quedaré con esto como garantía, mañana te enviaré una copia— Añado acomodando muy bien el papel para que no se vea.

—¡Vaya que eres astuta, te admiro! — Sonríe con ironía y sus ojos destilan algo de molestia.

—Oh cariño… solo son negocios, recuérdalo— sonrío gloriosa y me alejo de él.

Tengo miedo, pero no puedo demostrarlo ante él, no quiero que vea que me cohíbe.

—¡Aguarda!— Dice para detenerme.

—¿Ahora que sucede?—Inquiero, dándome la vuelta y viéndolo fijamente a la cara.

—Pues… no sé cómo pero, creo haber visto afuera el rostro de Kate entre los invitados— dice preocupado, rascándose el puente de la nariz.

—¿Y quién es Kate?— Pregunto totalmente confundida.

—Es mi antigua asistente, tuvimos un pequeño desliz, pero terminé con ella al darme cuenta que era una loca, acosadora, posesiva que me celaba con todo el mundo— Explica fastidiado.

—Pero terminaste con ella, no veo el problema aquí— Respondo restándole importancia.

—El problema es que está loca, debemos irnos o provocará un escándalo— si se ve asustado.

—No iremos a ninguna parte David, aún no hemos hecho ni siquiera el brindis— digo molesta, si bien no tengo elección, por lo menos que el brindis sea un éxito.

—Si quieres que esto funcione debemos irnos ahora. No quiero que pueda verte de cerca, sé que si lo hace no te dejará en paz— Dijo David tomándome de la mano y sacándome por la puerta trasera sin dejarme otra opción que escapar con él.

Ya dentro de su auto, vamos en silencio por la autopista, aún no me dice nada, pero está furioso, lo veo en sus ojos…

—David… ¿Está todo bien?— Pregunto.

—Lamento que esto pasara, no quiero que pienses que soy realmente el playboy que todos piensan… Digo, sé que nuestro matrimonio es solo por negocios, pero de igual forma no quiero que pienses que estaré con otra chica por el momento, ni por mucho tiempo.

—Oye cálmate, no estoy molesta contigo ni nada. Sólo no quiero que está mujer vaya a arruinar nuestro acuerdo, por lo menos en lo que el abuelo firma el testamento y me deja cuidado el patrimonio familiar como debe de ser— Respondo tajante.

—¿Solo te importa el dinero verdad?— Brama frenando de golpe.

—David, los sentimientos y los negocios no se mezclan. Memorízalo ¿si?— Respondo evadiendo sus preguntas, y claro que me importa solo el dinero, el que mucho le costó a mi abuelo y la vida de mis padres.

—Pareces un robot— Musita.

—¿Qué dices?— espeto alterada e indignada.

—Digo que pareces un robot, sé que no somos pareja realmente, pero solo estoy intentando de que no pienses que te seré infiel con otra mujer a pesar de las circunstancias— Responde un poco alterado.

—Ya no me vengas con mentiras, todos los hombres son iguales. No perderé mi tiempo con esto— Sonrío sínicamente.

—Emma… creo que mejor regresas a casa sola, bájate del auto— Exige.

—¿Vas a dejarme aquí?— Pregunto incrédula.

—Si, bájate del auto por favor— Insiste.

—¡Eres un imbécil!— Exclamo furiosa mientras me bajo del auto.

Bajo del auto y cierro la puerta de un azote, al hacerlo pierdo el equilibrio y se doblo uno de mis pies haciéndome caer en la acera —¡Maldición!— Grito al ver que lo que causó mi caída fue la ruptura de uno de mis tacones nuevos, los cuales me costaron setecientos dólares, no sé que demonios le pasa al imbécil de David ni por qué me odia, pero sé que esto no se quedará así, me debe un par de zapatos nuevos, me levanto con la poca dignidad que me queda, acomodo mi vestido y comienzo a caminar puesto que no traje mi bolso y no tengo dinero a la mano para pagar un taxi.

El miedo me acecha, uno que es incomprendido, ¿Por qué mi abuelo no confía en mí? ¿Por qué casarme con un hombre al que no amo? ¡Dios, ayúdame!

Luego de media hora caminando me detengo un momento para retomar el aliento y milagrosamente un auto se detiene frente a mi y baja la ventanilla.

—¿Emma, que haces aquí? ¿Quieres que te lleve?— Es Mason, el Hermano de David.

—¡Si! ¡Si! ¡Si!— acepto desesperada a punto de llorar.

—Te ves fatal, ¿Quieres ir a tomar algo?— sugiere amablemente.

—Si por favor, te lo agradezco— susurro mirándolo a los ojos y finalmente rompo en llanto por la frustración.

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